Capítulo 7

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En el presente, Liz sintió compasión por aquella joven que había sido. De alguna forma había esperado que hubiera un final feliz, pero ahora era una adulta, una que estaba enfadada con la vida y había dejado de creer en sueños color de rosa.

Una que estaba en una cama de hospital.

-¿Despertaste? – preguntó Cristhian y se dio cuenta que la estaba observando preocupado, acabar de despertar también.

-Sí...

-¿Te duele aún?

-No, ya no duele. ¿No deberías ir a tu trabajo o algo?

-Soy el Presidente de la empresa, no van a despedirme – respondió él y ella pensó esta era la versión de él que más desconocía, no sólo los separaban los años separados sino que parecía un abismo. El empresario, el hombre convencido de su poder, el que conocía su lugar en el mundo.

-¿Cuando me darán el alta? Quiero irme de aquí...

-Podrás irte hoy, más tarde. Más precisamente luego de una sesión con la psiquiatra.

-¡¿Qué?! Tuve un maldito accidente, no estoy loca...

-No sólo los locos van al psiquiatra, sino también personas que han sufrido un accidente como tú. No estás loca, pero necesitas ayuda...

-No necesito ayuda. Sólo sácame de aquí, maldita sea.

- Después de que hables con la psiquiatra.

-No.

-¡Diablos Elizabeth! ¿Eres consciente del estado en que estás?

-Mejor que tú seguro, sé que no puedo caminar.

- Los médicos tiene esperanza de que con rehabilitación puedas volver a caminar, pero tú no, prefieres estar deprimida y enojada. Por eso necesitas ayuda, para descubrir por qué diablos no quieres volver a caminar.

-Vete al infierno Kensington.

- Me mandas allí seguido, creo que ya sé la dirección de memoria. Por lo pronto me iré a trabajar como dices, tú verás a la psiquiatra y a la noche vendré por ti. Trata de no ser tan violenta con la doctora, pelirroja, no te gustaría estar en un manicomio.

-¡Estúpido! – le gritó ella mientras se marchaba. Odiaba no tener opción.

Se quedó pesando en la palabras de él, quizás era cierto, no quería hacer la rehabilitación, le habían explicado que con mucho esfuerzo podría volver a caminar pero no a bailar , no como profesional , al menos.

No tenía ganas de luchar batallas perdidas.

Al perder a sus padres había tenido a su abuela, al perderla a ella había estado Cristhian y cuando lo había perdido a él, sólo le había quedado el baile. Ahora que había perdido el baile, sentía que no le quedaba nada.

No le importaba caminar porque simplemente no tenía donde ir.

La entrevista con la psiquiatra fue monosilábica, aún así terminó diagnosticándola con depresión y hablándole de las secuelas traumáticas que estaban sufriendo por el accidente.

La irritaba que aquella mujer le explicara lo que le pasaba y las etapas que atravesaría como si ella no supiera lo que le estaba sucediendo.

Pero trató de ser paciente y no perder el control, debía pasar aquella sesión para que le dieran de alta e irse a casa.

"Casa" aquella palabra volvió a resonar en su mente. No había una casa donde regresar, sólo aquel lugar que Cristhian había montado para ella, una casa para alguien que no podía cuidar de sí misma, y un territorio neutral donde coexistían en una convivencia totalmente extraña.

Heridas de AmorWhere stories live. Discover now