pornstar ✨ ➳ justin bieber.

By bieberdayz

446K 19.8K 2.6K

Un incómodo encuentro fue el causante de que Justin Bieber y Taylor Bennet unieran sus caminos. DEBES SEGUIR... More

Sinopsis.
O1: Erección.
O2: Puedes ver por qué lo contraté.
O3: ¿Así que eres una estrella porno?
O5: Demonios, soy virgen en cada sentido.
O6: Voy a hacer esto.
O7: ¿Por qué has venido aquí?
O8: No hay necesidad de estar nervioso.
O9: ¿Está Justin?
10: ¿Lo has visto?
11: No me tientes, Tay.
12: Es una cita.
13: Diviértete con la estrella del porno.
14: Dime lo que quieres, Taylor.
15: Quieres decir ¿hacer el amor?
wattpad me odia
16: ¿Dónde están chicas?
17: Te ves sexy, pastelito.
18: ¿Qué está mal?
19: ¿Por ti o por Jazzy?
20: Joder, te quiero, nena.
21: Tengo que trabajar hoy.
22: Nunca funcionaría entre nosotros.
23: ¡Tu pequeña conspiradora!
24: No hay nada que puedas hacer.
25: Te ves un poco sonrojada.
26: Deja que te explique.
027: Eres un idiota, ¿lo sabías?
wattpad me odia 2.0
28: Estoy enamorado de ti.
29: Te lo prometo.
Epílogo.
capitulos re-subidos

O4: ¡¿Miras porno, Tay?!

19K 680 83
By bieberdayz

Taylor. 


Cuando desperté y busqué mi móvil para ver la hora, me sorprendí al descubrir que ya eran las cuatro de la tarde. Me estiré y arrojé de vuelta mi edredón, suspirando porque a pesar que era tarde, mi cuerpo no estaba tan dispuesto a dejar mi suave y celestial almohada. Trabajar en el turno de medianoche estaba causando estragos en mi sistema. Cada noche que trabajaba, despertaba más y más tarde en el día. 

Al menos tenía esta noche libre, era mi vigésimo primer cumpleaños, e iba a salir con mis amigos más tarde. No podía imaginar lo que MacKenzie tenía planeado. Esa chica, a pesar de que la consideraba mi mejor amiga en la escuela de enfermería, era un problema con «P» mayúscula. 

Me senté en mi tocador y cepillé mi cabello. Las bolsas bajo mis ojos necesitaban atención también, así que apliqué un poco de corrector antes de fijar mi cabello en una coleta. Mis padres no entendían por qué trabajaba tan duro. El dinero ciertamente no era el motivador, mi familia tenía más de lo que hubiéramos gastado en toda una vida, pero yo quería algo más para mí misma. Algo que fuera bueno y me mantuviera ocupada. Su única meta para mí era encontrarme a un hombre rico y bien educado, y convertirme en alguna especie de esposa perfecta, un deseo que no compartía. Una vida como esa sonaba increíblemente aburrida para mí. No quería pasar mis tardes tomando píldoras de la felicidad y copas de vino. No, gracias. 

Una vez en la cocina, deslicé una dosis de café en la cafetera, el dispositivo más usado en mi cocina ya que rara vez me molestaba en cocinar para mí. No podía dejar de pensar en la noche anterior, o más específicamente, en Justin. Bueno, en realidad estaba pensando en cierta parte de su anatomía más que en otra cosa, y me reí de mí misma. Había visto un montón de cosas extrañas trabajando en el turno de medianoche en la sala de emergencias, pero esta fue una de las más memorables.

Él era innegablemente atractivo, y eso fue incluso antes de ver la pitón que acampaba en sus pantalones. Era alto y ridículamente tonificado de la cabeza a los pies, con una cara dura y mandíbula fuerte. Su nariz tenía una cresta pequeña que indicaba que probablemente fue sido rota en algún momento, y esos ricos ojos color chocolate rodeado por espesas y oscuras pestañas. Tuvo el más extraño efecto en mí. Nunca me había atraído un paciente. Nunca. Era mi trabajo, y rara vez notaba detalles sobre la persona actual. 

Esa afirmación sonaba superficial, pero veía a la gente que entrar y salir del hospital como objetos clínicos. Solamente notaba detalles que necesitaba para hacer mi trabajo, como dónde hay mejor línea de vena para empezar una intravenosa o extracción de sangre, o calcular las medicinas en base al peso, cosas como esa. 

Pero con él, no pude concentrarme en lo que necesitaba hacer. 

En su lugar, me di cuenta cómo sus oscuros ojos seguían cada uno de mis movimientos, el grosor de la vena que pasaba por la longitud de su eje, y la tensión en su cuerpo ante la evidente incomodidad. También noté el tatuaje asomando por el cuello de su camiseta como si se arrastrara por su cuello. Quería ver el resto de él, incluso si el solo pensamiento hacía revolver mi estómago de nervios. Y sé que sabía de mi vergüenza por esa molesta sonrisa tirando de sus labios.


***


Cuando el timbre sonó, corrí al panel del intercomunicador para saludar a Mackenzie y Matt. Abrí la puerta de mi apartamento y encontré a MacKenzie subiendo por las escaleras, una bolsa de papel marrón llena con botellas de licor en una mano y un recipiente plástico en la otra. Matt cargaba un ramo de rosas. 

Matt  era como un hermano para mí, pero no estaba segura de que siempre estuviéramos en la misma página. Le hice prometer a MacKenzie no organizar nada grande, solo saldríamos a disfrutar de unos cocteles, y hasta ahora parecía que había mantenido su parte del trato. 

—¡Nuestra bebé está creciendo, Matt! —chilló Mackenzie y me tiró en un abrazo. Le palmeé la espalda y la alejé por algo de espacio personal. No era la más grande abrazadora en el mundo. Matt se rió y pasó alrededor de nosotras, entrando a mi apartamento. Sabía que era mejor no tratar de abrazarme, después que me quedé completamente rígida en sus brazos la única y primera vez que él lo intentó.

— Gracias por las rosas —le dije a su espalda mientras hacía su camino a mi cocina por un vaso. Había pasado suficiente tiempo en mi departamento como para saber dónde estaba todo. Demonios, creo que él conocía mi apartamento mejor que yo. Una vez lo llamé para preguntarle cómo limpiar mi cabello del desagüe obstruido de la ducha y me informó que tenía una botella de limpiador de cañerías debajo del fregadero de la cocina. Él era bueno para mí, así como lo era Mackenzie. Ella a menudo me obligaban a salir de mi caparazón, lo que, sin embargo era a veces doloroso, era bueno para mí también. MacKenzie se hizo cargo de la isla de la cocina, extrayendo varias botellas de alcohol y mezcladores de su bolso. Matt consiguió los vasos y los llenó con hielo, mientras yo estaba de pie y los observaba. 

—¿Qué hay aquí? —Levanté la tapa de la bandeja de plástico, esperando que contuviera un pastel.

 —Tragos de gelatina —respondió MacKenzie, sonriendo—. Prueba uno. 

Quité la tapa y la dejé a un lado. La bandeja estaba llena de pequeños vasitos de plástico que contenían un arcoíris de brebajes de gelatina. Desde luego, parecían invitarme. Escogí uno verde y lo incliné en mi boca, pero la masa gelatinosa se mantuvo firmemente plantada en el interior del vaso. MacKenzie se echó a reír y miró a Matt.

—Enséñale cómo, Matt. Olvidé que teníamos una virgen de tragos de gelatina en nuestras manos. —Midió dos tragos de licor claro y los arrojó en un vaso lleno de hielo, mezclando la bebida como si fuera su segunda naturaleza. Matt sonrió y rodeó la isla para estar de pie junto a mí. 

—Saca la lengua. —Entrecerré mis ojos a él. 

Se rió entre dientes. 

—Sólo hazlo. —Obedecí y él llevó la copa a mi boca, mostrándome cómo arremolinar mi lengua alrededor del borde de este para aflojar la gelatina hasta que se deslizara del vaso a mi boca. 

—Mmm. ¿Manzana verde? —pregunté. Mattew limpió una mancha de gelatina de mi labio inferior y lo lamió de su dedo. MacKenzie asintió. 

—Sip. Y aquí está tu trago de cumpleaños. Era rosa y burbujeante. Tomé un sorbo y lo encontré sorpresivamente refrescante. Difícilmente podías saborear el vodka que la había visto verter dentro. Era suave y delicioso. 

—Gracias. 

Una vez que todos tuvimos bebidas, cortesía de MacKenzie, Matt agarró la bandeja de tragos de gelatina e hicimos nuestro camino hacia la sala para sentarnos en el centro de mi peluda alfombra color crema. 

—Necesitamos música. —MacKenzie abrió mi portátil y mi corazón casi se detiene. Salté de mi asiento en un esfuerzo por detenerla de ver lo que estaba a punto de ver, pero fue demasiado tarde—. ¡Santa mierda! Mis mejillas ardían al recordar para lo que había usado el computador la última vez, había escrito en la dirección, la página web porno de la tarjeta de presentación cuando llegué a casa y busqué hasta que encontré fotografías de Justin. 

—¿Qué es? —preguntó Matt, mirando alrededor de MacKenzie. Su cara se arrugó de asco—. ¡Puaj! —Saltó hacia atrás del ordenador, como si lo hubiera picado. 

—¡¿Miras porno, Tay?! —La sorpresa en la voz de MacKenzie era inconfundible—. No te estoy juzgando, en absoluto, es más como... sólo estoy sorprendida. Siempre has parecido de la especie de inocente.— Tragué saliva y agarré el portátil de su regazo, tirándolo hacia el mío. 

— No es lo que piensas. —Abrí mi biblioteca de música e inicié la lista de reproducción de indie-rock, entonces puse el computador a un lado. MacKenzie se rió, echando la cabeza hacia atrás. 

—Lo siento, cariño, pero eso va a requerir una explicación. Quiero decir, nunca has tomado un trago de gelatina, te criaste con los Bennet, tu maldito cajón de ropa interior está organizado por color y día de la semana. Escúpelo, nena. 

Matt levantó la vista de su bebida. 

—¿Tienes ropa interior por días de la semana? Oh, tengo que ver esto. —Se puso de pie y caminó por el pasillo hasta mi habitación, MacKenzie y yo saltamos a nuestros pies para seguirlo. 

—¡Mattew! —llamé—. ¡Sal de ahí! 

Él se echó a reír y abrió el cajón superior de mi cómoda tallada a mano de color rosa pálido. 

—Santa mierda, no estabas bromeando, Kenz. —Levantó un par de bragas de algodón blando de la parte superior de la pila y los sostuvo para inspeccionar—. Domingo —leyó en la parte de atrás, riéndose entre dientes. Los arrebaté de sus manos, arrojándolos de vuelta en el cajón y lo cerré de golpe con mi cadera. 

—Suficiente. Fuera. —Los ahuyenté de mi dormitorio. 

Sí, compré el paquete de ropa interior de algodón. Eran cómodos. No era tan malo. Mackenzie se mantuvo firme, bloqueando la puerta de mi habitación. 

—Sólo si nos cuentas la historia de ti mirando porno. Apuesto a que ni siquiera tienes un juguete sexual, ¿verdad? 

—Te lo diré. —La rodeé para caminar por el pasillo. Pero no iba a responder la pregunta sobre juguetes sexuales. Incluso si Matt era como un hermano para nosotras, aún era un hombre, y no iba a admitir que tenía un vibrador escondido en la parte de atrás del cajón de mi ropa interior. Dios, me hubiera muerto de vergüenza si hubieran encontrado eso. 

Una vez que estuvimos sentados en la alfombra de la sala otra vez, me tomé unos pocos tragos más de gelatina para aliviar mis nervios y tiré de una almohada sobre mi regazo. Mackenzie se sentó enfrente de mí, pareciendo satisfecha, y recostándose contra el sofá. 

—Está bien. Pasó algo anoche en la sala de emergencias... —Agarré otro trago y sorbí el bocado gelatinoso, necesitando fortalecerme a mí misma ante el recuerdo de la erección de Justin. 



—¿Cómo de grande dirías que era? —preguntó Mackenzie una vez que conté de mi historia, inclinándose hacia adelante con ansiosa curiosidad.

—Ah, infierno, voy a por otra bebida —anunció Matt, dirigiéndose a la cocina. Después de considerar —y rechazar— un cercano candelabro, y sin encontrar nada más adecuado en mi sala de estar para exhibir toda la longitud de la hombría de Justin, Kenzie y yo hicimos nuestro camino hasta la cocina, sonriendo ante mi idea de coger un pepino del refrigerador. 

Metí la mano en el cajón de las verduras y sostuve la larga verdura frente a mi entrepierna. 

—Esto se ve bastante bien. —MacKenzie me tomó de los hombros, girándome de un lado a otro, así podía mostrar varios ángulos. 

—Maldita sea. A ese chico le cuelga.

Continue Reading

You'll Also Like

12.2K 699 77
Porque 100 partes no son suficientes... segundo libro de T/N viviendo pendejaventuras con estos dos. ⚠️SOLO ES FICCIÓN, NO ROMANTICES RELACIONES DE E...
45.1K 2.7K 26
~Mientras uno mira al futuro siempre hay otro que mira al pasado~
51.2K 2.5K 39
Tras durar trece años de su vida en un orfanato, Charlotte y Jordan son adoptadas por uno de los hermanos Jonas, quien junto a sus esposas convierten...
21.1K 1.8K 103
El desgarrador destino de Laura Arizmendi y Alana Cordova dos grandes amigas ,ambas miembros del Ejército han ido y regresado de la guerra con la ilu...