Cincuenta sombras de Mika

Por NiuyaFujoshi

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Yūichirō, un joven de 21 años, recibe una oferta de trabajo cómo asistente personal para el soltero multimill... Mais

Capítulo 1 - "Prueba de trabajo"
Capítulo 2 -"Violación"
Capítulo 3 - "Deseo morder esos labios"
Capitulo 4 - "Cuarto de juegos"
Capítulo 6 - "Hace quince años atrás, Él y yo."
Capítulo 7 - "Un antiguo sumiso y el contrato"
Capítulo 8 - "Fue un -Placer- conocerte"

Capítulo 5 - "Te haré mío"

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Por NiuyaFujoshi


---Espera...ah. –--Gemía el menor mientras era embestido sin compasión. Pero este no le hizo caso. Continuó entrando y saliendo mientras que Yūichirō rasguñaba una parte de las sabanas con su mano y con la otra tapaba sus ojos para ocultar su timidez. Hasta que poco a poco, El dolor iba haciéndose menos presente en aquel lugar. El mayor ahora quería verlo a la cara, le quitó la mano de encima y la coloco a un lado presionándolo en la muñeca para que el otro no se mueva. Y así, sensualmente, comenzó a moverse de atrás hacia delante lentamente sin quitarle los ojos de encima. Acto que hacía llenar de deseos y lujuria al pelinegro.

---Su miembro está tan caliente...puedo oler su perfume desde aquí...y sentir su pesado cuerpo contra el mío... ¿Cómo es que terminamos así? se siente...se siente tan...rico...ah.

---Mierda, Yūichirō. Mírate. Me vuelves loco.

Mikaela, luego de decir eso, noto que el miembro de Yūichirō comenzaba a ponerse mas erecto y con una mano empezó a masturbarlo y a aumentar las embestidas. Sus manos frías tocando aquella zona tan caliente, le hacían perder la cordura al pelinegro. Los gemidos de Yūichirō comenzaban a escucharse más afeminados y excitantes para los oídos de su jefe. El rostro del menor que antes fue bañando en lágrimas, ahora tenía una pequeña sonrisa de placer al sentir el miembro de Mikaela crecer aún más dentro de el. Las agitaciones de los dos aumentaban, y así siguieron, hasta llegar al climax.

Unas ahogadas melodías de piano hicieron que el pelinegro despertara. Giró lentamente su cabeza hacia los grandes ventanales de la habitación y observo la danza que hacían aquellas cortinas blancas al ser empujadas por el viento. No sabía dónde estaba su ropa, por lo que se cubrió con las sabanas de la cama y decidió ir al lugar de donde provenían aquellas melodías que transmitían paz y tranquilidad a los oídos de cualquiera que lo escuche.

Caminaba con dificultad. Su interior le ardía mas con cada paso. Dolor que lo obligaba a  detenerse y tomarse unos segundos para reincorporarse de nuevo y seguir caminando por el pasillo hasta que se detuvo al ver a Mikaela en el living. Sus cabellos húmedos y despeinados caían sensualmente sobre su rostro. Era una silueta oscura y misteriosa, emitiendo música, acompañada por la luz de la luna y las luces en los edificios de Nagoya.

Yūichirō se le acerca. Una vez allí intenta abrazarlo por detrás pero el empresario quita sus manos de el, se pone de pie y lo alza bruscamente. Dejando caer las sabanas que lo cubrían. Teniendo ambas piernas del pelinegro rodeando su cintura. Comienza a besarlo dulcemente mientras lo llevaba de nuevo, a aquella habitación. Planeaba hacerlo de nuevo. Y así fue.

El día apenas comenzaba. Yūichirō se dispuso a levantarse antes que su jefe y preparar un rico desayuno de waffles con crema americana. El mismo reconocía que no era un experto en la cocina, pero lo básico, lo sabia. Llevaba mucho tiempo desde la ultima vez que descanso tan bien por la noche, y debido a eso, hoy se sentía animado.

De fondo, sonaba The Rolling Stones - Beast Of Burden. El pelinegro disfrutaba de esa canción siguiéndole el ritmo con sus caderas mientras batía y mantenía los ojos cerrados, fingiendo ser uno de los cantantes. Hasta que un descuidado movimiento lo hizo estremecer del dolor. Sabia que tendría que adaptarse a esto.

---¿Aún te duele? ---Preguntó el Shindō. Quien se encontraba sentado en la barra del desayuno observándolo, quien sabe hace cuantos minutos. El menor al escuchar su voz de sorpresa, voltea bruscamente y provoca que un poco de crema salpique sobre su cara.

---Buenos días... ----Respondió asustado. Mientras le seguía la mirada a esos ojos que comenzaban a acercarse.

---...Buenos días. –--Afirmo Mikaela, una vez teniéndolo en frente, se acerca a su rostro y lame lentamente la crema que este se había salpicado. Acto que hizo ruborizar por completo al pelinegro. ---Que rico. Ya tengo hambre.

Ahora se encontraban en la barra. Disfrutando en silencio del delicioso plato que el mismo Yūichirō  cocinó para ambos y una vez terminando, Mikaela tomó su mano y la besó como si de un príncipe a su princesa se tratara y le dijo:

---Vamos a bañarte.

Este obedeció y siguió sus pasos hasta llegar al baño. Al parecer Mikaela estuvo calentando el agua de la bañera antes de ir a la cocina a sentarse. La llenó con agua hirviendo para cuando ambos terminen de desayunar. El agua se encuentre en una excelente temperatura para los dos. Y así resultó ser.

El baño era muy lujoso, con un gran espejo y alfombras de piel blanca. Ambos se quitaron su vestimenta a espaldas. Pero Mikaela podía observar fácilmente a Yūichirō a través de su reflejo en el espejo. Su cuerpo era tan delgado y frágil. Su piel era tan bella y uniforme, no podía quitarle los ojos de encima. El menor entró a la bañera lentamente, dejando un espacio para el rubio. Aquel se acercó a la bañera, lo miró fijamente a los ojos y soltó una pequeña sonrisa. Esos ojos tan grandes y brillantes, sus cabellos negros despeinados y esa expresión tan inocente, el mayor sentía como si estuviese viviendo un cuento. 

Ahora se encontraba sentado en el respaldar de la bañera, con sus piernas separadas, teniendo de espaldas a Yūichirō. Mikaela Lo toma por la cintura y lo acerca delicadamente contra él. Este se ruboriza al sentir el miembro contra su espalda. El empresario toma una esponja humedecida y comienza a deslizarla por el cuerpo de este, atentamente, apreciando cada parte, haciendo suspirar al menor. Sin duda el gran multimillonario era un hombre muy seductor.

Ahora se encontraban en el dormitorio sentados al pie de la cama.

---¿Confías en mí? ---Le dijo seriamente Mikaela al pelinegro mientras tomaba su rostro con una sola mano.

----Sí. –--Le respondió tímidamente. Elevando la mirada. Tenía que admitir que el rubio era un poco más alto que él.

----Entonces espera aquí. --–Fue lo último que dijo antes de dirigirse al armario donde tenía su colección de corbatas y tomó una al azar. ----Mírame a los ojos, y junta tus muñecas.

Y este obedeció una vez más. Observaba extrañadamente como su jefe le anudaba fuertemente una corbata gris sobre sus muñecas. Luego lo recostó en la cama, colocando sus muñecas sobre su cabeza y susurrándole al oído.---Tu mantente en esta posición.

---No moveré mis brazos. --–Le respondió entre risas. 

---Eres un buen chico entonces.

El rubio comenzó a lamer su pecho. Acto que hizo reír mas y bajar los brazos al menor. A lo que este reacciona de forma brusca, sorprendiéndolo y regresandolos a su lugar.

---He dicho que te quedes quieto. ---Sin esperar respuesta prosiguió. Dándole pequeños besos entrecortados en el torso y haciendo ruborizar al pelinegro.

---Dí que sí. 

---¿A qué, Mika?

---A que serás mío, Yūichirō.

 Antes de que el pelinegro de su respuesta, se detuvo al escuchar la voz de una de sus empleadas gritar desde el living:

----¡Señor Shindō! Tiene una reunión hoy. ¿Irá? , ¡Es tarde!

----Vístete. –--Le dijo a Yūichirō  mientras desataba velozmente la corbata y se iba de la habitación con una toalla rodeando su cintura.

---Lo siento, no podré asistir. ha surgido un... inconveniente. Infórmele eso. –--Le ordena, Mikaela a su empleada, quien estaba sonrojada al ver a su jefe en ese estado tan despreocupado.

–---Si señor. Con permiso, me retiro. –--Fue lo último que dijo nerviosamente antes de irse.

---Mika...ya estoy listo. –--Aparece Yūichirō en la entrada, caminando lentamente hacia él. Utilizando las ropas que el mismo le había comprado. Le quedaban muy bien.

–--Dame unos minutos que me cambio. –--Le respondió mientras volvía a la habitación.

Mientras el rubio se vestía, el menor se apoyo sobre una pared y encendió su celular para responder los mensajes a su preocupado amigo.

De: Mi

Para: Yoichi

Mensaje: Gracias por preguntar Yoichi, me encuentro bien. No me ha hecho nada que pueda lamentar, de hecho, ha estado bien. Cuídate.

--–Estoy listo. Ven por aquí. ---Le ordenó al menor mientras tomaba las llaves. Ahora se encontraban en el estacionamiento, allí se encontraban los autos mas lujosos del mercado.

---¿Cuál es el tuyo? –Preguntó el pelinegro boquiabierta.

--–Todos lo son. Hoy iremos en este. –--Le respondió con cotidianidad, mientras le abría la puerta caballerosamente. –--Vamos, te daré un paseo. Yo invito.


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¡Hola bellas! Muchas gracias por llegar hasta acá. Me encantaría que dejen su opinión de este capítulo en los comentarios y no se olviden de irse sin dejar su voto. Esas cosas me motivan a seguir escribiendo!! <3 Muchas gracias por tenerme tanta paciencia...TuT.

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