067. PIETRO MAXIMOFF
QUICKSILVER
Pietro siempre hacía esto. Tú le habías dicho que tenía prohibido entrar a la cocina hasta que tú no terminarás de cocinar porque te distraía. Y había funcionado, hasta que le dio sed. Lo dejaste pasar para que tomará un vaso de jugo, pero nunca más se fue de la cocina.
-Pietro-, murmuraste mientras te fijabas que todo estaba bien y nada se estaba quemando.
Pietro estaba besándote en el cuello, mientras que sus brazos rodeaban tu cintura. No llevaban mucho tiempo saliendo, apenas habían cumplido las dos semanas el día anterior. Tu padre, Tony Stark, no le caía bien pero, como tú eras feliz, él intentaba ser lo más amable que pudiera. Bueno, la definición de 'amable' de Tony Stark, claro. En realidad, se podría decir que Pietro y tú iban bastante lentos. Se habían besado varias veces, pero nunca subía de tono.
-No puedo cocinar así, basta-, dijiste, aunque no pudiste evitar sonreír.
Él se alejo un poco, lo suficiente para mirarte a la cara.
-Puedo ver esa sonrisa. Tú no quieres que pare, no realmente.
Golpeaste su brazo, lo alejaste y comenzaste a cortar los vegetales. Pietro se quedó parado, observando lo que hacías, tú sabías que su hiperactividad lo estaba matando.
-¿Puedo ayudarte?-, pidió como un niño pequeño.
-No, no tienes sentido del tiempo. Vas a sacar las cosas antes de que estén listas.
Pietro se acercó a ti y te obligó a que lo miraras. Tan pronto como lo viste, casi te derrites. Él hacía puchero y te veía fijamente, con sus ojos bien abiertos. Tú odiabas que haga eso, ya que él sabía que conseguiría cualquier cosa a causa de eso y tú sabías que se lo darías.
-¡Esta bien!-, te rendiste -. Yo me encargaré de la cena, tú de los brownies. ¿Ok?
PIetro te beso en ambas mejillas en un segundo y comenzó a tomar todos los ingredientes que necesitaba.
-Entonces, ¿Por qué es tan importante la cena?-, preguntó Pietro mientras que leía la receta.
-Mi papá, Bruce, Nat, Clint y Steve van a venir. Yo sugerí la idea de la cena pero, no pensé que yo... nosotros tendríamos que hacerla.
Pietro se acercó a ti y pellizcó tus mejillas tiernamente.
-Tengo que decirte, querida, te ves tan tierna cuando te decides a hacer las cosas.
Rodaste los ojos y volviste a cortar los vegetales. Pietro sabía que tu fuerte no era la cocina y aún así esto le causaba gracia. La cocina se sumió en silencio, lo que tú encontraste relajante. Al contrario de tu novio que, mientras revolvía la mezcla con una cuchara, miraba de un lado al otro, pensando en que hacer o decir para romper el silencio.
Pietro metió un dedo en la masa marrón y pegajosa y sonrió. Sentiste algo tocar tu mejilla y, apenas lo sentiste, supiste que era. Miraste a tu novio, el cual parecía repentinamente muy concentrado en la mezcla.
-Pietro-, murmuraste.
-¿Si, bebé?-, contestó inocentemente, aún sin mirarte.
Te concentras mucho para solo revolver con una cuchara cariño; pensaste.
Caminaste hasta él y lo sujetaste por los hombros.
-¿Sabes cómo termino la masa del brownie en mi cara?
Él miró al techo, aún sin mirarte a los ojos.
-No. ¿Por qué sabría algo como eso, cielo?
Rápidamente, mientras que él miraba el techo, tomaste bastante mezcla y la pusiste en la cara de tu novio. Él se quedó quieto unos segundos, intentando darse cuenta de lo que había sucedido, lo que te dio tiempo para salir corriendo de allí.
-¡T/N!-, gritó él y, en un flash, llegó a tu lado.
Gritaste cuando, de repente, apareció a tu lado y luego reíste al ver su cara, aún seguía embarrada con la mezcla. Él te tomó por la cintura y te acercó a él.
-No-, gritaste mientras que él pasaba su cara contra la tuya.
Estiraste tu mano para llenar tu dedo de la mezcla y te la llevaste a la boca. Sonreíste al darte cuenta que Pietro había hecho un gran trabajo cocinando. Pietro se acercó a tu rostro para besarte. Él te levantó y te sentó en la mesa, sin despegar sus labios, y profundizó el beso. Su mano se enredó en tu cabello mientras que te empujaba para estar aún más cerca. No pudiste evitar soltar un gemido, causando que él sonriera y continuará con el beso aún más provocativo.
Escuchaste como alguien aclaraba su garganta. Te separaste de Pietro y miraste a un lado para encontrarte con tu padre, Tony Stark, con los brazos cruzados y su ceja alzada.
-Ahí es donde comemos-, dijo Tony, apuntando a la mesa en la cual estaba apoyado tu trasero. Él miró la cocina para observar el desastre -. Limpien todo eso-, fueron sus últimas palabras antes de irse.
Tus mejillas no podían estar más rojas y te bajaste, torpemente, de la mesa. Miraste a Pietro para verlo con una gran sonrisa.
-No es divertido, idiota-, te quejaste y lo golpeaste en el pecho.
Él no pudo evitar soltar una risa y tomó tus manos.
-Claro que si. Te ves tan tierna así-, murmuró y besó tu frente.
Tú negaste y te dirigiste a la cocina.
-Tenemos que terminar de una vez... Y, luego, limpiar todo.