|Narra Katie|
Los rayos del sol traspasando la cortina me obligaron a abrir los ojos y darle la cara al mundo una vez más. Me desperecé, busqué la importancia de levantarme hoy y, cuando la encontré, me levanté para ir al baño a terminar de despertarme. Unos veinte minutos más tarde, me vestí, peiné mi cabello y salí de la habitación a enfrentar al mundo.
Sabía que lo normal era que Ashley y yo guardáramos silencio para evitar que los caminantes nos visitaran, pero había más silencio de lo normal, como si estuviese sola.
—Buenos... días —mi voz bajó sus tonalidades poco a poco tras ver la sala patas arriba.
Literalmente porque el sofá estaba todo rasgado, las mesitas volteadas e incluso rotas.
¿Qué pasó aquí?
— ¿Ashley? —la llamé y nadie contestó.
Fui hasta la cocina a ver si estaba allí, pero estaba vuelta un desastre. Los gabinetes y gavetas que habíamos llenado con comida, ahora se encontraban vacíos y abiertos de par en par. Incluso la nevera estaba abierta y vacía.
Nos robaron.
—Mierda —susurré y corrí a las demás habitaciones.
No había rastro de Ashley.
—Piensa, piensa —murmuré mordiendo la uña de mi dedo pulgar.
Quizás había salido en busca de provisiones, tal vez se encontró con un grupo grande de caminantes y no pudo escapar. Tal vez estaba muerta. Pero tal vez estaba sana y salva de regreso al apartamento.
Mejor la espero.
Volví a la sala, coloqué el sofá en su sitio y tomé asiento. Gracias a la ansiedad, comencé a subir y bajar la pierna constantemente mientras mordía mis labios.
—No, no puedo esperar —me levanté—. Saldré a buscarla.
(...)
Llevaba como una hora y media caminando a los alrededores del refugio buscando a Ashley en todas las tiendas a las que pudo haber entrado. Me encontré con una buena cantidad de caminantes en cada esquina, y aunque se me complicó matarlos, logré salir viva de ellos. Sin embargo, me di por vencida al no encontrar rastro de ella así que decidí volver al refugio a ver si, por casualidad, había regresado.
Tras un largo camino lleno de silencio y pensamientos negativos, llegué al apartamento para darme cuenta que todo seguía en el mismo sitio como cuando me fui. El mismo desastre.
Estaba cansada, enojada, impotente y hastiada, no tenía ánimos de recoger.
Estaba cansada de haber caminado tanto para no encontrar lo que estaba buscando, estaba enojada porque nos habían robado y yo ni cuenta me di, tenía impotencia de no saber dónde estaba Ashley ni a donde pudo a ver ido ni si estaba bien, y además estaba hastiada de lo miserable que era este nuevo mundo.
Sencillamente no tenía ánimos de nada.
Así que, restándole importancia, caminé de vuelta a mi habitación a recostarme. Sin embargo, mis planes se vieron afectados por el cuerpo que estaba tendido en el suelo de dicha habitación. El cadáver tenía el abdomen abierto con las tripas por fuera y una gran mordedura a la altura de su cuello junto a dos más en sus piernas.
Me acerqué para ver mejor de quién se trataba, y a penas vi su rostro, casi pierdo el equilibrio.
Ashley.
—No, no, no puede ser —me agaché junto a su cuerpo y coloqué mi mano debajo de su cuello para alzarla un poco—. ¡Ashley, no!
Sentí que algo dentro de mí se rompió al instante y las lágrimas comenzaron a salir sin freno. Un dolor fuerte en mi pecho me hizo encogerme volviéndome un ovillo con el cuerpo inerte de Ashley en mis brazos.
—No me hagas esto, tú no, por favor —sollocé apartando un mechón de cabello de su rostro—. Regresa, Ash.
Ashley abrió los ojos de golpe y noté que estaban exactamente iguales a los de mi mamá después de haberse convertido. Así que solté su cuerpo y me separé como si tuviese una enfermedad contagiosa. Yo aún seguía sentada en el suelo, pero a unos metros de la chica, y es que no podía asimilar nada de lo que estaba pasando como para levantarme y huir.
El caminante de Ashley levantó su torso de tal manera que quedó sentado y giró su cabeza para mirarme fijamente.
¡Reacciona, haz algo!
Y antes de que pudiese siquiera pestañear, el caminante me mordió el muslo haciéndome gritar con fuerza al mismo tiempo que abría los ojos de golpe y me sentaba en la cama.
—Fue... fue un sueño —susurré con la respiración más que agitada.
Toqué mi frente notando lo empapada en sudor que estaba y luego la llevé a mi pecho para sentir los latidos acelerados. Quité la cobija de mi cuerpo y confirmé que no tenía ninguna mordida en el muslo. Miré a un lado de la cama y tampoco estaba el cuerpo de Ashley allí.
—Buenos días —saludó la reina de Roma con una actitud radiante, pero al notar mi situación, frunció el ceño—, ¿qué te pasó?
Una corriente de alivio abordó mi cuerpo haciéndome sonreír como una niña en navidad. La felicidad de ver a mi amiga sana y salva era inexplicable, solo me sentía muy aliviada de saber que fue una pesadilla y que no había pasado nada grave; porque si algo malo le sucedía a Ashley, mi vida sería un completo caos. Ella era la única persona que me quedaba, no podía correr el riesgo de perderla también.
—Y-yo —balbuceé en un intento fallido de explicar lo que sentía. Así que solo me levanté y la abracé con todas mis fuerzas—. Me alegro de que estés bien.
— ¿Por qué no lo estaría? —inquirió, confundida, separándose del abrazo.
—Tuve una pesadilla en la que tú estabas... —no pude seguir porque las palabras no me salían.
—Yo estaba... —me miró, expectante.
—Estabas muerta —solté—. Tus tripas estaban fuera de tu cuerpo y estabas mordisqueada por todas partes.
Ashley alzó ambas cejas en señal de sorpresa.
—Y me mordiste —agregué.
—Vaya, un poquito sutil ese sueño tuyo —dijo con sarcasmo—. Fue solo una pesadilla así que estoy totalmente bien —se encogió de hombros—. ¿Tú estás bien?
—Sí —desvié la mirada—. Ash, solo por precaución, nunca salgas sin avisarme. Si te despiertas haz lo mismo conmigo. Debemos estar juntas en todo momento mientras estemos solas. Eres lo único que me queda y no pienso dejar que éste mundo se lo lleve también.
—No te preocupes —sonrió de labios cerrados—. Estaremos bien.
—No quiero que nada te pase —rasqué mi nuca—. Eres mi hermana.
—Yo tampoco quiero eso —me abrazó de lado—. Por eso estaremos juntas pase lo que pase, ¿entendido?
—Entendido.
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Este capítulo lo quise dedicar a esas amistades de años, de meses, de semanas e incluso de días que se volvieron tan inseparables como la uña y la mugre. Esto va para las amistades más lindas y extrañas ❤️
Pero ya comentando un poco el asunto del capítulo, ¿no les ha pasado tener una pesadilla así de fea? A mí suele pasarme cuando me doy maratones de Investigation Discovery. Es horrible y me despierto con ese vacío doloroso. Sin embargo, todo vuelve a la normalidad cuando recuerdo que fue una pesadilla.
Si quieren desahogarse un poco, pueden dejar una anécdota de una pesadilla, estaré dispuesta a leerlas y responderlas 👀👀
Besitos, I.H