Hold Me Close, Don't Let Go...

By JuliethVillareal

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EL primero y el peor de todos mis fics en la vida... More

Sinopsis
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
capitulo 8
Capitulo 9
capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17
¿Quieren que siga?
Capitulo 18
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24

Capitulo 20

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By JuliethVillareal

Una semana después...

Narra Oliver

Me dirigía comprar una caja de cigarrillos a la tienda que esquinaba el instituto, las clases habían terminado y el día había transcurrido tan fatal como los anteriores.

Tenía todas las miradas encima, pero eso no era lo que necesariamente me molestaba, además de la gente que curiosamente había conseguido mi número para molestarme con sus mensajes inmaduros. Heather me ignoraba y eso si me fastidiaba.

Era doloroso que Kellin se hubiera ganado su confianza. Y Mike –quien me prometió que me ayudaría- me estaba evitando, claramente por Vic.

Me dirigí a mi apartamento para asegurarme de que Oskar estuviera bien y como no tenía planes, decidí sacarlo para quitarle el estrés.

Narra Heather

Kellin me propuso salir a algún lado y acepté por culpa de mi cerebro carente de inteligencia. Él estaba con migo todo el tiempo, y a aunque a veces resultaba un poco hostigante, me estaba ayudando de alguna manera a olvidarme de Oliver. Pero estaba siendo difícil aceptar su ausencia. Kellin siempre sonreía, pero con el tiempo esa sonrisa se vio deteriorada y falsa. No podía transmitirme su ''felicidad'' porque al contrario, me daba intranquilidad. Comencé a sospechar que él ocultaba algo y pude confirmarlo hace unos días. Kellin se veía demasiado apagado y se portaba indiferente. Ese día tuvimos una hora libre y Kellin recibió una llamada. No pude enterarme de quien se trataba el que llamaba. Pues, Kellin se alejó de mí para hablar en susurros tapando con sus manos el micrófono del teléfono. Y tal vez no pude escuchar nada, pero si descubrí que esa preocupación, esas ojeras y toda la indiferencia se debía a algo. Y yo debía averiguarlo.

Kellin sabía que nada podría llenar el vacío que Oliver dejó, pero hacia lo posible por llenarlo. También sabía lo culpable que me sentía por haberlo dejado. Pero aun así me apoyaba aunque a veces recibía algunos insultos.

Todos estos días he estado evitando encontrarme con Oliver, pero ¿Cuánto tiempo debo hacerlo? Sabía que no soportaría mucho tiempo pero yo misma me había puesto esas cadenas. Vic creía que yo era su cómplice y que estaba de acuerdo con él. Pero tengo miedo de lo que pueda pasar si se entera de la realidad.

Vic ha cambiado...

Es doloroso presenciar la transformación de tu hermano ejemplar, dulce y perfecto a uno amargado, lleno de odio y resentimiento. Él había sido suspendido por cuatro días, y en ellos no hizo más que discutir con mis padres y mandarnos al infierno.

Y Mike... ha dicho que tiene algo para decirme pero cuando está a punto de soltarlo, empuña los ojos y respira hondo para hacerme saber que no se siente capaz. No quiero presionarlo aunque la curiosidad mate poco a poco a mis neuronas.

Hannah acompaña mi llanto cada vez que mi corazón se queja de sus roturas. Ella sufre por un adolescente inmaduro y estúpido, y yo por haberme portado como él.

No quiero contar lo que hice en clase, prefiero resumirlo como monótono.

A la salida del instituto, planeé mentalmente una tarde de durmiendo, pero la realidad destruyó mis pensamientos. Cuando Kellin caminó hasta llegar a mi lado.

Besó mi mejilla y pasó uno de sus brazos alrededor de mi cintura. Me vi tentada a retirarla de inmediato, pero a cambio, dejé actuar a mi propia imbecilidad limitándome a soportar la sudación de mi frente. Debo admitir que deseé con mi vida que aquel beso hubiese sido de Oliver.

-¿Almuerzas conmigo? –Preguntó- Asentí sin expresión, sumida en mi juicio.

Almorzamos en un restaurante poco costoso, cerca de mi casa. Al terminar, caminamos alrededor conversando sobre temas repentinos.

Llegamos a un parque, donde Kellin compró algodón de azúcar y nos sentamos en el pasto. Era un buen rato. Estuvimos en silencio por minutos, solo observábamos a la gente caminando cerca, las parejas estúpidas hablándose con gestos extraños y los niños brincando por ahí.

-Oye, Heather... -articuló mirando hacia el frente con la mirada perdida-

-¿Si? –Pregunté intentando mirarlo a los ojos confundida probando el último bocado de aquel veneno para diabéticos.-

Me miró y posó su mirada en el suelo después, guardando silencio. Seguí mirándolo tercamente.

-No, no, no lo entenderás, lo siento. –Dijo escondiendo sus verdes orbes entre sus manos-

-ok –respondí desconcertada retirando la mano del rostro de mi amigo para notar el escarlata de sus mejillas. Reí negando con la cabeza mientras su vergüenza ponía su rostro aún más colorado.

Luego de un rato incómodamente silencioso, Kellin se fue a comprar algo, no lo acompañé porque tal vez quería estar solo. Trajo consigo un par de paletas con sabor a lulo cuando regresó. No quería mirarme a los ojos y eso era extraño. Recibí la chuchería probando su sabor ácido y agresivamente alucinante olvidándome del momento por completo, porque esa cosa sí que sabía bien.

Observábamos el espacio detalladamente, nuestros ojos bailaban por todas partes al mismo tiempo que el viento comenzaba a despeinarnos el cabello. El cielo parcialmente oscuro revelaba la vejez del día. Yo ya quería irme a casa.

Sin pronunciar palabra, observé a Kellin con el rabillo de mis ojos, para mi infortunio giró su rostro buscando a mis ojos. De pronto, tomó mi mano y me atrajo hacia el sonriendo nervioso. El pobre temblaba y yo no entendía nada. Tuve miedo.

Dejé que me besara. Aun no sé por qué, no estaba ebria. Y los caramelos de frutas tropicales no podrían causar esos efectos, ni tampoco el algodón de azúcar. Cerré los ojos tratando de conseguir concentración, pero me fue particularmente imposible lograrlo. Mi mente trajo millones de recuerdos de Oliver a mi cabeza. Intenté imaginar que esos labios eran los suyos, intente disfrutarlo, pero no podía sentir lo mismo. Me sentí estúpida, de hecho.

-No te imaginas como he esperado este momento. –susurró. Quise morir, porque odiaba lo que le estaba haciendo. Lo estaba dañando, y él no era el culpable.-

No respondí, Kellin se incomodó y desvió su mirada al suelo. De manera que solo podía ver su cabello. Mis ojos se llenaron de lágrimas disminuyendo mi capacidad visual. Imité su acción, mirando hacia un lado el suelo.

-Heather yo... ¿Heather? –frunció el ceño observando las lágrimas que estallaban entre mis parpados- ¿por qué lloras? –preguntó asustado-

-Los siento, Kellin, lo siento mucho. De verdad, no quise lastimarte. –hablé en un hilo de voz entrecortada.-

-¿Qué? –Titubeó con los ojos bien abiertos y abarrotados de angustia-

-Kellin, yo no... no quiero que hagas esto otra vez. –Suspiré- E-es Oliver. –Dije mirando hacia la nada.- Su estado de ánimo empeoró como un cáncer empeora con el tiempo. La desilusión estaba ahí, casi podía palparla.

-No pasa nada, e-estoy bien, no haré nada más. L-lo siento. –sonrió temblorosa y melancólicamente.-

-Gracias Kell.-me lancé a abrazarlo y sonrió.-

-Te quiero. –Mencionó sorbiendo su nariz-

-yo a ti. –respondí-

Nos separamos demasiado rápido, pasé mi vista alrededor y divisé un perro que s eme hacia muy familiar. Si, era Oskar, y era de una tal Alysha, ella se fue de viaje por unos días y le pidió a mi hermano que se lo cuidara. Pero quien lo llevaba no era una chica.

Y si lo era, tal vez no era muy femenina.

Me tensé cuando empecé a considerar que los caramelos y el algodón si tenían algo parecido al alcohol, creí estar alucinando.

Estaba vestido de negro casi completamente. Llevaba un abrigo abierto que dejaba ver el borde posterior de su playera color celeste. Murmuré un montón de palabrotas al enterarme.

No vi su rostro, estaba de espaldas y tapaba su cabeza con la capucha del oscuro abrigo. Pero si reconocí los tatuajes de sus manos.

Kellin notó mi tensión y volteó a ver a la dirección a la que yo miraba, luego suspiró apartando su rostro del alcance de mis ojos. Se encontró después con una silenciosa batalla entre los dedos de sus manos que se enredaban por culpa del nerviosismo.

Rogué porque Oliver no volteara a mirar. Fingí que mi vista nunca pasó por su figura e intente concentrarme en cualquier otra cosa.

-¿Estas bien? –preguntó Kellin rompiendo con su inquietud y su desesperación. Tomó mi mano y de inmediato miré a Oliver para asegurarme de que no haya visto eso. Me encontré con sus ojos. Apreté la mano de Kellin mirando hacia el suelo y reprimiendo las lágrimas.

Oliver me miraba con una seriedad impresionante, finalmente, nos dio la espalda en tan solo segundos. Tomó la correa de Oskar –que corría felizmente por el parque hace tan solo minutos- la puso alrededor de su cuello y se marchó.

-Quiero irme de aquí. –pedí con la mirada perdida. –Kellin me abrazó y acaricio mi cabeza. Lo aparté de inmediato porque sabía que eso lo arruinaría mucho mas.

-N-no. –susurré-

-Ya no llores. –Dijo enganchando sus dos manos mirando hacia el pavimento- ¡No quiero que llores! –Habló frunciendo el ceño-

Se puso de pie impaciente y me extendió su mano para que lo acompañara, cuestioné un poco el hacerlo pero no quise rechazarlo.

[...]

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