4. Incumpliendo reglas.

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                                                                     4.    Incumpliendo reglas.

¿Ha sido para tanto? —preguntó Brook una vez que estuvimos caminando por los pasillos del instituto después de nuestra salida a la azotea.

—Sí.

—Oh, vamos, Mickie...

—Soy responsable, ¿qué quieres que le haga? —respondí aferrándome más a mi libro de biología y escuché su risa detrás de mí.

—Realmente necesitas relajarte.

—Yo lo que necesito es ir a clases, solo eso, ¿me permites? —dije girándome para ver su cara todavía con secuelas de su reciente risa.

—Sí, sí —contestó mientras hacía una mueca con los labios.

—Adiós, Brook.

—Nos vemos luego. —Y me encaminé hacia el laboratorio rogando porque el resto de la mañana fuese normal, pero pensándolo bien, nada era normal desde que estaba en Holmes Chapel.

                                   (...)

—Anda, ¿otra vez aquí, Irwin? —Él de nuevo. Acababa de entrar en el gimnasio para ver a mi hermano entrenar y ya tenía a Hemmings allí.

—¿Qué quieres? —bufé mirando a Luke que vestía con un pantalón de chándal gris y una sudadera roja.

—¿Vienes a ver otra vez como machaco a tu hermano en baloncesto? —quiso saber sin responder a mi pregunta al igual que yo no había respondido a la suya.

—Te aconsejo que te calles, cuando estás a mi alrededor nunca estoy de humor. —Sonreí cínicamente mientras me ponía un casco en el oído en señal de que iba a dejar de escucharle.

—Me gusta producir ese tipo de actitudes en ti. Te pones sexy cuando no estás de humor, ¿sabías?

—Y tú eres asqueroso cuando... Ah, no, espera, siempre eres asqueroso.

—Ja, ja, ja —rió irónicamente—. Hoy es viernes.

—Guay, eres increíblemente listo, y yo que pensaba que estábamos a martes. Gracias —contesté irónica y él me fulminó con la mirada.

—Paso a buscarte a las nueve, quiero que vengas conmigo a un sitio.

Ni siquiera sabes mi dirección, genio.

Me he colado en el despacho del entrenador Lerman y la he buscado en el expediente de tu hermano, genio. —Me miró con su, al parecer, típica sonrisa prepotente. Tenía a un futuro agente de la CIA frente a mí.—No te queda otra.

—No iría contigo ni aunque me atases una soga al cuello.

—Es una buena proposición pero prefiero que vengas por las buenas.

—Olvídat...—comencé a decir pero el pitido del entrenador junto a un "Niñas, moved el culo hasta el centro de la pista" me interrumpió.

—Te paso a buscar luego. —Luke bajó rápidamente las escaleras de las gradas y cuando llegó al final se giró para guiñarme un ojo, gesto que yo respondí mostrándole mi dedo corazón y su cara de indignación ante esto fue la más falsa de todas, puesto que, segundos después, rió.

                             (...)

Tic. Tic. Me encontraba leyendo Cumbres Borracosas mientras estaba tirada en la cama boca arriba y entonces unos constantes ruidos procedentes de la ventana me hicieron soltar el libro entre las sábanas y acercarme al lugar de donde venía aquel sonido.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora