prólogo | narrador
pasado de una loba
El espeso líquido de color carmesí se extendía de manera lenta por la vieja y costosa alfombra persa, bajo la atenta mirada de la joven loba.
Ella había jurado proteger, servir y nunca juzgar a aquél hombre que yacía muerto a sus pies. Entre sus manos, se encontraba un corazón que ya había dejado de latir, estaba quieto y sin vida, justo como su dueño.
La joven de ojos verdes miraba la escena frente a ella inmóvil, su rostro estaba salpicado con la sangre del muerto y sus manos estaban con el mismo líquido carmesí, en las cuales se hayaba él corazón de Aaron Nozka.
Ella soltó el órgano y éste cayó en un golpe seco contra el suelo, fue entonces cuando la culpa la invadió.
Había matado a un hombre. Le había arrebatado la vida al hombre que la vio crecer, a alguien que pasó junto a ella tantos años de su vida. Un hombre que le había dado la mano a su familia cuando mas lo necesitaba.
Un hombre que ahora estaba muerto. Y ella lo había hecho.
vhxgxr