Por milésima vez, Nagisa estaba marcando el número de su novio. Y, por milésima vez, nadie contestó.
—Lo voy a matar.— Susurró con riña y lo suficientemente alto para que sus amigos se dieran cuanta de su molestia, incluso estando de espaldas.
—Na-Nagisa... tranquilízate. — Kaede posó su mano en el hombro ajeno con cierto temor.
—Kayano-san tiene razón Nagisa, no sirve de nada que te pongas así. —Secundó Sugino sin descuidarse de mantener la distancia con el más bajito; cuando se ponía así -lo cual no era muy seguido, pero de todas formas-, prefería no acercarse mucho.
—Pensar que hasta vino a recoger sus cosas.— Siempre tiene que haber alguien que le siga echando carbón al fuego en este tipo de situaciones y, quién mejor que Nakamura para hacer eso.
—Nakamura-san, por favor.— Kayano le suplicó que se callara.
—De acuerdo, perdón. —La rubia dirigió su mirada al banco vacío que normalmente ocupa el tan buscado Akabane.
—Me dijo que llegaría para la clase de inglés... ¡Ya finalizó el día, y ni siquiera se digna a contestar las llamadas! ¿Cree que puede saltarse todo el día?
—Tal vez Karma-kun tuvo alguna urgencia. —La chica de ojos avellana ya no tenía cómo justificar al pelirrojo desaparecido; pero no perdía nana intentado.
—Lo volveré a llamar.— Nagisa ya estaba listo para volver a apretar el botón de "Llamar", pero su teléfono le fue arrebatado por el beisbolista.
—No, no. Nagisa, olvídate de él un rato.—Alzó el celular a una altura que el peli-celeste no pudiera alcanzar. — No necesita una segunda mamá.
—Es cierto Nagisa-kun. Mejor vamos a algún lado a entretenernos.— La rubia acotó a la conversación.
— Sí, sí. Apoyo esa idea.
—Uh. De acuerdo.
—Tengo una idea; vamos todos a esa casa abandonada que está casi saliendo de la ciudad.— El chico de ojos azulados le dio un pequeño golpe al menor en el hombro.
—¿Por qué querría ir a ver una casa que se quemó hace...? No sé, cinco años.
—Cualquier cosa sirve en este momento, ¿Les parece chicas?
—Eh. Claro, ¿Por qué no?— Contestó Kayano no muy convencida.
—Si de esa forma podemos despejar a Nagisa-kun, está bien por mí.— Finalizó Río.
—¡Que no se diga más!
・ ・ ・
Los cuatro estudiantes estaban frente a la enorme casa que se incendió hace ya cinco años. Aún seguía en pie, apenas, pero lo estaba.
—¿Por qué nunca la arreglaron o demolieron?—Cuestionó la más bajita de los cuatro.
—Se dice que los antiguos dueños exigieron que la casa quedara intacta; uno de sus hijos desapareció el día del incendio, aunque a contar por los años que han pasado, ya lo dieron por muerto. —Explicó el chico de cabello corto.
—Bueno, ya la vimos ¿Ahora qué?— Dijo la rubia con aburrimiento.
—Ahora entraremos a la casa.
—¡¿Qué?!—Los tres restantes gritaron al unísono por esa respuesta.
—¿Qué otro punto de haber venido si no?— Sugino emprendió camino hasta la puerta de la casa hecha ruinas.
—¿Estás loco? Esa casa se está cayendo de a poco.—El peli-celeste se alarmó al ver como su amigo abría la puerta de la casa.
—Que suerte, no tiene seguro.
—¡Sugino!
—Qué más da, será interesante.—Ahora era Nakamura la que entraba en esa peligrosa construcción en ruinas.
—¡Nakamura-san!
—Nagisa, entremos.— Al final, la peliverde tomó de la mano a Nagisa y lo arrastró hasta el interior del lugar.
Ya todos allí, comenzaron a explorar lo que encontraban; los muebles quemados, algunas fotos quemadas, a tal punto que no se puede ni siquiera distinguir los rostros en ellas, objetos de valor rotos y mucho, mucho polvo.
—¡Chicos, miren lo que encontré!— La rubia que llamó la atención de todos, tenía algo extraño en la mano, parecía un globo desinflado. Se acercaron un poco más y pudieron ver con claridad de lo que se trataba...
Era un condón usado.
—Parece que alguien se divirtió mucho aquí.—Agregó Río con diversión mientras movía de un lado a otro el preservativo.
—¡N-Nakamura-san, suelta eso!— Gritó Kayano, avergonzada y algo asqueada.
Una vez terminaron de husmear la primera planta de la casa, a Sugino se le ocurrió la "maravillosa" idea de subir a la segunda planta. No contaba con que los escalones estaban completamente débiles y no soportarían su peso, por lo que su pie quedó atrapado en uno de los escalones.
—¡WAAH!
—¡Sugino-kun!
—¡AYÚDENME, AYÚDENME!— Era lo único que podía decir el chico atrapado.
—Sugino...—Nagisa intentó hablarle.
—¡VOY A MORIR!
—Sugino-kun...—Esta vez era Kayano.
—¡Si muero, díganle a Kanzaki-san que...!
—¡Sugino-kun! Sólo quita el pie.—Nakamura fue la única que pudo terminar la frase.
—Oh... —El ojiazul sacó cuidadosamente el pie del agujero. —Lo siento, entré en pánico.
—¿Qué decías sobre Kanzaki?— A Río no se le pasó de largo ese detalle.
—N-no... Nada— El chico intentó ocultar su notorio sonrojo y empezó a subir cuidadosamente— .T-Tengan cuidado al subir las escaleras.
La segunda planta no era muy distinta a la anterior. Los muebles quemados, partes de la construcción en ruinas y mucho, mucho polvo.
—No hay nada interesante aquí, ya vámonos.— Gruñó Río unos minutos después de haber revisado todos los cuartos.
—Miren, allí hay otra puerta.—Señaló Kaede.
La puerta llevaba a un cuarto que se veía peor que todos los otros, no había nada en pie.
—Tal parece que aquí empezó el incendio.
Nagisa vió algo extraño en el suelo que se distinguía con todo lo demás, era algo de color rojo. La curiosidad lo mataba, así que se acercó cuidadosamente, y, cuando llegó a él ,lo agarró para examinarlo.
—¿Qué encontraste, Nagisa-kun?— El nombrado ignoró por completo la pregunta de su amigo.
Era una especie de brazalete de tela, color rojo y con una K grabada en el medio con hilo dorado.
—¿Cómo es que esta cosa no se quemó en el incendio?—Se preguntaba el peli-celeste.
—Ya vámonos, estoy aburrida.— Volvió a quejarse la rubia.
—Nagisa- vamos.— Le llamó la peliverde.
Por alguna razón, Nagisa sintió la necesidad de quedarse con aquel brazalete. Lo metió en su bolso y volvió con sus amigos como si nada.
・ †・ †・ † ・
✎Aquí es donde ya se empieza a aclarar todo.
✎Pd; las que leyeron la historia completa, no hagan ningún tipo de spoiler plz.
[Editado el 19/02/17]