Casa NO en venta (completa✔)

By BiancaMond

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Ella vive y trabaja en la casa que le heredaron sus padres. Él quiere hacer ahí un centro comercial. ¿Quién d... More

Sinopsis
La propuesta
El "Sr." Welles
Esa clase de chico
¡No voy a vender!
Mucho más de lo que yo creía
Al menos seamos amigos
La invitación
La quinta del Tío Jack
El brindis de la cena
La cita de Ethan
¿Quién será el perdedor este año?
Pequeña dulce victoria
Touché
No todo está bien
Conociendo a Norman Welles
El fiasco de la cena
Visitas inesperadas
El cumpleaños de Jacob
Si lo que quieres es dinero...
La casa de Ethan
Eso que no nos dijimos
La noche de pizzas
Pizzas y problemas
Bajo la máscara de Norman
Un viejo... ¿amigo?
Su número de celular
Un beso y una declaración frustrada
El alfil del rey
Una invitación con mi nombre
Sin el pan y sin la torta
"Pierde la pelea y pierdes a la chica..."
Él sólo quiere tu casa
Confía en mí
Lo único que quiero son bebés
¿Qué sientes por mí?
Lo más importante
Cindy Preston
Es ella
Un juego que no quiero jugar
El que no arriesga, no gana
¿Qué has hecho, Oliver?
Algo que me llene el alma
Mi acompañante en el casamiento
La razón por la que se fue
Ganar o perder
El secreto de Amelia
Crecer
El regalo perfecto (Capítulo Especial-E. Welles)
Epílogo

Nuestro almuerzo de negocios

223K 15.5K 5K
By BiancaMond

Llegamos al puerto, tal y como lo había predicho Trish. A diferencia de la mayoría de las películas en las que es el chofer quien abre la puerta de la limusina, fue Ethan quien se dio vuelta rápidamente para abrir la mía y ayudarme a descender.

Entramos a un restaurante como sacado de una pintura y él me condujo al patio de atrás, donde había mesas al borde del río. Nos sentamos en una que tenía una vista excelente.

—¿Traes aquí a todos tus clientes?

—Sólo a los más importantes. ¿Te gusta?

—Es precioso —admití.

Soplaba un viento muy agradable y me alegré de no haberme puesto la falda que Trisha sugirió. El mozo trajo la carta y la depositó en nuestra mesa.

—Por favor, ordena por mí —le pedí. No conocía los precios del lugar, pero supuse que eran bastante elevados y no quería pasarme con la cuenta o elegir algo que no correspondiera para la ocasión.

El asintió. Enseguida le pidió al mozo un pescado para mí y otra cosa para él.

—Mira, Ethan... —empecé apenas se retiró el mozo—agradezco todo esto que estás haciendo pero,...

—Jackie, no hablemos de negocios ahora. Cuéntame algo de tu tienda. ¿La pusiste en marcha tú sola?

Me descoloqué un segundo por su interés, pero me limité a seguir la conversación.

—No, la tienda y esa pequeña casa de atrás es toda la herencia que me dejaron mis padres. No puedo deshacerme de ellas—. Intenté encontrar las palabras necesarias para expresar lo que sentía por ese lugar. —Verás, mi papá era carpintero de profesión. Trabajó demasiado para lograr montar esa tienda y exhibir allí sus tallados —no pude evitar bajar la mirada al rememorar—Cada vez que entro al taller lo recuerdo en esa pequeña salita, sentado en su silla favorita y trabajando delicadamente en lo que amaba.

El mozo se acercó en ese momento y dejó los jugos, para luego volver a retirarse. Ethan me miraba atentamente y no dijo nada, me dejó continuar, así que seguí.

—Y mamá adoraba nuestro hogar. Tal vez no era la casa más linda o grande de la zona, pero te aseguro que siempre fue la mejor cuidada. —sonreí— Mamá limpiaba a diario y mantenía cada detalle en perfectas condiciones. Su jardín era un sueño y muchas de las plantas que ella plantó florecieron de nuevo este año... me traen tantos recuerdos. —Sentí que se me quebraba la voz, así que tomé un trago de jugo—. Lo siento tanto Ethan, pero no puedo vender ese lugar. No hay dinero en el mundo que pueda pagar lo que me hace sentir estar allí.

Él meditó un momento con las manos entrelazadas.

—Lo entiendo —dijo al final.

Lo miré como si no lo creyera del todo.

—De verdad lo entiendo —afirmó. —Sabes, cuando mi madre murió yo tenía 17 años. Mi padre no pudo lidiar con su ausencia así que se fue durante varios meses a otro país, a manejar una de sus empresas. Yo me quedé aquí, tratando de invertir lo que ella me había dejado. Una gran parte lo perdí en negocios que me salieron muy mal y en oportunidades que, aunque sabía que eran una apuesta segura, no darían frutos a corto plazo. Por lo que pasé por un momento económico muy difícil —parecía que le costaba un poco hablar de eso, de hecho podría asegurar que nunca se lo había mencionado a nadie. —En ese tiempo estaba con una chica un poco... exigente. Mamá y ella nunca se habían llevado muy bien.

—¿Y eso? —Pregunté.

—Bueno, mamá siempre me había dicho que no parecía que Olivia me mirara con amor. Pero a decir verdad yo ya no estaba en condiciones de mantener una casa tan grande, así que la puse en venta —su expresión era algo extraña, como si hubiera una parte de esa historia que le perturbaba y de la que no se animaba a hablar —Olivia me convenció de que necesitaríamos un lugar más cómodo cuando viviéramos juntos, pero eso nunca se dio, terminamos antes de que decidiéramos dar ese paso. Con el dinero de la venta de la casa me compré un departamento en el que viví hasta que mis inversiones me dieron resultados y pude comprar otra casa, que es en la que vivo ahora. Pero siempre pienso en la casa de mi infancia y me da algo de nostalgia.

—Es muy triste —solté. —Lo siento —me disculpé enseguida.

—No te disculpes, sólo debes saber que sí entiendo por qué no quieres dejar la casa en la que estás.

En ese momento el mozo llegó con nuestros platos y los depositó frente a cada uno. El olor delicioso me invadió por dentro.

—Esto se ve muy bien —dije, pero disimuladamente esperé a que él tomara los cubiertos para asegurarme de estar haciéndolo de la manera correcta.

—Espero que te guste mi opción —me guiñó el ojo de una manera muy sexy.

—Sabe muy rico —dije luego del primer bocado—. Pero en realidad mi cocina es mejor.

—Entonces definitivamente tendré que probarla alguna vez.

Reí.

Hubo un silencio por un momento en el que cada uno se dedicó a su almuerzo, hasta que volví a hablar.

—¿Por qué no la volviste a comprar...? La casa de tu madre.

Él miró hacia abajo, definitivamente había algo más oculto en esa historia. —Lo pensé varias veces, pero... no lo sé. Estoy mejor así.

—Tonterías —dije—. Deberías hacerlo.

—Tal vez, pero ¿sabes qué? A veces no es tan malo dejar atrás el pasado y tratar de abrir tu propio camino. Tal vez tú deberías hacer eso.

—Sólo quieres que te venda la casa.

—Bueno, sí.

—Supongo que no estoy lista para hacerlo.

—Aún —me corrigió con seguridad.

—Pero te digo algo, —confesé— me sorprendió bastante lo que me contaste sobre las inversiones que hiciste siendo aún joven y sin ayuda de nadie. En verdad tengo que admitir que te tomaba por un hijito de papá.

Él rió con gracia.

—Bueno, a mí también me sorprende que seas una chica tan madura. Cuando Dan y Clovis me hablaron de su encuentro contigo pensé que se trataba de alguien terca como una mula e intratable.

—Soy terca como una mula, y a veces me puedo volver intratable.

—No, lo que pienso es que eres muy capaz de defender y aferrarte a eso en lo que crees. Y lo respeto, en verdad lo hago. Pero yo también puedo ser muy persistente, y tengo que tener terminado ese centro comercial para fin de año si no quiero hacer enfadar a mis accionistas.

—Entonces tendrás que construirlo alrededor de mi terreno, Ethan.

Al momento del postre él ordenó tres y pidió que uno lo pongan para llevar.

—Se lo daremos a Trisha en agradecimiento por cubrir tu puesto en la tienda —explicó.

Me divertí por dentro, Trisha se pondría feliz de que Ethan se hubiera acordado de ella.

—Esa es la clase de amiga que es Trisha —le dije. —Hace todo por mí, y en realidad también yo por ella.

—¿Se conocen de hace tiempo?

—Sí, entró a la tienda como aprendiz de mi padre. Su familia vive en otra ciudad así que las dos somos como hermanas. Sólo que ella es mayor, tiene la misma edad que tú.

—Genial, eso quiere decir que su opinión es importante para ti. Si la convenzo a ella de aceptar la venta ya tendré la mitad del trabajo hecho.

—No creo estar de acuerdo con la venta aunque Trisha me lo pidiera.

Ethan se encogió de hombros.

—Eso lo veremos, después de todo aceptaste venir aquí, aunque estaba claro que no querías. Y todo porque fue idea de ella.

—¿En verdad es tan obvio?

—Soy muy buen observador.

—Me pregunto en qué no eres bueno, según tu criterio.

—Si no consigo comprar tu casa ya habré descubierto en qué no soy bueno.

—Engreído —le hice una mueca.

Estuvimos de vuelta en la tienda más de dos horas después de haber salido.

Trisha salió a recibirnos cuando vio la limusina llegar.

—¿Qué tal estuvo el almuerzo? —me lanzó una mirada pícara.

—Estuvo bien. Ethan te trajo un volcán de chocolate —contesté, poniendo el empaque en su mano.

—Vaya, entonces ya me agradas —dijo y le hizo un guiño.

—Misión cumplida —expresó Ethan. Sorpresivamente me dio un beso en la mejilla y subió de vuelta al coche—. Nos veremos antes de lo que creen —se despidió.

—A ver, a ver. Déjenme ver si lo entendí. El tipo quiere comprar tu casa y entonces te llevó a una cita —exteriorizó Curi esa noche, cuando estábamos cenando en su departamento y Trisha le contó emocionada lo del almuerzo.

—No fue una cita, para nada —me defendí. Fue un almuerzo de negocios.

—Pero le dio un beso antes de irse.

—¿Un beso? Así como... ¿¿en la boca??

Me sonrojé de inmediato.

—¡Claro que no! Solo fue un beso de despedida, en la mejilla —salté—. Y si es por eso, a Trisha le llevó postre sin que nadie se lo pidiera.

Curi se mostró molesto de inmediato.

—¿Ah, sí?

Trisha rió, pero no terminó ahí. Siguió hablando de la hermosa pareja que dijo que hacíamos y de lo guapo y atento que se veía Ethan.

—Ojalá las chicas hablaran así de mí —dijo al final mi mejor amigo, desilusionado.

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