Siempre has sido tú ✔ (EN LIB...

By CMStrongville

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Esta historia se encuentra publicada con NOVA CASA EDITORIAL. ❇❇❇GANADORA DE LOS WATTYS 2016 EN LA CATEGORÍA... More

Sinopsis
Epígrafe
Prólogo
01- DOLOROSAMENTE MARAVILLOSO
02- NUNCA ES SUFICIENTE
03-COSA DE SUERTE (1)
04-COSA DE SUERTE (2)
05-UN PASATIEMPO (1)
06-UN PASATIEMPO (2)
07- ¿Y EL NOVIO? (1)
08-¿Y EL NOVIO? (2)
10-DEMASIADO CONSCIENTE
11-LA ÚNICA EXPLICACIÓN
12- EL GRAN MONSTRUO VERDE
13-LA MIRADA EN ELLA
14-DE UNA VEZ POR TODAS
15- CUANDO ENTRÓ EN MI VIDA
16- SU OPINIÓN
17- ALGO EN SUS OJOS (1)
18-ALGO EN SUS OJOS (2)
19- CULPAS ENCADENADAS
20- SILENCIO APLASTANTE
21- CORAZÓN LACERADO
22- UNA NUEVA EN EL GRUPO
23- HORA DE HABLAR
24- INESTABLE
25- OLVIDO (1)
26- OLVIDO (2)
27- TE ESCUCHO
28- CONFESAR Y DECIDIR
29- LA VERDAD
30- INCREÍBLE (1)
31- INCREÍBLE (2)
32- OTRA CARA
32 [+18]
33- ES RIDÍCULO
34- MIEDO Y DOLOR
35- SU VOZ (1)
36- SU VOZ (2)
37- RESPIRAR DUELE
38- DE SU BOCA
39- TODO ESTARÁ BIEN (1)
40- TODO ESTARÁ BIEN (2)
41- NUNCA ANTES
42- PUNTOS DÉBILES
43- EL ÚLTIMO HOMBRE
EPÍLOGO
EXTRA

09-INSPIRACIÓN

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By CMStrongville

LA LLAMADA
***


Llegué a casa exhausta y al mismo tiempo feliz. Haber jugado después de tanto tiempo me hizo ver que no me mantenía en la misma forma de antes —en más de una ocasión creí que caería desmayada—, pero también me ayudó a despejar la mente. Levi y mi madre no habían acudido a mi cabeza en todo el tiempo que corría y botaba el balón, mientras me enfocaba en esquivar al equipo contrario en un intento por encestar. Ellos eran lo último en lo que quería pensar cuando anotaba y mi equipo me felicitaba.

No podía borrar la sonrisa que se me dibujaba de manera automática en los labios. Había pasado tanto tiempo desde que me sentí tan... libre, desde que lo más importante para mí fuera yo misma. Siempre era agradar a mi madre, que me fuera bien en la escuela para no decepcionarla —ni a mis maestros—, gustarle a Levi, hacer que me notara, que me quisiera como yo a él... Siempre era todo acerca de los demás y me gustaba que un par de horas hubieran sido solo para mí. Quería continuar con eso y dedicarme un poco más de tiempo a mí y solo a mí, ya fuera entrenando o haciendo otra cosa que me hiciera sentir bien.

Me dejé caer sobre el sofá sin poder ir más allá y encendí el televisor. Tenía pensado ver la película que había dejado pausada más temprano, hacer algo de cenar y luego darme una ducha antes de dormir. ¿Era normal sentirse exhausta y al mismo tiempo con energías? Mi cuerpo exigía descanso, pero mi cabeza me decía que podía hacer todo en ese momento; que si quería volar, podía llegar a hacerlo.

Decidí dejar la película para otro día y mejor fui por mi portátil; una idea ya se me había formado en la cabeza. La encendí, abrí un documento nuevo y dejé mis dedos suspendidos sobre el teclado. Quería escribir, pero no sabía por dónde comenzar. Tenía la idea en mente, pero las palabras indicadas no llegaban.

De repente, recordé lo que mi madre había dicho la última vez que fui a visitarla y le comenté sobre mi proyecto de escritura. Los puños se me cerraron de forma automática al volver a sentir el dolor que provocaron en mí sus palabras.

«Eso no te sirve para nada, Lucette. Deja eso y haz algo productivo. No estés inventando cursilerías.»

Suspiré y froté los puños cerrados sobre mis ojos.

«Eres muy cuadrada. No creo que la creatividad sea una de tus cualidades.»

Dejé caer las manos sobre mi regazo y fijé la mirada en el techo. Quería armarme de valor para comenzar a escribir y lograr mi propósito, para demostrarles a todos que se equivocaban acerca de mí. No era aburrida ni cuadrada ni una buena para nada. Era una chica normal, con una gran imaginación, con sueños y metas, con ilusiones. Era una mujer que podía lograr lo que se propusiera en la vida.

Volví a posar la mirada en el teclado frente a mí y tomé una profunda respiración. Presioné una tecla, luego otra y otra hasta que formé una oración completa. La admiré como si fuera un gran avance y sonreí satisfecha. Seguí tecleando, escribí como si mis dedos hubieran cobrado vida propia. Las ideas salían de mi cabeza a borbotones, como lava de un volcán en erupción. Escribí párrafos completos en pocos minutos, pasó una hora, luego otra y cuando menos lo pensé ya tenía quince hojas escritas.

Parpadeé sin poder creerlo. Volví al inicio del documento y comencé a leer. Me gustaba cómo se desarrollaba mi historia de fantasía y romance. ¿Era posible enamorarse de una idea? Porque lo estaba totalmente de la mía. Me recargué en el reposabrazos del sofá y suspiré antes de cerrar los ojos. Empecé a pensar en más escenas para escribir, pero sin darme cuenta caí dormida y comencé a soñar en mundos perfectos.

Abrí un ojo cuando sentí que me elevaba en el aire.

—Hola, enana —saludó Levi antes de abrazarme contra su pecho. Me acunaba con seguridad y delicadeza, por lo que no pude evitar sentirme a gusto. Mis brazos fueron a rodear su cuello automáticamente cuando comenzó a caminar—. Te quedaste dormida en el sillón otra vez —señaló.

Sonreí adormilada y asentí.

—¿Qué hora es? —pregunté con voz pastosa. Enterré mi nariz en el hueco de su cuello y lo sentí estremecerse debajo de mí.

—Tienes la nariz fría —rio—. Y son casi las tres de la mañana.

—¿Y acabas de llegar?

Volví a cerrar los ojos y comencé a irme a la deriva.

—Sí —alcancé a escuchar antes de que el sueño me embargara otra vez.

A la mañana siguiente desperté sobre mi cama y debajo de mis cobijas calentitas. Recordé que había sido Lev quien me había llevado hasta ahí. A pesar de que no era la mujer más ligerita que existía, no le importó. No dejó que me quedara incómoda en el sofá, sino que me llevó hasta mi habitación. Sonreí agradecida por aquel gesto y volví a taparme el rostro. No quería levantarme, pero debía hacerlo. Había mucho por hacer.

Refunfuñé entre dientes, me puse de pie y me dirigí a la ducha, donde el agua me ayudó a despertar del todo. Decidí que no saldría de casa ese día, así que me puse una sudadera y un pantalón corto de licra. Fui a la cocina después de terminar de vestirme, y sonreí sorprendida al ver a Levi tras la encimera con un montón de ingredientes frente a él.

—¿Planeas envenenarme con tu comida? —cuestioné en broma. Lev dio un respingo al escucharme y giró un poco el torso para mirarme con una sonrisa divertida.

—Tenía hambre y no quería despertarte.

—¿Eso significa que no seré víctima de tu mal sazón? —Caminé hacia donde él preparaba todo y de un salto me subí a la barra, donde comencé a mecer las piernas.

—Ja, ja, graciosita. No. Solo es fruta con yogur y granola. Es hora de que comience a cuidarme porque si sigo comiendo todo lo que preparas voy a terminar obeso. Así que no te preocupes, enana, no corres el riesgo de morir envenenada hoy.

Suspiré simulando estar aliviada y Lev palmeó mi muslo desnudo con fingida indignación, lo que me hizo reír. Estaba a punto de preguntarle si quería quedarse conmigo a ver un maratón de películas, cuando su celular comenzó a sonar.

—¿Qué pasa? —contestó. Fijé la vista en mis calcetines impares y Lev sonrió al percatarse de ellos. Guardó silencio para escuchar a la persona al otro lado de la línea justo cuando sentí a mi estómago gruñir—. Sí. Aquí estoy con ella. —Lo miré confundida al escucharlo y él se encogió de hombros.

¿Hablaba de mí? ¿Alguien le preguntaba por mí?

—¿Quién es? —susurré. Hizo un gesto con sus dedos para indicarme que esperara, después frunció los labios.

—¿Quién? ¿Para qué? —Lo vi arrugar el cejo cuando la persona al otro lado contestó y reí por su reacción. Parecía molesto—. Uh, sí, supongo que está bien entonces. —Fijó sus ojos en los míos y me tendió el aparato a regañadientes—. Te buscan.

—¿A mí? —pregunté sin creérmelo. Levi resopló e hizo una mueca.

—Eso parece.

Sorprendida, tomé el celular entre los dedos y lo elevé hasta mi oreja sin despegar la vista de Lev.

—¿Hola?

¿Lucette?

—¿Quién quiere saber?

Hola, soy Colin. ¿Colin Collins? Nos conocimos la semana pasada —explicó. Sonreí al escuchar quién era y comencé a mecer mis pies de adelante hacia atrás.

—¡Colin! Sí. Hola, ¿cómo estás? —cuestioné al escuchar su risa nerviosa.

Bien, ¿y tú? Perdón por tomarme el atrevimiento de buscarte.

—Bien también. No te preocupes por eso, me alegra que lo hayas hecho —dije. Mi mirada se desvió hacia Levi cuando escuché que comenzaba a cortar la fruta otra vez.

¿En serio?

—¡Sí, de verdad! Dime, ¿qué se te ofrece? —Hubo un segundo de silencio ante mi pregunta y entonces lo escuché aclarar su garganta.

Dos veces.

Bueno, quería saber si querrías salir conmigo mañana.

—¿Como en una cita? —cuestioné. Lev detuvo lo que hacía y me observó con atención.

Eh sí. Sí, supongo que en una cita. Digo, si no te molesta que sea en martes, si es así podemos...

—Está bien —lo interrumpí. Era tan adorable—. Me gustaría eso.

¿De verdad? ¡Genial! Digo... bien. —Volvió a reír nervioso—. ¿Entonces paso por ti?

—Claro.

¿A las ocho te viene bien?

—A las ocho es perfecto.

Bien. Entonces te veo mañana. Cuídate, Luce.

Cuando colgó, coloqué el aparato justo al lado de mi pierna sin poder dejar de sonreír y no me di cuenta de que Lev me observaba atento hasta que rompió el silencio.

—¿Así que vas a salir con Collins?

Elevé los ojos hasta él y lo encontré sonriendo como si disfrutara de una broma secreta.

—Sí, mañana.

—Es la primera cita que te conozco en estos años —señaló.

Me encogí de hombros y bajé de la barra para acercarme a él. Cogí un pedazo de plátano en rodajas y me encogí de hombros.

—Ya es hora de seguir adelante —expresé. Vi su expresión de desconcierto antes de que desviara la vista y asintiera.

—Sí, creo que ya es hora —respondió. Tomó dos platos y me tendió uno—. ¿Vas a hacer algo ahora? —cambió de tema. Fui hacia el cajón de los cubiertos y tomé dos cucharas.

—No. Me voy a quedar aquí a ver películas, yo creo.

—¿Y puede tu mejor amigo acompañarte o no es bienvenido?

Le palmeé el abdomen y elevé mis ojos a los suyos mientras esbozaba una sonrisa.

—Tú siempre eres bienvenido.

***

—Me veo ridícula —mascullé al observar mis piernas desnudas. Giré frente al espejo de cuerpo completo y Erica aplaudió emocionada.

—¡Te ves preciosa!

—Te ves sexy —corrigió Vick.

—Esta cosa no me tapa el culo y se me ven las piernas gordas—me quejé.

—Luce, tienes piernas de deportista.

—Gordas.

—Musculosas y torneadas —apuntó Erica. Caminó hasta quedar detrás de mí y ajustó el lazo de mi blusa azul—. Te envidio.

Bufé sin creerle y sacudí la cabeza, lo que hizo que los rizos rebotaran alrededor de mi rostro. Erica era preciosa. ¿Qué tenía ella que envidiarme a mí?

—Que no sean piernas largas y delgadas como palillos no significa que no sean lindas —señaló mi mejor amiga—. Y de verdad te ves preciosa.

Volví a mirar mi reflejo y fruncí el ceño. Estaba tentada a ponerme los vaqueros, pero ese par de locas no me dejaban hacerlo. Había ido a comprar ese conjunto solo para mi cita, pero no había imaginado que me luciría tan... ajustado. Sí, en definitiva debía dejar de comer tanto. Cuando mis amigas me vieron la ropa puesta saltaron veloces a decir que Colin caería rendido a mis pies.

¡No quería tenerlo a mis pies! Solo quería salir con un tipo agradable y pasar un buen rato, cosa que no lograría si tenía que cerciorarme cada dos segundos de que no se me vieran las bragas.

—Pero es que...

—¡Sin peros! —interrumpió Erica. Me tomó por los hombros y me hizo dar la vuelta hasta que nuestros rostros quedaron muy cerca y sus ojos se clavaron en los míos—. Vas a salir, te despedirás de Levi y entonces pasarás la noche más salvaje y alocada con Colin, ¿entiendes? Ya echamos condones a tu bolsillo por si acaso.

No pude evitar reírme a carcajadas al escuchar las ridiculeces que decía.

—Están locas.

—Nos amas así.

—En eso tienes razón. —Me acerqué a donde ella estaba sentada en la cama y la abracé para, así, agradecerle sin palabras. No sabía en dónde habría estado en ese momento si no hubiera sido porque ella llegó para darme soporte justo cuando más lo necesité—. Claro que las amo. Son las mejores amigas que alguien podría desear.

Fui a abrazar a Erica y ella me dio un último vistazo de arriba abajo.

—Soy la diosa de los makeover —exclamó orgullosa. Vick se acercó a ella y la abrazó.

—Lo eres, la mejor y más bella —aceptó antes de darle un piquito.

Continuó susurrándole elogios mientras se aferraban la una a la otra y yo hice un pequeño puchero. ¿Era normal que estuviera celosa de ellas? Tenían una relación tan bonita y no podía creer que eso estuviera mal. Hubiera dado todo porque Lev me mirara como ellas se observaban entre sí.

Mi celular comenzó a sonar sobre el tocador y me apresuré hacia él para ver un mensaje de Colin. Me alegré de que no me hubieran obligado a usar tacones, porque me habría roto el cuello al tratar de llegar al teléfono.

—Ya llegó —dije, nerviosa.

La puerta se abrió sin previo aviso y las tres nos giramos para ver a Lev entrar. Abrió la boca para decir algo, pero cuando su mirada se posó en mí ningún sonido salió de entre sus labios. Escuché el chillido emocionado que Erica emitía tras de mí, pero no pude despegar mi vista de él, ni siquiera cuando comenzó a estudiar mi vestuario.

—¿No se ve divina? —inquirió Vick con un tono burlón.

Levi se tomó su tiempo para apreciar mejor mi apariencia. Recorrió con lentitud cada centímetro de mi cuerpo con esa mirada oscura e intensa, me observó con atención y yo creí que estallaría en pedazos cuando llegó a mi boca y sus labios se despegaron para inhalar. En ese momento fue completamente consciente de que era la primera vez que mis piernas estaban tan expuestas a su escrutinio. Sentí un calor inundarme las venas y viajar desde el vientre hasta el cuello. Apreté los puños a mi costado sin darme cuenta.

Al ver mi rostro encendido, Levi parpadeó aturdido y, tras sacudir la cabeza, sonrió de medio lado.

—Ella siempre se ve preciosa —musitó. Su voz sonaba diferente, más... áspera. Miró hacia atrás y asintió a mis amigas—. Collins ha llegado. —Se dio la vuelta para salir de la habitación, pero antes se detuvo y me dio un último repaso de arriba abajo—. Te espera afuera. No lo hagas esperar mucho, ¿sí?

Cerró la puerta tras de sí. El silencio se apropió de la habitación cuando se escucharon los pasos cada vez más débiles de Levi. Por lo menos hubo silencio unos segundos, hasta que Erica y Vick comenzaron a susurrar.

—Todavía no lo supera, ¿eh?

—No —suspiró Vick.

Fruncí el ceño sin girarme y me pregunté de qué carajos hablaban.

—No se lo merecía, no fue su culpa.

—Pero él sigue diciendo que sí. Mientras él se repita eso, nada ni nadie va a hacerlo cambiar de opinión.

—Es una lástima. —Escuché que ambas se acercaban a mi espalda y me obligué a aparentar que no había oído nada—. Bueno, ¿estás lista? —preguntó Erica. Yo sonreí.

—Claro.

Salimos las tres al pasillo mientras ellas comenzaban a decir algo acerca de portarme mal, pero no les presté mucha atención. Mi mente todavía le daba vueltas a la conversación que se había desarrollado pocos segundos atrás en mi habitación.


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