Kayla:
Escucho la puerta del lavabo cerrarse y suspiro de alivio.
Salgo del pequeña sala del váter y Rayan se encuentra aún en la pica de manos.
—Te conozco muy bien Kayla, demasiado bien... —dice con voz obvia.
Desvío la mirada para evitar reírme.
¡Kayla se dura! No caigas en su trampa...
Asiento, pero Rayan comienza a acercarse a mi.
—Kayla, solo estaba hablando con una amiga, que fue un rollo hace tiempo... —murmura con una sonrisa picara.
No se que hacer mi conciencia me dice que no me deje atrapar por él, y mi persona quiere abrazarlo y besarlo a la vez.
—Rayan —lo paro.
Se le borra la sonrisa del rostro.
—No, no puedo... Ya te dije antes que no podría con todo esto, es mejor que quedemos como amigos —aseguro.
Rayan hace una mueca de disgusto.
—¿Nosotros amigos? Eso es algo imposible... No voy a aguantar eso, que sepas que yo no soy como otros chavales, a mi no me va eso de amigos ¿Sabes? Casi la gran mayoría de mis amigas han follado conmigo, y creo que a ti eso no te gusta. —comienza a explicar, en esos momentos me dan ganas de abofetearlo hasta que pida perdón pero no, me tranquilizo y asiento.
En ese momento es cuando Rayan se queda flipando, y creo que se esperaba otra reacción.
—Vale, me parece muy bien —intento parecer que no me afecta— pero entonces si nos quedamos como estamos... ¿Que seríamos exactamente? —pregunto poniéndolo a prueba.
Se lo piensa durante un rato.
—Algo así como, rollo de unas noches. —contesta tan simple.
Asiento, con todo el sarcasmo del mundo.
Creo que este no a captado que yo no soy así.
—Y tu no entiendes que yo no soy de esas ¿no? —se lo intento decir lo más duro posible.
Rayan suelta una carcajada, y no entiendo cual es la gracia.
—Esta bien, me resisto a la adorable Kayla... —murmura.
No encuentro cual es la trampa esta vez, "adorable Kayla" desde cuando está en su diccionario.
Giro el rostro en forma pensativa y Rayan se acerca a mi.
—¿Vienes? —pregunta con voz animada, como si no hubiese pasado nada— ¿Qué quieres hacer? —pregunta, está claro que este chico es bipolar.
Camino hacia él y le sigo el rollo.
—Pues me gustaría ir de compras y luego a un club... —digo en forma de broma.
Rayan abre los ojos como platos.
—Perfecto, pues eso esta echo... ¿A qué tienda prefieres ir? —dice, y por un segundo pienso que era Eli de la forma en la que lo a dicho.
—Pero... —pensé que era en forma de broma.
—Pero, los dos sabemos que, necesitas ropa, con esa mierda no vas a ir a ningún club. —dice con un pelo de gracia.
¡Que bonito vocabulario chaval!
Sacudo la cabeza deshaciéndome de los pensamientos.
—Yo... —no se que hacer y lo sigo.
Salimos de la habitación, Rayan cierra la puerta y bajamos las escaleras.
Rayan se ve de lo más animado.
—Em...a mi no me gustan la fiestas... —murmuro mientras Rayan me lleva de la mano.
Cuando llegamos a recepción Rayan le da la llave a la recepcionista y salimos después de escuchar un ligero: "Espero que halla sido buena la estancia, hasta la próxima", por parte de la recepcionista.
—Ya pues esta te gustara... —murmura, después de un rato.
Por un lado quiero ir de compras, hace mucho tiempo que no voy pero por otra, es raro ir con Rayan y más si es en una situación como esta.
Estamos caminando por una calle en las que hay bastantes luces que iluminan todas las tiendas.
Hay todo tipo de tiendas y pasamos por una de ropa interior.
Rayan me mira con una risa pervertida.
—¡Cerdo! —exclamo, al ver que he captado la atención de todos, me tapo la boca y me cojo al brazo de Rayan involuntariamente.
Rayan suelta una carcajada.
—Shhh te van a escuchar... —murmura con su voz sensual acercándose a mi rostro.
Me sonrojo.
—Va entra que lo vas a necesitar —bromea.
Ese "lo vas a necesitar" sonaba tan sexy por su parte
Lo miro con una mueca.
—Ja ja, muy gracioso. —digo mientras miro alguna que otra prenda.
Rayan lo acaba pagando todo, cuando me resisto.
Es un tozudo, mira que yo quería pagarlo pero se ha negado rotundamente.
Salimos de allí, y comenzamos a buscar alguna tienda que nos llame más la atención.
Al doblar la esquina en una calle una tienda con exceso de luces me llama la atención.
En la tienda parecía que era navidad ya que todo era a base de luces había hasta vestidos con luces.
Por lo que parece a Rayan también le ha llamado la atención, ya que se dirige allí sin pensárselo dos veces.
Al entrar veo a muchas chicas que se quedan mirando a Rayan y una que otra le guiña el ojo o se coge un mechón y lo rula.
Pero por lo que se ve él no se da cuenta y sigue a lo suyo.
Se acerca a un vestido que saca destellos por la parte baja de la falda.
Lo coge y lo toca.
—Que bonito, toma congelo, luego te lo pruebas. —dice sin ni siquiera mirar el precio.
Cuando me lo da, miro la etiqueta y abro los ojos como platos.
—Rayan —quedo paralizada al ver el precio.
—Que —dice mientras busca algo indicado.
—Son 5000€, lo siento, no lo puedo aceptar.—era demasiado.
Sigue con lo suyo.
Todos los vestidos eran fenomenales, y quisiera aceptarlo o no, me estaba encantado el rato con Rayan, de la forma en que esos hoyuelos le salían al sacar esas carcajadas que deslumbran.
—Creo que ya hemos cogido bastante. —dice después de pasar por tres tiendas más de ropa.
—¡La verdad es que demasiado, y no entiendo porque lo has tenido que pagar todo tu! —sigo discutiendo. Rayan resopla.
—¿Aun sigues con eso? —me pregunta envolviendo su brazo en mi cuello mientras andamos— tendremos que coger el BUS para irnos. —dice seguro de si mismo.
—Pero por aquí no hay muchos autobuses ¿no? —pregunto—creo que mejor un taxi —propongo. Caminamos hasta la estación de taxis y a uno que se encontraba allí parado le pico a la ventana.
—¿Se puede? —pregunta Rayan.
El taxista que parecía que estaba durmiendo da un respingón, y asiente.
Abrimos la puerta de atrás y entramos.
Ya adentro me acuerdo el cinturón.
—Llévanos a la Calle Pedralbes. —manda y se acomoda en el asiento.
El conductor asiente, y como siempre me apoyo en la ventana.
El paisaje era precioso, me encantaba todo esto.
Escucho un "click" y miro a Rayan.
Me estaba tomando una foto.
—Mira que puritana te se ve... —dice enseñándome la foto.
Se me veía plenamente concentrada.
Le doy un golpe, que supongo que no fue nada para Rayan.
Se me queda mirando atentamente, como hizo la primera vez que nos vimos.
Río y aparto la mirada.
—Pare aquí. —el conductor se para a un lado del carril.
Rayan le da un billete de 100€.
—Quédese el cambio —dice antes de que pueda decir nada el conductor.
Bajamos y me froto los brazos del frío, las casas que nos rodean son demasiado lujosas y algunas tienen alguna que otra decoración de navidad.
Comienzan a bajar las temperaturas.
—¿Tienes frío? —pregunta, mirándome con una ceja levantada.
Niego con la cabeza, mintiendo.
Ya está bastante claro lo puritana que puedo llegar a ser.
Sigo a Rayan la verdad es que no se dónde vamos, pero prefiero dejarlo así.
Nos paramos en frente de una casa de lo más grande.
Me quedo con la boca abierta.
Rayan abre la puerta y tenemos que pasar por el jardín, en el que hay una piscina.
De repente escucho unos ladridos y a los segundos aparece un cachorro Pastor Aleman, se tira encima de Rayan y comienza a lamerle la cara.
—¡Hey hey heey, quieto Roqui quieto! —se lo aparta como puede para que le deje.
Rio al ver a Rayan con esa mueca de asco.
—Waw... —me quedo impresionada al ver la casa de cerca.
—¿Te gusta? —pregunta cuando Rocky le deja de lamer, y se pone a olfatearme.
—Es...es...impresionante... —consigo decir.
Rayan sonríe de una oreja a la otra. Nos acercamos hasta la puerta.
Abre la puerta, y entramos, en una casa blanca, y dividida por dos plantas.
Parte de la casa estaba un poco decorada de navidad, algo que daba un toque en la mansión.
—¿Vives tu solo aquí? —pregunto mirando la casa.
—Bueno si, yo y las trabajadoras. —dice dejando las llaves en el llavero.
Aparece una chica de unos veinte años por la puerta principal.
—Bienvenida...—dice está, quitándole la chaqueta que llevaba Rayan— ¿Quieren algo? —pregunta ajustándose el vestido uniforme, hacia arriba.
—No, ¿Tu quieres algo Kayla?
—No gracias, estoy bien...
La chica se da media vuelta y se va por dónde ha venido con la chaqueta de Rayan.
—Tenemos habitaciones de sobras, puedes dormir donde quieras la verdad —dice tranquilamente subiendo las escaleras.
Lo sigo.
—¿Para que una casa tan grande? —pregunto por curiosidad— Si estas tu solo —prosigo.
Rayan sigue caminando hacia arriba.
E ignora mi pregunta.
—Esta es la habitación principal si quieres te puedes alojar aquí, estarás conmigo —dice con voz picara y una sonrisa igual.
Aprovecha la oportunidad —me dice mi yo travieso.
Pero en el fondo se que lo correcto es dormir cada uno en una habitación diferente.
—No Rayan, gracias igual mente —me niego rotundamente y se le
borra esa sonrisa de la cara.
—Vale, pues esta —dice más serio. Asiento. —No te enfades chico malo... —susurro y le toco la punta de la nariz, Rayan ríe y se va.
La habitación era bastante grande, y no me quiero imaginar como será la principal.
Las bolsas de la compra ya están en un rincón de la habitación.
Suspiro y me tiro hacia atrás, dejándome caer en la enorme cama.
Me pregunto porque tendrá esta casa para él solo.
Alguien pica a la puerta.
—Adelante —dejo paso como hacia antes con mi madre.
Me pongo blanca, mi madre.
Rayan abre la puerta con una sonrisa en el rostro.
Se le vuelve a borrar al ver mi cara, lo más seguro es que está blanca como una patena.
—¿Qué te pasa? —dice Rayan un poco ¿preocupado?
Bajo la mirada.
—Es mi madre, como se entere de que estoy faltando a clase, simplemente me mata. —digo subiendo cada vez más el tono de voz.
—Bueno no pasa na... —lo interrumpo.
—Si que pasa. Tu no conoces a mi madre, y menos cuando se enfada. —digo recordando todas aquellas veces que mi madre lo trataba a él como un niño bueno.
Rayan apoya su brazo en mi hombro.
—Kayla, conozco a tu madre lo bastante bien, no te preocupes vale, yo me encargo. —dice ¿tiernamente? Pero qué mosca le ha picado— Y ahora arréglate bien sexy que nos vamos dentro de media hora. —dice levantándose de la cama en la que estaba sentado a mi lado.
Asiento.
—¿Las duchas? —pregunto.
Rayan señala a mi derecha.
—Pero si quieres te puedes duchar conmigo... —murmura alejándose.
—¡Ya puedo yo sola! —grito, ya que a salido de mi habitación.
Escucho una carcajada.
Cierro la puerta y saco un conjunto de ropa interior de las bolsas, el más sencillo.
Un vestido negro bastante corto, pero no demasiado.
Entro al baño y veo el champú y las toallas preparadas.
Dejo caer el agua sobre mi, se siente genial.
Al salir en ropa interior, Rayan está sentado en mi cama.
—¡Ah! ¿Qué haces aquí? —pregunto tapándome con el vestido.
Rayan me mira de arriba a abajo.
Una risilla se le escapa.
—Uno, que sepas que esto —señala mi cuerpo entero— no es nada que no haya visto antes, y segundo, que la chica de la limpieza te presta su maquillaje. —dice, y señala la mesita.
Me acerco a ella.
Las pinturas se encuentran ahí.
—Vale, gracias ¿Ahora puedes salir, por favor? —le pregunto abriendo la puerta.
Se levanta de la cama.
—Bonito culo —susurra a mi oído y sale.
Resoplo me pongo el vestido y me acerco a la mesita, cojo las pinturas y voy al lavabo. Me pinto un poco de colorete y una pizca de rímel, la chica esta tenía el maquillaje de unos colores demasiado oscuros.
Me peino con el pequeño peine que se encuentra allí.
Escucho cerrarse la puerta y cuando salgo secándome el pelo un secador se encuentra encima de la cama, río y lo cojo.
Dejo la toalla en el mueble y enchufo el cable del secador, en tres minutos tengo el pelo seco.
Me lo dejo liso y al mirarme al espejo del armario de todo el cuerpo, me veo genial.
Pero al mirar los zapatos se me borra la sonrisa. Busco entre la bolsa y aquí están.
Unos zapatos de tacones, no demasiado altos. Cuando salgo de la habitación, me encuentro a un Rayan con, la misma ropa de siempre, pero un poco más despeinado.
—¡Wow, que sexy mami! —exclama.
—¡Shhh calla! —murmuro.
Ríe de lado.
—Estas genial —dice en serio. Me coge de la mano y bajamos las escaleras.
Al salir bajamos por unas escaleras, que dan al parking de la casa. Tan solo hay tres coches una moto y algúno que otro trasto. Había un Audi de color negro un Porch de color rojo descapotable, un Renault de color azul eléctrico, y una moto naranja y negro Honda.
Estaba flipando.
—¿Todo esto es tuyo? —pregunto.
Asiente.
—¿Qué te ha tocado la lotería o algo? —pregunto, aun más flipada.
Ríe e ignora mi pregunta. —¿Moto o coche? —pregunta.
Las motos no son mi fuerte aun que nunca me he montado en una, pero para hoy prefería un coche algo más seguro. —Coche —digo segura, Rayan asiente y subimos al Audi negro.
Arranca y el motor ruge como nunca, abre la puerta del parking y salimos disparados.
—¿Nunca has montado en moto? —pregunta mirando fijo a la carretera.
—No... —murmuro, lo miro. Rayan ríe entre dientes. —Pronto montarás... —susurra