*CAMILA POV*
Me despedí de Lauren y entré a mi casa. La siguiente que presencié no era nada extraño.
Mi madre llorando en uno de los sillones y mi padre frente a ella con la cabeza en sus manos. Me quedé en la puerta viéndolos, cuando ambos me notaron se miraron un momento, luego habló mi padre.
-Cami, ven. Tenemos que hablar. –me acerqué lentamente al sillón en el que estaba mi madre, en la otra punta, lejos de ella. Yo sabía que era lo que podían decirme. –Hija… Yo… -Miró a mi madre.
-Dile. Dile, Alejandro. –dijo comenzando a llorar otra vez.
-Lo siento. A ambas, lo siento. Yo…
-¡Habla de una vez! –levanté la voz.
-Tiene otra familia. Y vamos A divorciarnos. Yo no quiero seguir con el. Nos mintió. –habló mi madre. Notaba el dolor en su voz. Ella estaba tan dañada. Mi padre miraba hacia abajo.
Se sentía como si hubiesen clavado un cuchillo en mi pecho. Yo sabía que esto pasaría, pero no pensé en cuanto podía doler cuando ellos me lo dijeran.
¿Dónde había quedado mi familia? Porque esta no lo era.
Me sentía decepcionada de mi padre el hombre que me hacia feliz, el hombre que me sacaba sonrisas, que era mi compañero, mi amigo, mi confidente me había decepcionado. Había arruinado mi familia, nuestra familia
¿Qué ganan las personas con ser infiel a su pareja? ¿Qué les da otra persona que su pareja no? Y si hubiera algo ¿Por qué no lo hablan o se alejan de una vez evitando situaciones así? ¿Por qué las personas son tan egoístas? ¿Qué le da una familia que la nuestra no le dio? Porque éramos felices, yo lo sentía, yo lo notaba.
No me había dado cuenta de que las lágrimas estaban cayendo por mis mejillas, sentí unos brazos alrededor de mi. Era mi madre.
Mi padre se levantó dirigiéndose a mi. Me solté del agarre de mi madre y me puse de pie frente a el. Creyó que iba a recibirlo. ¿En serio?
-Te odio. Vete. No vuelvas más. No te necesitamos. –fue lo único que dije.
-Camila…
Corrí hacia mi cuarto y cerré la puerta detrás de mi con seguro. No quería verlo. No quería ver a nadie. Quería estar sola. Quería que eso no este pasando.
Sentía la ira correr por todo mi cuerpo. Suspiré en un intento de calmar mis lágrimas, de que el nudo en mi garganta se fuera, pero todo era en vano.
Mi puerta era golpeada una y otra vez seguido de los llamados de mi padre.
-Kaki, abre. Lo siento mucho. Te amo y no quería que pasara esto. Las cosas se me salieron de las manos… Camila, por favor, abre…
Me encerré en el baño. Allí no podía escucharlo. Abracé mis piernas y me quedé allí, dejando caer mis lágrimas. Lo odiaba.
-¡Mira, papá! –grité señalando un barco que estaba zarpando del muelle.
-Es muy bonito. ¿No crees? –dijo cargándome en sus brazos. Pasé los míos por su cuello mientras asentía.
-¿Podemos tener uno?
-Ya tenemos uno, bebé. Es aquel, mira. –abrí mi boca en forma de O y me bajé de sus brazos. Corrí hacia donde estaba mi madre.
-Ven, subamos. –tomé su mano y con su ayuda subí al jate.
Estaba en la cabina con mi padre tomando parte del volante, el conducía, pero me decía que lo hacia yo.
Mi madre se acercó a nosotros y abrazó a mi padre de costado. Miré hacia arriba y mi padre estaba besando la frente de mi mamá.
-Son lindos. –les dije y mi padre rió, seguido de mi madre.
-Tu eres linda. Y tu –miró a mi madre. –No las cambiaría nunca. Por nada.
-¡MIRA UN COCODRILO! –grité emocionada.
Lo odio. Lo odio. Lo odio. Pensaba.
Llevaba horas encerrada, estaba haciendo frío, así que supuse que era de noche.
Por más que las horas pasaran la ira no se iba y estaba conteniéndome. Debía estar tranquila. Suspiré una vez más y me paré para salir e irme a la cama, pero su voz se escuchó otra vez desde el piso de abajo.
-¡LO SIENTO! ¡NO SE QUE DEMONIOS HACER!
¿Por qué la gente lo siente? No arreglan nada diciendo “Lo siento” una y otra vez.
Su voz me enfermaba. Cerré la puerta del baño con fuerza. El ruido me aturdió. Me miré al espejo y vi las lágrimas caer por mi rostro. Mis manos se cerraron en un puño.
-No. No. No lo hagas. –murmuré para mi. –Lo odio. Lo odio.
Ahogue un grito en mi garganta cuando mi puño se estrelló en el espejo.
La sangre corría sin parar. Era mucha. Llevaba minutos llorando y viendo como mi mano se desangraba. El piso estaba repleto de vidrios y sangre.
-¿¡Camila!? –escuché a mi madre. Abrí la puerta del baño y luego la de mi cuarto. Mi madre su cubrió la boca con una mano y rápidamente me sacó de allí. –Oh, por dios.
-
Tenía cinco puntos en mi mano, incluso varios cortes y heridas profundas ya que me había incrustado trozos de vidrio.
Ardía, dolía, era molesto.
Miraba como la enfermera me estaba vendando. Mi madre había salido de la sala de emergencias.
Cuando salí de mi cuarto gritó el nombre de mi padre y en menos de diez minutos estábamos en el hospital, mi madre al trabajar allí puso lograr que me atendieran de inmediato.
Las enfermeras le dijeron que esperaran fuera y así lo hicieron.
No quería más que estar en mi cama, Dormirme y cuando despierte suspirar al darme cuenta que todo era una pesadilla.
-Listo, pequeña. –la chica me sonrió y secó con su pulgar mis lágrimas. No siquiera notaba que seguía llorando. –Vas a estar bien. Tu madre sabe que hacer luego. – me ayudó a bajar de la camilla donde estaba sentada y salí. De inmediato vi a mi madre acercarse, pero mi padre se puso antes a mi lado.
-No me toques. –le advertí. Y me alejé de el. Ignoré a mi madre también y cuando me giré para ir hacia la salida, Lauren estaba entrando.
Ella era la única persona que había querido ver desde el principio. Solo la necesitaba a ella.
Tomé mi muñeca con mi mano sana apretándola en mi estómago para no moverla y casi corrí hacia Lauren.
-¿Estas bien? –Sonaba preocupada. Tomó mi cara entre sus manos un momento. Asentí.
-Sácame de aquí. –dije y miró sobre mi hombro, probablemente a mis padres. Secó mis lágrimas con su pulgar.
-Esta bien. –estuvo de acuerdo y caminó a mi lado con un brazo en mi hombro. –Tranquila, Camz.
Entré a su auto y cuando cerró la puerta de mi lado, le dijo algo a mi madre y subió al lado del copiloto.
No dije nada en todo el camino, ella pareció entender que no quería hablar y condujo en silencio. La miré cuando me di cuenta que estaba entrando a la calle en dirección a mi casa.
-Me quedaré contigo. –dijo y me giré a ver por la ventana otra vez.
Mi madre abrió la puerta de nuestra casa. Mi padre intentó hablarme, pero lo ignoré. Hice camino a mi cuarto. No siquiera esperé a Lauren.
Subí a mi cuarto, con cuidado intenté quitarme la ropa. Era inútil. No podía sola. Me senté en la cama frustrada.
-Te ayudo. –dijo Lauren antes de agacharse para quitarme las zapatillas. Hizo lo mismo con mi pantalón y mi remera. Buscó otra remera y me la colocó para luego cubrirme con las mantas. Me giré a verla. –No me iré.
-No lo hagas. –murmuré. Se quitó sus zapatillas y su pantalón. Se acostó a mi lado.
Le di la espalda para que me abrazara y así lo hizo. Con cuidado pasó su brazo por mi cintura. Suspiré. No quería nada más que eso. Se sentía bien. Ella me hacia bien.
-Duerme, Camz. –pasó una mano por mi cabello. Beso una de mis cienes.
Me costó dormir, pero entre sollozos, lágrimas y entré los brazos de Lauren, me dormí.
Hola a ustedes. Quería avisarles que no voy a actualizar por casi una semana, ya que tengo que irme de vacaciones. Quería que supieran.
Gracias por leer. Comenten.
PD: Prepárense para los siguientes capítulos