Peligrosa { #1 Saga Peligrosa...

By ilse8a

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Angela estaba en un dilema, apoyaba a su familia o estaba en su contra. Para ella la familia siempre había si... More

Sinopsis
Prefacio
1. Primer Día
2. Mala Familia
3. Misión
4. Horrible Verdad
5. Disculpa
6. El alma de la fiesta
7. Revelaciones
8. Personas del Pasado
9. Nueva Misión
10. Cita
11. Cosas realmente malas
12. Contigo
13. Escapar
14. ¿Ella lo vale?
15. ¿Quién te crees que eres?
16. Presentación
17. Malentendido
18. Muerte Inesperada
19. La culpa
20. Planes de Venganza
21. Funeral
22. El primero de la lista
23. Ayuda extra
24. Día de Acción de Gracias
26. Valentía y Justicia
27. No te conozco
28. Tiempo de Navidad
29. Planes de Viaje
30. Conversaciones de Carretera
31. El Jefe
32. Valiosa
33. Trato Cerrado
34. Traidor
35. Increíble pero cierto
36. Celos
37. Castigo
38. Jaula
39. Ciega de ira
40. La Verdadera Familia
41. La lista de las cosas perdidas
Epílogo
Agradecimientos
Playlist
Nuevo libro de la Saga: Mentirosa

25. Déjame ser tu amor por siempre

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By ilse8a

—Además de cantar bonito, ¿no tienes alguna otra cualidad que tu padre haya escondido? — preguntó Peter con una sonrisa socarrona, burlándose de mis talentos ocultos.

Seguíamos con nuestro paseo por la ciudad, nos estábamos dirigiendo cerca de los muelles del lado este de la ciudad y en realidad me pareció extraño que me llevara en esa dirección.

—Sé bailar — respondí sonriendo de lado.

Peter se giró unos segundos hacia a mí y me miró casi incrédulo.

—¿De verdad?

—Pero el baile que yo práctico es diferente, no es un baile moderno, es especial.

—¿A qué te refieres?

Sonreí aún más.

—Te he dejado intrigado — lo señalé y él soltó una carcajada­­—. Me refiero al charlestón, al swing, bailo al ritmo del jazz.

—Oh, ya veo — exclamó enarcando una ceja —. Ahora que nos bajemos del auto debes hacerme una demostración. Estaría dispuesto a que me enseñes unos pasos.

—¿Seguro?

Él asintió energéticamente y me sonrió.

Perdí de vista los muelles, ahora nos encontrábamos entre calles silenciosas y poco iluminadas. Comenzó a extrañarme más, la sonrisa que había mantenido hacia un par de segundos estaba desapareciendo.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunté con curiosidad.

—Quiero mostrarte algo —me sonrió con malicia pero luego esa sonrisa se convirtió en un gesto apaciguador. Yo le respondí con otra sonrisa, pero no comprendía que era lo que quería mostrarme, ahí no había nada interesante que yo recordara.

Las callejuelas estaban desiertas, era tarde y además era un día festivo. De repente el lugar me pareció familiar, como si yo hubiera estado ahí antes. Esa sensación hizo que mi cuerpo se estremeciera.

Peter se metió en una de las estrechas calles y pude notar que la calle estaba cerrada, más adelante se podía ver el mar. Los edificios de ahí eran un poco más altos, y había algunos callejoncillos entre estos. Fruncí el ceño, reconocía ese lugar. Podía recordar la camioneta de mi padre siendo emboscada por los policías, yo estaba tirada en el suelo de la camioneta, echa un ovillo; recordaba el haber tenido mucho miedo.

—Aquí es —dijo de repente Peter, sacándome de mis pensamientos.

—¿Aquí? —pregunté incrédula —. ¿Qué hay aquí?

—Ya te lo muestro, ven —dijo apagando el coche y abriendo la puerta.

No esperé que Peter abriera mi puerta y me bajé de inmediato, el frio y la brisa del mar me golpearon enseguida. No había llevado abrigo así que inconscientemente me abracé a mí misma. Peter notó como, inútilmente, intenté taparme así que se quitó su chamarra y me la puso sobre los hombros. Me dio un beso en la mejilla y yo sonreí.

—Solo será un momento —dijo Peter y tomó mi mano para guiarme.

Estaba casi segura que era el mismo lugar donde había ocurrido esa tragedia, aquel día. Peter me guio hasta uno de los callejones que se encontraban entre los edificios, ahí el aire helado ya no nos pegaba directo. Miré hacia arriba y a mi alrededor, también ese lugar me traía recuerdos. ¿Dónde estábamos y por qué me había llevado ahí?

—¿Puedes sentarte? —preguntó tomando mi vestido, preocupado porque me ensuciara.

—Sí, claro —contesté. Entonces me recargué en la pared y me dejé caer en el sucio suelo. Peter se sentó a mi lado —. ¿Qué es este lugar, Peter? —pregunté aun mirando hacia todos lados.

—Déjame contarte algo —dijo con voz tranquila y apretándome con más fuerza la mano.

Lo miré, pero él miró al frente como si tratara de recordar. Entonces comenzó a hablar:

—Hace ya un par de años, más o menos doce años para ser exactos, mi mamá murió.

—¿Aquí? —pregunté incrédula.

—No exactamente aquí —respondió Peter señalando donde estábamos sentados, se calló unos segundos y luego continuó —. Era el día libre de mi padre, y esos días libres los aprovechamos como nunca ya que casi siempre estaba ocupado y no pasábamos mucho tiempo en familia. Ese día decidimos pasearnos por el Central Park, ir a comer e incluso mi mamá se paseó por las tiendas de la quinta avenida. Parecía un día perfecto en familia —Peter había estado sonriendo y de repente su sonrisa se desvaneció—. No contábamos con algo. Mi papá recibió una llamada urgente, hacía tiempo que estaban buscando a un delincuente y justo ese día lo localizaron, lo necesitaban. No podía decir que no, sus superiores lo reprendieron y le dijeron que era más importante la seguridad de los ciudadanos que la familia; tenía que cumplir con su deber. Mi padre no tuvo elección, tenía que trabajar.

"El sujeto se encontraba cerca de donde estábamos y ya era perseguido por algunas patrullas. Mi padre insistió en que nos quedáramos en el parque, que el volvería en un par de horas pero mi madre no quiso. No quería que le pasara nada y si no nos íbamos con él se iba quedar muy preocupada. Si era algo para no estar preocupados seguramente no importaría si fuéramos nosotros dos. Así que nos subimos al coche con él y comenzó a perseguir al delincuente —suspiró —. Yo estaba aún muy pequeño pero recuerdo muy bien que Ryan iba manejando demasiado rápido y que de un de repente comenzó a llover. Me asusté y comencé a llorar por el miedo. Y en ese momento mi madre se dio cuenta que no había sido una buena idea irnos con él.

"Perseguimos al delincuente y sus secuaces hasta esta calle. Ellos pararon y al bajarse del coche comenzaron a disparar contra nosotros —solté un respingo casi inaudible y fruncí el ceño —. No sé cómo le hizo mi mamá pero me sacó del coche y me trajo hasta acá, poniéndome seguro. No sé porque se fue y me dejó solo, no sé porque no regresó, hasta después lo supe—su mirada fue hacia el piso y noté como sus ojos se comenzaban a llenar de lágrimas, los míos estaban igual —. Mientras esperaba a que todo terminara apareció una niña... más o menos de mi edad, estaba muy asustada y ni si quiera se dio cuenta de mi presencia hasta que me senté a su lado. Nos asustamos por un balazo que se escuchó bastante cerca... Hablamos. Me dijo que sus papás también estaban ahí y también me dijo que tenía miedo, sabía que estaba aterrada pero quiso calmarme —una lagrima resbaló por mi mejilla, sus palabras me llevaron a ese día tan oscuro para mí pero visto desde otra perspectiva, ahora comprendía todo —. Nos abrazamos para enfundarnos valor, aunque era inútil, los dos estábamos aterrados y mojados —se rió amargamente—. En todo ese tiempo, que pareció eterno me hizo compañía. Nos quedamos dormidos y cuando desperté la lluvia había cesado y había mucho silencio. Fui a asomarme y entonces mi papá apareció frente a mí, me tomó en brazos y me llevó. Quise decirle de la niña, pero... no pude. La dejé aquí... Después me enteré que mi mamá había muerto en el enfrentamiento, le dispararon.

—Peter... —susurré con los ojos empapados en lágrimas.

—Yo sé que te preguntaras porque este lugar es especial si me trae tantos recuerdos tristes —dijo ignorándome —pero aquí me siento conectado con mi mamá, como sí una parte de ella estuviera aun aquí. Cada año en mi cumpleaños vengo hasta acá, recorro este pasillo y siento a mi madre, su presencia está aquí. Sentir eso es el mejor regalo que pueda obtener. Además siempre que estoy aquí recuerdo a esa niña, la que abandoné y me gustaría volver a encontrármela y pedirle perdón por dejarla pero también quisiera darle las gracias por hacerme sentir mejor en ese momento. Quisiera saber qué pasó con ella.

Sonreí a medias y me enjugué las lágrimas.

—Peter, ¿por qué no se lo preguntas ahora? —dije poniendo una mano en su mejilla y obligándolo a que me mirara —. Aquí esta ella.

Peter frunció el ceño, al principio no me entendió pero luego de analizar mis palabras creí que comprendió. Me miró con incredulidad, estaba esperando que dijera algo como: "Angela te estoy diciendo que no sé dónde está". Así que me adelanté a hablar de nuevo.

Papá dijo que... todo estaría bien —repetí las palabras que había dicho ese día para calmarlo. Fue en ese momento cuando se dio cuenta que yo era esa niña. Abrió los ojos con sorpresa.

—¡Eres tú! —dijo con emoción.

—Sí... yo era aquella niña —le dije sonriente.

Entonces sus brazos me envolvieron de repente. La sensación de deja vu fue más palpable ahora, era como esa vez cuando estábamos asustados y empapados, que quisimos darnos protección uno al otro. Un momento que quedaría en mi memoria por siempre.

Al separarnos lo miré fijamente y él hizo lo mismo conmigo. Tenía esos mismos ojos color chocolate y su cabello... como no me di cuenta antes, era él. Por eso Peter me daba confianza, por esa razón conocerlo fue tan diferente, fue por eso que captó mi atención, mi memoria lo reconoció. Él y yo teníamos una conexión basada en un momento ocurrido años atrás. Acaricié su mejilla y él acomodó uno de mis mechones de cabello detrás de mi oreja. Las lágrimas nos empapaban el rostro, lágrimas de felicidad. Era como si Peter siempre hubiera sido parte importante de mí, porque a ese niño siempre lo llevé en mí, deseando que él estuviera bien, que fuera quien fuera o donde sea que se encontrara, yo deseaba que la felicidad lo acompañara y estaba eternamente agradecida por su compañía de ese día. Él se sentía igual. Pegó mi frente con la suya y suspiró.

—Siempre has sido parte de mí, Angela — susurró.

—Y tú de mí —le dije sonriendo.

—Perdóname por haberte abandonado —dijo limpiándome las lágrimas y besando mi frente.

—No te preocupes, cuando yo desperté ya estaba en los brazos de mi papá. Y estaba preocupada por ti porque no sabía a dónde te habías ido... incluso tenía miedo de que te hubieran hecho algo.

—Y yo también. Conforme iba creciendo el recuerdo de ese día fue haciéndose menos claro pero a ti... no te podía olvidar y me quedaba pensando en lo que te pudo haber pasado.

—El destino nos volvió a juntar. Míranos ahora —dije soltando una risita. Peter también se rio.

—Estábamos destinados a volvernos a encontrar —susurró, pegó su rostro al mío y con su nariz acarició mi mejilla.

—Esto es tan raro —dije volviendo a acariciar su mejilla. Suspiré y aparté la mirada de él, miré el cielo estrellado —. Yo nunca regresé aquí... ni si quiera hice el esfuerzo por buscarte. Son muchos recuerdos tristes, en cambio tú lo relacionas con tu madre.

—El dolor que me causaba la ausencia de mi madre lo convertí en algo diferente, por eso al venir aquí, a pesar de traerme recuerdos tristes, hizo que el inevitable dolor que estaba sintiendo se aplacara y se volvió algo especial. Un recuerdo, un lugar que cambió mi vida, un lugar para honrarla y sentirla cerca.

—Mi madre también murió ese día, en ese mismo enfrentamiento —me estremecí—. Recuerdo todo eso y me pongo a temblar, uno de los momentos más horribles de mi vida.

—Eso quiere decir que... tu padre pudo haber matado a mi mamá y mi padre pudo haber matado a la tuya —musitó—. Tal vez esa sea la razón por la que Ryan está desesperado por atrapar a los Nardi.

Me encogí de hombros.

—Puede ser, pero no eran los únicos... habían más personas. Y en esos enfrentamientos lo único que importa es sobrevivir y matar antes de que te maten a ti.

Peter se mordió el labio y fruncía el ceño, como si estuviera analizando algo.

—Tu mamá y mi mamá son vecinas de tumba, ¿recuerdas? —dijo Peter poniendo una mano en su barbilla —. Y murieron en el mismo enfrentamiento, el mismo día. Qué extraño.

—No recuerdo que en el funeral de mi mamá haya habido otro funeral justo enseguida —rebusqué en mi memoria pero era inútil, estaba muy pequeña y estaba inconsolable.

—Ni yo.

Nos quedamos en silencio, nuestras manos estaban aún entrelazadas, los dos mirábamos el cielo sobre nosotros. Nunca pensé que volvería encontrarme con aquel niño, lo creía tan imposible y resultó ser Peter. Ahora era mi novio y una de las personas que más me importaban en el mundo.

—¿Aun piensas en que nos hayamos encontrado? —preguntó Peter volviéndose a mí.

—Sí, es que parecía tan imposible —dije sorbiéndome la nariz —. Siempre estuviste frente a mí y no me di cuenta.

—Lo sé –uno de sus dedos fue hasta mi mejilla, la acarició con delicadeza hasta posarlo debajo de mi barbilla —. Vaya descubrimiento que hicimos hoy.

Me reí y entonces pasé mis brazos alrededor de su cuello pegándome más a él.

—No puedo creerlo, en serio —le susurré, cerrando mis ojos y dejando que su aliento chocara con mi rostro.

Peter pasó sus brazos alrededor de mi cintura y me apretó más contra él.

—Ahora todo tiene sentido —continué hablando pero mantuve mis ojos cerrados, sentí como Peter me acariciaba el rostro con su nariz —, ahora lo comprendo todo.

—¿Qué cosa? —preguntó él tranquilamente.

Abrí mis ojos y justamente los suyos estaban clavados en los míos. Le sonreí.

—Siempre me proteges, eres mi ángel guardián, desde aquél día lo eres. Ese día me cuidaste de lo que estaba pasando afuera, a pesar de que tú también te morías del miedo... Luego cuando nos volvimos a encontrar me rescataste un par de veces. ¿Lo entiendes ahora? —le pregunté con emoción y él se rio.

—Sí, lo entiendo —dijo asintiendo —y tú... desde que te conozco tengo la necesidad de cuidarte y de no dejar que nada te pase, aunque se bien que tú puedes hacerlo sola; algo en mí me dice que debo cuidarte. Por ti soy valiente, tú me das valor. Sólo por ti.

Sonreí contenta y atraje a Peter más a mi cuerpo. Cerré mis ojos y lo sentí, mi cuerpo contra el suyo. Estábamos ahí de nuevo, en el mismo lugar donde nos habíamos visto por primera vez. Jamás creí volver ahí y jamás creí que lo vería de nuevo, pero él siempre estuvo ahí.

—Quiero que sea así... siempre —susurré —Para eso estamos, para cuidarnos mutuamente, para mantenernos a salvo y darnos el valor que nos haga falta. Yo sé que puedo hacerlo por ti. ¿Tú lo harás por mí?

Sentí que Peter me apartaba lentamente pero no me soltó por completo. Abrí mis ojos y entonces me di cuenta que los suyos brillaban de emoción.

—¿Siempre? —preguntó Peter, pero no fue como si sintiera miedo de eso, sino como asegurándose de que yo lo había dicho.

Asentí lentamente.

—Siempre —juró.

Entonces se acercó a mí y sin ninguna vacilación pegó sus labios contra los míos. No sé si fue el descubrimiento que habíamos hecho, el ambiente de romanticismo que teníamos, o las palabras que nos dijimos antes de besarnos pero era uno de los mejores besos que me había dado. Podía sentir la adrenalina correr por todo mi cuerpo, mi corazón latía incontrolablemente y mi piel se me había puesto de gallina. Sentía sus labios dándome caricias y me derretía en sus brazos. Ágilmente atrapé su labio inferior y lo mordí cuidadosamente. Peter se rio en medio del beso pero luego no perdió el tiempo y atrapó mis labios nuevamente. Cada vez el beso dejaba de ser suave y dulce para convertirse en uno más pasional. Sentí que su lengua se adentraba en mi boca y luego yo delineaba tímidamente con la mía sus labios. Cada roce y cada caricia que me proporcionaba me provocaban las mejores sensaciones que había tenido en mi vida hasta ese momento. Con una última presión en mis labios él se apartó, no quería que lo hiciera pero necesitaba aire, los dos lo necesitábamos. Sin embargo, no me aparté del todo de él, lo abracé y escondí mi rostro en su cuello, él no se quejó y comenzó a acariciar mi espalda.

—Te amo Angela — me susurró en el oído y simplemente al escucharlo mi corazón brincó de emoción.

Me reincorporé delante de él y lo miré con los ojos muy abiertos, de puro asombro y emoción. Él me amaba, me amaba. Y yo también.

—Yo también te amo, Peter —le dije con emoción —, y el saber que tú sientes lo mismo me... me —solté una risita tonta —me llena.

Él también se rio.

—Siempre quiero que sea así, hermosa. Te amo —suspiró —, te amo —me llenó de besos el rostro, sacándome otra risita.

No me importaba que fuera lo que pasaría de ahora en adelante, no me importaba lo que mi familia era y lo que su padre era, nada de eso importaba. Lo único que sabía con certeza es que quería a Peter a mi lado, siempre. No sabía cómo lo lograríamos pero íbamos a intentarlo y no me cansaría de luchar por él, porque lo amaba, porque era una de las personas más importantes para mí que en muy poco tiempo se ganó mi corazón y me enamoró por completo. Sí, tal vez cualquiera me diría que parecía una loca enamorada, entregándome al primer hombre que me había dicho cosas bonitas, que era muy tonta para prometer cosas que eran inciertas aun, que era muy joven como para saber si él se quedaría para siempre en mi vida. Quizás tuvieran razón, quizás no. Algo me decía que él era el indicado, el amor de mi vida, y que por más que lo intentara sería muy difícil separarnos. Lo amaba y él me amaba a mí.

—Cuando vengo aquí trato de hacer algo especial, tocar la guitarra, recitar un verso en voz alta o poner una canción— me dijo al tiempo en que se ponía de pie y tomaba mi mano, instándome a imitarlo —. Ahora que me has dicho que bailas un tipo de baile diferente a lo común, y que estoy dispuesto a que me enseñes, quiero que bailemos esta noche.

Le sonreí con complicidad y cuando estuve de pie tomé un suspiro, admiré a Peter unos instantes más, con sus ojos brillosos y su sonrisa encantadora que no abandonaba su rostro. Me gustaba verlo de esa forma y en ese instante me juré que siempre quería verlo así de feliz y radiante.

Alcancé su mano y entrelacé nuestros dedos.

—Me parece una idea perfecta. ¿Listo para aprender a moverte al ritmo del jazz?

—Listo, pero aguarda— sacó su móvil del bolsillo de su pantalón, movió sus dedos rápidamente y en menos de lo que pensé una canción de jazz que provenía del aparato inundaba el silencio de la callejuela.

—Esto se volverá una muy buena clase de baile — musité, poniéndome en posición para comenzar a enseñarle los pasos básicos.

**

Podría decirse que el frío nos corrió de aquel lugar, ya que estábamos a la intemperie; y conforme la noche avanzaba la temperatura también bajaba. Peter no quería que me resfriara y yo tampoco lo quería ver enfermo a él.

Me cargó en sus brazos, como si fuera un bebé, y se encaminó hacia donde habíamos dejado el coche. Por fin Peter me dejó en el suelo, me abrió la puerta del coche y dejó que entrara. Después el rodeó el coche y se subió, tomando el volante.

Cuando arrancó, una mano la mantuvo en el volante y con la otra tomó mi mano, entrelazó sus dedos y los apretó con fuerza. Encendí la radio y la música lenta nos envolvió, parecía que todo coordinaba para seguir en ese ambiente romántico. Me gustaba, aún estaba emocionada y abrumada por todo lo que había sucedido. Pero eso sí, no podía dejar de sonreír. Le lancé una miradilla de reojo a Peter y me di cuenta que le pasaba lo mismo.

—¿Estas feliz? —pregunté mirándolo con una sonrisa.

—Tú me haces feliz, así que siempre lo soy —contestó también con una sonrisa —. ¿Tú eres feliz?

Ladeé mi cabeza sin dejar que mi sonrisa se desvaneciera.

—Claro que sí —respondí —y en estos momentos más.

Soltó una risita. Justo nos tuvimos que detener ya que la luz roja estaba encendida en el semáforo y Peter aprovechó ese momento para acercarse a mí y lentamente plantarme un beso en los labios, que hizo estremecerme por lo sensual que había sido.

—Te amo— susurró. Parecía que no iba a cansarse de decírmelo.

—Te amo —le contesté acariciando su mejilla y dándole un beso en la comisura de su labio.

Tomó nuestras manos entrelazadas y besó mi dorso. Suspiré complacida. No quería que esa noche acabara, no aun.

Después de unos largos minutos de camino llegamos al vecindario donde se encontraba mi casa. Pasamos justo frente de ella para darnos cuenta que la fiesta continuaba y que muchos de los coches seguían ahí. Resoplé, seguramente la casa estaba bastante llena todavía.

—Tendrás que ayudarme a subir —le dije haciendo una mueca.

—No te preocupes, no me molesta —dijo Peter mientras se estacionaba justamente donde había estado antes.

Nos bajamos del coche y tomados de la mano nos dirigimos al balcón de mi habitación. Me mordí el labio, desde ahí abajo parecía que estaba más alto.

—Puedes subir por aquí —dijo Peter señalando la pared enseguida del balcón, estaba decorada con una enredadera pero debajo de ella había una especie de adorno para jardín de madera y dividida en cuadrantes.

—Hasta que le encontraré utilidad a esa cosa —exclamé y Peter soltó una carcajada —. Sh... recuerda que todavía hay gente ahí dentro.

—¿Alguien pudo haberse dado cuenta de que no estabas? —cuestionó Peter un poco preocupado.

Me encogí de hombros y solté su mano para ir caminando hasta la pared de la enredadera. Yo no estaba preocupada por eso, si alguien se dio cuenta podía decir una mentira y salir bien librada.

—Muchos se dieron cuenta que abandoné el salón enfadada, y cuando me enfado saben que no deben de meterse conmigo.

—Mmm... hacen bien —afirmó Peter.

Me volví a él, con una mano ya rodeando al adorno de madera, hice una mueca de ofendida. Peter fue hasta mí riéndose, me abrazó por la cintura y me besó el cuello.

—Sólo bromeo, amor —me susurró.

—Ajá —dije con ironía —. Ahora ponte atento que si doy un paso en falso debes salvarme.

—Siempre.

Comencé a subir por ahí, tratando de que mis pies se posaran en lugares firmes de la planta y del adorno de madera. Sentía que estaría demasiado frágil pero ya había avanzado un poco y seguía dura y fuerte. Elevaba las manos y tomaba una parte firme sobre mi cabeza, ese era el punto de apoyo para impulsarme hacia arriba, luego mis pies se quedaban donde antes había tenido las manos.

Llegué hasta la misma altura del balcón, entonces me acerqué más a este y estiré una mano para tomarlo, sin soltar la otra de la planta. Fue ahí cuando me di cuenta que Peter me vigilaba atentamente desde abajo, observando cada paso que daba.

—Ten cuidado ahí —me dijo cuando lo miré —. Agárrate bien, fuerte.

Asentí en su dirección.

Mi mano se aferró al metal del balcón con fuerza y luego estiré una de mis piernas y logré meterla entre dos barandales del balcón. Cuando supe que era seguro, me solté del otro brazo y de la otra pierna de la planta. Finalmente me di la vuelta, pasando una pierna primero por el balcón y seguidamente la otra, aun sosteniendo con fuerza del metal, y por fin llegué sin ningún rasguño al piso del balcón.

—Victoria —dije alzando los brazos y volviéndome a mirar a Peter.

Me aplaudió y me sonrió.

—Que ágil eres —me halagó y yo le guiñé un ojo. Entonces me di cuenta que se había quedado sólo abajo y ni siquiera me había despedido de él.

—¿Ya te vas? —pregunté inocentemente y él asintió —. No te despediste —hice un puchero. Él sonrió de lado, entonces corrió hasta la pared de la enredadera y rápidamente comenzó a subir. Me reí y me acerqué para recibirlo.

Cuando llegó a la altura del balcón yo ya estaba ahí, se acercó a mí y me besó. Atrapó mis labios y les dio caricias con dulzura. Me separé solo unos centímetros de él y lo miré fijamente.

—Quédate —susurré —. Hazme compañía esta noche.

Peter me miró con duda, ladeando su cabeza hacia un lado. Tomó mi mejilla en una de sus manos y me sonrió.

—Por favor —pedí poniendo la mejor cara de convencimiento que sabía hacer.

Peter se rio, se acercó una vez más a mí y volvió a besarme. Luego al soltarme se pasó de un brinco hasta el balcón aterrizando justo delante de mí.

—Aquí estoy, y no me iré —me dijo sonriente.

Sonreí con ganas, me puse de puntitas y lo abracé, pasando mis brazos alrededor de su cuello. Sentí que sus manos rodearon mi cintura pero entonces pude notar que comenzó a elevarme. Mi reacción fue rápida y elevé mis piernas enredándolas en su cintura. Él bajó sus manos hasta sostenerme de la espalda baja. Nuestros rostros se rozaron, con un movimiento hice que nuestros labios tuvieran un pequeño roce, sentí su aliento combinándose con el mío. Nuestras frentes se unieron y él acortó la mínima distancia que había entre nosotros para besarme con entusiasmo. Presionó sus labios sobre los míos con suavidad, dándoles dulces caricias, disfrutando cada roce. De esa forma nos adentramos en la habitación.

Tenía los ojos cerrados pero estaba casi segura que las luces seguían apagadas. Peter no dejó de besarme y no dejó de pegarme a su cuerpo, me mantuvo así por mucho tiempo y yo no quería que parara de besarme a pesar de que mis labios se desgastaran con cada uno de sus besos. Después de un rato, que para mí fue muy rápido, me dejó en el suelo. Dio una última presión a mis labios y luego se separó unos centímetros de mí.

En el silencio podía escuchar los latidos de su corazón y su respiración entrecortada. Abrí mis ojos y me di cuenta, a pesar de la oscuridad, que los tenía cerrados, pero una sonrisa estaba dibujada en su rostro. Sonreí ya que me causó mucho ternura verlo de esa forma, parecía realmente feliz. Tomé sus manos que descansaban a sus costados y entrelacé mis dedos con los de él. Abrió sus ojos y al toparse con mi rostro me sonrió. Se acercó más a mí y besó mi frente. Solté un suspiro inesperado, un suspiro lleno de emoción, de puro amor.

—Como me haces suspirar —le susurré.

—Lo estoy haciendo bien, entonces —me dijo en voz muy baja.

Solté una risita, un tanto nerviosa. Una idea había cruzado por mi mente y estaba decidida a ponerlo en palabras, ya no tenía miedo, sabía que el amor que sentíamos era certero. Me puse de puntitas para alcanzar su oído, lentamente me acerqué a él, tomé aire y sentí un cosquilleo dentro de mí antes de pronunciar las palabras que serían el motor de arranque para esa noche.

—Hazme el amor, Peter —susurré en su oído, me aparté para ver su expresión y me reí al ver como sus ojos estaban casi desorbitándose—. Estoy lista —le aseguré.

Peter tragó audiblemente sin dejar de mirarme y aun sorprendido.

—¿Estas segura? —preguntó.

Yo asentí lentamente, me puse nerviosa pero eso no haría que cambiara de opinión. Quería entregarme completamente a él, quería que me hiciera suya, que mi hiciera el amor. Lo quería, lo deseaba y lo amaba.

Peter sustituyó su expresión de sorpresa por una sonrisa tímida, su mirada se paseó por mi rostro y luego bajó por mi cuerpo, repasando cada detalle. Su mirada tan atenta no me intimidó, en cambio sentí que admiraba una obra de arte. Luego, con mucha delicadeza, las yemas de sus dedos comenzaron a tocarme, primero acaricio mi rostro y luego bajó por mi cuello hasta mi pecho. Su toque hizo que mi cuerpo reaccionara, una sensación que hacía que cada célula de mi cuerpo tomara vida propia para enloquecerse. Me sonrió y su frente volvió a unirse con la mía, cerró sus ojos mientras sus manos paseaban por mi cuerpo aun cubierto por mi ropa.

—¿Quieres que te haga el amor?

—Sí — respondí en un susurro, en mi voz se reflejaba mi nerviosismo. Tragué en seco al tiempo en que sentía el tacto de Peter recorrer mi espalda —. Quiero que sea especial —volví a susurrar, esta vez me obligué a verlo a los ojos a pesar que sentía mi rostro sonrojado.

Él abrió sus ojos y me miró con ternura.

—Lo será, te prometo que seré cuidadoso y cariñoso. Haré que nunca olvides esta noche, porque será especial.

Sus palabras y el roce de sus dedos contra mi piel hicieron estremecerme. Acunó mi rostro con sus manos, atrayéndome hacia él. Comenzó a besarme lentamente, acariciando con suavidad mis labios. Luego sus labios se despegaron de los míos para besarme la mejilla, el mentón, bajando por mi cuello y llegando hasta mi hombro. Era inexplicable como me estaba haciendo sentir aquello, dejé que mi cabeza callera hacia un lado y entrecerré mis ojos, disfrutando de sus besos. Apartando el miedo y relajándome ante sus caricias. Se quitó su chamarra que aun llevaba encima y dejó que callera al piso, luego tomó uno de los tirantes de mi vestido y lo bajó lentamente, dejando a mi hombro desnudo, y presionó sus labios ahí. Aproveché su posición para pasar una de mis manos por su sedoso cabello. Él alzó la cabeza de repente y se topó con mi mirada, ahora sus ojos brillaban con más intensidad, podía notar ese deseo, esas ganas que tenía de mí y puede parecer extraño pero sentí que me excitaba con tan solo esa mirada, ya que me hacía sentir deseada de una forma muy diferente. Se acercó a mí y volvió a besarme, presionando con fuerza sus labios contra los míos. Entre abrí un poco mi boca en un intento de atrapar sus labios, y el dejó que los acariciara, cada vez con más entusiasmo. Su lengua delineó mis labios y luego la deje entrar en mi boca para que se encontrara con la mía. Saboreé sus labios, su boca completa, y mordí cariñosamente su labio inferior.

Nos separamos en un movimiento brusco y entonces comencé a quitarle su camisa. El torso desnudo de Peter siempre me había maravillado. Pasé mi mano por su abdomen, recorriéndolo y maravillándome aún más, lo acaricié hasta llegar a su cuello. Tenía una sonrisa ladeada en su rostro y yo solté una risita, pude sentir que mis mejillas se encendían mucho más de lo que ya se encontraban y agradecía que las luces estuvieran apagadas.

Peter llevó una de sus manos detrás de mi cuello, se acercó para besarlo con delicadeza y entonces desabrochó mi collar de perlas. Volvió a besarme el cuello y un estremecimiento recorrió mi espalda. Me entregó el collar en la mano, no sabía que quería que hiciera con él era obvio que no lo necesitaba ni me importaba, así que lo lancé hacia el frente, lejos de nosotros, podría buscarlo por la mañana. Peter se rio y se pegó más a mí haciendo que sintiera más su cuerpo. Entonces sus manos me acariciaron los brazos, luego una de sus manos fue hasta el cierre de mi vestido y aproveché ese momento para besarle el cuello. Sentí un leve estremecimiento de él pero no dejó de concentrarse en desabrochar el vestido. El vestido calló, cuando pudo bajar el cierre, y dejó a la vista mi ropa interior color negro. Peter me recorrió con la mirada y noté como se le formaba una sonrisa pícara en su rostro.

Sin esperar más tiempo se abalanzó sobre mí y me tomó en sus brazos, cargándome y volviéndome a besar, esta vez con mucho más entusiasmo y con mucha más intensidad. Volvió a besar mi cuello y mis hombros, para luego buscar mis labios. Me di cuenta que se movía, que caminaba conmigo en sus brazos y entonces me tumbó en la cama.

Pegó su frente a la mía, su respiración entrecortada se combinaba con la mía y sus ojos me miraban fijamente, como si quisiera grabar cada centímetro de mi expresión. Suspiré temblorosamente.

—¿Estás bien? —preguntó en un susurro.

Cerré mis ojos. Me concentre en pensar en Peter, en que lo amaba, en que no podía confiar tanto en alguien como en él. Sabía que me protegería de todo, siempre lo intentaría. No iba a pasarme nada. Tragué audiblemente y luego me relamí los labios, que podía sentir un poco hinchados por tantos besos. Abrí mis ojos y me topé con los de Peter, quien esperaba una respuesta.

—Sí — mi voz sonó segura.

—Sabes que si no quieres... puedo detenerme... y si te sientes incomoda puedo parar en cualquier momento.

Comencé a negar antes de que terminara de hablar hasta que lo interrumpí.

—Estoy bien —susurré. Alcé mi cabeza y lo besé en los labios, una corta presión.

Se apartó de mí y pude notar una sonrisa ladeada.

—Disfruta —me dijo y yo asentí.

Tomé aire. Peter comenzó a dejar un camino de dulces besos desde mi cuello, pasando por mi pecho, hasta mi abdomen. La adrenalina estaba subiendo. Se apartó y quedó de pie frente a mí. Mis ojos ya estaban acostumbrados a la oscuridad, así que podía ver a Peter perfectamente. Me guiñó un ojo y luego comenzó a quitarse sus pantalones. Me alcé sobre mis codos y comencé a reírme. Mientras lo observaba quitarse sus prendas y colocarse un preservativo me mordí un labio inconscientemente con lujuria. Quería a ese hombre para mí, que fuera mío, solo mío. Me quedé mirando perdidamente la anatomía de Peter, era perfecto, no podía evitar sentir mis mejillas encendidas pero al mismo tiempo algo vibrante estaba dentro en mí.

Peter se abalanzó cuidadosamente sobre mí y mientras me besaba lentamente los labios, con la idea de que su cuerpo desnudo estaba sobre mí, fue despojándome de la ropa que en esos momentos no tenía ninguna función. Me sentí un poco intimidada, nunca antes había estado desnuda delante de un hombre y me daba vergüenza que pudiera encontrar algo que le desagradara. Pero todos esos pensamientos se fueron en el momento en el que me besó de nuevo, los nervios desaparecieron casi por completo.

Cada roce de sus manos contra mi cuerpo ahora desnudo hacía que mis terminaciones nerviosas cobraran vida. Con sus manos recorrió mi cuerpo, su tacto que ardía de una manera tan placentera, algo que no podía describir con palabras, nunca antes había sentido algo como eso. Sus manos y sus labios se deslizaron por los rincones más sensibles de mi cuerpo, haciéndome soltar unos ligeros gemidos.

Mis manos estaban aferradas a las cobijas de la cama pero cuando las solté llevé mis manos a la nuca de Peter y lo apreté contra mi cuerpo, obligándolo a que me besara. Fui yo la que guio el beso, lo estaba haciendo con desesperación, desgastando mis labios y los suyos, pero era la energía del momento que me hacía hacerlo de aquella manera.

Al separarnos, jadeantes y con nuestras frentes sudadas, clavó su mirada en la mía. Aún tenía mis manos en su cuello y sus manos descansaban a mis costados.

—Eres perfecta —me susurró —, eres hermosa, eres mi amor. Mía, solo mía.

—Soy tuya y tú eres todo mío. Somos de los dos —respondí con un hilo de voz.

Besó mi frente con dulzura y yo sonreí. Me miró unos momentos más, como si estuviera aguardando el momento por si cambiaba de opinión, pero entonces yo hice un leve asentimiento con mi cabeza, quería que siguiera y me llevara hacia otro mundo.

Peter se acomodó y entonces entró lentamente en mí. Fue una sensación extraña, dolió, un dolor soportable pero entumecido por los besos y la excitación previa. Me quedé inmóvil y solté un gemido muy quedo, pero no fue suficientemente bajo, Peter me escuchó. Me miró y yo me mordí un labio.

—Relájate —susurró en mi oído.

Suspiré, obedeciéndole. Su mano buscó la mía en la oscuridad, nuestros dedos se entrelazaron, dándome su apoyo. Se adentró un poco más y el dolor fue sustituido por el placer. Busqué a tientas sus labios y me abracé al cuerpo de Peter un poco más. Comenzó a moverse, lento, suave y con cuidado, besando mi frente y tratando que no sintiera nada más que placer. Las sensaciones fueron en aumento.

Peter apartó sus labios de mi boca y los dirigió a mi cuello y a mis pechos. Mientras mis manos recorrían su espalda, de arriba abajo, acariciándolo. Gemí y él también. Lo besé una vez más pero luego me aparté dejando que mi cabeza se fuera hacia atrás. Estar así con Peter, tan íntimamente unida, haciéndonos uno, era la mejor sensación que alguna vez había experimentado. Tener una conexión con alguien más allá de lo físico era increíble y me alegré de haber hecho esto estando enamorada.

—Te amo —dijo Peter mirándome. En ese momento me sentí amada, realmente amada. Me derretí por dentro.

—Te amo —respondí jadeante.

Nos movimos lentamente por varios minutos, disfrutando y deleitándonos con el cuerpo del otro, amándonos sin medida y sin importarnos nada de lo que había allá en el mundo exterior. No hubo un clímax, pero ambos nos sentíamos tan bien que eso se reducía a nada.

Me sonrió, soltó una risita y pegó mi frente con la mía. A pesar de la oscuridad podía notar un brillo especial en los ojos de Peter, que me miraban con fascinación. Una de mis manos fue hasta sus labios y delineé su labio inferior con un dedo. Estaba encima de mí aun, pero no sentía que me estuviera aplastando, una posición realmente cómoda y cerca de él, así como quería tenerlo siempre.

—¿Lo hice bien? —pregunté inocentemente, ladeando mi cabeza.

—Más que bien —contestó él y luego me dio un beso rápido en los labios.

—¿Aunque no pudimos llegar al orgasmo?

Él asintió y volvió a sonreírme.

—Tendremos mucho tiempo para aprender a darnos buenos orgasmos — me guiñó un ojo.

—Gracias... por hacer esto tan... especial —murmuré sin dejar de mirarlo —. Gracias por amarme.

—Te lo mereces, amor.

Peter se movió de repente haciéndome girar, solté un gritito y luego una risa. Quedé sobre él, con mis manos en su pecho desnudo. Extendió los brazos y cerró sus ojos.

—Ahora soy todo tuyo, haz conmigo lo que quieras. Estoy bajo tu merced.

Me reí con ganas, apenas me estaba recuperando de todo el ajetreo anterior y ya quería volver a empezar. Debía admitir que no estaba tan cansada, me sentía feliz y con muchas más energías.

—Pero no sé qué hacer —me acerqué a él y atrapé su labio inferior mordiéndolo ligeramente, noté como se estremeció.

—Pues eso ha estado bien —murmuró y abrió sus ojos. Llevó sus manos a mi cintura sin dejar de mirarme —. Vamos a amarnos toda la noche si es posible, así que prepárate —me advirtió.

Un escalofrió recorrió mi columna vertebral. Ese hombre iba a matarme por hacerme sentir tantas cosas. Correría el riesgo, quería seguir amándome y yo quería seguir amándolo.

Me abalancé sobre él y comencé a besarlo con fiereza. Y entre caricias, roces y susurros de "te amo", nos entregamos y nos amamos por el resto de la noche.


Hola \o/ Un capítulo largo, porque este capítulo vale la pena que sea así de largo. Mucho amor por el aire :3 son tan asdfghjjkl. Espero que lo disfruten y que les guste mucho, yo lo amo <3

Dedicación para: MSaraHG16 gracias por tu apoyo lindura, además que me encanta tenerte en el grupo de whatsapp :3 espero lo disfrutes!! 

Nos leemos prontito, tal vez deje un adelantito en la página de facebook 7u7

Adiós xoxo


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