Monochrome [MikaYuu/Owari No...

By NanaCassal

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Mikaela sabe que la vida no es ningún cuento de hadas. Así como él no es un valiente caballero envuelto en ar... More

Prólogo
Capítulo I: En muy muy lejano
Capítulo II: Había una vez... tú
Capítulo III: El castillo que les rodea
Capítulo V: El primer caballero
Capítulo VI: Sonrisa de infante
Capítulo VII: Vals de invierno
Capítulo VIII: La heredera olvidada
Capítulo IX: Espejos rotos
Capítulo X: Luna de miel
Capítulo XI: Jazz & Blues
Capítulo XII: Dragón azul
Capítulo XIII: La reina roja
Capítulo XIV: Flores en trio
Capítulo XV: La melancolía de la princesa
Capítulo XVI: Príncipe encantador
Capítulo XVII: Batalla a muerte
Capítulo XVIII: Felices por siempre
Epílogo

Capítulo IV: Pergaminos

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By NanaCassal


Disclaimer: Todos los derechos de Owari no Seraph (Seraph of the End) pertenecen a Takaya Kagami, Yamato Yamamoto y a Daisuke Furuya.

Advertencia: AU ǀ Yaoi (Boy's Love) ǀ OoC ǀ Uso de sufijos honoríficos ǀ Contenido sexual.

Pairing: MikaYuu (Mikaela x Yūichirō).

N/A: Lo sé, lo sé, ahora sí que me he demorado. Pero si Leonardo DiCaprio ganó el Óscar, ¡yo puedo actualizar!

...

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ǀ Monochrome ǀ

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La escena frente a sus ojos se tornó en tonalidades sepia.

Su princesa hablaba con otro hombre con tanta familiaridad que le fue imposible no sentir una punzada de celos carcomiéndole las entrañas.

Ella hablaba, ella reía, sus ojos brillaban por otra persona que no era él... Era enfermizo.

Después de que la joven intercambiara unas palabras con el recién llegado, ambos se giraron hacia él; aquel tipo por fin percatándose de su presencia. Su mirada y la del otro se pedían a gritos un enfrentamiento, el ansiado duelo para saber quién de los dos era merecedor de permanecer junto a la chica de ojos color esmeralda. Sin embargo, antes de que alguno diera el primer golpe, ella se interpuso, deteniendo cualquier acción por parte de ambos aunque con la clara intención de defender al hombre de cabello oscuro como la noche, casi tan oscuro como el que ella misma poseía.

Eso logró que la sangre le hirviera, que su instinto asesino que suponía inexistente aflorara. En ese momento el único pensamiento que ocupaba su mente era el de cómo proporcionarle una muerte lenta y dolorosa a ese imbécil que se interponía en su camino para llegar a la princesa. Su princesa.

Su agonía no terminó en ese punto. Aquel tipo tomó entre sus garras el rostro de la joven, le proporcionó suaves caricias en las mejillas para luego tomarla de la mano y alejarse del escenario lo más pronto que sus pies lo permitieron. Otra princesa que observaba la escena, esa que era una de las herederas de un poderoso reino, le sonrió de forma burlona, sonrisa que contrastaba enormemente con su mirada que emanaba lástima pura. Después de ese gesto, ella también abandonó su campo de visión para seguir al par que acababa de retirarse.

Pronto se quedó solo en aquel lugar, con el murmullo del viento como único compañero. Miró hacia el horizonte por donde su princesa y el villano se habían marchado.

Por más que lo evitó, no pude evitar preguntarse...

¿Acaso había llegado tarde a su vida?

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Capítulo IV

Pergaminos

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Con la entrada de diciembre, los primeros vestigios del próximo invierno fueron capaces de sentirse. A Kimizuki no le gustaba especialmente el frío ni la época navideña pero sí que se declaraba fanático de la comida y los postres que servían en la temporada tales como los pasteles de crema que preparaban en la cafetería que se encontraba a unas cuadras del colegio.

Así como Shinoa y Mitsuba solían pasar «tiempo de chicas», Yoichi, Yuu y él hacían lo mismo solo que más esporádicamente. Esa tarde, luego del colegio, y como las chicas tenían algo de una reunión familiar o algo por él estilo, se dirigieron a la cafetería. Al llegar cada uno pidió algo de su agrado, comieron en un ambiente que hasta Shihō pudo considerar ameno para rato luego salir del lugar. Después de todo no había demasiado tiempo qué perder; tanto Saotome como él debían ir a la empresa de su padre y Yuu al hospital Hyakuya.

—¡Casi lo olvidaba! —exclamó Yoichi apenas habían avanzado un par de metros —. Tomoe me pidió que la ayudara con unas cosas.

De inmediato el muchacho dirigió la mirada a Kimizuki quien comprendió al instante el significado oculto tras esa oración.

—No te preocupes, le diré a mi papá que no pudiste ir. Sé que entenderá.

La expresión de Yoichi se relajó al instante. Al ver la ligera sonrisa que surcó su rostro, inclusive Kimizuki se sintió aliviado.

—En ese caso, nos vemos mañana. Adiós, chicos. —Y dicho eso salió disparado en dirección a su residencia.

Tanto Yuu como él se despidieron con un leve gesto de mano, el de Shihō durando más de lo esperado. Cuando la imagen del muchacho castaño desapareció de su vista, se ajustó la bufanda y comenzó a andar.

Sin saber el porqué, Yuu soltó una risa. Kimizuki iba tan ensimismado en sus pensamientos que por un efímero instante se había olvidado de la presencia del moreno, ni siquiera notó cuando este comenzó a caminar a su lado y mucho menos si algo gracioso había ocurrido a su alrededor.

—Sabes, no eres muy discreto—mencionó Yuu, divertido con la situación.

Shihō se detuvo en seco. Sintió como si lo hubiesen descubierto con las manos en la masa aunque no estuviese haciendo algo malo realmente. Sin saber muy bien que contestar a aquello, optó únicamente por aclararse la garganta, meditando con cautela las palabras que diría a Ichinose.

—¿De qué hablas? —comenzó tanteando el terreno, quizá ni siquiera se refería a «eso» que Kimizuki temía que se descubriera.

—Que lo de Yoichi es muy evidente.

Para su mala suerte, no, para su desgracia el imbécil de Yuu había sido lo suficientemente observador como para darse cuenta, y eso solo significaba una cosa: si el idiota de Yūichirō lo había notado tomando en cuenta lo despistado que podía llegar a ser, eso significaba que Shinoa, Mitsuba, que todos, hasta el mismo Yoichi, debían saberlo.

—No digas idioteces —intentó evadir el tema; no era algo de lo que quisiera hablar y mucho menos con Yuu, de hecho ni con él ni con nadie.

—¡No lo son! ¡Inclusive estás sonrojado!

—Solo cállate, ¿quieres? —Como acto reflejo, Shihō se cubrió todavía más con la bufanda.

—Bueno, si tú piensas que tus sentimientos son idioteces, halla tú —respondió Yuu restándole importancia al asunto —. Además no es para que te enojes, yo solo dije que eres muy evidente; a ese paso Yoichi se dará cuenta.

Kimizuki guardó silencio. Bien, al menos ahora sabía que su secreto seguía a salvo de Saotome, no obstante eso no era garantía de nada.

Yuu continuó con sus ojos verdes clavados en la alta figura de su amigo, siguió sonriéndole, burlón, haciendo que a Kimizuki se le revolviera el estómago y que las ganas de propinarle un puñetazo inundaran todo su ser. ¿Cómo se atrevía a querer abordar ese tema con tanta facilidad y descaro? ¡Por Dios! ¡Él tardó meses en aceptarlo y ahora Yuu lo tomaba como si nada! Además, Shihō se imaginaba una reacción completamente diferente de la que ahora Yūichirō le brindaba.

—¿No dirás nada? —preguntó Shihō en tono retador.

—¿Algo como qué?

—Algo como qué opinas o qué piensas de eso, yo qué sé, idiota.

Yuu pareció pensarse una respuesta; para sorpresa de Kimizuki, terminó regalándole una sonrisa.

—Que eres muy lento, a este paso nunca lograrás nada.

—¿Eso es lo único que tienes qué decir? —reclamó, sorprendido. Sus ojos se abrieron de par en par e inclusive permaneció con la boca abierta unos segundos más de lo debido.

Ichinose asintió.

—¿Qué más quieres que te diga? ¿El que hacen buena pareja o algo así? Eso ya sería demasiado. Si quieres ese tipo de frases habla con las chicas.

—No, no me refiero a eso. ¿No me dirás algo acerca de que te da asco, de que te repele? ¿Algo negativo? — Con el dedo índice se subió las gafas que habían resbalado un poco por el puente de su nariz —. Yo, tu amigo, siento algo por Yoichi, tu otro amigo —objetó, resaltando las palabras clave en la oración.

—¡Qué bien que lo aceptes! —exclamó Yuu, emocionado.

—¡Contesta lo que te pregunté!

—¡¿Qué quieres que diga!?

—¡Insúltame por ser un jodido marica, idiota! Eso quiero, ¡esa sería una reacción normal!—vociferó notablemente exaltado.

Ichinose rio ante aquellas palabras. De nueva cuenta actuaba completamente distinto a cómo Kimizuki supuso que lo haría.

—Eres un masoquista, imbécil. —A pesar del insulto, los ojos de Yuu transmitían algo parecido a la comprensión, al menos eso era lo que Shihō lograba identificar —. Nadie va a decirte eso, al menos no yo; y estoy seguro que ni Shinoa ni Mitsuba lo harán.

—De Shinoa tengo mis dudas.

—Que ella se burle de tu sexualidad no sería nada nuevo, de todos modos ya lo hace. Aparte le gustan los mangas yaoi y todas esas mierdas románticas que aman las chicas. Seguro la idea le termina encantando.

Aquellas palabras dejaron a Kimizuki más confundido que antes. Asimilar que había revelado sus sentimientos y la reacción de Yūichirō no era fácil de procesar. No era algo que esperaba, mucho menos de Yuu; el comprensivo del grupo era Yoichi, no él.

Interrumpiendo sus cavilaciones, Yuu volvió a tomar la palabra.

—¿Y cuándo se lo dirás?

—¿A qué te refieres?

—A Yoichi. ¿Cuándo le dirás que te hiciste gay por él?

Kimizuki parpadeó reiteradas veces sin comprender a lo que se refería. Una vez que captó el mensaje su ceño se frunció y se cruzó de brazos, regresando a su huraño semblante de siempre.

—Hay cosas que es mejor que se queden tal cual.

—No creo que sea así...

—No me vayas a salir con la idiotez de que piensas que tengo oportunidad —interrumpió; no quería escuchar alguna estupidez de Yuu con respecto al tema.

—Nada pierdes nada con intentar, de hecho Yoichi a veces pareciera...

—Yoichi me trata igual que a ti, que a Mitsuba, que a Shinoa, que a todos —cortó, tajante —. No seas idiota, Yuu. Aparte no eres el mejor para hablar acerca de relaciones amorosas, menos después de lo de Mitsuba.

—¿Y qué con ella?

—La dejaste.

Ahora Yuu fue el que pareció irritarse. De inmediato Kimizuki sintió cómo Yūichirō se tensaba además de que la mueca que apareció en su rostro no disimulaba en nada su estado de ánimo. Ichinose era como un libro abierto, sus expresiones siempre eran fáciles de leer.

—Son cosas que pasan, no entiendo el porqué del alboroto.

—El alboroto es porque ustedes parecían estar en su mejor momento. —Esta vez fue el turno de Kimizuki de contraatacar. Si Yuu lo había hecho sentir incómodo, ahora lo haría sentirse igual que él —. Se notaba que tenían química; ella te adoraba y tú parecías enamorado.

—Ah.

Yūichirō guardó silencio. A Kimizuki le hubiera gustado saber qué era lo que rondaba la cabeza del moreno en ese momento que parecía tan abstraído en su mente. Sin embargo, en menos de diez segundos Yuu volvió a su expresión de antes, sin darle más importancia a esas palabras.

—Enamorado, eh... —Curiosamente a Kimizuki le parecía que Yuu decía eso más para sí que para él —. ¿Cómo pasamos de Yoichi a Mitsuba? —preguntó a la vez que reía un poco.

—Quería fastidiarte también —contestó Shihō.

—En ese caso, es mejor que cambiemos de tema, ¿no?

—Estoy de acuerdo. —De nueva cuenta, reanudaron el paso. Caminaron un par de metros en silencio hasta que Kimizuki no pudo evitar cuestionar —. Por cierto, ¿qué pasó la otra vez con Bathory? Shinoa no quiso darnos detalles.

—¿Shinoa les dijo? Es más cotilla de lo que parece. —Yuu pareció molestarse un poco con ello. Ignorando el ceño levemente fruncido, Shihō continuó.

—Solo nos dijo que pelearon hace unos días, no más. Así qué dime, ¿qué pasó?

—Volvimos a tener un enfrentamiento, peleamos y Guren llegó a arreglarlo todo —explicó como si fuera lo más normal del mundo —. Nada interesante.

—¿Y se puede saber qué te traes tú con Bathory? Tanto interés en ti no es normal, al menos yo no desperdiciaría mi tiempo en una persona como tú.

Como respuesta, lo primero que Kimizuki obtuvo fue un codazo. Ignoró la punzada de dolor que le provocó en el costado izquierdo y miró a Yuu como si nada, no iba a darle el gusto de hacerle saber que el golpe había dolido.

—Eso mismo me pregunto yo. Solo sé que Mika es raro.

—¿Mika? No sabía que eran tan cercanos como para que te dirijas a él de esa forma.

—Yo tampoco. —mencionó Yūichirō. Nuevamente Shihō sintió que no se lo decía precisamente a él.

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Los días pasaron, aunque esta vez no le parecieron tortuosos a Mikaela.

Ese martes el frío calaba a los huesos, se notaba que el invierno estaba por entrar; según el pronóstico del clima en el noticiero matutino, era probable una helada en los días próximos así que por mera precaución Mika se colocó una de las chaquetas más abrigadoras que tenía para después salir de casa rumbo al hospital Hyakuya.

La rutina le pasó ese día especialmente rápido. Llegó al lugar, saludó al doctor Narumi y fue directo a la habitación de Akane; ahí la niña volvió a cuestionarle por su princesa —aunque sabía que se trataba de un hombre, Akane parecía demasiado acostumbrada a ese término— y Mika no supo qué contestar. Aún no quería contarle que la «princesa» también hacía el servicio social ahí, no cuando la relación con Ichinose todavía era nula. Se abstendría de comentar aquello hasta que hubiese logrado un paso mayor hacia Yuu el cual esperaba que sucediera pronto.

Luego de leerle un par de cuentos, Akane se quedó dormida. La arropó y después de besarle en la frente salió para dirigirse a la recepción. Ahí, justo cuando terminó de firmar, Yuu se acercó a donde él. Esta vez no venía junto a Shinoa, situación que le extrañó —ya que tampoco la vio cuando Yuu llegó al hospital ni en la escuela— pero le alegró a la vez; así al menos no habría presencia de terceros.

—Yuu-chan. —Sin tiempo que perder, llamó Mika. Tan embelesado estaba en la imagen del moreno que decidió ignorar cuando este rodó los ojos.

El aludido terminó por suspirar. Haciendo caso omiso a Bathory, procedió a firmar para después encaminarse a la salida. Ignorando por completo la descortesía, Mika le siguió de cerca.

—Necesitamos hablar —le pidió el de ojos azules cuando logró alcanzarlo.

—Yo no tengo nada que hablar contigo.

—Sí lo tienes.

—Pero ya lo hablamos.

—La vez pasada no cuenta ya que nos interrumpió ese tipo —recordó Mikaela, con el veneno impregnado en sus palabras el cual esperaba haber podido disimular.

—Algo que le agradezco a mi hermano.

—¿Hermano? —No pudo evitar repetir.

Al escuchar eso, Mikaela se sintió aliviado, como si un gran peso de pronto se hubiese esfumado de sus hombros. Así que eso fue lo que observó las dos veces que los vio juntos... Hermandad. Lo que emanaba la mirada de Yuu al ver a ese hombre era amor filial. El saber que aquel tipo era hermano de Yuu lo descartaba como posible competencia; sumado a eso también estaba el hecho de que ahora conocía otro aspecto de la vida de Ichinose.

—Sí, mi hermano —reiteró Yuu con fastidio.

Yuu no se detuvo. Siguió caminando por la acera, pasando de la presencia de Mika para evitar irritarse más de lo que por sí ya estaba, al menos eso fue lo que Bathory concluyó.

El frío parecía calar más conforme avanzaban, Mikaela sospechaba que incluso podría llegar a nevar sin ser invierno, y a decir verdad era un escenario que no le molestaba. Quizá si la temperatura descendiera aún más, Yuu accedería a que ambos compartieran algo de calor humano entre sí. Una idea demasiado tonta pero la fantasía le pareció adorable; un Yuu sonrojado y buscando abrigo entre sus brazos era una imagen que le derretía el corazón y que de paso aumentaba su libido.

Ensimismado en sus pensamientos, apenas fue capaz de notar el momento en el que Yuu se detuvo. Este se giró hacia donde él y afiló la mirada, haciendo que sus grandes ojos verdes se vieran un tanto amenazadores; lástima que Yuu provocaba todo en él, menos las ganas de correr de su lado.

—Si hablamos, ¿dejarías de joderme? —propuso Yuu de pronto. Mikaela no pudo evitar sorprenderse; sabía que Ichinose era directo pero no se imaginaba que también lo fuera para esa clase de asuntos.

—No prometo nada —contestó con seguridad.

—Me conformo con eso, al menos es una esperanza.

—Te aseguro que después de esa charla le tomarás el gusto. Tú serás quien venga a mí.

Yuu rodó los ojos. Antes de que Mika soltara cualquier otra frase, declaró:

—Tengo frío, invítame un café.

Ante esa oportunidad, Mikaela no pudo evitar sonreír.

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Debido a su educación y estilo de vida, Mika tenía gustos exquisitos para casi todo. Había pensado en llevar a Yuu al establecimiento que estaba cerca del colegio pero al final optó por invitarlo a una cafetería un tanto más alejada la cual solía visitar cuando por mera cortesía se veía obligado a socializar. Casi siempre venía en compañía de algunos compañeros de clase o de la chica en turno con la que saliera, hubo un par de veces que arribó con Ferid, momentos que por lo pronto no quería recordar.

Al contrario de lo que imaginó Yuu no pareció incomodarse por el sofisticado ambiente que desprendía el lugar, eso le daba otra pista contundente para saber algo acerca de él; Yūichirō debía pertenecer a una buena familia, al menos debía estar ubicado en un buen peldaño en la escala social que regía el país del sol naciente. En cuanto llegara a casa se dedicaría a averiguar acerca del apellido Ichinose.

Un mesero se acercó de inmediato a su mesa y cada uno pidió su encargo; Yuu ordenó pastel y café cortado mientras Mika optó solo por un té de manzanilla. Mientras esperaban, el silencio volvió a hacerse presente.

Mikaela se maldijo a sí mismo. Por fin podía entablar una verdadera conversación con Yuu y no se le ocurría nada para romper el hielo. No le parecía propio ir directo al grano, menos preguntarle algo acerca de su vida —ya había dejado más que claro que lo espiaba—. De pronto, sus oídos captaron la débil melodía que inundaba el lugar; una canción que Mika conocía y que le era agradable a sus gustos.

—Esa canción me gusta. —Mika soltó para por fin poder acabar con la tensa atmosfera que de pronto se había formado. Era una buena forma de comenzar, al menos eso quería creer —, pero no puedo entender bien lo que dice así que no he podido descargarla.

But I miss you most of all my darling, when autumn leaves start to fall. —Yuu comenzó a cantar al compás de la melodía; para sorpresa de Mika, su inglés no era malo y no tenía mala voz —. Según recuerdo se llama autumn leaves , creo.

—No creía que fueras fanático de ese tipo de música.

—A mi hermano es a quién le fascina ese género, no a mí. Pero como vivo con él me veo obligado a escuchar toda su colección de discos de vinilo.

—¿Y te aprendiste la letra de memoria?

—No, solo canto lo que escucho.

—Espera, ¿sabes inglés? —inquirió sumamente interesado.

Yuu se hizo el ofendido, no obstante en un abrir y cerrar de ojos una amplia sonrisa se asentó en sus labios. Miró a Mika de forma un tanto altanera para luego señalarse con el dedo pulgar. Curiosamente esa pose no le dio ningún aire arrogante, era más bien un gesto que podía calificar de bobo rayando en lo tierno, casi como un niño jugando a aparentar ser un adulto.

—¡Por supuesto! Sé inglés y español —bramó Yūichirō. Entre tanto alardeo pareció olvidar que no se llevaba precisamente bien con Mikaela.

—¿Acaso viviste en el extranjero?

Yuu negó con la cabeza.

—Mi mamá era maestra de esas cosas, ella me enseñó a hablar y escribir en esos idiomas; creo que me los sé mejor que el japonés. —La sonrisa de Yuu cambió poco a poco por una melancólica.

Mika se vio tentado a cuestionar acerca del «era» en su frase mas se abstuvo de hacer cualquier comentario. Estaba por decir cualquier otra cosa para poder cambiar de tema cuando, para su suerte, llegó el mesero con el pedido de ambos.

Apenas el pastel estuvo frente a él, Yūichirō comenzó a comerlo. Mika dio un par de sorbos a su té mientras observaba con atención cada movimiento del otro. Se encontraba tan concentrado en la tarea de mirar a Yuu que apenas notó cuando el de ojos verdes alzó la mirada y se dirigió a él.

—Y bien, ¿de qué se supone que quieres hablarme?

Mika estuvo por ahogarse con la manzanilla. Tosió un par de veces y se aclaró la garganta. No había previsto que Yuu quisiera traer el tema a conversación tan pronto, aunque después de todo era algo predecible; durante el poco tiempo que llevaba tratándolo se había dado cuenta que no tenía pelos en la lengua.

—¿Recuerdas lo que te dije de ser amigos?

—¿Lo de la mierda de las personas interesantes? —Mika asintió —. Sí, lo recuerdo, pero la vez pasada me quedó más que claro que tú no quieres que seamos amigos precisamente.

—En efecto.

—Pues lamento decepcionarte: no estoy interesado.

Yuu arruinó demasiado pronto el momento, sin embargo Mika no dejó que aquello le afectara. Volvió a tomar un poco de té y sonrió de forma socarrona. Yuu alzó una ceja ante aquel gesto juguetón del joven Bathory.

—¿No te gusto ni un poco, Yuu-chan?

Ahora fue Yuu el que casi se atraganta con el pastel. Ante eso, Mika no pudo evitar soltar una suave risa.

—Cállate, Mika —espetó una vez que su respiración se hubo normalizado.

—Ves, hasta tú ya eres más familiar conmigo, y hasta ahora no la hemos pasado tan mal juntos; eso quiere decir que tenemos algo de química.

—No, entre nosotros no hay química ni nada. Además...

—¿Eres prejuicioso? —intentó adivinar.

—¡No! —escupió apenas Mika terminó de formular la pregunta.

—Entonces, ¿no te causa un poco de curiosidad al menos? ¿Nunca has fantaseado con algo así? ¿De verdad no te parezco atractivo?

La última interrogante pareció abochornar al moreno. Después de que la vergüenza pasara y pudiera ordenar un poco sus ideas, volvió a tomar la palabra.

—Hace poco terminé una relación —confesó. No se veía del todo convencido pero Mika decidió creerle —. No quiero tener qué ver con esos asuntos por un buen tiempo, no estoy para compromisos.

—Yo tampoco los quiero, Yuu-chan, solo me da curiosidad el estar con un hombre y realmente eres la única persona de mí mismo sexo que me ha gustado.

Eso hizo que las mejillas de Yuu se arrebolaran.

—Qué directo.

—Creo que así es la forma en que se debe hablar contigo.

Yuu guardó silencio por un rato para después comentar:

—A veces me da curiosidad saber que se sentiría estar con alguien más...

—Lo ves, Yuu-chan —interrumpió Mika —, tú tienes curiosidad, yo igual; no quieres nada serio, yo tampoco; esto puede funcionar. Al menos prométeme que vas a pensarlo.

—No pensaré nada.

—Yuu-chan... —pidió en un leve gimoteo.

—Bien, bien, lo haré. —Yuu bramó de muy mala gana.

A pesar del ceño fruncido y el cruce de brazos del de ojos verdes, Mika no pudo evitar sonreír. Ahora sus posibilidades con Yūichirō habían aumentado considerablemente por más que el moreno se empeñara en negarlo. Experimentar con Yuu y el hacerlo una parte no tan fundamental de su vida era una idea que ya no estaba tan lejana.

Y el resto de la tarde se les esfumó entre charla trivial, té y pastel.

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Cuando la noche cayó, salieron de la cafetería. Apenas puso un pie fuera del establecimiento, Yuu aceleró el paso dejando detrás a Mikaela, como si quisiese aparentar que cada uno iba por su lado. Mika negó con la cabeza, divertido con las acciones de Yuu para con él. Decidió apresurarse y quedar a la par del otro para no perderlo de vista.

—¿Puedo acompañarte? —propuso Mika cuando estuvo a su lado. En respuesta alcanzó a escuchar como Ichinose soltaba algo parecido a un resoplido.

—No te sientas tanto por lo de esta tarde. Solo compartimos un café y ya.

—Eres demasiado tosco, Yuu-chan. Aparte yo tomé té.

—Lo que sea. El punto es que no hay nada entre nosotros.

—Aún. —Mika sentenció.

Después de esa leve charla, continuaron su andar. Conforme pasaban los segundos, el clima se tornaba más y más gélido, tanto que Yuu tuvo que abrazarse a sí mismo para resguardar un poco de calor. Mikaela lo miró de reojo; la nariz del moreno comenzaba a tornarse roja al igual que sus mejillas además el vaho se escapaba sin querer de sus labios.

Continuó observándolo conforme sus pasos avanzaban. Quería pasar tiempo con él lo más que se pudiera antes de que tuviesen que separarse para cada uno dirigirse a su respectiva casa.

Aquel pensamiento lo asustó un poco, el no querer separarse de Yuu.

Optó por dejar pasar esa sensación.

—Tengo frío —dijo Yuu de repente. Mika no sabía si lo había soltado por inercia o porque quería iniciar conversación, fuera cual fuera el motivo no iba a desaprovechar la oportunidad de intercambiar palabras con él otra vez.

—¿Quieres que te abrace? —propuso en tono dulzón; medio en broma, medio en serio.

—No jodas —reprochó Ichinose.

—Sé cómo guardar calor —continuó Mikaela, ignorando por completo el enfado de su acompañante.

—Eres un pervertido —señaló Yuu, desviando la murada.

—Más bien el pervertido eres tú. Yo solo iba a decirte que podría prestarte mi chaqueta—declaró Mika con una sonrisa en el rostro —. No sé qué clase de cosas habrá imaginado tu sucia mente.

Nuevamente Yuu volvió a sonrojarse, esta vez por la vergüenza que le provocaron tanto la situación como sus pensamientos. De nueva cuenta Mika no pudo evitar sonreír ante aquel gesto.

—En realidad... —La voz de Mika volvió a escucharse captando por completo la atención de Yūichirō — no estabas tan equivocado respecto a lo que pensabas.

Yuu estaba por jactarse de una supuesta victoria justo cuando Mika le tomó del brazo y lo atrajo hacia sí. Tal y como sucedió la vez anterior, Mikaela volvió a unir sus labios de forma brusca aunque esta vez con la diferencia de una ligera dulzura impregnada en sus acciones. Yuu se sorprendió, mantuvo los ojos abiertos al inicio y comenzó a forcejear. Sin embargo al cabo de unos segundos optó por darse por vencido; dejándose hacer cerró sus párpados y se permitió dejarse llevar.

Al percatarse de que esta vez Yūichirō no iba a huir, Mikaela soltó sus brazos y acunó las mejillas del moreno entre sus manos enguantadas. Esta vez Yuu se mostró participativo. Además de no alejarlo, también movió sus labios e inclusive abrió la boca para que la lengua de Mika pudiese abrirse paso en su cavidad y deslizarse sin restricción alguna. Y como una segunda sorpresa para Bathory, no pasaron ni dos segundos cuando sintió algo húmedo inmiscuirse en su propia boca.

Si por un instante tuvo la teoría de que Yuu era primerizo en esas cuestiones, había estado muy equivocado. El joven de ojos verdes también lo atrajo a su cuerpo, haciendo que ambos estuviesen lo más en contacto posible que las capas de ropa se los permitían. Por si eso fuera poco sus caricias, tanto en el cuello como en las mejillas, también se sentían como la gloría; su tacto resultó ser mucho más suave de lo que hubiera esperado de un tipo que amaba meterse en peleas y era fanático de los deportes. Y su lengua, oh, su lengua... Yuu sí que sabía utilizar aquel músculo, paseándolo en su cavidad y enredándola con la suya. Por mucho, el mejor beso que había recibido en su vida.

Nunca antes una simple acción como esa le había calentado tanto. Pronto el beso se volvió insuficiente. Ignorando por completo el frío que Yūichirō sentía con anterioridad, inmiscuyó sus manos por debajo de su suéter, acariciando la piel de la espalda que tuvo la oportunidad de apreciar aquella vez que lo espió en las duchas. Yuu soltó algo parecido a un gemido —suponía más por incomodidad que por placer— y a manera de venganza mordió el labio de Mikaela. Aprovechando la conmoción de Bathory, separó sus labios y se relamió los propios, gesto que Mikaela consideró el más erótico que había podido presenciar.

Tan perdido estaba en el semblante de Yuu que no se percató del momento en que una de las manos del moreno descendió hasta adentrarse en las ropas del rubio; para asombro de este, la mano del otro muchacho no se dirigió a su espalda, ni siquiera a su pecho, sino a sus pantalones. Yuu delineó el borde del pantalón de Mika e hizo el ademán de adentrar su mano, haciendo que este sí soltara un gemido de pura fascinación por lo que estaba a punto de ocurrir.

Para su desgracia, Yuu retiró la mano de aquel lugar para después alejarse un par de pasos. La sonrió socarrón y Mikaela no pudo evitar mirarlo con irritación. Yūichirō parecía disfrutar en demasía jugar con él y hacerlo sufrir en situaciones como esa.

—Ahora sé que te gustó un poco —soltó Mika, no iba a dejar vislumbrar su molestia por la interrupción de la anterior acción.

—Ni te emociones que no lo hice precisamente por eso —dijo a la vez que se acomodaba el suéter —. Eso era lo que tanto querías, ¿no?

—Pero tampoco creas que voy a conformarme con eso, Yuu-chan. Ahora solo has despertado todavía más mis ganas... Lo que hiciste calienta a cualquiera.

Yuu se encogió de hombros, restándole importancia. Mika lo maldijo en ese momento, por actuar como si nada cuando él se había sentido en el mismo cielo, o más bien en el mismísimo infierno. Yūichirō de verdad que parecía un demonio.

No obstante eso le daba una pequeña ventaja. Yuu había dejado entrever que su personalidad explosiva no solo se limitaba a los deportes y a cuando perdía los estribos; debía tratarse de una persona demasiado pasional, una que sería fácil tener dominada agarrándose del ámbito sexual. A Mika su par de relaciones anteriores le dieron la suficiente experiencia como para saber complacer a alguien bajo las sábanas así que Yuu no podría resistirse a sus encantos.

Mikaela iba a tener controlada la situación, mantendría a Yuu bajo su yugo y se complacería de él hasta que se saciase por completo. Aunque Yuu era fuego, no iba a quemarse, al contrario, Yuu sería quien terminara incendiado y regresaría siempre a él rogando por más.

—Yuu-chan —llamó antes de que este volviera a reanudar la caminata.

Volvió a tomarlo por los brazos para poder besarlo otra vez y de nueva cuenta Yuu solo dejó que la situación fluyera. Quizá era más pervertido de lo que imaginaba en un principio, pensó Mikaela. Mas prefirió desconectar su mente y concentrarse solamente en los labios de Yuu y en el intercambio de saliva que estaban compartiendo, no fuera a ser que Ichinose terminara arrepintiéndose otra vez.

—Yuu-chan... —soltó en un gemido.

Ese beso, justo como el anterior, comenzó a subir de tono. Pronto el frío desapareció, la ropa inclusive comenzó a estorbarles; era como si solo existiesen ellos dos en el mundo junto a sus ganas de estar lo más cerca posible el uno del otro.

Si no estuviesen en un lugar público, la situación podría llegar a tener un final distinto al que debía. Terminar en una cama era una idea que se volvía atractiva en la mente de Mika.

—¿Yuu?

Una tercera voz rompió la atmosfera que tenían, un timbre que a Mika se le antojó conocido. De manera inesperada, Yuu colocó las manos en su pecho y lo alejó de un empujón de la misma forma que lo había hecho en antaño; Mika se extrañó un poco ante el gesto. Miró a donde Yuu el cual ahora se veía pálido.

Frente a ellos, Mitsuba Sangū intercalaba con horror la mirada entre ambos.

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Próximo capítulo: El primer caballero.

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¡Hola!

Vale, sí, lamento la demora, pero a pesar de ser corto, febrero fue un mes un tanto pesado para mí (es cosa del año bisiesto, estoy segura(?)).

Bien, creo que la historia de a poco comienza a tomar más forma. Aún no llegamos al meollo de todo el asunto pero las cosas comienzan a ponerse buenas :3 El salseo está a la vuelta de la esquina... ok, todavía no XD.

Gracias a por las lecturas, los pinchazos de estrella, comentarios y a quienes le hayan dado una oportunidad a esta historia, no saben cuanto me animan ;3 Me hacen archirequetecontra feliz ajdasñfajfc. También les doy gracias por su paciencia; no soy de las que actualiza seguido, por eso agradezco que sigan esta historia a pesar del tiempo.

¡Gracias por leer!

(Oye, sí que he agradecido mucho esta vez jajaja).

Ellie...


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