Rayan:
Kayla se encontraba tumbada en la cama descansando.
Yo estaba sentado en el sillón de la habitación del hotel mirándola atentamente. Esperando algún gesto, por su parte.
Mi móvil comienza a sonar, desganado miro la pantalla.
Joder, ya van cinco veces que Nadia llama.
—¿Que quieres? —pregunto malhumorado.
Nadia resopla.
—¿Por fin me lo coges, se puede saber donde estáis tu y Kayla? —pregunta exasperada, con su voz de pito.
Me aparto el móvil un poco de mi oreja.
—¡Ralajate! ¡No te importa donde estemos! —grito.
¿Y a ella que mas él da?
Al ver a Kayla, salgo de la habitación para no despertarla.
—¡Si, si que me importa, Kayla es mi amiga! —exclama.
Me revuelvo el pelo.
—¡Me parece muy bien pero ahora esta durmiendo! —le grito a través de la línea.
Nadia se rinde.
—Vale está bien, pero no voy a taparla más...el profesor pregunta por ella. —dice y cuelga.
Dejo el móvil de mala manera en la mesa y voy a la pequeña cocina de la sala.
Abro la nevera y saco una cerveza fresca.
Me siento en el sofá de la sala y me pongo a ver la televisión.
—¡Rayan! —grita Kayla desde la habitación.
De un salto me levanto del sofá.
Me dirijo a la habitación dónde se encuentra.
Kayla está haciendo gestos extraños en sueños.
Suspiro de alivio, y me tumbo en la cama a su lado.
De repente Kayla se gira hacia mí en sueños y me abraza.
Esta mujer...
Le doy unas cuantas palmaditas en la espalda y se relaja.
Sin ni siquiera darme cuenta acabo yo también dormido.
Me despierto tranquilamente y pensando en ducharme, miro hacia la cama pero Kayla no está.
La busco con la mirada y la encuentro en el balcón de la habitación. Con una toalla envuelta a su cuerpo y el pelo húmedo.
Me dirijo dónde se encuentra y me pongo a su lado.
Esta mirando a algún sitio que no consigo averiguar.
—Rayan —murmura Kayla aun mirando a la nada.
La miro.
El móvil me comienza a sonar.
Entro en la casa y cojo el móvil, pone el nombre Damian en la pantalla, arrastro el dedo.
—Que —contesto con voz ronca.
—¿Pero qué te pasa tío? —pregunta.
—¿Que me pasa? —resoplo.
—Llevas sin aparecer, dos días ¿Y me preguntas qué pasa? —pregunta con desesperación— Rayan tío estás muy raro, ya hace tiempo no vienes con nosotros a las fiestas desde que estas con esa puritana —se queja.
Aprieto la mandíbula.
—No es una puritana —digo con los dientes serrados.
—¿No? Pues es lo que le decías tú y muchas cosas más... —me comienza a cabrear.
—Decía ya no...¿Queda claro? —aprieto los puños.
—Que si que si...solo te digo que como no vengas pronto... —lo interrumpo.
—¿Que? —pregunto con enfado en la voz.
—Nada loco, ven pronto. —y cuelga.
Dejo el móvil de mala manera en la mesa de noche.
Me paso las manos por el pelo desesperadamente y resoplo, al darme la vuelta, veo a Kayla vistiéndose.
Se acerca a mi medio vestida, pero tapada.
—¿Pasa algo? —pregunta con esa voz tan dulce que tiene.
—Nada importante, es solo que...da igual no importa... —resoplo.
—Ya... —murmura decepcionada.
—¿Y tú te encuentras bien? —abre los ojos como plato, y creo que debe ser por la sorpresa al ver que le pregunto.
—Bueno...un poco cansada, pero ya esta... —murmura.
Río al pensar en Kayla y yo en la cama.
Envuelvo mis brazos a su cintura y ella ríe.
Me inclino hacia su cuello.
La beso.
Y la empujo a la cama.
Me sitúo encima de ella. Y comienzo a dejarle un rastro de besos por todo el cuello hasta llegar a los senos.
Kayla se estremece.
Le quito la camiseta de arriba y ella me quita la mía.
—Que caliente que eres... —murmuro aun besándola.
Noto como Kayla se sonroja.
Y río. Con todas las chicas a las que he follado, no se han puesto coloradas y mucho menos se han avergonzado un poco.
Todas van a lo que van.
Le suelto el pelo que lo tenía atado en una pinza.
Al bajar a su abdomen, tiene una toalla puesta. Sitúo las manos cerca de la toalla, pretendiendo quitársela.
Cruza las piernas avergonzada y pone una mano dónde está la mía.
La miro y me rio pícaramente.
Subo hacia su rostro y la beso apasionadamente.
—Tranquila, aun no... —murmuro.
Bajo de nuevo y le quito la toalla, miro a Kayla y esta se tapa la cara con las manos
Me acerco a su rostro.
—¿Quieres? Es decisión tuya... —murmuro— tranquila de momento no haremos nada solo quiero enseñarte una cosa... —le explico.
Kayla aun un poco avergonzada se tapa la cara. Acerco mis manos a su rostro y le aparto las manos.—Tranquila... —susurro a su oído.
Me acerco a su vagina y le introduzco mis dedos haciéndola estremecer. Kayla gime.
—¿Te gusta? —pregunto con una risa picara.
Kayla que tiene los ojos cerrados, los abre y asiente ligeramente.
—¿Que?—pregunta.
Noto como se estremece. Quiero que lo diga.
—Si... —murmura, aparto la mano y me acerco a su rostro.
Me besa y se sienta a mi lado.
—Se nota que es tu primera vez... —murmuro, poniéndome a su lado.
Me mira con una mirada fulminante y se levanta de la cama entra en el lavabo.
No otra vez no...
—Kayla, no te lo tomes a mal... —murmuro situando-me detrás de ella.
Se está lavando las manos.
—A mas con el tiempo irás cogiendo la práctica aunque... —no me deja acabar porque se gira y me empuja hacia la cama.
Se pone encima mio y me besa tan apasionada mente como yo hace unos minutos.
A ella solo le faltaba por quitarse el sujetador pero no me deja quitárselo, porque en ese momento me quita el pantalón y los boxers de golpe.
Al momento se queda con los ojos abiertos como platos, y supongo que es por mi enorme miembro.
—Joder... —murmura.
Kayla me mira con una risa picara.
—¿Que se tiene que hacer? —pregunta con voz nerviosa.
La miro con ternura.
Se ve tan inocente, tan indefensa, algo que no encuentras en todos los sitios.
—Primero tranquilizante... —murmuro.
Asiente, respira hondo, y suelta el aire.
—¿Y ahora? —pregunta más tranquila.
Le cojo la mano y se la pongo en mi miembro erecto.
Me siento a su lado.
Comienzo a hacer movimientos hacia arriba y hacia abajo.
Me comienzo a estremecer.
—Ohh Kayla, qué gusto... —gimo.
Ríe y mueve su mano más rápido.
Madre mía se sentía genial.
Y quisiera admitirlo o no era la mejor masturbación que me habían hecho, y eso que me lo han hecho muchas chicas.
Le cojo del rostro y la atraigo hacia mi. La beso, tranquilamente.
Nos separamos por falta de respiración.
Le aparto el mechón de pelo que se le ponía en medio de la cara.
Y mientras la miro a los ojos pienso: En lo preciosa que se veía en ese momento.
Como si me hubiese escuchado, ríe y se tumba al lado mio y se apoya en mi hombro.
—Rayan... —dice cansada, la miro y tiene los ojos cerrados.
—Te quiero... —murmura.
Espero no tener que decir lo mismo porque, no es verdad.
Al pensar eso me comienza a entrar un cosquilleo por todo el cuerpo.
Creo que debo salir un rato a tomar el aire, no me entiendo ni yo mismo.
Cojo con delicadeza la cabeza de Kayla que estaba apoyada a mi hombro y la sitúo en la almohada.
Salgo al balcón donde hace unos minutos estaba Kayla.
Aun sigo sin creerme que no haya llegado a desvirgar a Kayla.
Cada vez que intento hacerlo algo me lo impide.
Pero tengo que admitir que a pesar de que no lo ha hecho nunca, lo hace de maravilla.
Cojo el teléfono comienzo a jugar al Panda Pop. Una aplicación que me descargo mi hermana, mejor dicho hermanastra.
Estoy harto de que me coja el móvil.
Después comienza a decir toda mi familia: " Rayan querido ven a visitarnos más a menudo" o
"Que no quieres a tu familia, nunca cenas con nosotros".
Normal, me quita el móvil para estas tonterías, y después Zoe me pone juegos de barbies y de moda y de todas esas chorradas, y cuando estoy con mis amigos me comienzan a bombardear con las mierda preguntas sobre: "¿Y ese juego? ¿No seras marica no?".
Pero sin darme cuenta voy por el nivel doscientos y comienzo a plantearme las preguntas que siempre me hacen mis amigos.
Miro a mi alrededor y no veo a nadie, suspiro de alivio.
El móvil comienza a sonar, un número desconocido.
Arrastro el dedo en la pantalla.
—¿Que? —pregunto, enfadado por haber interrumpido mi partida.
—Hola Rayan...soy Monica...¿Te acuerdas? La de la semana pasada. Te llamaba para preguntarte si te parecía bien que valla al apartamento, para...ya sabes... —murmura, con voz sensual.
Resoplo y me froto la cara.
—No Mónica, hoy no, estoy ocupado... —digo sin pensar.
Escucho un quejido.
— Pero... Solo es un poquito, si quieres no hace falta que te la mame, no es necesario, simplemente un... —la interrumpo, con una mueca de asco.
—No, no tengo tiempo... —me niego, ya comenzandome a cabrear.
—Rayan no tardamos más de treinta minutos, saldrás genial, va que lo tengo todo preparado... —excusa sensualmente.
Que pesada la pava.
—¡Que no quiero follar, ni mamadas ni masturbaciones ni nada ¿Lo captas? Hoy no estoy para eso, haber si me dejas de llamar todo el rato! —escucho la puerta del balcón crearse de golpe y veo a Kayla a través de la puerta alejarse.
—Pero Ra... —cuelgo y dejo el móvil en la mesa que se encontraba a mi lado.
Corro hacia la puerta y la abro.
—¡Kayla, no es lo que parece! —exclamo persiguiendola.
¿Pero porque le digo eso?
Acelera el paso y la imito.
Consigo alcanzarla fácilmente.
—Enserio Kayla no es lo que parece —explico inseguro de lo que acabo de decir.
Kayla resopla y se da media vuelta bruscamente.
—¿Enserio? ¡Pues la verdad es que no lo parecía! ¿Sabes? Porque no se, te encuentro diciéndole eso a un móvil gritando supongo que a una persona que bueno, ni siquiera te importa... ¡Pero qué digo, que te va a importar! Si a ti no te importa nada simplemente vas a lo que vas ¿no? No te importa una mierda nada, solo haces que se ilusionen y después las destrozas por dentro. ¿Pues sabes que te digo? Que me da igual que es tu vida y que yo no soy nada tuyo ni tu nada mío así que mejor vamos a dejar las cosas claras, cuando volvamos a la universidad haremos nuestra vida normal sin ni siquiera hablarnos. —dice con ira, al ver que no digo nada se va con rabia por todo el pasillo.
No...ya la he vuelto a cagar...
Me paso las manos por el pelo y le doy un golpe a la mesa del comedor y la tiro.
—¡Jodeeer! —exclamo alargando el mote.
¡Corre detrás de ella!
Corro hacia la puerta y la abro, miro a los dos lados del pasillo y nada... Mierda, mierda, mierda.
Me decido por el pasillo derecho por el instinto se podría decir.
Y veo un cartel en el que pone W.C. Entro en él pensando que estaría aquí.
—¿Kayla? Por favor sal si estás aquí... —miro por debajo de los váteres. Nada.
Me apoyo en la pica de manos y me miro al espejo.
¿Que me has hecho Kayla?