Tan Cerca - Serial killer

By Hazwurth

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Todos creen que volverse un psicópata es algo difícil y poco probable, pero es mucho mas fácil de lo que se c... More

Advertencia
En la piel del asesino
1 - El comienzo
2 - El funeral
4 - La nota
5 - Amy
6 - Nueva detective

3 - El listón rojo

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By Hazwurth

Un mes después

Marcus tenía la mirada perdida en el sitio de la pared donde solía colgar las fotos de Kate. La pared estaba más clara allí donde las fotos habían estado dejando un montón de manchas rectangulares más claras. Su madre las había descolgado recientemente a pesar de sus protestas. Según ella lo haría a superar mejor todos los hechos recientes, ya que cada vez que las veía revivía todo lo sucedido esa noche en la calle.

Alice seguía de duelo y daba la sensación que seguiría de la misma forma por mucho tiempo más. De todos ellos, era la más herida emocionalmente. Era la mejor amiga de Kate, casi su hermana.

Un leve chillido casi inapreciable interrumpió el silencio que reinaba dentro de la habitación, y a través de la puerta se asomó la conocida cara de la señora Fisher. Tenía su delantal puesto, debía estar preparando la cena para su familia.

—Marcus –dijo ella suavemente—¿Estas despierto?

—Si, adelante. –respondió sentado mientras miraba hacia la pared.

—Tus amigos están en la puerta, quieren venir a verte.

—Está bien, que pasen. –dijo sin ganas.

Unos segundos más tarde, el cuarto fue inundado con la alegría de Charly y Pitt. Esos chicos verdaderamente le levantaban el humor y lo extraían de ese mundo depresivo en el que se encontraba sumergido. Pitt se sentó a un lado de la cama y puso su mano sobre el hombro de Marcus.

—Hermano, no puedes continuar de esa manera. Ya ha pasado un mes y no te he visto sonreír.

—Sabemos que ha sido difícil, lo ha sido para todos. –dijo Charly por el otro lado—Pero eso no significa que debas estar en ese estado para siempre, Kate no lo hubiera querido.

—Lo sé, pero ha sido...demasiado.

—Tenemos algo que te va a alegrar. –dijo Pitt.

—A mi casi me da un infarto de emoción cuando Pitt me lo mostró. –dijo Charly.

—¿Qué es? –preguntó Marcus algo sorprendido.

Pitt metió la mano en su bolsillo y sacó un pequeño sobre de colores y se lo entregó a Marcus en la mano. Lo abrió rápidamente y se encontró con tres entradas VIP para la discoteca Araña Negra, la favorita del grupo. Marcus quien sabía lo caro y difícil que era conseguirlas les agradeció forzando una sonrisa que pensó haber olvidado después de la muerte de Kate.

—Ya sabes, es esta noche. –Dijo Charly—Seremos los malditos amos de la noche como las veces anteriores.

—Ahora podemos tener acceso al segundo piso donde están todas las bebidas y tragos. ¡Y todo gratis! –comentó Pitt lleno de alegría.

Una parte de su cabeza le dijo que no era momento para fiestas, que era un insulto a Kate; pero la otra parte le decía que era una buena forma de distraerse de todo lo sucedido y tal vez sonreír un rato.

—Me parece una buena idea. –respondió finalmente.

—¡Claro que sí! Fumaremos y beberemos hasta que salga el sol. –dijo Charly con gran entusiasmo.

—Nada de fumar, Charly. –Lo miró Pitt—Aunque lo de beber no está mal.

Sus amigos lo esperaron en el primer piso sentados en unos sofás del living. Al parecer su madre, su padre, su hermana y hasta la señora Fisher, estaban contentos con la invitación de sus amigos. Odiaban ver a su hijo sumergido en ese ánimo de tristeza todo el día. Hasta se ofrecieron a darle mucho dinero para que se despejara y se divirtiera.

Cuando estuvo preparado, salieron de la casa y se sorprendieron al ver que Marcus estuviese deseoso de manejar su auto como lo hacía normalmente, el ánimo de su hijo estaba recuperándose. Rápidamente arrancó el auto y partieron.

La música de la Araña Negra era algo que se escuchaba a la distancia, no por nada era la mayor discoteca de la ciudad. Fuera de ella, había cientos de jóvenes haciendo cola para poder ingresar. Muchos de ellos, al aburrirse por esperar habían optado por comenzar a beber y ya estaban ebrios. Marcus, Pitt y Charly entraron sin hacer ningún tipo de fila y Charly se burló de un chico gordo que estaba molesto por no verlos hacer cola.

Dentro era un océano de gente que bailaba y saltaba. Verdaderamente no había espacio alguno entre todas esas personas. La música estaba subida a un volumen demasiado alto, algo inusual para lo que recordaban de veces anteriores.

Caminaron por un pasillo libre del costado y subieron las escaleras para llegar a un área donde la música se escuchaba un poco más baja y tenían una vista privilegiada de todo el establecimiento. Todo lo que se veía para abajo, eran un montón de cabezas que saltaban con la música. Detrás de ellos había sillones y mesas pequeñas. A su derecha había otros privilegiados como ellos absortos en sus asuntos, algunos bailaban con chicas y otros hasta jugaban apuestas.

—Mira, a tu izquierda. –señaló Pitt hacia una mesa con un barman que estaba atendiendo a una chica.

—¡Vaya! Voy a ahogarme en tragos, les traeré algo no se preocupen. –dijo Charly.

—Espera tú no sabes elegir, yo también iré. –dijo Pitt.

Ambos salieron directo a la barra de bebidas y Marcus se quedó sentado en uno de los sofás. La fiesta estaba increíble y pensaba disfrutar de la noche como cualquier otro joven. De pronto, una chica de su edad se aparece frente a él, no la había visto antes y su rostro no le era para nada familiar, al principio pensó que se trataba seguramente de una de las amigas de Pitt.

—¡Hola! –saludó ella y se sentó a su lado.

—¡Hola! –Sonrió Marcus algo incómodo- ¿Cómo te llamas?

—Soy Amy, vengo aquí seguido y tú ¿Cómo te llamas?

—Soy Marcus. –respondió amistosamente.

—¡Dios! Esta bebida es muy fuerte. –Dijo ella frunciendo el ceño—Le dije al estúpido de Spencer que no la quería.

—¿Qué bebida es? –preguntó Marcus.

—WhatterCry –respondió Amy—Es la más popular en Araña Negra ¿Quieres probarla?

—No lo sé. –Marcus jamás bebía cosas que otros le ofrecían, odiaba compartir vasos, le resultaba un tanto asqueroso.

—¡Vamos! No es veneno. –rió ella- Además no la he probado, te dije que no me gustaba.

—Está bien –dijo sonriente, no quería que pensara que había sido grosero con ella—La probaré.

La chica le tendió el helado vaso con la bebida violácea que contenía dentro. Marcus la miró antes de dar un trago y sonrió. El sabor era delicioso y suave, no entendió porque decía ella que era algo fuerte. Seguro era una chica sensible al alcohol. El sabor a uva era delicioso.

Un grito agudo provino del piso de abajo, seguido de otros más cada vez más agudos. Los oídos de Marcus zumbaban y su vista se desfiguraba. Todos los gritos le llegaban a sus oídos con retraso y los movimientos agitados de las personas al escucharlos, los veía casi en cámara lenta. Sus piernas fallaron y cayó al suelo mirando hacia el techo. Todo se veía borroso y el salón daba vueltas ante sus ojos. La desconocida muchacha lo miraba sonriente desde el sillón donde estaba sentado. Lo había drogado, lo sabía, pero ya era tarde. Sus ojos se cerraron.

Nunca supo cuánto tiempo estuvo inconsciente, no tenía idea si fueron unos pocos segundos u horas.

—¡Marcus! ¡Marcus! –gritaba Charly con cara de pánico—¡Maldita sea despierta!

Sus ojos se abrían lentamente y lo único que vio fueron los rostros cargados de miedo y desesperación de sus amigos. Pitt estaba junto a él pero miraba hacia todos lados como si lo persiguiesen. Dirigió su mirada hacia el sillón donde había estado sentado junto con la chica, ella ya no estaba allí. Los sonidos los oía débilmente y poco a poco fueron haciéndose notar más, hasta que se dio cuenta de que toda la discoteca estaba invadida pro gritos agudos y gente corriendo en todas las direcciones. El piso VIP donde ellos se encontraban estaba vacío.

—¿Qué ha sucedido? –preguntó agitado mientras lo levantaban sus amigos.

—¡No lo sé! Hay gente muerta en todos lados. ¡Alguien ha entrado a matar! – gritaba Charly casi arrastrándolo. Pitt había tomado una botella de la barra y la usaba como arma por si alguien se acercaba a ellos.

—No entiendo nada... ¿Qué me paso? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

—¿Inconsciente? Oímos lo gritos y vimos a toda la gente correr –dijo Pitt—Luego fuimos a buscarte y estabas en el suelo desmayado. ¿Qué rayos te sucedió?

Esa última pregunta se perdió entre los gritos cuando Marcus miró sus brazos y vio un listón rojo colgando de su mano. Era una simple banda de color rojo estaba atada a su mano que antes no estaba allí. Parecía algo estúpido para cualquiera pero para él no lo era, conocía ese listón rojo, su suavidad, la textura. Lo había visto antes, muchas veces, pero no recordaba cuando y ni dónde. De golpe, otro recuerdo vino a su cabeza, algo que no había considerado por todo el dolor que había significado la muerte de su novia. A un costado del cuerpo de Kate, cuando la encontró en medio de esa ronda de gente que había llegado, había un listón rojo como ese. Al principio no le prestó atención, podría haber sido cualquier tipo de trozo de ropa o de tela. Pero ahora no lo creía tan casual. Alguien había puesto ese listón en su mano sin que se diera cuenta. Todas sus sospechas estaban en aquella misteriosa Amy que le había ofrecido el trago.

Ya habían bajado la escalera y la puerta de salida estaba a unos metros de distancia, Pitt y Charly estaban muy asustados y corrían a toda velocidad arrastrando a Marcus quien todavía estaba adormecido por la bebida. Los cadáveres estaban repartidos por todo el establecimiento. Marcus rápidamente pudo contar que era más de diez cuerpos. La sangre desparramada por el suelo le revolvió el estómago y cerró los ojos totalmente horrorizado.

Fuera de la Araña Negra, la policía había llegado y dos patrullas se habían aparcado en el medio de la calle cortando el tránsito. Los uniformados llevaban a la gente hacia la acera contraria mientras otros policías entraban armados al establecimiento. Un automóvil negro llegó en medio de la conmoción. De el se bajó el detective Larson con cara de pocos amigos caminado a paso rápido.

—¿Qué ha sucedido? –preguntó en voz alta a un oficial que estaba en la puerta de la discoteca.

—Homicidio múltiple, señor. –dijo el policía.

—Ve a la patrulla y pide refuerzos en la zona. –Ordenó con autoridad—Quiero patrullas circulando las calles traseras del lugar.

De pronto, Larson se percató de la presencia de Marcus y sus amigos, no eran las personas que esperaba ver allí y no hizo más que sembrar duda en su mente. Su presencia en los últimos dos desastres que habían ocurrido despertaban la curiosidad del detective. Sin dedicarles más tiempo, entró en la discoteca.

Su cara cambió demasiado al ver los cuerpos en el suelo. Sus botas se mancharon con sangre que no alcanzó esquivar. Cuidadosamente, tratando de no modificar la escena del crimen avanzó con su pistola dentro del establecimiento.

—Aquí arriba está despejado, señor. –dijo un oficial desde el segundo piso donde Marcus y sus amigos habían estado.

—Ya revisamos atrás también y no hay nada. –dijo otro policía por la derecha.

Larson guardó su arma en la funda y se agachó cerca de uno de los cadáveres que miraba hacia la nada con sus ojos abiertos. Era una chica de no más de veinte años, tenía un tajo en la espalda del cual había emanado mucha sangre.

—Arma blanca. –Dijo Larson al policía- Y por lo que veo en los demás, también murieron de la misma forma.

Al ver que el policía estaba totalmente confundido y no tenía palabras para decir, Larson continuó de nuevo.

—No estaremos seguros hasta que vengan los forenses, solo podemos hacer suposiciones.

—Lo entiendo señor. La policía científica está llegando. –dijo el oficil.

—Bien que hagan su trabajo, debo volver a la oficina. Ya son dos los casos extraños que suceden en este vecindario en menos de un mes, y este ha sido una masacre.

Salió de la discoteca y se quedó observando a la asustada masa de gente que estaba afuera, algunos lloraban desconsoladamente, otros estaban furiosos. Larson podía entenderlos. Muchos grupos se estaban retirando del lugar, Marcus y sus amigos eran uno de ellos. Tuvo un presentimiento sobre esos chicos, debía hablar con ellos, no tenía idea que era lo que estaba sucediendo pero iba a averiguarlo.

***

—¿Acaso te has vuelto loca? –Gritaba Amy- ¿Has visto lo que hiciste allí dentro?

—Claro que lo he visto.

—¡La policía te atrapará! Es muy difícil salir de algo como esto. –Gritó Amy— Tuve un mal presentimiento de ti cuando me ofreciste dinero para drogar a ese chico.

—Pues deberías haber obedecido lo que tu conciencia te decía. Ahora eres parte de esto.

Amy estaba arrinconada en un callejón que no tenía salida. Detrás de ella había una pared que marcaba el final de su huida. Delante de ella una figura encapuchada portaba un arma de fuego pequeña.

—Eres un eslabón débil en esto y podrías delatarme. –dijo la figura apuntando con el arma.

—¿Vas a matarme? ¡Estas enferma! –Gritaba con fuerza Amy- ¡Auxilio! ¡Ayúdenme!

—No es personal, pero jamás dejo cabos sueltos. –dijo suavemente la figura con el arma en mano.

El disparo sonó fuerte y seco en el pequeño y lúgubre callejón oscuro. Amy cayó al suelo sin vida y casi como un fantasma, la sombra desapareció del lugar.

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