Heridas de Amor

By Natamarsol

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Se habían amado desde niños, se habían separado una y otra vez hasta que sus vidas finalmente tomaron distint... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Epílogo

Capítulo 10

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By Natamarsol


Liz se despertó con la luz de la mañana que entraba de lleno por la ventana, tardó unos momentos en recordar. Recordar donde estaba y recordar que había hecho el amor con Cristhian. Miró hacia el lado y no lo vio, su instinto la alentó a escapar, pero también recordó que no era posible.

-Buenos días...- dije una voz demasiado conocida, y vio a Cristian entrar a la habitación. Por lo visto acababa de bañarse, llevaba el cabello mojado y ropa limpia. Se sintió un poco resentida por eso, se veía arrebatador y ella estaba acurrucada en la cama hecha un desastre.

-Buen día – contestó cohibida.

-Te traje ropa y te preparé el baño – dijo acercándose a ella.

-No es necesario...- contestó incómoda. La verdad era que no sabía cómo proceder y menos cuando ni siquiera podía levantarse o conservar algo de dignidad.

- Vamos Liz, un baño caliente te vendrá bien.

-¿De verdad piensas que dejaré que me ayudes?

-No hay nada que no haya visto...o tocado...-respondió provocador y Liz le lanzó una almohada, lo único que podía hacer.

-Vete...

-De acuerdo, pero el personal llegará en un rato ¿no te importa que te encuentren en mi cama? – le dijo y amagó con retirarse. Odiaba la idea de que la ayudara a darse un baño, de volver a ser una pobre y patética mujer después de lo sucedido entre ellos, pero más odiaba que fueran a encontrarla allí.

-Está bien, el baño, acepto – respondió casi en un gruñido y él apenas esbozó una sonrisa.

-Buena chica...- comentó acercándose a ella. Fue hasta su lado y se inclinó para levantarla en brazos tomándola con sábanas y todo- Agárrate fuerte, pelirroja – susurró y la llevó hasta el baño donde había preparado la tina con espuma y esencias aromáticas para ayudarla a relajarse.

Suavemente la depositó en el agua y dejó la sabana a un lado.

-Llámame cuando quieras salir, o si necesitas ayuda para lavarte el cabello, estaré afuera – dijo él con sobriedad girándose para salir.

-Cristhian - lo llamó ella y se acercó, arrodillándose junto a la tina.

-¿Qué necesitas pelirroja?

-¿Fue tu manera de convencerme para que haga la rehabilitación? – preguntó ella refiriéndose a la noche que habían pasado juntos y la expresión de él cambió, casi como si acabaran de darle un golpe físico.

-Piensa lo que quieras, de todas formas nunca has tenido muy buena opinión sobre mí...-contestó indiferente.

-Te equivocas, siempre tuve la mejor opinión. Eras el más inteligente, el más tenaz, capaz de volver realidad cualquier quimera, fuerte, confiable, leal , justo, tú lo eras todo...por eso no quise quedarme a ver en lo que te convertías...- susurró ella cobijada en el agua caliente, casi como si estar ahí le diera vía libre para decir lo que había guardado tanto tiempo.

-No quisiste quedarte- la contradijo Cristhian.

-Tú me echaste de tu lado – aclaró ella.

-Ya nada de eso importa. Y aquello en lo que me he convertido es mucho mejor que lo que era.

-No es verdad, ya no ríes, no de verdad. Has hecho cosas que van contra tu idea de justicia, y la revancha te ha costado demasiado cara, también te paseas con esas mujeres como si fueran trofeos, sin permitirte sentir nada...

-¿Te molesta? Tú has tenido muchos amoríos también...-le retrucó él.

-Pero yo intenté quererlos, Cristhian, yo...-intentó defenderse ella aunque sabía muy bien que sus intentos habían fracasado miserablemente, jamás había logrado amar a ninguno de aquellos hombres. No de verdad, ahora , con Cristhian frente a ella , esa certeza la golpeaba en forma despiadada. Todas sus relaciones habían sido coloridas ilusiones para encubrir la oscura presencia de él en su corazón.

-Tú te estás dando por vencida ahora, así que no tienes derecho a decir nada sobre mi vida. Yo al menos sigo siempre adelante, tú en cambio has decidido derrumbarte al primer obstáculo. Toda tu fuerza, toda tu pasión son una mentira.-le dijo él y ella sintió deseos de llorar por la furia.- Hablemos después- agregó levantándose al darse cuenta que estaban llegando a un punto demasiado álgido, sólo había querido que ella se relajara , pero se estaban enzarzando en una lucha que lastimaría a ambos.

Estaban desbordándose, las barreras que habían puestos a sus sentimientos, a su relación pasada se estaban derrumbando sin que pudieran controlarlo.

-Lo haré...- casi susurró ella y él volvió a mirarla

-¿Qué?

-Iniciaré la rehabilitación, pero te quiero lejos - sentenció. Las palabras de él le habían llegado, no quería darse por vencida, no quería que él tuviera razón al llamarla cobarde y no quería volver a sentirse tan poco dueña de su cuerpo.

Hacer el amor con Cristhian la había dejado llena de sentimientos contradictorios, sus sentimientos por él, el deseo, todo estaba allí latente pero al mismo tiempo no se sentía preparada para lidiar con ello.

No tenía idea de qué esperar o qué era lo que sucedería entre ellos dos ahora, pero quería recuperarse a sí misma antes de enfrentar el pasado y el futuro. Si Cristhian iba a ocupar algún lugar en su vida no quería que fuera el de su tutor y si ella iba a ser algo para él no deseaba ser una carga ni una obra de caridad.

-De acuerdo, estaré afuera – respondió él y salió.

Estaba demasiado confundido pero lo único que le importaba era que Elizabeth accediera a hacer la rehabilitación y saliera de la depresión que la acosaba. Si tenía que alejarse un tiempo de ella, pagaría el precio. Pero tenía muy en claro que no iba a dejarla ir, no después de lo sucedido, no después de sentir que el vacío que lo había consumido día tras día en los últimos años se había llenado al amarla.

Cuando Liz lo llamó para salir del baño la trató con consideración, pero también con cierta frialdad, la saco del agua, la llevó a la cama y se retiró cuando le dijo que podía vestirse sola. Después la llevó de regreso a su habitación.

-Te haré una cita con el médico para mañana- dijo algo inseguro.

-De acuerdo.

-Me alegra que te decidieras a hacer la rehabilitación.

-Sí, ya no tendrás que cuidar de mí – contestó crudamente.

-Elizabeth...¿qué hubieras hecho si fuese al revés? Si el del accidente hubiese sido yo...- le preguntó y no esperó respuesta, la dejó sola.

Aquella pregunta quedó resonando en la mente de ella pero sabía cuál era la respuesta, lo hubiera ayudado y no por lástima sino porque era Cristhian, tan simple, tan complicado, como eso.

Pero la rehabilitación abría otras incógnitas, existía la posibilidad de volver a caminar pero no de volver a bailar profesionalmente, ¿qué haría entonces?

Tenía dinero ahorrado pero en caso de recuperarse debía encontrar otra forma de vivir, algo más a lo que dedicarse y toda su vida sólo la había centrado en el baile.

¿Quién era ella si no podía subirse de nuevo a un escenario? No lo sabía y le daba mucho miedo averiguarlo.

Cristhian entró a la habitación y ella trató de ignorar la forma en que su corazón se aceleraba al verlo.

-¿Estás lista, pelirroja? – le preguntó él y ella asintió con un leve gesto, la mujer que la había ayudado a vestirse y arreglarse los dejó solo.

-Lista, pero no es necesario que vayas.

-Iré esta vez, hablaremos juntos con el médico sobre la rehabilitación, luego te dejaré sola tal como prometí – dijo acercándose y tomando la silla de ruedas para guiarla. Que él dijera que la dejaría sola le causó más impacto del que había esperado, y se dio cuenta que su discusión anterior había tenido mucho de bravuconería, ahora no se sentía tan segura.

-¿Cambiaste de idea? – preguntó él sin precisar demasiado sobre a que se refería, mil imágenes cruzaron la mente de Liz, pestañeó con fuerza como si eso pudiera ayudarla a aclarar su mente.

-No, no cambié de idea-respondió.

Durante la visita al médico agradeció que él la hubiera acompañado, era la primera vez que ella aceptaba escuchar realmente sobre su condición, incluso le mostraron las placas radiográficas y le explicaron detalladamente lo que le había sucedido, lo que habían hecho en la cirugía y el procesos de rehabilitación.

Escuchar que hablaban así de su cuerpo, como si fuera una maquinaria que necesitara reparación, le daba una sensación de lejanía. Ese cuerpo roto era algo extraño, no era ella.

De nuevo la invadía aquella sensación de ahogo, de desesperanza, pero antes que la sofocara sintió la mano de Cristhian sobre la suya, grande, cálida, reviviendo cada uno de sus centros nerviosos, cuando él la tocaba su cuerpo revivía.

-¿Quieres preguntar algo, Liz? – le preguntó suavemente alentándola a que manifestara sus dudas y dándole seguridad al sostenerla.

En ese momento Elizabeth supo que aunque estaba aterrada quería intentarlo, quería volver a caminar, quería ser la de antes y quizás, tener una nueva oportunidad con aquel hombre.

Hizo algunas preguntas y escuchó las recomendaciones médicas, luego fueron a ver al fisioterapeuta que se encargaría de ella, aunque en realidad era un equipo de profesionales, incluso algunos médicos especialistas que estaban haciendo una pasantía en aquel lugar. Tuvo la sensación de que Kesington estaba detrás de ello, pero no lo mencionó. No podía perder tiempo ni fuerzas en discutir, tenía que usarlas para recuperarse, los profesionales hablaron con ella y programaron sus citas, así como también el plan de ejercicio que tendría que realizar en la casa. Sonaba agotador, pero el baile le había dado disciplina para trabajar duro, ahora que estaba decidida eso sería una ventaja.

Cuando salieron del hospital su cabeza estaba llena de información, demasiada. Antes cuando se sentía así bailaba, estar en movimiento siempre le había ayudado a aliviar tensiones y pensar con más claridad, ahora estaba acorralada.

-Vamos a comer algo – dijo Cristhian interrumpiendo su caos mental.

-¿Comer?

-Sí , algún restaurante agradable.

-La gente va a mirarme – protestó Liz haciendo referencia a la silla de ruedas.

-Deberías estar acostumbrada, llevas años sobre un escenario, y aún desde antes, pelirroja, desde antes las miradas estaban sobre ti.

-No de lástima.

-Si alguien te mira con lástima es porque no te conoce...

-¿Y si me conocieran?

-Sería una mirada de exasperación, pelirroja, tienes la habilidad de sacar a alguien de sus casillas.

-Cristian, mírame. – Pidió necesitando confirmar lo que él expresaba en su mirada al observarla. En este tiempo muchas veces había sido inescrutable como si no hubiera nada allí, ojos que parecían muros escudando los emociones pero el día que la llevó de urgencia al hospital había habido miedo en su mirada y cuando le hizo el amor ,pasión.

Cristhian se agachó y puso sus ojos a la altura de ella.

-¿Qué ves cuando te miro, pelirroja? – preguntó mirándola fijamente y fue Liz quien apartó la mirada. No había lástima, aunque no podía descifrar del todo su expresión, sentía que era la forma en que él la miraba antaño.

-De acuerdo, vamos a comer – accedió y él rió por aquella rendición.

A la mañana siguiente, Liz despertó por los ruidos en la casa, Margueritte llegó tras su llamado y le explicó que Cristhian se estaba mudando. Era cierto que ella se lo había pedido, pero ahora se sentía mal con aquella repentina separación.

La ayudaron a levantarse y lo vio cargando una caja con las cosas de la improvisada oficina que había montado allí.

-¿Ya te vas? – preguntó ella.

-Sí, mañana vendrán el psicoterapeuta y la enfermera extra que pedí, se instalarán aquí para ayudarte y también habrá más personal doméstico.

-No era necesario.

- Necesitarás más ayuda en este período, pero no la mía, ¿verdad? – preguntó él y ella notó cierto dolor en aquellas palabras.

-¿Entonces te vas de nuevo? – preguntó antes de poder contener sus palabras, eran tantas las veces que lo había visto marcharse de su vida.

-No, pelirroja, tú me pediste que me fuera, no es mi elección irme. Aunque esta vez es diferente, no voy a regresar como otras veces, a menos que me llames, o me busques. No estaré lejos, es tu decisión – le dijo, por un momento pareció que iba a acercarse a ella, pero luego solo se despidió manteniendo la distancia.

-Cuídate Liz, ocúpate de tu recuperación, eso es lo importante ahora – dijo simplemente y luego se fue.

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