05 / 06 / 2016
2:19 p.m.
Esta vez no escribo de noche, realmente son las dos diecinueve del medio día, entré a un templo en el que sólo habían unas cuantas personas en su interior.
El alma necesitaba sentir calma y se sentó en las últimas bancas de atrás.
El silencio y la calma que se expresan es inefable, cerré mis ojos cuando la ceremonia dio inicio y así permanecí durante todo el ritual.
Sí, ahora voy camino a casa y mi respiración es más profunda y siento calma, de algún modo la soledad de ese lugar te dice que siempre pero siempre habrá un pequeño rayo de luz sobresaliente de las nubes hechas tormenta, y que a pesar de tener dudas acerca de Dios, posiblemente el alma sabe cuándo necesita una cercanía a lo posible.