NERD.

By xxniallersflowerxx

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-Feo. -Okay. -Insoportable. -Okay. -Te detesto. -Okay. -Apestoso. -Okay. -... Te amo. -O... ¿Qué? Daphne Hur... More

NERD. |Harry Styles|
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Epílogo
¡Gracias!

Capítulo 52

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By xxniallersflowerxx

                                                                                                                                                                       

Sus ojos se abrieron de par en par, y sus labios callaron por casi un minuto. Mis mejillas quemaron mientras permanecía en silencio también. Casi sentí miedo de lo que respondería... ¿Y si me había apresurado ahora?¿Qué estaría pensando ahora? Rogaría por leer su mente en este instante, saber lo que piensa. Maldigo el momento en que he soltado aquello. Me veo obligada a, después de algunos segundos, soltar el aire que no me había dado cuenta que retenía.

Que el mundo se parta en dos y me trague, por favor.

—D-Daphne... Daphne, nena, y-yo... —balbuceó con torpeza, con las mejillas carmesí. Mordí mi labio con angustia, mirándolo con nerviosismo.

Suspiré, y me alejé.

—Bien, creo que no fue muy buena id...

—No, no. Daphne —detuvo mi mano en el cerrojo de la puerta principal. Lo observé, apenada, rogando mentalmente el que tan sólo dejase que recoja mi dignidad y el que me dejase ir a casa. Pero no fue así. Posó su mano sana con delicadeza sobre mi mejilla, puedo decir que incluso su rostro reflejaba cierta angustia—. Tú... ¿estás muy segura de lo que acabas de decir?

Muerdo mi labio de nuevo, y lo libero luego, sonriendo un poco. Logro asentir.

—Lo estoy, Harry.

—¿Muy, muy...?

—¿Quieres tú estar conmigo? Tampoco quiero sonar como una aficionada, necesitada, Harry —reí un poco, aunque creo que mostraba suficiente pena ya—. Sólo..., creo que es momento. Te quiero, Harry, y sinceramente pensé que sería tiempo de..., de hacerlo.

Él sonrió un poco, y suspiró. Se acercó a mí, mucho más, y atrapó mis labios como otras tantas mágicas veces. Su mano acunó mi mejilla, y las mías su cabello; basados en un tierno beso, aunque demostrando lo suficiente cuanto nos queríamos. Y deseábamos. Supe que Harry deseaba tanto este momento como yo, a pesar de lo nerviosos que podríamos encontrarnos por este encuentro. Sonrió sobre mi boca.

Caminamos despacio y entre pequeñas risas como podíamos, el chico con un brazo herido y mi pie vendado quizás eran la combinación más divertida que pueda haber. Me pide ayuda para que quite el nudo de la venda que sostiene su brazo herido, y aunque le digo que no debería, él insiste en que no podremos hacer el amor como se debe si su brazo se interpone.

—Estás loco —solté una risita, ruborizada, y ayudé a deshacer el nudo en su hombro. Él me miraba sonriendo y me hacía sentir nerviosa, bastante.

Subimos las escaleras entre tropezones, mi pie era la peor parte de esto, santo cielo. Llegamos a su habitación al menos cinco minutos después, creí incluso que sólo nos echaríamos a dormir en la cama después del desgaste que habíamos hecho tratando de no hacerme rodar por las escaleras entre los saltos que daba para llegar. Harry maldijo el que su muñeca y parte de la mano hasta casi el codo estuviese vendado, pues decía que no podría tocarme tanto cómo desearía.

No sabía si lo hacía a propósito, pero incluso refunfuñando, me hacía quedar más encantada con él.

Retrocedí hasta la cama, con él sosteniéndome despacio de la cintura.

Me recosté despacio en la cama, esta vez con los nervios de punta. Se acomodó con cuidado entre mis piernas, y noté también lo tenso y nervioso que se encontraba cuando acaricié sus hombros. Me miró a los ojos, y yo a los suyos, sonriendo tímidamente por no decir a punto de desfallecer en el momento.

—¿Estás...?

—Cállate —negué, riendo un poco—. Si sigues preguntándomelo, en serio voy a pensar que tú eres quien no quiere, bebé.

—Oh, no, no. L-lo siento —murmuró, riendo apenado. Soltó un suspiró, mordió su labio y soltó éste luego para esbozar una preciosa sonrisa—. Creo que estoy algo nervioso. Cualquier lo estaría contigo, Daphne.

Sonreí, negando divertida. Me acerqué y solicité sus labios sobre los míos, y éste respondió feliz y tal vez aliviado, quizás porque yo estaba dando iniciativa. Acaricié su cabello y él se apoyó en su brazo sano, acariciándome de manera dulce la cintura —como podía— con la mano algo vendada. Adentró despacio su lengua en mi boca, y todo ardió a nuestro alrededor. Moví mis caderas despacio contra él, bajando la mano y acariciando su espalda baja, él gimió un poco ante mi acto y respondió a mí, haciéndome sentir muy... bien. Su mano acarició mi cadera y sabía que dudaba entre bajar un poco más, así que yo misma dirige su mano hacia mis pantalones. Sonreí cuando noté su sorpresa. Mordí despacio su labio inferior y él sonrió.

Debíamos tomar confianza de a pocos.

Me gustaba lo que hacía, me gustaba cómo me hacía sentir.

De pronto, no sé ni en qué momento, había logrado tomar la suficiente valentía para desabrochar sus pantalones. Era bastante para mí, debo decir. Su abrigo había quedado en alguna parte de la casa junto a mis zapatos y los suyos. Su respiración ahora era algo agitada, sabía que cada movimiento mío estaba gustándole, pues gustosamente contestaba y yo recibía también. Levantó despacio mi camiseta y la tiró a algún lado de la habitación. Me ayudó a quitarle los pantalones con cuidado y retiró mi ropa de igual manera... poco después, los dos nos encontrábamos no más que en ropa interior. Mi rostro ardía, y ésta no era la primera vez que me veía casi desnuda y yo a él, pero definitivamente sí en la que pasaría a más. Sus ojos recorrieron mi cuerpo por completo, pero notaba en sus ojos que no demostraban más que ternura y amor, deseo y anhelo, tal y como yo lo admiraba. Miró directamente a mis ojos, guardando silencio; éramos presa de un hermoso silencio, no encontraba palabras para describir el momento.

—Te amo, Daphne. Siempre quiero que lo tengas en mente, ¿de acuerdo?... Creo que he fantaseado con estar contigo un millón de veces —ríe un poco y yo lo hago a su vez—, pero nada podría compararse a lo que estoy viviendo contigo ahora. Juro que te amo, estoy loco por ti, Daphne —susurró sobre mis labios, acariciando con ternura mi mejilla. Asentí despacio, acariciando sus hombros, subiendo las manos hasta su nuca y empujándolo ligeramente para que bese mis labios.

—Te amo, Harry —murmuré, sonriendo sobre su boca. Su mano bajó despacio hacia mi pierna y, mientras besaba mis labios, comenzó un suave vaivén entre sus caderas y las mías. Sólo una prenda nos separaba, pues cuando ya lo había notado, mi sujetador había desaparecido y mi mano tomaba la suya para acunar uno de mis senos.

Gemí. Y un volcán sería hielo a comparación del enrojecer de mi rostro. Presioné un poco los ojos mientras mis labios liberaban suaves jadeos ante sus movimientos. Me preguntaba si moriría cuando llegase el momento de liberarnos de la ropa, mi Dios, él no era nada pequeño. Sus manos me recorrían con suma delicadeza, mientras mis manos y uñas se apoderaban de su pecho, brazos, hombros y espalda. Harry me hacía sentir muy bien, demasiado bien, y no era para menos. Mis labios atraparon su cuello, repartiendo suaves y húmedos besos mientras me deleitaba al oírlo gemir despacio. No pasó mucho tiempo para que el calor nos molestara; bajo mis manos algo temblorosas hacia sus bóxers, su respiración es agitada, y bajo éstos. Sus manos acarician mi cintura, mis caderas, sin quitar la vista de mí, y retira cuidadosamente mi ropa interior. Muerdo mi labio y cierro mis piernas por instinto, pero él las sostiene despacio, sonriendo, y atrapando mis labios en un suave beso. Mis manos se apoyan en sus fuertes brazos y descansan en sus hombros. Suelto un gemido cuando su miembro roza mi feminidad y continúa, haciéndome delirar. Sus labios rosa se entreabren ligeramente dejando escapar gemidos mientras se mueve sobre mí aún sin adentrarse, y mis uñas presionan en su espalda.

Llevó su mano hacia su longitud dispuesta a mí y, entonces, no pude resistirlo.

—Harry, soy virgen.

Sus ojos se abrieron de golpe.

Que alguien me diga que no lo he arruinado.

Parpadea sorprendido, y mi cuerpo se tensa bajo él. Casi aguanto la respiración por unos segundos, mordiendo mi labio, mirándolo quizás apenada. Lo sabía, sabía que debía haberlo dicho al principio, maldición. Negó despacio, como tratando de asimilar mi repentina confesión. ¿Era aquello tan malo? En los últimos tiempos, parecía ser la pesadilla de cualquiera.

—Daphne..., Daphne, amor, ¿p-por qué...? ¿Por qué no me lo dijiste antes? —susurró, casi con cuidado de cualquier cosa que podría decirme. Suspiró, mordió su labio con nerviosismo, pensando por un momento quizás en qué hacer.

—¿Estás arrepentido? —murmuré, mirándolo con pena. Y si fuese así, quizás no habría pensado en qué tan malo sería estar con una chica virgen. Santo cielo, no podía ser tan terrible, ¿cierto? Iba a ponerme a llorar si ahora él mismo decidía detener esto.

—No —negó, frunciendo ceño—. ¿Cómo podría estar arrepentido, Daphne? Te amo, jamás me arrepentiría de estar contigo, bebé —susurró con cariño, besando mi tez con dulzura. Casi suspiré de alivio, pero aún sentía algo de miedo por su actitud—. Sólo... Amor, ¿por qué no me lo dijiste antes? Yo..., si lo hubiese sabido quizás habría buscado que sea más especial para ti, tal vez hubiese buscado algo mejor. Sé que la primera vez para una chica debe ser inolvidable, especial, ¿si? Y..., y no quiero lastimarte, Daph, cielos, no tienes ni idea del miedo que tengo ahora de dañarte —susurró.

Llevé mis manos hacia sus mejillas, y negué despacio con la cabeza, besando sus labios suavemente.

Dios, perdónalo por no tener idea de lo que dice; perdónalo por no saber cuanto lo amo.

—Eres hermoso en todos los sentidos para mí, Harry. Quiero estar contigo, y éste momento realmente es muy especial para mí con el hecho de que seas tú quien está conmigo. Quiero tener mi primera vez contigo, lo prometo, no puedo estar más segura ahora mismo. Te amo, te amo y tú no tienes idea de lo importante que eres para mí —suspiré. Él calló y observó cada facción mía. Su mano acarició mi boca, mis mejillas, y asintió despacio.

—Te amo, Daphne —sonrió con timidez—. Eres lo más precioso que alguna vez me haya podido pasar.

Y besó mis labios.

Su lengua acarició la mía y pronto caí rendida ante él. Su mano bajó con cuidado y solté —sorprendida— un gemido cuando sus dedos tocaron mi feminidad. Pero, gracias al cielo, él no se detuvo y no pude estar más agradecida. Sus dedos índice y medio tocaban mi clítoris y yo me sentía como en el cielo. Quizás puedo entender ahora porque la gente llega al vicio en esto. Separó un poco más mis piernas, adentrando luego, uno, dos dedos en mí, haciéndome chillar ante aquella desconocida sensación de placer.

Gemí su nombre.

Y la sonrisa se expandió en sus labios.

Movía despacio sus dedos en mí, y mis uñas se aferraban a sus hombros mientras mis gemidos y jadeos resonaban en la habitación. Mis caderas se movían despacio contra él, pidiendo cada vez más. Necesitaba más de Harry. Sentía su firme miembro contra mi muslo, y tuve que pedirle que se detenga cuando sentía que no daba a más. Era imposible describir el placer que sentía cuando él me tocaba.

—Harry —susurré—. Harry..., te necesito. Por favor.

Casi rogué, y él detuvo el movimiento de sus dedos. Tuve que resistir el pedirle que no lo haga, pero sabía que quizás lo que se aproximaba sería mucho mejor para los dos. Me observó, sonriendo, mientras yo luchaba por no lucir lo suficientemente aturdida. Lo observé, y él supo que era momento. Mordí mi labio, tratando de no bajar la mirada hacia su entrepierna; pero la curiosidad me ganó y lo hice.

Maldición, eso no entraría en mí.

Levanté la vista y lo observé, con la boca tenuemente abierta, pero sus labios se sellaron contra los míos antes de que pudiese pronunciar palabra alguna.

—Si te lastimo, nena, debes pedirme que...

—Cliché —susurré, él sonrió.

Con sumo cuidado y máxima delicadeza, muy de a pocos, fue introduciendo el inicio de su longitud en mí, y mis ojos se apretaban a medida que se adentraba más y más, mis uñas al igual sobre su espalda, y las lágrimas ni hablar. Oculté mi rostro en su cuello, con mi labio preso de mis dientes. Sentía el corazón en la boca. Tanto como el placer antes fue abrumador, el dolor también lo fue. Solté el aire que resistí y sentí su cuerpo tensarse sobre el mío.

—¿Nena?... ¿Daphne, te he...?

—Estoy bien —murmuró, aunque la voz me traiciona. Muerdo mi labio, cierro los ojos y agradezco que él guarde silencio. Pasan segundos interminables, y cuando creo que no dolerá más, le pido que continúe. Suspiró, inseguro, más se retiró con cuidado de mí un poco, volviendo a introducirse y hacerme soltar un pequeño quejido. Mi cuerpo se encontraba demasiado sensible ante aquella nueva y desconocida sensación; estaba experimentando algo sumamente nuevo y único como lo que era perder la virginidad.

—Sigue. Harry, no pares —casi ordené, cuando él parecía inseguro pero un suave gemido lo traicionó.

—No quiero lastimarte. Creo que...

—Sigue, por favor. Harry, no te detengas —pedí, y él obedeció. Sexta embestida, y rogaba mentalmente a mi cuerpo el que se acostumbrara, pero no podía evitar sentirme extraña; mi cuerpo no podía evitar resentirse un poco ante el acto, ante el hecho de que no era más puro. <<Relájate, Daphne>>, me ordenó mi subconsciente y, de pronto, al poco tiempo, una ola de placer comenzó a inundarme, haciéndome soltar suaves jadeos. El panorama había cambiado casi por completo, necesitaba dejar de pensar y más disfrutar del momento que vivía con Harry.

Y fue así. Mis piernas se apretaron contra su cadera, las ventanas se empañaron por las agitadas respiraciones, los gemidos hicieron eco en aquellas cuatro paredes y el placer se elevó traspasando lo glorioso. Pedí por más y él lo aceptaba, cada vez más rápido, cada vez más satisfactorio. Grité su nombre. Mis uñas presionaron sobre su piel y sus dedos se marcaron placenteramente sobre la mía. Cada embestida, en un suave vaivén, de adelante hacia atrás y viceversa. El dolor no existía más, el placer era un fiel amigo. Dentro y fuera, profundo y suave, mi cuerpo quemaba ante el suyo, su cabello rozando mis mejillas y tez; me sentía apretar a su alrededor, y el placer era infinito.

Este es el paraíso.

—Oh, Daphne... —Su ronca voz me hizo perder la noción del tiempo, de todo. Y no tardamos mucho en llegar a la cima, al tan famoso clímax.

Separó sus labios de los míos, su respiración muy agitada. Salió de mí despacio y me abrazó por la cintura. Una sonrisa tímida se posó en mi rostro, y el resentimiento de mi cuerpo y mente quiso volver, pero sólo le pedí que me dejase en paz esta noche.

—Te amo, Daphne —suspiró—. Te amo, no tienes idea de cuanto te amo.

Y sonreí, abrazándolo también. Oculté mi rostro en su pecho, y sus dedos realizaron imaginarios círculos sobre mi espalda, acariciando mi espalda con ternura bendita. El cielo existía, y su verdadero nombre era Harry Styles.

—Te amo más —murmuré, cerrando los ojos—. Te amo, Harry.

                                                                                                                                                                  

                                                                                                                                                           

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