Honda DN-01

By NatiiSuperWi

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Escuchaba el rugido de su moto cada noche. La maravillosa máquina soltaba un aullido que se comparaba con una... More

Capítulo 1. Callejera
Capítulo 2. De vuelta a las ruedas
Capítulo 3. ¡Acelera!
Capítulo 4. Recordando y luchando
Capítulo 5. Algo que me pertenecía
Capítulo 6. Friday night
Capítulo 7. Transiciones
Capítulo 9. La nueva tormenta
Capítulo 10. Everywhere
Capítulo 11. Nuevo artista pt.1
Capítulo 11. Nuevo artista pt.2
Capítulo 12. Get along
Capítulo 13. Coincidencias
Capítulo 14. Entrando en crisis.
Capítulo 15. Cayendo
Capítulo 16. Ahogándose
Capítulo 17. Buscando
👻ESPECIAL HALLOWEEN🎃
Remember It
Capítulo 18. Dying
Capítulo 19. Tiempo-fuera
Capítulo 20. Face to face

Capítulo 8. No estoy sola

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By NatiiSuperWi

Nota iniciales: Saludos, tropa de individuos defectuosos <3, aquí vengo con un nuevo capítulo de la loca de HaNi y sus demencias. El capítulo anterior no hubo nada de acción, fue algo aburrido quizás, pero éste espero que lo compense todo. Les espera mucha emoción, suspenso, y acción, golpes, llaves, de todo un poco. Disfrútenlo y no olviden dejar sus comentarios.

Besos.

______________________

Me bajé del auto inhalando el frío de la congelada mañana, posando mis pies sobre el pasto escarchado que crujía cada vez que avanzaba, acercándome cada vez más a un lugar más que conocido para mí, el estacionamiento. Eran alrededor de las 6.30 de la mañana, el frío llegaba a ser insoportable, calándose en los huesos, traspasando, incluso, las tres capas de ropa que vestía. Junto con mi amigo, Tony, nos dirigíamos al sector de las que algunas vez fueron oficinas superiores del edificio, en ella nos esperaba cierto personaje, un funcionario activo dedicado y reconocido por toda la ciudad, era encargado del sonido y administrador del funcionamiento del "local".

- Es aquí, HaNi. - Tony me indicó hacia la derecha, siendo respondido por mi acción, siguiéndolo hacia el lado indicado. Los abandonados pasillos estaban llenos de basura, colillas de cigarro, botellas rotas, cajas de vino, papelillos, en fin, repletos de las cosas obvias que sucedían durante las batallas de gallo y eventos dentro del lugar. Tony se detuvo frente a una puerta entreabierta esperando a que yo llegara a su lado. - Él requiere de tus servicios. - dijo bromeando. Le sonreí de lado y me adentré en la pequeña y oscura habitación seguida por él.

Los escasos rayos de sol entraban por una pequeña ventana enrejada sin cortinas, las paredes estaban decoradas con graffitis que representaban imágenes casi salidas de una película de terror, con fantasmas, monstruos y sombras; en algunas paredes había unas rejas soldadas, dándole a la habitación un aspecto de mini cárcel. En un rincón había un desordenado escritorio de madera y detrás de él, la persona que me necesitaba.

- Namjoon.- dije en forma de saludo, sacando al sujeto de su concentración.- ¿O debería llamarte Rap Monster?

- Namjoon está bien. - Se levantó de su asiento y caminó hacia mí.- Gracias por venir.

- Por los viejos tiempos. Namjoon y yo nos habíamos hecho cercanos hace algunos años. Él era, a mí parecer, el mejor rapero del sector, y con justa razón era el encargado de movilizar todo el lugar a su gusto, haciendo respetar las reglas, manteniendo "el orden" dentro los rangos correspondientes en los eventos. Era un gran tipo, muy centrado en su trabajo y con unos atributos de líder irreprochables, tenía el cabello blanco, decolorado, labios gruesos, tez morena, ojos rasgados, cuerpo delgado pero marcado y, adivinen, era por lo menos veinte centímetros más grande yo. - ¿Cuál es el problema? - dije observando la computadora sobre el escritorio.

- Mi equipo completo de música ha sido robado. - respondió algo molesto sentándose en la silla nuevamente.

- ¿Robado? - susurré consternada. Algo muy grave debió haber ocurrido para que a Namjoon le robasen algo, o quizás, un descuido...

- Pasó la noche en que la policía invadió el estacionamiento. - Comentó Tony acercándose a nosotros.- Esperaron a que Namjoon dejara su puesto en la administración en cuanto los polis se llevaron al dj. Aprovecharon que la mesa de mezclas estaba sola y...se llevaron todo aparato electrónico que tenían enfrente, incluyendo el celular de Namjoon. - dijo mirándome serio, concentrado en el tema.

- Por suerte, logramos rastrearlo. Dimos con la ubicación, en donde pensamos, está el resto del equipo. - Explicó Namjoon poniendo frente a mis ojos su computadora.- Ahí está el mapa, el lugar no está a más de media hora de camino.

- Tenemos la ubicación, los medios para traer el equipo, todo, pero...- continuó Tony, mirando el mapa con detenimiento.

- Falta alguien que se filtre en el lugar sin ser visto. - dije anticipando lo que se me aproximaba. Namjoon me miró esperanzado.

- No quiero arriesgarte a perder tu libertad, si no quieres, lo entenderé. - dijo.

- Bah. Tranquilo. Estoy segura de que has hojeado mis antecedentes. - mencioné mirando su libro de registro abierto, en donde se encontraban todos las observaciones de los raperos que jugaban en las batallas. - También estoy segura de que leíste sobre mis numerosos allanamientos a la propiedad privada sin ser sorprendida por la policía. No estoy muy segura de como consigues esos datos, pero sí sé que Tony tiene algo que ver. - Él conocía muy bien a cada persona del lugar, cosa que podría ser utilizada estratégicamente para instancias como éstas. Los dos chicos me miraron con sorpresa. No esperaban que yo supiera sobre la existencia de ese libro. - Pero bueno, supongo que tengo derechos en esto, ¿no?

- Mmh, ¿qué quieres?, ¿dinero?, ¿fama? - preguntó Namjoon con altanería. Lo miré con algo de desprecio.

- ¿Qué tipo de persona crees que soy? Ni el dinero, ni la fama hacen a una persona feliz. Pero sí debo... - me apoyé en el escritorio con ambas manos inclinándome hacia adelante para quedar frente a su rostro.- asegurar mi seguridad. Aunque las posibilidades de que me arresten son muy bajas, quiero saber si estás dispuesto a luchar para que eso no ocurra. - soltó una pequeña risita.

- Y, ¿cómo se supone que puedo asegurar tu seguridad? - preguntó con picardía mirándome fijamente a los ojos.

- Quiero vigilancia, y la quiero precisamente de él. - apunté a Tony sin despegar mis ojos de Namjoon.- Si él no trabaja conmigo, yo no moveré un solo músculo.

- Hecho, ¿algo más que requiera la señorita para proceder? - soltó irradiando superioridad.

- Sí. Será a mí manera. - dije finalizando de anunciar mi reglamento interno, caminando hacia la salida. - Ah, y, sí. - Me detuve en la puerta.- Quiero una pequeña compensación. - volteé a mirar al chico de cabello blanco.

- Pensé que no te interesaba el dinero. - dijo algo confundido, poniéndose de pie.

- Pongámoslo de esta manera. Sí rescato tus equipos, rescato tu miserable vida, querido amigo. Y sí yo salgo ilesa de ésto, seguiré estudiando en la universidad, gastos, gastos, gastos. Es así de simple, todos felices. - le sonreí tiernamente a lo cual él se limitó a levantar una ceja.

Salimos del estacionamiento, atravesando todo el edificio y los tres nos subimos en el auto de Tony, en marcha hacia el lugar en donde se suponía estaba el celular de Namjoon, y por ende, sus valiosos y adorados equipos. En el asiento del copiloto yo me dediqué a mirar hacia los alrededores durante el viaje, jamás había andado por esos lados, ni siquiera me llamaba la atención ir a descubrir que podría encontrar en esas casas monamente adornadas, con pequeños jardines florales y pintorescos. Las casas eran de dos pisos, muy juntas la una a la otra, se veían pequeñas y estrechas, así como casitas de muñeca, y a un lado tenían lo que parecía una cochera; todas iguales. El sol estaba amenazando con salir, asomándose poco a poco sobre los cerros que rodeaban la ciudad. Mi día, el último día de mis "vacaciones", comenzaba así, allanando una casa de aquella población.

- Toma.- dijo Namjoon.- Es un manoslibres, así nos mantendremos comunicados. - tomé el objeto y lo puse en mi oreja. Me quité la abrigadora casaca y la bufanda. Vestía un polerón canguro negro, al igual que mis pantalones, y unas vans del mismo color con suela blanca en mis pies. Solté mi ondulado cabello, dejando que callera por mis hombros y mi espalda. Si me iba a enfrentar a alguien, debía por lo menos tratar de estar cómoda y procurar que mi cabello no dejara ver muy bien mi rostro.

- Bien, aquí es. - Tony detuvo el auto frente a una casa roja, del mismo estilo que las otras, se veía luz dentro y se escuchaba música, al parecer había una pequeña fiesta o algo por el estilo. Seguramente habría alcohol, eso me facilitaría las cosas.- Infiltraré este pequeño dron de juguete. - Dijo mi amigo encendiendo un control remoto mientras lo conectaba a una pequeña pantalla colgada del techo del auto.- Al parecer los equipos están en el garaje. Entra por esta pequeña ventana de aquí, está abierta.- señalo en la pantalla.- Entra, HaNi, y mantennos informados de lo que suceda. Te estaremos vigilando desde aquí. - asentí y salí del auto comenzando a caminar hacia el garaje.

Tony estacionó el auto unos metros más atrás para que los sujetos no lo vieran. Llegué hasta la ancha puerta de la cochera y pegué mi oído a ella, intentado escuchar algún indicio de una persona dentro. Nada. Me dirigí hacia el lado derecho y vi la pequeña ventana en la parte superior, apoyé un pie en la pared de la casa contigua a ésta y salté hacia arriba, agarrándome de los bordes y tirando con fuerza hasta lograr que la mitad de mi cuerpo entrara. Me senté en la ventana y salté hacia dentro.

Miré el lugar, estaba lleno de cajas amontonadas, un Daihatsu Cuore del 98' en medio y algunos estantes con herramientas a los costados. Logré ver fácilmente que algunos de los equipos estaban dentro del auto, en los asientos y en el malero, viendo a través del vidrio. Mi teléfono vibró, contesté.

- HaNi. - habló Namjoon. - Dime que ves.

- Am. - Abrí la puerta derecha trasera del auto, para poder ver más de cerca.- Está la computadora, hay cuatro parlantes, el ecualizador y...tu teléfono. - dije tomando éste último entre mis manos. - Creo que es todo.

- No. - su tono de voz era preocupado. - Falta algo.

- ¿Ah, sí?, ¿qué cosa? - sentí el estruendoso ruido de una puerta azotarse contra la pared, y cómo la música del interior de la casa se hacía más clara. Un montón de carcajadas inundaron mis oídos.- Mierda. - me escondí detrás del auto, asomándome para ver a la persona que se había adentrado en el garaje.

- HaNi, sal de ahí, ahora. - escuché la voz de Tony por el audífono. Observé detenidamente al chico que había llegado, se acercó a un pequeño refrigerador en una esquina de la cochera, lo abrió y sacó una lata de cerveza; al caminar se le notaba muy, muy mareado, estaba borracho, no paraba de sonreír como enfermo. Al parecer no se había percatado de mi presencia. Mejor para mí. - HaNi.- insistió.

- Ni hablar, es mi oportunidad. - me acerqué arrastrándome por el suelo hacia el lado de la puerta, observando cómo ese tipo se ahogaba tomando la cerveza, que escurría por su barbilla. Cerré la puerta despacio, para no llamar la atención de las personas adentro de la casa con lo que a continuación iba yo a hacer.

- HaNi, no lo hagas.

- Dije que lo haría a mi manera. - dije casi en un susurro, llamando la atención del chico frente a mí. Se dio vuelta, sorprendido, mientras soltaba la lata de cerveza y la dejara caer al suelo derramando su contenido. Tenía por lo menos unos diecisiete años, era flacucho y muy pálido.

- ¿Qui-quién eres? - tartamudeó retrocediendo un poco con algo de temor.

- Pobre, ¿estás asustado? - susurré, a un nivel lo suficientemente entendible por sobre el sonido de la música. El chico, en un acto desesperado cogió con ambas manos un palo que estaba sobre un mesón y me apuntó con ello, teniendo visibles temblores que recorrían su cuerpo. Seguramente la vista se le iba.

- Vete, vete de aquí. - dijo asustado.

Le sonreí inocentemente y me abalancé sobre él quitándole el palo de un manotazo. Caímos al suelo, yo sobre él, forcejeando. No podía quebrarle el cuello, ni siquiera una mano, era apenas un chiquillo, pero no podía dejar que escapara gritándole a todos que una extraña estaba metida en el garaje y lo había atacado bestialmente. Claro que no. Pensé en algo sencillo. Debía dormirlo, y no de la manera en que lo hacía normalmente, con un fierro o algo así, golpeando violentamente su cuello.

Miré hacia todos lados buscando algo que me ayudara mientras intentaba taparle la boca con una mano y sujetarle los brazos con la otra. Un spray de pintura, perfecto, eso me ayudaría. Estaba sobre el mesón, y si lo quería debía estirarme hasta alcanzarlo. Solté la mano que le sujetaba ambos brazos, estirándome hacia arriba para tomar el spray. El chico trataba de sacarme la mano que tapaba su boca, revolviéndose violentamente debajo de mí. Le solté la boca para abrir el spray y echar algo de pintura en la tapa de éste.

- ¡Ayuda! - gritó desesperado tomándome los brazos con fuerza. Le tapé la boca nuevamente haciéndolo callar, puse la tapa del aerosol en su nariz, no quedándole otra que respirar todo el solvente tóxico, mientras seguía forcejeando y tosiendo. Poco a poco, con el pasar de los segundos, se quedó quieto, relajándose poco a poco cada uno de sus tensos músculos. Se quedó dormido al poco tiempo, sobre el suelo del garaje. Me levanté lentamente, esperando que su grito de ayuda no haya sido escuchado por alguien.

- Lo-lo mató. - escuché por el manoslibres. Rodeé los ojos, era impensable ver al líder asustado.

- Por favor Namjoon, no seas melodramático. - caminé hacia la puerta entreabriéndola. - Nunca nadie ha muerto por aspirar esa cantidad. Es a base de agua, sólo te duerme con el etanol que contiene. - miré detenidamente a los sujetos dentro de la casa, reían escandalosamente, alcoholizados hasta más no poder, algunos ya tirados en el suelo, y otros durmiendo sentados. - Son cinco, dos están durmiendo. - busqué con la mirada el interruptor de la luz. - Namjoon, ¿qué falta de los equipos?

- La mezcladora.

- Tony, revisa si está en el segundo piso. - ordené mientras caminaba lenta y sigilosamente por el pasillo hacia el salón sintiendo un fuerte olor a marihuana y alcohol.

- Entendido. - el dron de Tony se escabulló sin ser visto por la casa, buscando lo que necesitábamos para salir de ahí, mientras yo pensaba como deshacerme de los tipos.

¡Bingo!, lo tengo.

Volví atrás y tomé el spray, volviendo al pasillo dispuesta a acabar pronto con todo esto lo más pronto posible, el muchacho no duraría mucho inconsciente, y corría peligro de que saliera huyendo buscando a la policía o alertando a los vecinos. Caminé con seguridad por el pasillo, alcanzando el interruptor de la luz, apagándolo. Todo quedó oscuro, sólo algunos pocos rayos de sol se filtraban por las cortinas de la gran ventana al centro de la pared.

- ¿Qué pasó? - escuché decir a un chico entre risas.

- Se cortó la luz, imbécil, ¿qué no ves? - dijo otro mientras vi cómo se dirigía hacia el interruptor a tientas.

- Jajá, no pues, no veo, idiota. - mal chiste, pensé. Todos se rieron, bueno, los que estaban despiertos.

Antes de que el otro chico lograra tocar el botón para encender la luz, salí de detrás del sofá y lo estampé de cara contra la pared tapándole la boca con mi mano izquierda.

- ¿Y ese ruido? - mencionó alguien con un tono asustado.

- ¿Eric?, ¿estás ahí? - presioné el cuello del muchacho con mi pulgar derecho, justo en ese músculo, del cual papá me había hablado, y la carótida, una llave peligrosa, pero inofensiva a la vez; si se presiona el lugar incorrecto, y si la persona se mueve mucho, puede llegar a morir, por eso que es que debe inmovilizarse primero. Comenzó a dormirse a medida que yo prolongaba la presión sobre él. Lo dejé caer al suelo sin cuidado alguno.

- ChinHae, ve a buscarlo. - ordenó un sujeto, algo asustado, que estaba sentado en uno de los sillones. Yo no me moví del lugar, estaban a uno dos metros del preciado interruptor.

- ¿Po-por qué yo?

- ¡Porque yo te lo digo, hombre! - él chico se levantó lentamente de su lugar y comenzó a caminar, acercándose a mí. No podían verme, con lo ebrios y colocados que estaban de seguro lograban ver sólo destellos de luz y sombras borrosas. Reí para mis adentros por lo asustados que estaban. Hombres.

Tomé el spray y esparcí un poco en la tapa nuevamente, provocando el ruidito común del atomizador dejando salir la pintura comprimida.

Pssss.

- ¿Quién anda ahí? - rocié más pintura. Pssss. - ¡Conteste! - era mi momento de diversión.

- Quizás deban pensar dos veces en si volver a robar o no, ¿no creen? - mi voz era ronca, lo más que podía, dándole un aire de ultratumba.

Imbéciles.

- Una...chica. - ¿sorprendido?

- ¿Q-qué haces aquí? - Caminé hacia el tipo que se había quedado estático del susto a medio camino. Lo rodeé ubicándome detrás.

- Yo creo que ustedes ya saben lo que hago aquí. - susurré en su oído, salté sobre su espalda, rodeando su cintura con mis piernas y agarrándole los brazos con una mano pasándolos por detrás de su cuello. Acerqué la tapa con pintura a su nariz.

- ¿ChinHae? - preguntó el otro personaje. Caí al suelo junto con el chico abajo mío. Dormido, por fin. Éste fue más sencillo, supongo que por lo ebrio. Me estaba levantando mientras lo soltaba, cuando la luz volvió inundando la habitación. - ¿Quién eres tú? - lo miré con una sonrisa dibujada en el rostro.

- Lo siento, no estoy calificada para decirte mi nombre. - Y sin más rodeos corrí hacia el subiéndome a la mesita de centro y saltando sobre él, aferrándome como un koala.

- Suéltame ahora... Arg, no muerdas. - me apegó a la pared luego de haberle mordido el hombro con bestialidad.

- Ah - me quejé por el impacto. Lo agarré con fuerza del cuello, tratando de encontrar el punto de sueño. - Deja de moverte, idiota. - como si me fuera a hacer caso. Me tomó ambos brazos, haciendo que soltara su cuello, y los apretó contra la pared a ambos lados de mi cabeza.

- Vaya, eres muy linda. - el muy imbécil me tenía atrapada observándome con una cara de perversión que daba asco.

- Púdrete. - le solté a la cara.

- ¿Pero por qué tan ruda, preciosa? - se acercó a mi cuello y lo olfateó. - Hueles delicioso, princesa. - Ahí estaba, mi punto de furia...

- No...me digas... princesa. - levanté una de mis piernas doblando la rodilla, pegándole justo en sus partes nobles. Me soltó, cayendo de rodillas, retorciéndose de dolor, no había sido muy despacio que digamos, fui bastante bruta. Ups. Lo rodeé, quedando detrás de él. Le di una fuerte patada en la espalda, botándolo al suelo. Me subí sobre él y rodeé su cuello con un brazo mientras que con el otro lo sujetaba. La llave del sueño. Le corté momentáneamente la llegada del oxígeno a su cerebro, causando que se durmiera en un instante. - Listo. - dije mientras tomaba algo de aire y me ponía de pie.

- Así que abusando de los muchachos cuando están borrachos. - escuché a mi espalda. Volteé rápidamente algo exaltada. Uno de los que estaba durmiendo se había despertado, seguramente por los gritos de dolor del, ahora, bello durmiente. - Eso no es de señoritas. - se burló el fortachón que había despertado. Era bastante alto, algo así como Namjoon, y muy musculoso. Caminaba algo extraño, como mareado, obvio.

- ¿Qué hacemos con ella, Shouyi? - Mierda. El otro dormilón también había despertado. Estoy en problemas.

- ¿Qué tal si hacemos un trato con ella Yunsoo? - se acercaba a mi peligrosamente, pasando por encima de su amigo tirado en el suelo. - Te dejaremos ir, siempre y cuando juegues un rato con nosotros. - dijo con una sonrisa pervertida en su cara.

- ¿Jugar con ustedes? - pregunté con aire inocente.

- Sí, linda. Jugar...ya sabes, a algo sucio. - dijo el tal Yunsoo. No me moví de mi lugar, aparentando timidez e inocencia.

Aquí comienza mi juego.

- Pero... yo no sé jugar eso. - jugué con mis manos nerviosamente.

- Ven, yo te ayudo. - dijo ese Shouyi, tomándome de la cintura atrayéndome hacia él, mientras con su otra mano acariciaba mi cuello. Tímidamente lo tomé del cuello de la camisa, acercando más nuestros rostros. - Y ahora es el momento en donde dejas que yo te bese. - dijo susurrando sobre mis labios. Acortó completamente la distancia entre nosotros, juntando nuestros labios y moviéndolos a un ritmo pausado. Entreabrí mi boca, dejándole paso a su lengua. Él no perdió tiempo y perforó mi boca en un movimiento necesitado, buscando mi lengua para que jugase con la suya.

Abrí los ojos y con salvajismo mordí fuerte su lengua dentro de mi boca. Soltó un grito de dolor, soltándome, mientras yo comenzaba a sentir un sabor salado en mi propia lengua. Lo solté y, por cortesía de la casa, le regalé un uupercut izquierdo directo en su mandíbula, lanzándolo al suelo unos metros más atrás. Escupí su sangre de mi boca.

- ¡Shouyi! Si serás perra. - su amigo corrió hacía mí, enfurecido. Yo retrocedí unos pasos más y de un salto subí a la mesa de madera que estaba en medio de la cocina. Se acercó a la mesa y le brindé una deliciosa patada en plena cara, quebrándole a nariz.

- HaNi, ¿cómo vas? - preguntó una voz conocida a través del manoslibres.

- Eh. - el chico me miró nuevamente, volviendo de su trance doloroso. Un hilo de sangre corría desde su nariz hacia más abajo de su boca. Traté de golpearle nuevamente con mi pie, pero en vez de eso, logró sujetarme la pierna, tirando de ella hacia él. Caí de espaldas sobre la mesa, y me arrastró hasta la orilla. Se ubicó entre mis piernas y me agarró de los brazos aplastándome con su peso. Comenzamos a forcejear. - Tony... no es un... buen momento. - contesté como pude.

- Tenemos que irnos. - me deshice del agarre en un descuido del chico. Gancho derecho, me soltó. Patada en el estómago, retrocedió, casi devolviendo la cena. Uupercut derecho, calló de rodillas al suelo, quejándose. Tomé una silla y la rompí en su cabeza. Se desmayó. Tomé aire.

- Ya lo sé, no me presionen. Subiré ahora. - corrí hacia las escaleras. - ¿Hay alguien más en el segundo piso? - pregunté subiendo.

- No, despejado. La mezcladora está en la tercera puerta a la derecha en el pasillo.

- Entendido.

Me dirigí hacia la puerta indicada que estaba entreabierta. En la habitación había una litera, un pequeño escritorio de vidrio y un ropero. Inmediatamente encontré la mezcladora, estaba bajo la cama mal cubierta con una manta. La tomé con algo de dificultad. Aunque era medianamente pequeña, pesaba un montón. Caminé hacia la salida.

- ¡HaNi! - escuché por el auricular. Y una sombra poco distinguible apareció frente a mí en la puerta.

- Mierda.- susurré. Era un chico, con la boca y la nariz cubierta con una pañoleta, llevaba un bate de beisbol en la mano. Me miró detenidamente y comenzó a acercarse. Retrocedí unos pasos, analizando la situación, con la mezcladora en las manos esto se ponía complicado. Choqué con el escritorio, me detuve.

- Um. - carraspeó el sujeto. - Creo que eso no te pertenece. - dijo agitando el bate frente a mí apuntado hacia el equipo.

- Tampoco a ti. - solté sin más. Ya había amanecido y yo me estaba cabreando. No había tomado desayuno y mis tripas tenían un verdadero concierto en mi estómago, eso y el inevitable sueño que me invadía. Puse la mezcladora bajo mi brazo derecho apoyándola en mi cadera, como pude, preparándome para el ataque de mi contrincante.

- Eso no te incumbe. - dijo, y sin perder el tiempo, me dirigió un golpe directo a la cabeza con su bate. Lo detuve con mi antebrazo izquierdo, mordiéndome levemente el labio inferior aguantando el dolor. Lanzó otro golpe rápido hacia mis costillas, sin que yo pudiera esquivarlo. - ¿Te gusta el beisbol?

- Ah. - me quejé cuando repitió la misma acción golpeando mi costado.

Iba a atacar nuevamente cuando un ruido en el piso inferior lo distrajo. Aproveché el momento y le arrebaté el bate de las manos con mi mano izquierda. Me miró sorprendido y antes que se diera cuenta, le lancé un golpe al centro de la cabeza, partiendo el bate en dos. - No, pero ya le encontré el gusto. - respondí su idiota pregunta, burlándome. Su mirada me siguió hasta él que cayó al suelo inconsciente. Respiré y me apoyé en el escritorio.

-HaNi, ¿estás bien? - Namjoon había entrado a la habitación, quedando pasmado al ver la escena frente a sus ojos, el chico tirado en el suelo, la mitad del bate a un lado de su cabeza y la otra en mi mano. - Creo que terminaste aquí. - comentó acercándose. Me quitó la mezcladora y me empujó levemente hacia la salida, haciéndome reaccionar.- Vámonos. - asentí y salimos de la habitación. Bajamos corriendo por las escaleras, y observé lo que yo había causado hace unos cuantos minutos, sólo con mis manos, sin ayuda de nadie.

- Esto se ve fatal. - dije con algo de gracia en mi voz.

- Ya lo creo. - se burló Namjoon caminando delante de mí. - Tony y yo ya sacamos los equipos del auto, sólo debemos irnos. - Asentí. Llegamos al garaje, la gran puerta de metal estaba abierta hasta arriba, y a fuera estaba Tony en el auto esperándonos.

- ¡Buen trabajo, hermosa! - me gritó mientras yo caminaba hacia él con Namjoon rodeando el Daihatsu Cuore.

- Mierda. - exclamé, alguien había agarrado mi pie, haciéndome caer de lado al suelo pegándome en el brazo adolorido.

- ¡HaNi! - dijeron los chicos al unísono. Miré hacia atrás. El muchacho que había dormido al comienzo me agarraba con saña el pie, comenzando a subir hacia mí, aferrándose de mis piernas.

- ¡No! No, ¡váyanse! - grité tratando de soltarme. Vi correr a Namjoon hacia Tony entregándole el equipo y volver hacia mí.

- ¿Quién eres tú? ¿¡Por qué estás aquí!? - gritó el chico que ya estaba sobre mí sujetándome por los brazos.

- Suéltame, no quiero hacerte daño. - le dije calmada.

- ¡Contesta lo que te pregunté! - me tomó del cuello del poleron soltando mis brazos enfadado.

- Lo siento mucho. - le golpeé el oído con la mano derecha abierta, en palma. Cayó a mi lado desorientado, justo antes de que Namjoon llegara a mi lado. Me ayudó a levantarme. - Chico, yo que tú me consigo... otros amigos. - Terminé de decirle al chico que me miraba desde el suelo, tratando de enfocar su vista en mí. Salimos del garaje cerrando la compuerta, dejando dentro a todos esos chicos dormidos profundamente, y a ese chiquillo. Subimos al auto y Tony arrancó toda velocidad.

*******

- ¿Cómo te sientes? - Nos encontrábamos en la lúgubre oficina de Namjoon en el estacionamiento. Ya eran pasadas las nueve de la mañana y yo bebía feliz mí mocacchino, a la vez que comía un sabroso sándwich de jamón y queso, llenando mi vacío estómago, que hace unos minutos atrás agonizaba, rogando por un poco de comida. En todo el camino de regreso, no se habló ninguna palabra. Yo me recosté en los asientos de atrás, quedándome profundamente dormida, hasta que los chicos volvieron de comprar el desayuno, trayéndome alimento. - Déjame verte el brazo. - insistió Tony al ver que no obtenía respuesta.

- Estoy bien. No me pasó nada. - dije removiéndome en una silla alta al lado de un estante. Sentía mucho dolor en mi brazo izquierdo y en mis costillas al mismo lado, pero no quería que me vieran, era más que obvio que tenía unos moretones no muy lindos, pero sanarían con el tiempo, nada de qué preocuparse.

- HaNi. No... ¡déjame ver! - gritó mi amigo al ver que me oponía totalmente a ello, amenazando con lanzarle mi café caliente a la cara. - Me preocupo por ti, ya déjame ver.

- Puedo arreglarlo yo, en la comodidad de mi casa. No tienes porqué meterte. - dije con molestia.

- Nosotros te metimos en esto. Déjanos ayudarte. - habló Namjoon tecleando detrás de su escritorio sin levantar la vista. Suspiré derrotada y estiré mi brazo hasta Tony. Él subió la manga de mi poleron con delicadeza, dejando ver un gran moretón morado oscuro con bordes prácticamente negros en mi antebrazo. - ¿Y pretendías quedarte con eso así? - preguntó Namjoon ahora rodeando el escritorio y acercándose a nosotros.

- Y qué querías que hiciera, ¿ponerme a llorar? - pregunté con voz monótona.- Lo siento, no es mi estilo. - Tony buscó algo dentro de su mochila y se acercó nuevamente.

- ¿Y si se te hubiera quebrado el brazo?, ¿también lo curarías tú sola? - mi amigo comenzó a vendarme el brazo, su voz sonaba molesta. No respondí, seguí tomando de mi café sin levantar la mirada. Siempre he sido así, poco fanática de la ayuda, de la cooperación, tolerante al dolor, tanto de las heridas y golpes, como de lo emocional. Mi pensamiento es simple, no dejar entrever emociones te hace una persona más fuerte, nadie se burlará de tus sentimientos mientras no los dejes salir, así de simple, como una especie de coraza. - Listo. Deberías ver a un médico, por si tienes otra clase de lesión.

- Um, quizás vaya a ver uno. - le di un mordisco a mi pan, aparentemente desinteresada de la conversación.

- Sería lo mejor. - Namjoon volvió a su escritorio y tomó un sobre cerrado. Volvió y lo estiró para que yo lo alcanzara.- Aquí hay cuarenta mil. Espero que te sirvan de algo. - lo miré consternada, era...harto dinero, más de lo que esperaba.

- Eh, gracias. - Recibí el sobre.- Pero ¿no es mucho? Digo, para lo que hice... - comenté.

- Por lo que hiciste... - rió.- debería pagarte más. - miró mi brazo vendado. Bajé la manga del poleron para cubrir el vendaje, agachando la mirada. - Es increíble que noquearas a todos esos chicos, tú sola. - susurró.

- No estoy sola...- le miré a los ojos.- estoy conmigo.

- Gracias, por eso.

- No es nada, ya sabes... por los...- fui interrumpida.

- Viejos tiempos. - continúo él.

*******

- ¿Qué tal si me ayudas con esto? - mi buen primo Hoseok estaba luchando por cocinar una comida decente para el almuerzo. El sartén con aceite salpicaba para todos lados al haberle lanzado unas hamburguesas quizás desde unos dos metros de altura. Yo lo miraba con gracia sentada sobre la mesa apoyándome hacia atrás con ambos brazos. - HaNi, es enserio, ¡me quemo! - gritó asustado. ¿Acaso nunca había hecho hamburguesas en su vida?

- Ay, sigo preguntándome cómo has sobrevivido hasta ahora a tus largos veinte años. - me acerqué a la cocina y bajé la llama del quemador, así de a poco el aceite se fue calmando.

- Uno puede sobrevivir sin cocinar hamburguesas, prima. - siseó con los brazos cruzados. Llevaba puesto el delantal rosado de mamá y los guantes para sacar cosas del horno.

- ¿Para qué los guantes? - consulté tragándome la risa.

- Protección. - afirmó con el ceño fruncido y un puchero en sus labios. - ¿Qué tal tu salida mañanera?, ¿divertida? - preguntó cambiando el rumbo de la conversación. Sabía que se había dado cuenta, sentí ruido en su habitación antes de salir de casa.

- Bueno. Salí algo lesionada pero nada que cuarenta billetes no paguen. - le sonreí inocentemente, para luego entretenerme moviendo la hamburguesas que flotaban en el aceite.

- ¿Billetes? HaNi, ¿en qué movidas andas?

- Nada malo, Hoseoki~. - traté de sonar tierna, pero mi primo no era tonto, al menos no tanto como yo creía.

- Nada de Hoseoki.- imitó.- Ahora mismo me cuentas qué hiciste. - De cuando tan autoritario. Suspiré.

- Ok. Aquí vamos.

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Natii Wí 97'

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