Bonnie
Estar con mis amigos me ayudó a olvidar a Bon... al menos hasta ahora.
Quiero entender sus motivos, pero hace unos días que no hemos hablado y no le he preguntado de estos. Aunque tampoco estoy seguro de tener el valor para hacerlo.
No había dormido bien la noche anterior y estaba que me moría de sueño; el profesor no había asistido así que me pase el resto de la clase cabeceando y bostezando hasta finalmente quedarme dormido.
***
–¿B-Bonnie? –Escuché que me llamaban, pero decidí ignorarlo, el sueño era más fuerte–. Bonnie, ¡BONNIE!
Me caí de la silla al escuchar ese grito y dirigí mi mirada al emisor de este. Bon estaba de pie frente a mí, estaba sonrojado y evitando mirarme a los ojos.
–Lo siento, no era mi intención que te cayeras –Se disculpó mientras se acercaba para ayudarme a levantar–. Solo quería despertarte.
Todos se habían ido. ¿Me quedé dormido toda la clase?
–Gracias por despertarme –Le agradecí entre cortos bostezos–. Pero, ¿Por qué sigues aquí? Pudiste irte si... –Me interrumpió.
–Necesitaba hablar contigo, Bonnie.
–¿S-sobre qué? –Estaba muy nervioso, no quería que dejara de hablarme para siempre. No podría soportarlo.
–Estoy muy arrepentido por cómo te traté, yo no quería que todo terminara de ese modo. A mí me gustaría estar bien con todos mis amigos sin importar las estúpidas rivalidades –Empezó a explicarse con pequeñas pausas, él también estaba nervioso–. Yo te aprecio mucho y quiero que sigamos ensayando juntos... por eso te pido tiempo.
–¿Tiempo?
–Sí, para pensar en que decirles a mis amigas para que me comprendan.
–Claro, está bien –Acepté sin pensarlo demasiado.
–Y una cosa más.
–¿Qué ocurre?
–¿Te gustaría ir al cine conmigo? –Me preguntó– Podemos ver lo que tú quieras, incluso yo invitare. Tómalo como una forma extra de disculparme.
–Iré, pero no por lo de la disculpa porque ya te he perdonado desde que empezamos esta conversación –Ambos soltamos una pequeña risa–. Si no porque quiero conocerte más y no solo ir al parque.
–Gracias, sé que no merezco esto, pero –Sacó unas hojas de su mochila– Te gustaría que trabajáramos en el dueto.
En sus manos posaban mis hojas con la letra para el dueto que quería hacer con él.
–Mis hojitas, pensé que las habías botado.
–Nunca haría eso, fue un detalle muy lindo el compartirla conmigo.
Y después de varios días de no sonreír una enorme sonrisa, quizás la más enorme que he hecho en mi vida, transformó mi rostro radicalmente.