Capítulo 12

8.7K 920 45
                                    


El asistente de Cristhian entró al gimnasio para darle su informe diario sobre los progresos de Elizabeth , tuvo que hablar mientras su jefe pegaba incansablemente contra la bolsa de boxeo. Últimamente no le bastaba con agotarse en el trabajo también necesitaba descargar sus emociones y el ejercicio físico era lo mejor.

Estaba muy feliz por las buenas noticias sobre Liz, pero al mismo tiempo se sentía mal por no poder estar junto a ella, quería ser la persona en quien se apoyara ahora que sus pasos eran tambaleantes, quería asegurarse que no se cayera y si caer era inevitable, quería estar para levantarla.

Pero no podía. Y eso lo tenía al borde.

Había esperado a aquella pelirroja desde que tenía siete años, si quería que tener una oportunidad más con ella , debía resistir, aunque tuviera que luchar contra su propio instinto de ir corriendo a protegerla.

Elizabeth había vuelto a caminar, y aunque le quedaba más tiempo de rehabilitación, sabía que aquella leve cojera jamás se iría. Bailar de nuevo en un escenario sería imposible, estaba empezando a aceptarlo y a pensar en otras opciones para su vida.

Incluso había decidido volver a su departamento, se había comunicado con Cristhian a través de su secretario para informarle que abandonaría la casa que le había dado. Había esperado que él apareciera y armara un escándalo ,pero simplemente había transmitido su acuerdo con aquel plan.

Camille se había ofrecido a ayudarla a ordenar su departamento para dejarlo habitable nuevamente, así que la mudanza fue mucho más fácil.

-¿Cuándo vuelves a Londres? – preguntó Elizabeth a su amiga mientras ingresaban al departamento.

-La semana que viene, ¿no quieres venir conmigo?

-No, aún no. Todavía no me siento cómoda para eso.

-De acuerdo, ¿qué quieres hacer?

-Supongo que lo primero será comprar comestibles.

-Me parece que eso no será necesario, Liz.

-¿Qué? - preguntó confusa.

- Creo que eso es comida – dijo señalando unas bolsas que había sobre la mesada de la cocina. Elizabeth fue a ver y efectivamente eran comestibles, había de todo, incluso tabletas de chocolates. Aquel hombre estaba empezando a irritarla y lo más lamentable era que lo extrañaba terriblemente.

-Deberías llamarlo y agradecerle – comentó Camille mirando sobre su hombro.

-No aún.

-Es una pena, estoy segura que lo hizo con esa intención.

-También yo, por eso no llamaré aún.

-¿Y cuándo lo harás?

-Cuando me sienta fuerte para ser una digna rival, cuando pueda ganarle a Cristhian Kensington.

-Estoy empezando a creer que ciertamente son tal para cual, tercos y tratando su relación como si fuera una pelea que deben ganar.

-Somos un poco extraños ,pero creo que ese instinto de pelea es lo que nos ha hecho sobrevivir.

-¡Qué haré contigo! –exclamó Camille y Liz respondió con una sonrisa.

Esa misma pregunta se la hizo ella misma a lo largo del mes siguiente, continuó con la rehabilitación diligentemente y también asistió a sus sesiones con su psicóloga. Compró ropa nueva, fue a arreglar su cabello y tomó tiempo para sí misma, hasta que un día se al verse al espejo volvió a encontrarse.

Heridas de AmorWhere stories live. Discover now