-Lo sabía. –Digo después de un largo silencio.
-¿Por qué?
-Ningún heterosexual hubiera dejado que le hiciera eso que te hice en la mañana...bueno, ayer.
Suelta una pequeña carcajada. -¿Entonces no eres hetero?
-No.
-¿Gay?
-No.
-¿Pan sexual?
-Tampoco. –Ruedo los ojos.
-Bisexual.
-Por fin adivinaste.
-No pareces uno.
-No lo demuestro mucho. Menos cuando estoy con mi familia.
-¿Ninguno de ellos sabe?
-No, solo mis amigos. -¿Alguien de tu familia sabe?
-Sí. –Murmura.
-¿Y alguna vez has tenido novio?
-Sí. –Sonríe.
-¿Todavía siguen juntos? –Digo un poco sorprendido.
-No. –Suelta una carcajada.
-Ah. –Me relajo.
-¿Y tú?
-¿Ah?
-Si alguna vez has tenido novio.
-No, solo algunas salidas, pero nunca novio.
-Es raro imaginarte siendo novio de algún chico.
-¿Lo estás imaginando?
-Eso intento, pero como dije, es raro.
-¿Por qué? –Río.
-Porque pareces más de esos chicos...mujeriegos.
-¡Hey! Eso dolió.
-¿Entonces no eres de esos chicos?
-No, no me gusta jugar con las mujeres, es algo horrible.
-¿Y desde cuando eres bisexual?
-Desde...no sé, creo que desde siempre, todos nacemos bisexuales.
-Pues yo creo que nací gay.
-¿Por qué?
-Nunca las chicas me llamaron la atención; siempre eran los chicos.
-¿Alguien de tu familia notaba eso?
-Mi hermana comenzó a notarlo.
-Adivino: Ella fue la primera que lo supo.
-Sí. –Sonríe. –Me apoyó bastante.
-Al parecer se llevan bastante bien.
-Sí, es como mi mejor amiga.
-Siempre quise tener una hermana, o un hermano gemelo, como un mejor amigo al que podía ver todos los días y le podía decir todos mis secretos.
-Bueno, yo soy prácticamente tu hermanastro.
-Pero a ti no te puedo decir todos mis secretos, apenas te conozco.
-Entonces podemos ser amigos, si quieres.
-Ser amigo de la novia de mi padre...no parece buena idea, pero acepto.
-¿Por qué mi mamá te cae tan mal?
-Es más por naturaleza. Ya sabes; odiar a la novia de tu padre que conoce después de separarse de tu madre.
-Lo entiendo, supongo, tu padre igual me cae un poco mal.
-¿Enserio?
-Sí, supongo que por naturaleza. –Se encoje de hombros.
Río.
Nos quedamos un rato mirando las estrellas y sin darme cuenta me quedo dormido.
[...]
Cuando despierto estoy en la cama, ¿acaso todo fue un sueño?
Me doy vuelta y Louis no está en su cama. Me paro y camino hacia la terraza del techo para ver si está ahí. Cuando subo ahí está, arreglando las sillas.
-Buenos días. –Le digo.
-Buenos días. –Responde.
-¿Cómo es que desperté en la cama?
-Te tuve que cargar.
-¿A mí?
-No, a tu padre. –Dice con sarcasmo. –Claro que a ti, idiota. –Sonríe.
-¿Por qué?
-Mira; mi mamá cree que me estoy tomando las pastillas y que estoy mejorando. Por favor no le quites esa pequeña felicidad.
-¿Por qué no le dices la verdad?
-Porque después del divorcio quedó muy devastada, fue mucho para ella; mi insomnio, el divorcio, los problemas de Jade, la pelea por la custodia.
-¿Problemas de Jade?
-Ese es otro tema del que no quiero hablar.
-Pero ustedes se quedaron con Ashley.
-No, todavía sigue en juicio, en cualquier momento nos podrían decir que nos debemos ir con mi...padre a Los Ángeles.
-¿Los Ángeles?
-Sí, se cambió allá.
-Oh. –No sabía que fuera tan delicado.
-Por favor prométeme que no le dirás nada.
Silencio.
-Por favor. –Me miró con cara de súplica, fue tanto que me dio pena.
-Está bien. –Rodé los ojos. –Pero no por eso seré más amable con ustedes, además tú también me tienes que prometer algo.
-¿Qué cosa?
-Cada vez que no pueda dormir solo dime y me quedaré contigo, así no estarás tan aburrido o solo.
-Pero te tendrás que quedar prácticamente toda la noche despierto, no podrás estar así.
-Lo haré.
-Harry... -Dice doblando la cabeza.
-Louis... -Repito su acción.
-Está bien.
-¿Promesa? –Le estiro el dedo meñique.
-Promesa. –Responde y dobla su dedo meñique con el mío en señal de promesa.
Le sonrío y lo ayudo a doblar las sillas y llevar los cojines hacia la habitación.