Diabolik lovers: La manzana d...

AoNana tarafından

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1748, Primavera. Un pacífico pueblo de las afueras de una de las ciudades de Japón se ve distorsionado un... Daha Fazla

Prólogo
Capítulo I: Primera perturbación
Capítulo II: Segunda revuelta
Capítulo III: Tercer aviso
Capítulo IV: Cuarta bienvenida
Capítulo V: Quinto encuentro
Capítulo VI: Sexta reprimenda
Capítulo VII: Séptima confluencia
Capítulo VIII: Octavo enigma
Capítulo IX: Novena interrupción
Capítulo X: Décima melodía
Capítulo XI: Undécima duda
Capítulo XII: Duodécima mirada
Capítulo XIII: Decimotercera pregunta
Capítulo XIV: Decimocuarto individuo
Capítulo XV: Decimoquinta frustración
Capítulo XVI: Decimosexta nevada
Capítulo XVII: Decimoséptima situación
Capítulo XVIII: Decimoctavo sobresalto
Capítulo XIX: Decimonoveno tintineo
Capítulo XX: Vigésima cercanía
Capítulo XXI: Vigésimo primer reencuentro
Capítulo XXII: Vigésima segunda propuesta
Capítulo XXIII: Vigésima tercera invitación
Capítulo XXIV: Vigesimo cuarto sueño
Capítulo XXV: Vigésima quinta oscuridad
Capítulo XXVI: Vigésima sexta llamada
Capítulo XXVII: Vigésimo séptimo enfrentamiento
Capítulo XXVIII: Vigésima octava aparición
Capítulo XXIX: Vigésima novena discusión
Capítulo XXX: Trigésima Visita
Capítulo XXXI: Trigésimo primer baile
Capítulo XXXII: Trigésima segunda declaración
Capítulo XXXIII: Trigésima tercera pieza
Capítulo XXXV: Trigésima quinta herida
Capítulo XXXVI: Trigésima sexta confusión
Capítulo XXXVII: Trigésima séptima lágrima
Capítulo XXXVIII: Trigésima octava decisión
Capítulo XXXIX: Trigésimo noveno contacto
Capítulo XL: Cuadragésimo descubrimiento
Capítulo XLI: Cuadragésimo primer desconocido
Capítulo XLII: Cuadragésima segunda realidad
Capítulo XLIII: Cadragesimo tercer pasado
Cuadragésima cuarta revelación
Cuadragésima quinta proclamación

Capítulo XXXIV: Trigésima cuarta atracción

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AoNana tarafından

El resto del día había transcurrido con normalidad, nada fuera de lo común había acontecido.

Una vez logró zafarse de la –no tan desagradable- compañía de su profesor, deambuló por las calles del pueblo, intentando encontrar alguna pieza descarrilada del rompecabezas que estaba formando en su interior. Pero eso sería más difícil de lo que esperaba. Sobre todo, cuando no se sabe qué se está buscando.

Sin ni siquiera pensarlo había llegado a la periferia del pueblo, a escasos metros del bosque que lo cubría. Cualquier otro día, oscuro y frío, habría huido de ahí temiendo lo que fuera que pudiera encontrarse. Pero aquel día era todo lo contrario a lo que se acostumbraba por allí; el sol y el tenue calor hacían de aquel lugar algo más acogedor. Los rayos del sol se filtraban entre las ramas y huecos entre las hojas de los árboles que empezaban a llenarse de más y más color a medida que el invierno pasaba. Nozomi siempre se había asombrado ante tal hecho, puesto que a pesar de la continua lluvia, nieve y poca luz solar, la flora en Murashi era extrañamente vivaz y frondosa.

Sin embargo, como un afilado corte sobre la piel, una melodía triste pero cargada de emociones la sacó de su ensimismamiento. Devolviéndola a una supuesta realidad, cada vez más oscura para la joven. Todo a su alrededor parecía desaparecer. Los árboles parecían morir abrasados por un calor infernal. Nozomi sabía que aquello podía ser el inicio de otra alucinación, así que cerró los ojos con fuerza e intentó dominar de nuevo su cuerpo que intentaba zafarse de ella.

Aquella melodía había ejercido aquel poder sobre ella, ¿qué diablos habría sido aquello?

Ante la congestión mental que luchaba por formarse en su mente, decidió sin pensarlo dos veces, adentrarse en el bosque, en busca del foco de emisión de aquella afilada, triste, soñolienta y profunda melodía. Habría jurado que la había escuchado antes pues podía incluso tararearla. Era como una nana.

A cada paso que daba, más fuerte se hacía el sonido y más se alejaba de la realidad. Era como entrar en un cuento en donde los árboles se mecen para ti y una melodía acompaña al protagonista durante todo su camino, en busca de alguna especie de tesoro o incógnita de paradero desconocido. Así estaba ella, avanzando por un bosque coloreado de verde y salpicado de dorada luz solar, al compás de aquella melodía.

Por el contrario, no tendría un final feliz. En cuanto llegó a su campo de visión el autor de tal melodía, la idea de un cuento idealizado se borró como un soplido. Nozomi maldijo para sus adentros, mordió su labio inferior, nerviosa, molesta y volviendo a maldecirse una y otra vez por haber seguido aquel sonido. Sabía que podría traerle problemas, pues la suerte no solía estar de su lado, pero encontrarse con tal persona en aquel pequeño claro parecía cosa de broma, de una broma de mal gusto.

La joven se quedó congelada en aquel lugar. No sabía qué hacer, qué decir. Podría, simplemente, darse media vuelta y volver por donde había venido, pero su estúpido cerebro estaba demasiado ocupado imaginando posibles escenas fantasiosas como para recordar el camino por el que había llegado hasta allí. Miró a su alrededor en busca de algo que le resultase medianamente regular, pero no logró encontrar nada. Todo era verde. Todo era bosque.

Su vista vagó hacía la persona que parecía no haberla notado aún. Estaba ahí en medio de alguna parte, alejado del mundo. El sol rozaba sus claros cabellos dotándolos de un color dorado inusual, su piel resplandecía más clara que de costumbre y las pestañas de sus ojos, que permanecían cerrados, creaban una gruesa sombra sobre los pómulos. Nozomi respiró levemente. El violín lloraba las notas con suma tristeza. Él, con su robusta figura, mecía su muñeca sobre las cuerdas como si de una pluma se tratase.

El corazón de la joven comenzó a revolverse en su pecho. ¿Qué era eso que sentía? Era como una especie de tristeza, amargura, furia y odio. Todo aquello se resumía en una persona, solo en una persona capaz de crear tantos sentimientos adversos en ella: Shuu Sakamaki.

Aquella persona que menos deseaba ver en el mundo había conseguido atraerla hacia él. Ahora, más que nunca debería huir. Pero, algo la estaba amarrando ahí. Sus pies se sentían como raíces y sabía que si intentaba moverlos solo avanzarían hacia delante. Todo allí parecía gritarse que fuera hacia él, todo salvo la mirada del joven sobre ella.

Había abierto los ojos, fijándolos rápidamente sobre los de ella. La joven sabía qué vendría ahora, alguna especie de burla por parte del joven, insultos despiadados y posibles comentarios despectivos. Sin embargo, él volvió a cerrar los ojos y siguió tocando, ignorándola completamente. Como si no existiera para él.

Eso había sido demasiado inusual. La joven frunció el ceño. Ahora sí que no sabía qué debía hacer. Parecía que la presencia de la joven no le molestaba. O simplemente, era tan insignificante para él que apenas le daba importancia.

Nozomi analizó los gestos del joven que seguía meciendo su muñeca sobre el violín y que movía su cabeza al son de la música, como una suave pluma. Nozomi podría haber jurado que una fugaz sonrisa se había formado en su rostro.

Pero, todo se derrumbó alrededor de la joven cuando observó al fondo del pequeño prado una pequeña figura recostada sobre el árbol. Mantenía los ojos cerrados, pero no estaba dormida, pues tarareaba la melodía que Shuu estaba tocando. Sobre sus piernas estiradas sobre el césped tenía un libro aparentemente antiguo. Nozomi se preguntó varias cosas: ¿qué hacía Haruka allí? ¿Estaba con Shuu? ¿Por qué se sabía aquella melodía? ¿Por qué Shuu no le había dicho absolutamente nada? Y, por último, ¿qué estaba leyendo su extrañamente considerada amiga?

Nozomi frunció el ceño ante las preguntas que deambulaban por su mente en aquel momento. Sabía que el libro había captado su atención por el hecho de que estaba buscando uno en especial, y dudaba profundamente que fuera aquel. Demasiada casualidad. Sin embargo, las demás preguntas podrían responderse fácilmente, pero se negaba a aceptar aquella respuesta.

Sabía que algo había entre ambas personas allí presentes. Lo había notado por la cercanía que había entre ambos, la forma en la que hablaban entre ellos, las conversaciones que mantenían cuyo sentido se escapaba de las manos de Nozomi, y la continua necesidad de verse.

En aquel momento supo que sobraba allí. La actitud de Shuu le había revelado que le daba igual su presencia, que ni siquiera le molestaba. Ya ni llegaba a molestarle que ella apareciera –inconscientemente- ahí donde él se encontraba. Había reducido el recuerdo, la presencia y a la persona en sí de Nozomi a la nada. La mirada que le había lanzado iba cargada de soberbia.

El violín había dejado de sonar. Como un corte seco. Nozomi buscó con la mirada al joven en donde hace unos segundos se encontraba tocando. Pero ya no estaba allí. Ahora estaba más cerca de ella. A escasos pasos. La joven volvió a morderse el labio.

-¿Y bien? ¿Has disfrutado del espectáculo?-comenzó a decir el joven. Tenía cierto recelo en su voz. Parecía, como de costumbre, cansado y molesto a su vez.- Ah, no me lo digas. Te has quedado sin palabras.

-No esperaba encontrarte aquí.

-No lo parece- hizo una pausa para masajearse suavemente la muñeca con la que estaba sosteniendo el violín.- ¿No piensas justificarte esta vez de por qué estabas buscándome?- se burló descaradamente el joven.

-No te estaba buscando. Nunca lo hago. No tengo por qué hacerlo ni quiero- espetó molesta la joven. Todo aquel juego estaba agotando su paciencia. No lo estaba buscando, ni siquiera esperaba encontrárselo allí. Es más, deseaba que no fuera él el que se encontraba enfrente de ella juzgándola como siempre hacía, jugando con ella.

-¿Estás molesta?- comentó torciendo el gesto en una afilada sonrisa- Es extraño, porque yo también lo estoy. Has interrumpido en el único lugar donde puedo respirar tranquilo.

-Te he dicho que no ha sido intencionado, no tengo por qué buscarte. Siempre acabamos en alguna disputa. Ni siquiera entiendo qué pretendes ahora.

El joven encaró una ceja. Seguidamente, cerró los ojos, respiró hondo y volvió a abrirlos. Esta vez, desvió su mirada a Haruka, que estaba recostada sobre el árbol. No se había movido ni un ápice desde que Shuu había dejado de tocar. Él, por el contrario, volvió a fijar la vista en la joven.

-¿Estás bien?

Aquellas palabras del joven la cogieron con la guardia baja, o demasiado alta. Pues esperaba cualquier otro reproche, cualquier comentario estúpido y/o sin sentido por su parte. Sin embargo, había dicho aquello con tanta suavidad que parecía ser casi irreal. Había cierto tono de preocupación en su voz.

A Nozomi le costó comprender a qué se refería; pero, tras un arduo esfuerzo en recordar los hechos acontecidos horas atrás, dio con la clave: el momento después del beso en la fiesta. Sintió cómo sus mejillas comenzaban a arder.

-¿Por qué te preocupa ahora cómo esté?- dijo con cierto tono amenazante la joven una vez recobró la firmeza necesaria para ello en la voz.

Shuu se encogió de hombros, desviando la mirada hacia cualquier parte fuera de la mirada de la joven, restándole importancia.

-No sé. Simplemente lo dije, ¿bien?- hizo una pausa. La joven vio cómo tensaba el agarre sobre su violín. Si fuera humanamente posible, habría jurado que podría romperlo si seguía aumentando su agarre.- Parece que aquel estúpido beso que te di te creó tantas emociones que incluso perdiste casi la conciencia. No te lo tomes tan a pecho, solo parecía que lo pedías a gritos.

Nozomi sintió toda su piel arder. Ahí estaba de nuevo, el Shuu bipolar, deshumanizado, desprovisto de toda amabilidad que conocía. No entendía por qué traía de nuevo ese recuerdo a la mente. Ella había intentado enterrarlo y no volverlo a recordar jamás. Había sido realmente embarazoso e indignante para ella el modo en que él había jugado con ella. Como si fuera una muñeca que puede dominar por simple diversión.

Estaba dispuesta a decirle cuánto lo odiaba, cuánto despreciaba aquella actitud, hasta que una tercera voz se unió a la conversación. Haruka estaba a la misma altura que Shuu, justo a su lado. Cargaba el libro sobre su mano derecha, junto al costado. Haruka miraba a Shuu con cierto recelo en la mirada, tenía el ceño ligeramente fruncido. Sin embargo, su rostro era tan sereno como el de una muñeca. La forma perfecta de su mandíbula estaba aún más detallada debido a la luz que reflejaba. La piel de ambos era tan perfecta que Nozomi podía llegar a envidiarla. Los ojos de su amiga, desprovistos de todo brillo, lanzaban afiladas dagas sobre su acompañante.

-¿Qué beso?

Dos palabras. Dos simples palabras removieron tantos sentimientos en Nozomi que le fue imposible describirlos. Eran una mezcla de incomodidad, rabia, vergüenza. Todo aquello en conjunto con otros muchos sentimientos, revueltos, en su interior.

Ninguno alcanzó a decir nada. Shuu había desviado la mirada de Haruka a Nozomi. Le clavaba la mirada como intentando leer dentro de la joven. Si pudiera podría haberle arrancado toda la piel con aquella mirada. Aquello la estaba incomodando, ¿por qué no decía nada? ¿Acaso esperaba que fuera ella quien le explicase lo ocurrido a Haruka?

Estaba comenzando a marearse ante tanta presión. La joven maldijo a su estúpido y débil cuerpo por su poco aguante ante la presión.

Pero lo que verdaderamente la desconcertó, fue la sonrisa burlona que le dedicó Shuu. Sabía que iba para ella, porque seguía con la vista fijada en la joven. Una sonrisa que duró apenas un segundo, pues enseguida la había retirado ante la mirada fugaz de su amiga sobre el joven.

-La besé-dijo finalmente el joven- ella estaba deseándolo, solo le hice un favor. Ya sabes cómo es, está siempre buscándome. Es una más de tantas, Haruka.

Sin saberlo, aquellas palabras habían herido aún más el corazón de la joven. Eso lo sabía, pero, ¿por qué lo decía con aquel tono burlón, desprovisto de cualquier cuidado por empatizar siquiera?

Nozomi estaba dispuesta a defenderse, a decir que aquello fue totalmente inesperado, que ella no quería saber nada de él, que no era una más y que él no le importaba; por el contrario, no le salieron las palabras.

Haruka ladeó el rostro, fijando, esta vez, sus ojos sobre los de Nozomi, que a pesar de intentar evitarla, había recaído sobre los de su amiga. Haruka sonrió.

-Ah, entiendo- dijo finalmente con cierta dulzura en su voz- ¿besa bien, verdad?

Y aquel comentario fue peor que un balde de agua fría.

__

Hey hey! Hola de nuevo, espero que os haya gustado el capítulo y demás. He tardado en actualizar porque ya sabéis en qué líos suelo andar metida :c. Igualmente, os doy las gracias por leer, por seguir ahí, por apoyarme y por ser tan geniales como siempre Ü. 

  Os voy a hacer un poco de spam propio: hace unas semanas subí el prólogo de una historia que estoy escribiendo La ironía del destino, si me leéis y demás, prometo no aburriros. Whatever, pronto subiré el primer capítulo. Prometo no decepcionaros C:

Vielen vielen vielen Dank! 

Un saludo, 

N.

PD: ¿Qué os está pareciendo esta historia? ¿Qué pensáis de Shuu, Haruka, Subaru, Ruki, etcétera? Es que soy muy curiosa y me interesa qué pensáis y demás. Vuestras cavilaciones más profundas, jojo. 

Okumaya devam et

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