18. Touché.
Caminé hacia el gimnasio mientras recogía mi pelo en una coleta después de haberme pasado la mayor parte de la tarde en biblioteca como iba a hacerse rutina esa semana. Entré al gimnasio y observé las gradas que comenzaban a llenarse de gente, caminé hacia ellas y me senté donde quedaba un sitio en la tercera fila, lo más cerca que pude de la pista. Cinco minutos después los jugadores salían al campo, encabezados por las animadoras, vociferando cosas como "A por todas" "WW, a ganar" y otros gritos de victoria. Brook miró hacia las gradas buscándome y, cuando me vio observándole, sonrió saludándome con la mano, mi hermano notó su gesto y miró en mi dirección, sorprendiéndose por verme allí, bajé la mirada ante la suya y, cuando no sentí aquella presión sobre mí, volví a mirar hacia la pista observando como empezaban a calentar en una canasta mientras que el otro equipo lo hacía en la contraria.
El partido empezó y en los primeros minutos, Brook consiguió la pelota, vi como se la pasaba a mi hermano, este miró alguna posibilidad de encestar puesto a que estaban muy cerca pero no la encontró, miró a Luke y, resignado, le lanzó el balón para conseguir el primer punto del partido. Empezaron a alardear y las animadoras hicieron su típico número, no pude evitar que una mueca de desagrado apareciese en mi cara. Y entonces, después de que los chicos del equipo le diesen una palmada a Luke en la espalda felicitándole de esa manera tan masculina por su canasta, me miró, miró justo a donde yo estaba sentada, atravesándome con la mirada, y volvimos al azul contra gris, el azul casi atravesándome, y su mirada bajó unos segundos mientras una sonrisa de lado aparecía en su cara, y su mirada volvió a la mía, justo cuando el pitido indicó el retomo del partido.
El partido acabó, habían ganado por ocho puntos de ventaja y la euforia junto al sudor que desprendían, era lo que les caracterizaba en ese momento. Los chicos se abrazaron en círculo y soltaron los últimos gritos de victoria para, después, quitarse las camisetas y beber algo de agua. Bajé de las gradas para ir a felicitarlos, al menos a Brook, el cual se me adelantó puesto que, nada más verme, vino corriendo hacia mí, me levantó del suelo y empezó a darme vueltas.
—Dios mío, pensé que me moría antes de acabar el partido, ¡necesito fumar, ya! Tengo una vida demasiado estresante —dijo mientras me bajaba al suelo, aquellos ataques de efusividad eran muy comunes en Brook Lerman.
—Deberías plantearte dejar de fumar, no te viene bien cuando eres el pivot de un equipo de baloncesto.
—Sí, y también podría plantearme tatuarme en el culo cuanto quiero a mi padre, pero no lo voy a hacer. —Rodé los ojos mientras reía.—Hay una fiesta por la victoria, ¿quieres venir?
—No debería.
—Respóndeme sinceramente, ¿desde cuando haces lo que debes desde que estás en Holmes Chapel? —insistió mientras me miraba rogándome con las manos.
—Touché.
—Vamos.
—No sé que diría Ashton y...
—Ashton lleva como una semana sin hablarte, M, es mi amigo, pero si yo fuese tú, le habría mandado al infierno hace tiempo.
—Brook... Mañana es miércoles, hay clase.
—Faltemos a clase, la mayoría de los alumnos lo hará.
—Yo no soy la mayoría.
—Lo sé, pero quiero que sepas lo que se siente al pertenecer a ese grupo.
—Ya he faltado a clase antes.
—¿Y entonces qué tendrá de diferente? Vamos será un día.
—Eres una mala influencia, pero por una noche no pasará nada, ¿no? —Le miré dudosa observando como sonreí cual niño pequeño mientras frotaba sus manos con diversión.
(...)
Me maquillé un poco mientras la plancha se calentaba, me hice unos cuantos de tirabuzones en mi pelo que acaba de alisar y, después de vestirme con unos shorts que, la primera vez que Ashton los había visto había preguntado por el resto de la prenda... ya estaba lista.
Bajé las escaleras mientras recibía una llamada de Brook avisándome de que estaba fuera esperándome, Ashton se había ido hace a penas media hora y, como era de esperarse, no nos habíamos dirigido la palabra.
—¿Acaso quieres matarme? —acusó Brook cuando llegué al coche junto a él que esperaba fuera apoyado en el capot.
—¿No?
—¿Dónde escondes esas piernas en el instituto, M? —pronunció gracioso y le golpeé el hombro para después caminar hacia mi asiento, realmente, en la manera de hablar, era parecido, por no decir igual, a Luke.
—¿Hay mucha gente allí?
—Sí.
—¿Sabe Ashton que voy?
—No y, de que te vea así vestida, cariño, déjame decirte que le va a dar una parada cardíaca, tanto a él como a los demás chicos de la fiesta, aunque por diferentes causas.
—¿Puedes dejar de hablarme así? Me recuerdas a Luke.
—Golpe bajo para mí, discúlpeme, la trataré con más respeto, no quiero recordarle al capullo de turno —bromeó y rodé los ojos mientras reía ante su frase.
—Idiota.
(...)
Llegamos a la fiesta, era la primera vez que salía desde hacía una semana y me estaba preparando psicológicamente para todas las miradas, nada agradables, que iba a recibir esa noche.
—¿Preparada? —quiso saber Brook antes de entrar por la puerta.
—No, pero hagámoslo. —Brook me sonrió alentándome mientras entrábamos en la casa donde la música llevaba sonando desde hace tiempo atrás. Aquella fiesta, a comparación a la que fui con Luke, tenía menos olor a tabaco y a alcohol aunque seguía estando ahí, llenando mis fosas nasales. Caminamos hasta el salón donde todo el mundo bailaba mientras bebían Dios sabía qué. La gente dirigió la mirada hacia Brook y a mí justo en el momento que pisamos en salón.
—Te lo he dicho, M, todos se giran a verte —me susurró Brook y me sonrojé—. ¿Bailamos? —Negué con la cabeza pero pareció darle igual pues me agarró de la mano y me arrastró hasta la pista. Wake me up de Avicci sonaba en los altavoces y Brook y yo junto a los demás chicos de alrededor empezamos a saltar en el estribillo, me reía como no lo hacía hace tiempo pues la forma de bailar de Brook era realmente peculiar.—Ven, vayamos a tomar algo. —Agarró mi mano y me llevó a la cocina donde se encontraban todas las bebidas.—¿Qué quieres?
—Ponme una Fanta de naranja —respondí y su risa me hizo girarme a mirarle confusa.
—Wow, relájate, qué alocada.
—Mira como acabé la última vez que bebía algo más que Fanta.
—Hasta donde pareces contarme, disfrutaste hasta que llegó tu hermano... Niégame que te apetece probar alcohol y no te vuelvo a ofrecer nunca más —indagó y, sorprendentemente, mi boca no se abrió provocando una sonrisa en su rostro—. ¿Qué va a ser?
—Lo que sea. —Suspiré.—Quiero olvidarme de toda esta mierda.
—Hagamos una cosa, ¿qué te parece una ronda de shots?
—¿Estás loco? —hablé sobresaltada, había oído a mi hermano hablar de "las rondas de shots" y siempre tenía una gran resaca cuando admitía haberlo hecho—. No.
—Vamos, ya que vas a desmadrarte, hazlo a lo grande —presionó y vi como Brook, después de coger una botella de lo que parecía ser Vodka negro, lo vertía en dos pequeños vasos.
—Esto no va a traer nada bueno —murmuré más para mí misma y me bebí el primer shot de una mientras escuchaba como Brook me apremiaba.
(...)
—¿Te encuentras bien, M?—quiso asegurarse Brook mientras bailábamos en la pista y veía como me balanceaba un poco hacia atrás.
—Nunca he estado mejor en mi vida —comenté mientras levantaba una botella de Whisky que no sabía cuando había llegado a mis manos. Le di un sorbo y el líquido quemó mi garganta pero me dio igual, la sensación que me producía merecía la pena. No sabía que hora era, ¿las tres? ¿cuatro? Me daba igual, solo me concentraba en bailar allí junto a Brook.
—Creo que deberías dejar de beber —aconsejó Brook cuando volví a llevar la botella a mis labios, intentó quitármela y yo, balanceándome hacia atrás, salí de la pista escapando de su agarre. Necesitaba ir al baño y tenía que encontrarlo cuanto antes, subí hasta el segundo y abrí la primera puerta que hubo delante de mí, lo que me encontré fue algo que prefería no haber visto y, me arriesgo a decir, que aquello quitó gran parte de la sensación maravillosa que me brindaba el alcohol. Había encontrado el baño, claramente sí, pero allí también estaba un chico de espaldas anchas y rubio, al cual reconocí al instante, Luke, presionando contra la pared a una chica a la cual tocaba fogosamente. Esta chica levantó la mirada hacia mí al sentirme dentro de aquella habitación y sonrió pícara. Samantha. En el momento que Luke notó que Samantha se tensaba un poco ante mi presencia, giró la cabeza y sus ojos me observaron con sorpresa y noté como me costaba respirar. No lo aguantaba. Salí del baño lo más rápido que pude y corrí escaleras abajo o lo intenté. Llegué al salón y ahora sí me fijé en el reloj, eran las cuatro y media de la mañana y no había visto a Ashton en toda la noche, ¿habría llegado si quiera a la fiesta? En ese momento me dio igual, la opresión de mi pecho ejercía tanta presión que quería vomitar. Salí al patio de la casa buscando a Brook por todas partes, no le encontraba y yo solo quería llorar. Y así lo hice. Tiré la botella al césped y las lágrimas comenzaron a fluir por mis mejillas ayudadas por los efectos del alcohol, si realmente estuviese en mis cinco sentidos no lloraría por haber encontrado a Luke en aquella situación. Me repetí a mí misma lo imbécil que era por llorar por un cabrón como él."Porque eres diferente" "Ella no es como tú, Samantha" y otras frases que había utilizado para ganarse mi confianza y obtener lo que desde un principio quería.
—¿M, qué haces aquí fuera? Te he estado buscando. —Brook salió al patio mientras se encendía un cigarrillo.—¿Qué coño? —Frunció el ceño cuando vio mis lagrimas y dejó el cigarro sostenido en la esquina de su boca mientras analizaba mi rostro.—¿Estás bien? ¿Por qué estás así?
—Es una tontería Brook, es el alcohol, no sé, me he puesto a llorar porque sí.
—No me vengas con gilipolleces, Mickie, ¿qué cojones ha pasado para que estés así? ¿Algún desgraciado te ha hecho algo?
—No, no, soy imbécil, Brook, eso pasa —me presioné mientras intentaba retirar las lágrimas de mi rostro sabiendo perfectamente que mi maquillaje estaría totalmente corrido.
—Vámonos de aquí. —Entrelazó su mano con la mía mientras le daba una calada al cigarro y me sacaba de allí, ¿por qué todas las fiestas a las que había ido habían acabado tan malditamente mal?—Monta —ordenó cuando llegamos a su coche aparcado a unas cuantas cuadras de la casa—. ¿Me vas a contar ahora qué pasa? —repitió mientras arrancaba el coche y bajaba las ventanillas haciendo que el viento nos golpease, pero era agradable.
—Es por...
—Déjame adivinarlo... ¿Luke? —acertó y me quedé callada—. El silencio otorga, ¿qué ha pasado?
—Estaba con Samantha casi montándoselo en el baño —confesé lo más rápido que pude pues me avergonzaba admitir que estaba jodida, jodida y celosa. Brook echó una rápida mirada hacia mí y le dio una nueva calada al cigarro mientras yo sacaba la mano por la ventanilla y hacía olas en el viento.
—¿Te gusta Luke? —cuestionó y expulsó el humo de por sus labios entre abiertos.
—No. No lo sé. No sé por qué reacciono así. Es el alcohol, de verdad.
—Estás jodida.
—No, no estoy jodida, no hables como si me gustase o algo parecido porque te equivocas Brook, no. Luke es un imbécil, le odio.
—Del odio al amor hay un solo paso.
—Es del amor al odio —le corregí.
—El orden de los factores no altera el producto —bromeó y observé una pequeña sonrisa en su rostro. Llegamos a un lugar a las afueras de Holmes Chapel, ¡yo conocía ese lugar! Luke me había llevado allí una noche para intentar tener algo conmigo.
—¿Qué hacemos aquí?
—Quiero que te desahogues —pronunció mientras bajaba del coche y venía hacia mí para abrirme la puerta.
—¿Desahogarme? —pregunté mientras salía de este y observé como Brook se subía en el capó del coche encendiéndose un nuevo cigarrillo.
—Grita.
—¿Qué quieres que grite?
—Grita palabrotas, todo lo que sientas en este momento hacia Luke, insúltale como si le tuvieses delante, pero grita, a mí me funciona.
—No voy a decir palabrotas.
—Pensé que la niña buena se había esfumado por esta noche.
—La niña buena se ha esfumado hace ya un tiempo.
—Vamos, M, grita.
—¡Idiota! —grité y Brook rió roncamente cruzado de brazos.
—¿Es lo más fuerte que se te ocurre?
—¡Gilipollas!
—Puedes hacerlo mejor.
—¡Cabrón!
—Vamos.
—¡Hijo de puta!—Grité desgarrándome las cuerdas vocales y llevé las manos a mi boca tan pronto como aquella palabra salió de mis labios. Reí contagiando a Brook que echó su cabeza hacia atrás, provocándome más carcajadas.
—¿Estás más relajada? —quiso asegurarse mirándome con una ceja levantada, y asentí, era cierto, me sentía liberada, bien, y me atreví a chillar, una y dos veces, hasta que toda la tensión que tenía acumulada desapareció mientras las risas de Brook me afirmaban cuanto estaba disfrutando con aquello—. ¿Estás bien?
—Mejor que nunca, Brook. —Sonreí, aquella chica que se encontraba gritando palabrotas a las cinco de la mañana no era la misma que había entrado al instituto de Holmes Chapel hacía un mes, queriendo pasar desapercibida. Mickie Irwin, la reservada, tímida y callada chica de Sidney había desaparecido, se había esfumado, solo dejando cenizas de lo que realmente era ahora.