ABYSSO: La ciudad amurallada...

By Animalito-de-la-luz

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Abysso es una ciudad aislada, decadente y consumida por la violencia. Con una sociedad dividida injustamente... More

GUÍA OMEGAVERSE
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1 "DESCALZOS"
CAPÍTULO 2 "CONSECUENCIAS"
CAPÍTULO 3 "COMO UN CACHORRO"
CAPÍTULO 4 "LIMBO"
CAPÍTULO 5 "LUJURIA"
CAPÍTULO 7 "AVARICIA Y PRODIGALIDAD"
CAPÍTULO 8 "LAZO CONSAGRADO"
CAPÍTULO 9 "EL QUINTO CIRCULO"
CAPÍTULO 10 "HEREJÍA"
CAPÍTULO 11 "EL PEOR ALFA"
CAPÍTULO 12 "FLOR DE LOTO"
CAPÍTULO 13 "DULCE CRIATURA"
CAPÍTULO 14 "MARCADO"
CAPÍTULO 15 "VIOLENCIA"
CAPÍTULO 16 "LAVANDA Y JAZMINES"
CAPÍTULO 17 "CELO" (PRIMERA PARTE)
CAPÍTULO 18 "CELO" (SEGUNDA PARTE)
CAPÍTULO 19 "ÉXTASIS"
CAPÍTULO 20 "ARRULLO"
CAPÍTULO 21 "CIRCULO DE SANGRE (PRIMERA PARTE)"
CAPÍTULO 22 "CIRCULO DE SANGRE (SEGUNDA PARTE)"
CAPÍTULO 23 "SOMBRAS DOLIENTES"
CAPÍTULO 24 "FLORES EN INVIERNO"
CAPÍTULO 25 "VÍNCULOS INVISIBLES" (PRIMERA PARTE)
CAPÍTULO 26 "VÍNCULOS INVISIBLES" (SEGUNDA PARTE)
CAPÍTULO 27 "EL ORFANATO"
CAPÍTULO 28 "MADERA AMARGA"
CAPÍTULO 29 "ALIANZA ETERNA" (PRIMERA PARTE)
CAPÍTULO 30 "ALIANZA ETERNA" (SEGUNDA PARTE)
CAPÍTULO 31 "EL NOVENO CÍRCULO: INFIERNO DE HIELO" (PRIMERA PARTE)
CAPÍTULO 32 "EL NOVENO CÍRCULO: INFIERNO DE HIELO" (SEGUNDA PARTE)
CAPÍTULO 33 "EL NOVENO CÍRCULO: INFIERNO DE HIELO" (TERCERA PARTE)
CAPÍTULO 34 "REVANCHA"
CAPÍTULO 35 "EL HEDOR DE LA SANGRE"
CAPÍTULO 36 "EL HEDOR DEL MIEDO"
MENSAJE DE LA AUTORA
CAPÍTULO FINAL "DESTERRADO"
ANDRAS: En el corazón del Infierno

CAPÍTULO 6 "GULA"

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By Animalito-de-la-luz

"No te juntes con los borrachos ni con los que comen demasiado, pues los borrachos y los glotones acaban en la ruina, y la somnolencia se vestirá de harapos"

Proverbios 23:20-21

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Cuando Isabella logró entrar a la habitación luego de haber golpeado insistentemente la madera oscura de la puerta, su mandíbula casi cae al piso por la sorpresa. Aquella habitación parecía un campo de batalla.

Un par de vasos yacían en el suelo hechos pedazos. Un jarrón que hubiese estado lleno de flores, había terminado partido a la mitad, agua y pétalos esparcidos por la alfombra a los pies de la cama de Louis. Una pequeña silla se encontraba patas arriba, cuadros caídos, ropa regada por todo el piso. Las sabanas de la cama habían sido desgarradas.

La joven omega jamás había visto a su hermano de esa manera. Vestía solo un pantalón y estaba descalzo, sin camiseta. Su cabello estaba mojado como si acabase de salir de la ducha y se pegaba a su frente aun escurriendo. Incluso entre las gotas de agua que corrían por su rostro, Isabella podía darse cuenta que algunas de esas gotas no eran agua. Louis tenía los ojos rojos y llorosos.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó Louis con el rostro lleno de apatía. La chica se había quedado muda, paseando sus ojos por la destrozada habitación. Su mirada se detuvo en una fotografía familiar que había sido tomado un par de años atrás. Descansaba en el piso y parecía destrozada con particular saña.

—¿Qué fue lo que pasó? —cuestionó al mismo tiempo que daba un par de pasos intentando acercarse a su hermano, una de sus manos se extendió hacia él. Alcanzó a rosarle los cabellos antes de que él se hiciera a un lado rechazando el contacto—. ¿Estás bien? ¿Necesitas...?

Louis dejó escapar un gruñido. No quería su lástima y sabía que Isabella solo podía sentir compasión por él y la odiaba un poquito por eso.

Ella era todo lo que él debió haber sido. O lo que no hubiese querido ser jamás. Era una joven omega hermosa, de rasgos delicados, femenina. Era la princesa consentida de su padre. Había sido ella quien lo salvó un par de veces de las golpizas de Mark y era gracias a Isabella que Louis se sentía un poco más miserable.

"Hubiese preferido tener dos hijas. Isabella es una omega perfecta, como debe de ser. Tú no cuentas como un hijo. Un omega varón no sirve"

—No quiero tu lástima —espetó como respuesta—. No esta vez. No me obligues a ser grosero, Isabella. Simplemente sal de aquí —Louis se dio la vuelta dándole la espalda, dio un par de pasos, sintiendo nuevamente la cercanía de su hermana con su asqueroso hedor dulzón que le quemaba en la garganta.

—Sabes que quiero ayudarte.

—¡Pues no quiero tu maldita ayuda!

Isabella se estremeció en su lugar. No esperaba una respuesta como esa, aun si Louis había destrozado por completo su habitación en un arrebato de furia, él nunca se comportaba con ella de una forma grosera. Sabía lo mucho que le afectaban los sonidos fuertes, los gritos. Incluso si los gruñidos de Louis no eran los de un alfa, eran lo suficientemente enérgicos para hacer que Isabella se llevara las manos a los oídos y se encogiera sobre su propio cuerpo, asustada.

—¡¿Qué está sucediendo aquí?!

Si Louis ya se sentía lo suficientemente mal, que su padre apareciera de pronto haciendo su papel de padre protector con su hermana, ya era el colmo para él. Su pequeño cuerpo empezó a ahogarse en pequeñas respiraciones erráticas. El omega odiaba su vida, odiaba no tener a donde ir, odiaba sentirse obligado a estar en un lugar en el que no se sentía bienvenido. Pero no podía irse. En Abysso no había ningún sitio en el que pudiera sentirse seguro estando solo.

Mark irrumpió en la habitación. Sus ojos se abrieron enormemente al ver como lado a lado la habitación había quedado completamente destrozada. Para la sorpresa de ambos omegas, el hombre no estalló en un arrebato de furia, al contrario, se permitió reír a carcajadas, lo que probablemente advertía un peor panorama para Louis.

Se adentro mas mirando a su alrededor. Pateó un par de pedazos de cristal que se interpusieron en su camino. Louis se hizo a un lado de inmediato. Su padre llegó hasta la fotografía que parecía haber sido pisoteada a propósito. Se agachó y a tomó en sus manos observándola por breves momentos, antes de estrellarla con fuerza en una de las paredes. Una sonrisa amarga adornaba sus facciones viejas y cansadas.

—¿Así que el pequeño omega está intentando parecer un lobo rabioso? —negó con la cabeza. Estaba de espaldas, pero cada uno de sus movimientos era seguido tanto por Louis como por Isabella. El omega permanecía en alerta, frunciendo la nariz. La habitación estaba llenándose poco a poco de aquel olor que le parecía tan asqueroso. Era alfa puro, poderoso. Enojado—. ¿Quién te crees que eres para destrozar algo que me ha costado a mí? ¡Estúpido omega!

Le tomó un par de segundos a Mark darse la vuelta y lanzarse encima de Louis de forma amenazante. Pero si el alfa era rápido, la habilidad del omega lo superaba. Louis solo necesitó un segundo para tener empuñado en alto unos de sus cuchillos. Su mano estaba temblando, pero podía jurar por su vida que no iba a dudar en clavárselo en medio de la frente si se atrevía a querer maltratarlo enfrente de su hermana. No iba a permitir una vez más que ella lo defendiera.

El padre de Louis se quedó con la palma de su mano en alto, seguramente deseando tener la oportunidad de hacerla aterrizar en la mejilla de su hijo. Su olor furioso llenaba la habitación y se incrementaba aun más al sentir en el aire los toques dulces del aroma de Louis.

—¡No te atrevas a querer tócame una vez mas! ¡No vas a ponerme una maldita mano encima! ¿Entendiste? —Louis permanecía en guardia, con las piernas separadas y perfectamente plantadas en el piso. Dispuesto a atacar si era necesario. Estaba haciendo uso de toda la seguridad que le quedaba. No quería titubear enfrente de su padre, no quería mostrar su debilidad o su miedo. Sabía que Mark podía masacrarlo a golpes en el momento que le diera la gana, pero tampoco se lo iba a poner fácil. No importaba si por dentro estaba al borde de un ataque de pánico—. Estoy harto de que me trates como basura y si esto te ha costado a ti, también me ha costado a mí. Ninguna de las malditas cosas que tengo ha sido gratis. Bastante me he jodido para conseguirlas.

—¿Estás desafiándome, Louis? Eso es esto ¿una amenaza?

—Tómalo como mejor te plazca.

El hombre suspiró profundo. Una nueva sonrisa formándose lentamente en su rostro. Bajo el brazo y apretó el puño que hubiese estado a punto de golpear a su propio hijo. No sería la primera vez después de todo. Lo observó de arriba abajo con desprecio y aunque Louis se estremecía de miedo no permitió que Mark lo notara.

—Voy a dejar pasar esta impertinencia... —mencionó dando un par de pasos hacia la puerta. Louis se hizo a un lado, sin guardar el cuchillo en su funda. Sabía que con su padre no podía bajar la guardia—, únicamente porque es la primera vez que demuestras tener los cojones suficientes para enfrentarme —se detuvo en la puerta antes de salir. Observó las gotas de sangre en el piso a un lado del jarrón roto—. Pero la próxima vez no vas a tener tanta suerte, Louis. No voy a permitir que pienses que tienes algún tipo de autoridad aquí. Trabajas para mi —continuó dándose la vuelta. Los ojos azules de Louis muy abiertos y atentos a cada uno de sus movimientos—. Tienes que respetarme y voy a enseñarte a hacerlo, aunque tenga que acabarte el cuerpo a golpes ¿Has entendido? —No obtuvo ninguna respuesta—. ¡Pregunté si has entendido!

A Louis no le quedó más que asentir y afortunadamente su padre se conformó con esa respuesta, pues su voz hubiese salido tan temblorosa y rota como él se sentía. Se permitió bajar el brazo y relajar el cuerpo cuando lo vio atravesar la puerta de la habitación. Aunque su corazón empezó a golpear nuevamente en su pecho cuando escuchó a su padre hablar de nuevo.

—Y Louis... necesito que empieces a hacer tu maldito trabajo. Pietro te va a estar esperando para que le des los datos de los nuevos peleadores. Y asegúrate de incluir solo los buenos. Estoy confiando en tu maldito criterio y ni siquiera yo se porque demonios hago eso. Quizá porque quiero pensar que no eres tan inútil como pareces. Pero no voy a tolerar más errores. Si no eres capaz de hacer las cosas bien, tendré que encargarme de encontrar a alguien que las haga por ti. Y tú sabes lo que eso significa.

Los pasos de Mark resonaron en el pasillo cuando se marchó. Louis exhaló soltando todo el aire que había estado conteniendo en sus pulmones.

Claro que sabía lo que significaba ser reemplazado y moriría mil veces antes de ser encerrado. Le quedaba claro que aquellas paredes se convertirían en su propia cárcel. Se pudriría sin poder salir de aquella jaula de oro si su padre encontraba a alguien que hiciera un trabajo mejor que el que hacía él.

Louis siempre había sido bueno eligiendo a los mejores peleadores. Había pasado toda su vida en las criptas. Prácticamente se había criado en medio de todos aquellos alfas violentos y del olor a sangre. Sabía lo que tenía que hacer y hasta cierto punto disfrutaba saber hacerlo bien. Lo único que en realidad odiaba era tener que verle la cara a ese alfa asqueroso.

Pietro Mariano, era una de las peores personas con la que Louis había tenido la desgracia de convivir. Y de hecho la palabra "convivir" era exagerada, pues él mantenía al mínimo su contacto con ese repugnante ser. Era la mano derecha de su padre desde que Louis tenía memoria. Un alfa de 30 años, fuerte como una muralla de roca. Despiadado como ninguno. Cada 6 meses, era el encargado de lanzarlo a ese nauseabundo calabozo en el que se retorcía de dolor gracias a su celo.

Aquel alfa no era una persona de fiar. Pietro era capaz de pasar por encima de quien fuer con tal de lograr lo que se proponía. Con tal de obtener lo que quería. Y había puesto sus ojos en Louis, desde que el muchacho había empezado a mostrar más notoriamente sus rasgos de omega. Su olor dulce, sus curvas delicadas. El alfa no tenía escrúpulos y la palabra piedad parecía haber desaparecido de su vocabulario.

Probablemente lo único que detenía a Pietro de reclamar a Louis como suyo y marcarlo a la fuerza, era el hecho de que Mark le tenía prohibido tocarlo. Una de las pocas cosas buenas que había hecho su padre por él.

Tenía que ir a verlo, sin embargo. Pietro era quien se encargaba de todos los asuntos de apuestas. Era él quien trataba directamente con los protectores de cada uno de los peleadores y manejaba el flujo de dinero generado de las apuestas. Louis aun se preguntaba como es que su padre podía confiar en un ser tan despreciable como él y era quizá que Mark era igual de despreciable.

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La opulencia que mostraba aquel lugar era francamente ridícula. Pero completamente acorde con la personalidad de Pietro, a quien le encantaba pasearse como un Rey en aquel salón casino donde había instalado su oficina y que se había convertido prácticamente en su casa.

En palabras de Louis, el hijo de puta se divertía más de lo que trabajaba.

A diario montones de omegas desfilaban frente a él en aquel antro de perdición en el que Louis odiaba tener que poner sus pies. Botellas y vasos de alcohol iban y venían de mano en mano. Personas bebiendo hasta embrutecerse, permaneciendo ajenas a los problemas y carencias de otros. Casi parecía imposible que en un lugar como Abysso, pudiese existir un sitio así, donde los excesos eran cosa de todos los días, donde la comida y bebida se podía tomar a manos llenas, mientras en otros lugares había personas muriendo de hambre.

¿De donde salían los recursos para todo eso?

Louis tenía tiempo sospechando que Pietro le robaba a su padre. Y si lo hiciera, vaya que el viejo se lo merecía por poner su confianza en un alfa tan podrido.

El aroma del lugar golpeo a Louis como una bofetada. A donde sea que volteara, estaba lleno de alfas borrachos y omegas con poca ropa restregándose y vendiéndose en espera de sacar algo de provecho. Algunas seguramente estarían a la fuerza, pero la mayoría eran como animales carroñeros esperando ver el cadáver para poder alimentarse.

En un extremo del salón, había una enorme barra de comida y bebida a disposición de quien quisiera. El omega pudo distinguir a un par de hombres conversando amenamente con omegas sentadas en sus regazos y comiendo a manos llenas. Sintió imperiosas ganas de vomitar.

Sus lobos permanecían alerta observando en todas direcciones, sin permitir que alguien se acercada a Louis mas de la cuenta. Mostraban sus dientes en señal amenazante y gruñían a cualquiera que estuviera a más de un par de pasos de su dueño.

Un beta le indicó a Louis que podía pasar. Caminó con paso seguro hasta la puerta oscura al fondo del salón. Todos en aquel lugar sabían que él era el hijo del jefe, así que fue inevitable que recibiera unas cuantas miradas recelosas. Uno que otro inclinaba su cabeza a manera de saludo. Hipócritas chupa sangre. Eso es lo que eran para Louis.

La enorme oficina apestaba a alcohol. Tenía lámparas de techo con ventiladores que se mecían de un lado a otro por la rotación. Probablemente era lo único que parecía viejo en aquel lugar y Louis temía que terminaran desplomándose encima de su cabeza.

—Me complace mucho verte, Louis —la voz grave y pastosa de Pietro rompió el hilo de sus pensamientos. Giró sobre sus talones hacia un costado de la oficina, para encontrarse con aquellas facciones que tanto aborrecía. Si había algo peor que tener que lidiar con Pietro, era tener que lidiar con él y sus varias copas de más.

En una esquina de la estancia había un par de alfas más. Uno de ellos tenía a un chico omega sentado a horcadas encima de él. Estaba sin camiseta y cuando giró a mirarlo, no pudo más que estremecerse al no encontrar ni una pisca de brillo en sus ojos. Parecía perdido en su propio mundo, borracho, quizá drogado. Seguramente no tenía siquiera idea en que lugar se encontraba. En aquel sitio los hombres omega parecían muñecos. Seres completamente sin voluntad ni esperanza.

—He venido a traerte los datos de los peleadores nuevos y sus protectores —Louis hablo sin hacer pausa y sin esperar comentarios o respuestas. Deseaba poder salir de ese lugar lo más rápido que le fuera posible. Se quitó la pequeña maleta que casi siempre cargaba consigo y sacó unas cuantas hojas acomodadas en una carpeta negra—. Hay algunos bastante buenos —continuó—, los he marcado para que puedas ponerles especial atención. Si tienes alguna duda puedes acudir con Zayn o decírselo a mi padre.

Se acercó al escritorio detrás del cual descansaba el alfa en, al parecer, una bastante cómoda silla de madera tallada, con vistosos tapizados de color granate. Soltó la carpeta frente a los ojos oscuros del alfa y se dio media vuelta con intenciones de salir antes de perder el conocimiento por estar conteniendo la respiración en intervalos tan largos.

—¡Espera! —los gruñidos de Jana y Radna no se hicieron esperar, luego de que la voz de Pietro resonara dentro de aquellas paredes. El alfa acababa de ponerse de pie. Y tener a un hombre de su tamaño y complexión enfrente, amedrentaría a cualquiera. Pero darle la espalda era mucho más peligroso. Louis se dio la vuelta nuevamente y era en momentos como ese en los que odiaba más que nunca darse cuenta de su naturaleza omega. Tuvo que levantar la mirada para poder ver a los ojos a Pietro, quien era sin duda mucho mas alto que él.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó rogando por que la voz no le saliera temblorosa. No había forma de no sentirse amenazado, aun si tenía a sus lobos para defenderlo. Lamentaba mucho haberle pedido a Zayn que se quedara en las criptas vigilando las peleas de exhibición. Pietro era de los únicos alfas que tenían la absoluta certeza de que él era un omega, por mas que aparentara lo contrario.

El alfa rodeó el escritorio quedando frente a Louis. Lo recorrió de arriba abajo con aquella mirada que lo hacía sentir siempre tan expuesto. Era una mirada hambrienta, como de un depredador asechando a si presa. Tomó la carpeta en sus manos y empezó a pasar las hojas una por una leyendo en voz baja, ante la mirada atenta de Louis. Podía respirarlo en el aire, podía distinguir aquel hedor en cualquier lugar y nada le causaba más asco que el olor de ese alfa.

—Kobal, Dumah y Guta —repitió mientras leía los nombres de los nuevos peleadores que estarían compitiendo para llegar a La Jaula. Dejó escapar una ligera risa burlona—. Vaya nombres de mierda que tienen estos tres ¿eh? Pero... eso realmente no importa ¿no es así? Si tú dices que son buenos, voy a confiar en tu buen juicio... precioso.

El estomago de Louis revolvió solo de escuchar aquella forma que había utilizado para nombrarlo. Despreciaba a ese alfa con todo su ser y solo esperaba tener la oportunidad de clavarle uno de sus cuchillos hasta verlo desangrarse.

No le importó si tenía algo más que decir. Se giró nuevamente caminando hasta la salida, seguido de cerca por sus lobos. Abrió la puerta de un empujón y salió de la oficina escuchando a los lejos las carcajadas del alfa. Esperaba no tener que regresar ahí en mucho tiempo más.

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El tiempo para Harry avanzaba tan rápido como era posible, tomando en cuenta que cada día era exactamente igual que el anterior. Tenía cuatro meses ya entrenando en las criptas y su mano estaba sana por completo.

Los días se le iba en despertar temprano, algo que odiaba pero que había aprendido a soportar. Acudía al gimnasio sin falta para poder mejorar su condición. Había pasado toda su vida siendo un vago y si no fuera por sus inmejorables genes de alfa, se hubiese convertido en un cuerpo debilucho e inservible. No era así.

Harry se estaba transformando en un muro, uno de roca completamente solido, casi imposible de romper. Su cuerpo fibroso estaba cada vez mas marcado. Su ancha espalda y brazos poderosos lo hacían estar orgulloso. Estaba trabajando mucho y de forma constante. Y estaba empezando a creer que quizá era posible. Podría lograrlo. Llegar a La Jaula ya no se sentía como algo tan lejano. Liam pensaría que estaba siendo demasiado positivo. Harry y su fuerte convicción no lo dejaban darse por vencido antes de tiempo.

Los 4 meses que tenía entrenando había visto a su amigo tan solo un par de veces, el único par de veces que se había permitido salir de las criptas. Desde el día que le había dicho a Liam que lo mejor sería que no regresara, no había vuelto a aparecer por aquel lugar. Harry mentiría si dijera que no se arrepentía de haberle pedido algo tan estúpido. Extrañaba a su mejor amigo. A él y a sus regaños constantes. Liam era como la conciencia que a él le hacía falta. Era la razón y el entendimiento que él no tenía.

Aquella mañana, Harry se había levantado mas temprano que de costumbre y se había dedicado a calentar haciendo toda clase de ejercicios, pues esa tarde, empezaría los entrenamientos para su primer pelea de exhibición que sería dentro de una semana.

Entrenaría por fin con un par de peleadores reales, que si bien no eran el tipo de peleadores que enfrentaría en el circuito, si sabían lo que era dar y recibir golpes. Uno de ellos, Ivann, un alfa pura sangre de 27 años, se había convertido en un buen amigo para Harry y era, aparte del entrenador que Goliat había dispuesto para él, la persona mas cercana que había conocido en las criptas. El único en el que probablemente podía confiar.

Eran peleas de entrenamiento, así que aquella pequeña arena no contaba con público, mas que unos cuantos curiosos. Harry se sintió por completo sorprendido, cuando se dio cuenta de que Louis era una de las pocas personas dispuestas a presenciar el entrenamiento.

Estaba ahí, sentado con sus aires de grandeza, sintiéndose un alfa, con aquella mirada desafiante que no se apartaba de cada uno de sus movimientos y Harry tenía que reconocer que se sentía secretamente complacido por eso.

Tampoco había tenido la oportunidad de ver al omega durante aquellos 4 meses, mas que unas cuantas ocasiones en las que se encontraba con él en algunos de los pasillos y en las que el chico prácticamente lo había ignorado, pasando por un lado de él sin siquiera voltear a mirarlo.

En mas de una ocasión Harry había sentido el deseo de frenarlo, tomarlo a la fuerza y acorralarlo nuevamente en alguna pared, para poder enterrar su rostro en el espacio de su cuello y aspirar deseando poder llenar sus pulmones. Louis no le interesaba de alguna manera particular, pero su olor tan tenue lo volvía loco. Descubrir por que lo escondía, lo tenía obsesionado.

..............

Ivann fue el primero en atestar un contundente golpe que aterrizó justo en la mandíbula de Harry haciéndolo tambalearse. No estaba concentrado, fue lo que se repitió a si mismo para no sentirse tan estúpido e inexperto. Agradecía que no hubiese publico que presenciara tan vergonzoso debut. Había estado a nada de desplomarse en el piso con un solo golpe ¡Un maldito golpe!

El silencio sin embargo, ayudó para que la carcajada burlona de Louis resonara a lo largo y ancho de toda la arena, atrayendo las miradas de las 4 o 5 personas que presenciaban el entrenamiento.

Harry dejó escapar un gruñido. Estaba deseando saltar las cuerdas de aquel cuadrilátero de entrenamiento y llegar hasta ese omega que se sentía con el derecho de burlarse. Respiró profundo obligándose a si mismo a calmarse, cuando escuchó la voz de Ivann preguntándole si todo estaba bien. Claro que nada estaba bien. La presencia de aquel omega no lo ayudaba a concentrarse y a no ser porque se trataba del maldito hijo del dueño de todo el lugar, ya hubiese pedido que lo sacaran de la arena.

—Vaya imbécil que no tiene ni idea de lo que es pelear —susurró Louis sin esperar ser escuchado. Zayn y Niall rieron a su lado y aquello fue lo único que Harry necesitó para empezar a bufar a punto de estallar en un arrebato de furia.

—Sube aquí a enseñarme lo que es pelear si te sientes tan capaz —la voz del alfa salió mas ronca de lo normal. Una mueca indescifrable pintaba su rostro. Harry no era el mejor aceptando burlas. Su ego estaba demasiado inflado como para concebirlo.

Los cuchicheos entre Louis y sus dos amigos cesaron de forma súbita. La mirada del omega se dirigió de inmediato al cuadrilátero donde un furioso Harry lo observaba como deseando atravesarlo con la mirada. El silencio se volvió sepulcral. Los ojos de las pocas personas presentes, se paseaban entre el alfa que se encontraba con los puños vendados, apretados alrededor de las cuerdas de aquel ring y el omega que tenia los ojos muy abiertos y sorprendidos. Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa ladina unos segundos después.

—¿Me hablas a mi? —preguntó con su característica voz altanera. Lanzó la maleta que mantenía en sus piernas, al regazo de Zayn y se puso de pie intentando parecer amenazante. Harry se limitó a asentir y eso fue lo único que Louis necesitó.

El omega saltó la barrera metálica entre los asientos y el cuadrilátero, con una agilidad envidiable. Ni Zayn ni Niall habían intentado detenerlo, al contrario, parecían completamente divertidos y ansiosos de descubrir como iba a terminar aquello. Sabían que Louis no era tonto y sabía defenderse, que aquello no era más que una pelea de entrenamiento y que Harry... bueno, él no parecía un alfa golpeador de omegas indefensos.

En unos cuantos minutos, Louis ya se encontraba arriba del cuadrilátero. Habían vendado sus manos de forma improvisada y lo que había iniciado como una pelea de entrenamiento entre Harry e Ivann, se había convertido en una lucha de egos entre un alfa con demasiada arrogancia y un omega con exceso de confianza.

Harry lanzó el primer puñetazo y Louis no tuvo ningún problema para esquivarlo. Sus movimientos eran tan ágiles como los de un felino y era tan astuto como un zorro. Parecía adivinar a donde exactamente iban cada uno de los golpes del alfa. Sonreía socarronamente cada que era capaz de librarse de recibir algún derechazo y aquella actitud petulante estaba cansando a Harry, quien no dudó en lanzar una patada justo a las espinillas del omega. Eso no lo había visto venir.

No había sido un golpe seco y contundente, había sido una barrida con la pierna derecha que se había llevado consigo ambos pies de Louis y con ello toda su estabilidad. Un segundo de descuido y de alardear más de la cuenta y el omega había terminado tendido de espalda y con el orgullo pisoteado.

La cabeza le había rebotado un par de veces contra la lona y todo a su alrededor había terminado dando vueltas. Harry no supo si sentirse culpable por haber sido tan brusco con aquel chico que aunque era odioso a mas no poder y tan desagradable como una patada en las pelotas, no dejaba de ser un omega, con mucha menos fuerza que él.

Cuando lo vio removerse adolorido en el piso, se dio cuenta que quizá si había actuado con más fuerza de la necesaria. Puso una rodilla en la lona para poder inclinarse a ayudarlo. Se arrepintió en el segundo siguiente de haberlo hecho.

El omega alzó los brazos colgándose de su cuello y levantó también las piernas enroscándolas en sus caderas. En un movimiento que Harry no vio venir, terminó impactando la lona con su espalda, con Louis sentado a horcajadas encima de él.

—¡Harry! —el puño del omega se quedó en alto a punto de aterrizar en el rostro de Harry, cuando la voz angustiada de Liam interrumpió la pelea. Todos los presentes se giraron para mirar al alfa que parecía haber llegado corriendo. Estaba sudado y con la respiración agitada, su cabello despeinado y había manchas de sangre en su camiseta blanca.

Harry no tardó en sacarse a Louis de encima de un fuerte empujón. El omega gimió de dolor al impactar con fuerza en la lona del cuadrilátero. El alfa se puso de pie y saltó de inmediato las cuerdas para llegar junto a Liam. Su amigo no estaba herido al parecer. La sangre era de alguien más.

—¿Qué es lo que sucedió? ¿Estás bien? ¿De quien es la sangre?

—Amadeo está en la clínica. Han entrado nuevamente a robar a sus bodegas. Lo han dejado muy mal herido esta vez. Al parecer fueron los carroñeros, pero hay un par de betas que aseguran que el viejo presidente de la asamblea tiene algo que ver.

—¿Estás hablando de mi padre? —la voz de Louis interrumpió la conversación a la que no había sido invitado. Jaló a Harry a un lado y se acercó a Liam. Sus ojos azules y furiosos clavados en el alfa exigiéndole respuestas—. Te he hecho una pregunta ¿Por qué estás culpando a mi padre de un robo?

—No estoy culpándolo yo. Y en todo caso no tengo tiempo de explicarte lo que está sucediendo —Liam dirigió su mirada hacia Harry, pasó saliva con dificultad—. Se han llevado a Enya.

La sangre de Harry se heló al escuchar aquello. Enya era la pequeña hija omega de Amadeo y tan solo tenia 14 años. Era una niña y era la única familia que le quedaba al viejo contrabandista, su mayor tesoro, lo que más quería en el mundo. Harry no podía ni imaginar lo destrozado que debía sentirse.

—Yo voy con ustedes —las palabras del omega salieron firmes cuando vio como Harry y Liam avanzaban a la salida. La mirada del alfa de ojos verdes se posó en él de inmediato. No sabía a que había venido aquella petición, pero no iba a permitir que Louis los acompañara en algo tan peligroso para un omega.

—De ninguna manera. Tú vas a quedarte justo en donde estás.

—Han robado a un hombre y han secuestrado a una niña. Mi padre podía tener algo que ver con eso ¿y me pides que me quede? ¡Por supuesto que no! Yo voy a ir.

—¡Tu no vas a ningún lado! —No había querido gritar de aquella manera, pero tenia la mirada insistente de Liam sobre él y no había tiempo como para estarlo perdiendo. Harry se acercó hasta el oído de Louis. Su aliento cálido rozando suavemente con la piel del pequeño muchacho, quien no se apartó de la cercanía ni un centímetro—. El lugar al que vamos no es seguro para un omega —susurró—, no me gustaría que algo le pasara a esta linda carita.

Louis se quedó completamente mudo y plantado de pie en su lugar sin moverse un ápice. No tenia caso discutir con aquel alfa. Ya se encargaría él mismo de averiguar que es lo que estaba sucediendo.

..........................................

No habían tenido tiempo de quedarse con Amadeo más de un par de minutos. El hombre se encontraba inconsciente después de todo, así que solo verificaron que estuviera estable.

Lo único que pudieron hacer fue reunir toda la información posible de las personas que habían logrado ver algo del robo y del secuestro de la niña. Habían atracado las bodegas a plena luz del día, así que no habían faltado testigos dispuestos a hablar por unas cuantas monedas.

Harry y Liam habían recorrido todo el centro de la ciudad siguiendo las pocas pistas que tenían. Se había hecho de noche y no habían logrado averiguar nada que los llevara al paradero de la niña. Un edificio de mala muerte sería la última parada el menos por ese día. Sabían que en ese lugar había mujeres beta que hacían trabajar a omegas menores de edad como compañía de alfas de gustos enfermos que a ambos los hacían sentir asco.

Decidieron separarse para poder revisar mucho más rápido todo el lugar. Liam fue a los pisos superiores, Harry se quedó en los de abajo.

Y entonces... sucedió.

Un grito llego a su mente como un taladro justo en su cráneo. Lacerante y doloroso. Todo su cuerpo se estremeció en un fuerte espasmo.

La sensación llegó de pronto, como la ola aplastante de un mar rabioso. Volteó a su alrededor sintiéndose perdido, con una fuerte opresión en su pecho, algo que no había sentido en ningún otro momento de su vida. Su garganta estaba seca y empezó a costarle respirar.

Caminó esquivando a unas cuantas personas a su paso y ni siquiera sabía a donde se dirigía. Tenía la vista nublada y unas cuantas gotas de sudor empezaban a resbalar por los costados de su frente.

Aspiró fuerte, intentando que sus pulmones se llenaran de aquel aroma que le resultaba tan conocido y a la vez tan absolutamente lejano. No podía encontrar la fuente del olor.

‹‹¿Dónde?››

Se repitió a si mismo, llenándose de angustia con cada segundo que pasaba. Escuchaba los gritos en su cabeza y creía que iba a volverse loco porque aquello era algo que jamás pensó que experimentaría. Pero su cuerpo estaba actuando solo. Sus entrañas quemaban. La sangre corriendo en sus venas como hierro hirviente. Desgarrándolo.

Buscaba con la mirada sin saber que es lo que esperaba encontrar. Sus fosas nasales expandidas en una respiración errática que no estaba ayudando en nada. Harry estaba quedándose sin aire. Su fuerte olor empezó a inundar el lugar. Su alfa haciéndose presente, imponiéndose como nunca antes. Su espíritu animal estaba gruñendo en su pecho.

‹‹Omega... ¿Dónde?››

El llamado de aquel omega era fuerte. Poderoso. Y lo estaba llamando a él. No sabía quien y tampoco sabía donde estaba, solo sabía que era un omega en peligro y él sentía la imperiosa necesidad de encontrarlo. De tomarlo en sus brazos y ponerlo a salvo. Había estado en presencia de omegas en peligro muchas veces antes y nunca se sintió tan afectado como lo estaba en aquel preciso momento.

Este omega no estaba llamando a cualquier alfa. Su llamado le pertenecía. Ese omega le pertenecía.

Caminó dando tumbos, como avanzando en un túnel completamente oscuro, vacío. Paredes negras con nada alrededor. Una única lucecita al fondo de todo. Una pequeña luz que no lograba alcanzar. Su alfa gruñía, se retorcía rabioso en el centro de su pecho.

Liam apareció de pronto y se plantó enfrente de él. Se encontró a si mismo gruñéndole con furia a su mejor amigo. No estaba pensando con claridad. Lo hizo a un lado sacándolo de su camino con un fuerte empujón. Y siguió avanzando. Buscando deseoso a la fuente de ese olor y de ese llamado que estaba taladrándole la mente.

—¿Qué es lo que sucede? ¿A dónde vas? —escuchaba la voz de Liam tan lejana que no podía distinguir si estaba cerca o lejos, pero tampoco le importaba.

—Mi omega... —fue lo único que pudo susurrar, sin saber si Liam había logrado escucharlo.

Salió del edificio y atravesó la calle corriendo. El llamado se sentía cada vez mas cerca. El olor a jazmines y lavanda llenando sus pulmones. Mareándolo. Miró a su alrededor y lo supo. Un pequeño cuerpo era arrastrado a la fuerza hacia un oscuro callejón.

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Holaaaaa!!! Lamento haber tardado tanto en actualizar, no había tenido tiempo, pero ahora estoy con la inspiración a tope y me voy a seguir escribiendo el capítulo siguiente. Espero que este capítulo les haya gustado mucho, porque yo amé escribirlo. Muchas gracias por las ya mas de 12,000 lecturas, de verdad no saben cuanto lo agradezco y lo emocionada que estoy.

Un besotote

All the love... Ceci♥

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