7. Cuando todo iba bien.

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                                                        7. Cuando todo iba bien.

 —¡Mickie, vamos, levántate! —Escuché los gritos de mi hermano desde el piso de abajo. Gruñí mientras utilizaba la almohada para cubrir mi cara pero sus gritos no paraban y mi humor por las mañanas era de todo menos bueno.


—¡Cállate de una vez!

—¡Hay que salir a comprar, acompáñame! —volvió a gritar y chillé estresada mientras me levantaba de la cama con cara de pocos amigos.

—¿Cuándo llegará papá?

—Esta tarde.

—Ah... Yo saldré a cenar por ahí.

—¿Cómo? —preguntó dejando de fregar los platos y mirándome curioso con su ceño fruncido.

—Sí.

—¿Con quién? —indagó, no quería mentirle pero tenía que hacerlo si quería salir con Luke.

—Una chica del instituto, la conocí el otro día y me preguntó si podíamos salir por ahí para conocernos mejor.

—Ah, ¿va a tu clase? —quiso saber y negué, sabía que sería capaz de ponerse a investigar sobre aquella "amiga" y no me convendría.

—Nos conocimos en la cafetería.

—¿Cuándo has ido a la cafetería? No te he visto.

—Ash, no estás pegado a mí las veinticuatro horas del día —respondí sintiéndome agobiada por sus preguntas.

(...)

Hemmings: Estoy esperándote donde ayer, nena, vamos, quiero verte. Xx.

Miré el mensaje mientras salía fuera de casa mirando dentro de casa y asegurándome de que Ashton seguía en su habitación.

—Hola, preciosa —saludó cuando llegué junto a su moto, iba vestido con unos pantalones vaqueros negros ajustados y una camisa azul oscuro mientras que yo iba con un vestido del mismo color que su camisa y una chaqueta vaquera cubriendo mis hombros.

—¿Sabes? Se me olvidó el detalle de que iríamos en moto —confesé y me miró confuso—. Por el tema del vestido. Aire. Vuelo. Mis bragas.

—Me encantaría ver esa escena desde una buena perspectiva —confesó y golpeé su brazo, ahí estaba, señoras y señores, Luke Hemmings el chico más agradable de todos.

Dadle un aplauso.

En la cara.

Con toda la mano abierta.

—Cerdo.

—Preciosa.

—Idiota.

—Guapa —volvió a halagar y gruñí, esas clases de conversaciones se estaban convirtiendo en rutina—. ¿Vamos? He reservado para las nueve y media.

—¿Has reservado? ¿Me vas a llevar a un restaurante sofisticado, Hemmings? Pensaba que eras más de McDonalds.

—En todo caso soy más de Burguer King —dijo divertido y rodé los ojos—. Venga, monta esta vez detrás de mí si no quieres enseñarle a medio Holmes Chapel tus bragas. —Me aguanté las ganas de estampar la palma de la mano contra su mejilla y me senté detrás de él, rodeando su cintura con mis brazos.

(...)

—¿Qué tal esta vez? —preguntó mientras entrábamos en el restaurante.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora