Tan Cerca - Serial killer

By Hazwurth

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Todos creen que volverse un psicópata es algo difícil y poco probable, pero es mucho mas fácil de lo que se c... More

Advertencia
En la piel del asesino
1 - El comienzo
3 - El listón rojo
4 - La nota
5 - Amy
6 - Nueva detective

2 - El funeral

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By Hazwurth

Los llantos de Alice se sentían a varios metros a la redonda, una señora mayor la estaba abrazando mientras otra chica trataba de hablar con ella sin éxito. Toda la gente de la pizzería estaba fuera y, junto con algunos vecinos del lugar formaban una ronda en el asfalto. Marcus corrió hasta la ronda y de manera violenta empujo a quienes estaban allí. En el suelo, rodeada por unas cuantas manchas de sangre, yacía su novia. Sus ojos abiertos y el hilo de sangre que corría por su boca lo destrozaron, Kate estaba muerta.

Las lágrimas y la impotencia comenzaron a aflorar en el rostro de Marcus, sus piernas comenzaron a perder fuerza hasta el punto de que hubiese caído al suelo si Pitt y Charly no lo hubieran sujetado. Unas gotas cayeron sobre sus hombros y se dio cuenta de que sus amigos también lloraban.

Un ruido agudo y unas luces intermitentes verdes anunciaron la llegada de una ambulancia escoltada por una patrulla de la policía. Marcus vio cuando los médicos levantaron el cuerpo de su novia y trató de frenarlos envuelto en un mar de ira y tristeza, Charly y Pitt lo detuvieron con fuerza. Vio como los doctores cargaban el cuerpo de la chica sin vida en la ambulancia para salir rápidamente del lugar. La policía colocaba cintas amarillas y le pedía a la gente que se retirara del lugar.

Minutos más tarde, los Anderson llegaron y estallaron en lágrimas al enterarse de la noticia, su madre también llegó bastante conmocionada, Lily lloraba silenciosamente. El panorama no podía ser peor, de estar bailando y disfrutando la noche habían pasado a esto, el más desagradable de los finales.

La madrugada siguió igual de dolorosa para todos, especialmente para los Anderson y para Marcus. La policía dejó a cargo del siniestro a un detective de apellido Larson. Era un hombre de unos cincuenta años, con cabello canoso y algo de barba sin afeitar. El hombre comenzó su trabajo entrevistando a Alice, pero al estar en shock tuvo que recurrir a los demás.

—Hola, Marcus. –saludó el detective Larson.

—Hola. –respondió congestionado por tanto llorar. Pitt y Charly estaban a ambos lados de él con la mirada clavada donde todo había ocurrido.

—Sé que es el peor momento de todos, pero necesito hacerte unas preguntas. Iba a hacerlo con Alice pero ella está en shock, apenas habla. –Dijo Larson- ¿A qué hora salió de la casa Kate?

—No lo sé. –rompió Marcus en llantos de nuevo.

—A eso de las nueve salió. –respondió Pitt con los ojos rojos.

Sobre los tejados y árboles del vecindario, el sol comenzaba a aparecer. El amanecer ya estaba llegando.

—Hemos tenido tiempo de investigar con la policía científica y criminalística, y me han informado que el conductor del supuesto vehículo que atropelló a Kate no describió maniobras evasivas ni ningún zigzag previo, por lo que descartamos que haya sido alguien con alcohol en sangre. No hay huellas de rayadas y el vehículo está desaparecido. No quiero presionarlos más con esto, pero si recuerdan algo que pueda ser útil para averiguar quién hizo esto, no olviden decirme.

El detective Larson dejó a los jóvenes y se dirigió hacia la patrulla donde Alice estaba llorando tapada con una manta por el frio. Sus ojos estaban irritados y el maquillaje se había corrido por completo. Sabía que no era un buen momento para hablar pero debía hacerlo. Cada segundo que pasaba el asesino podía estar cada vez más lejos del lugar. La chica respiraba con dificultad y desvió su mirada hacia el detective.

—No es el momento, pero necesito realmente hablar contigo, eres la única que estaba allí. Tu ayuda podría hacer que encontremos más rápidamente al culpable. –trató de explicar Larson.

—Esta...bien. Lo haré. –dijo Alice con dificultad.

—¿Puedes describirme como fue todo? Tomate tu tiempo.

—Pues...estábamos en el auto de Marcus esperando que nos dieran nuestra orden –dijo Alice congestionada- El hombre nos hizo señas desde la pizzería y Kate se bajó del auto, y entonces... -de nuevo Alice rompió a llorar amargamente.

—Debes ser fuerte por ella Alice. Tu relato podría hacer que hallemos al responsable. Es muy importante que lo hagas. –Larson trataba de darle fuerzas.

—Entonces ella salió del auto y.... todo fue en un segundo. –Dijo secándose las lágrimas- Un vehículo oscuro pasó muy rápido, sólo vi una mancha oscura, no sé si fue un auto, una camioneta o un camión, no lo sé... yo estaba maquillándome con el espejo del auto. –Alice volvió a llorar como antes.

—Gracias Alice, lo has hecho muy bien. –Dijo el detective acariciando su hombro- Jackson llama a sus padres o llévala en la patrulla. Yo me quedaré viendo si puedo encontrar algo que me sea de ayuda.

El detective Larson esperó a que tanto los jóvenes, como la pobre chica se hubiesen ido para poder tratar de recrear en su mente los hechos y, quizás obtener algún dato que lo ayude a encontrar a quien haya matado a Kate Anderson.

Los pocos relatos que pudo oír de los testigos narran lo mismo que le había dicho la joven Alice. Todos describen un vehículo oscuro que pasó a gran velocidad y no pudo ser visto. Muchas cosas pasaron por su mente, desde alguien que huía de la policía, un ladrón de automóviles que trataba de alejarse lo más posible, pero ninguno de esas hipótesis lograban convencerlo del todo. La calle estaba no estaba iluminada pero aun así no era la oscuridad total. Los testigos mencionaron que no vieron ninguna luz en el misterioso automóvil, lo que lo llevó a deducir que llevaba las luces apagadas.

Puso sus dedos sobre el asfalto, lo que más le asombraba era que el conductor no intentó evadir a la chica o correrse hacia la acera. No había siquiera marcas de frenado. Sólo podía imaginar en su mente alguien con el pedal del acelerador a fondo sin importar las consecuencias. Su conciencia le dictaminaba que se trataba de un homicidio, pero no podía presentar el caso de esa forma, podría ser cualquier ebrio amante de la velocidad. Si había un asesino, había matado de la mejor forma, sin dejar ni un rastro, ni una huella en el asfalto. Quizás el automóvil tendría algo de sangre en el paragolpes delantero, pero no era nada que no pudiese limpiarse.

Con sólo unos minutos supo cómo quedaría el caso. Si nadie reportaba nada sospechoso como un auto escapando, o uno quizás robado esa misma noche, el caso quedaría como un simple accidente. Haciendo esto, cobraría su sueldo a fin de mes, pero la impotencia de no poder capturar al culpable se lo comía por dentro.

—Fixon, da el aviso a la comisaría para que nos informen de cualquier cosa referida a un auto oscuro preferentemente.

—¿Hay alguna forma de capturarlo? –preguntó Fixon.

—Si el tipo esconde su auto o lo que sea y limpia la sangre, será imposible de rastrear. –Dijo Larson con indignación- No es la primera vez que veo algo como esto. Si es un borracho o un ladrón de autos, tarde o temprano caerá no puede esconderse para siempre, pero si es alguien que lo ha hecho de manera intencional, teniendo en cuenta las pocas pistas que tenemos, no lo encontraremos nunca.

Las gotas de lluvia caían sobre los paraguas haciendo suaves ruidos, el césped mojado dejaba húmedos los zapatos y pantalones de los familiares y amigos. Algunas mujeres lloraban por detrás de Marcus. No había dormido en muchas horas, sus ojos estaban sin vida, sin alegría. Muchos le daban palabras de consuelo, pero no escuchaba nada, era como si los demás estuvieran detrás de una pared. El ataúd era todo lo que los ojos de Marcus veían.

—El Señor es mi pastor, nada me faltará. Él me guía por verdes praderas...

Las palabras del sacerdote se perdían en su mente. A su lado, en su mismo estado, se encontraban Pitt y Charly. Habían estado casi todo el día con él desde la muerte de Kate. Casi toda la escuela había asistido al funeral. Pudo ver a muchos del último año, incluso a algunos que no querían a Kate, pero habían asistido igual. Alice era quien peor lo había tomado, eran amigas de toda la vida, casi como hermanas. La señora Anderson la abrazaba y lloraba junto con ella, el señor Anderson miraba el ataúd perdido, como si no fuese el funeral de su hija, le costaba procesar todo lo ocurrido.

Sintió una mano en hombro, era su madre y del lado izquierdo, Lily que lo abrazó con lágrimas en los ojos. Detrás de él, estaba su padre, la señora Fisher, la señora Donals, la psicóloga Morgan, el doctor de su padre, la bibliotecaria de la escuela, incluso logró ver a Jessica Burns con su familia en el fondo. El vecindario era muy pequeño y todos se conocían.

Unos hombres de la funeraria, cuando terminó de hablar el sacerdote, cargaron el ataúd y lo hicieron descender en una tumba coronada con una placa que rezaba "Kate Anderson" y las fechas de nacimiento y muerte. Marcus no aguantó más y se levantó de su silla alejándose de toda la gente. Detrás lo siguieron Charly y Pitt.

—Amigo toma uno de estos. –Dijo Charly extendiéndole un cigarrillo envuelto en un papel azul- Sé que no es momento para fumar pero te ayudará, es para momentos difíciles.

—¿Quieres que me drogue en el funeral de mi novia?

—Está bien, tienes razón ¿Por qué no vienes con nosotros y te despejas un poco? Estás muy mal.

—Vamos, iremos a mi casa y trataremos de procesar todo. –apoyó Pitt.

Juntos fueron a casa de Pitt. Marcus se sintió tan mal que no quiso manejar por lo que dejó el auto en manos de Charly. La madre de su amigo, apenada, los recibió y les preparó algo de comer pero él no probó absolutamente nada. Cuando subió a la habitación de Pitt, buscó en los cajones del su amigo hasta que encontró una botella empezada de vodka. Sin más preámbulos, quitó la tapa y comenzó a beber.

—No Marcus. Basta. –Pitt le quitó la botella- No es momento de que pierdas la cabeza, hermano. Kate no hubiera querido eso.

—¡Maldita sea, Pitt! –Rompió en lágrimas- ¡Esta muerta!

Charly lo abrazó y lo sostuvo. Luego lo llevaron a la cama y lo dejaron allí. Siguió llorando silenciosamente hasta que el cansancio y todo lo ocurrido lo vencieron y se quedó dormido.

*****

El chico de cabello rubio limpiaba con mucha agua el paragolpes y derramaba mucho jabón. Sobre su cabeza, las gotas de sudor, delataban el miedo y la desesperación que lo dominaba.

—¡Apártate! –gritó con furia a su perro cuando se acercó a olfatear la camioneta que estaba limpiando.

Sus piernas tiritaban y sus dientes se chocaban entres si de forma desagradable. Su rostro era la clara expresión de lo que sentía por dentro.

Un chillido agudo lo asustó. La puerta trasera del garaje donde se encontraba se abrió y una figura cubierta por las sombras lo miraba desde allí.

—¡Dijiste que no iba a matarla! –Gritó el chico fuera de sí- ¡Que sólo iba a quedar desmayada o inconsciente! ¡Me engañaste!

La misteriosa persona no respondió al instante, se limitó a mirarlo con su sonrisa perversa. Luego cruzó sus brazos.

—La atropellaste con una camioneta, imbécil. ¿Qué esperabas?

—No quería esto....no lo quería. –Gritaba con voz queda—La policía me buscará, me meterán en prisión.

—La policía no sabe nada, está perdida. El plan fue perfecto –dijo suavemente la sombra- Ahora limpia esa camioneta y borra toda la evidencia. Si te encuentran porque no lo has hecho bien, yo te mataré con mis propias manos antes de que la policía llegue. No quiero decirle a ella que hemos fracasado.

—¿Por qué ella hace esto? ¿Qué sentido tiene?

—No sé por qué nos ordenó hacerlo, pero estamos en deuda con ella y debemos hacerlo si no quieres que nos mate a nosotros. –dijo la sombra—No tenemos elección, debemos hacer lo que ella nos pida. Esto no ha hecho más que comenzar.

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