OBSESIONADA CON LOS HOMBRES

By MinaLangS

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MI FAMILIA ESTABA LLENA DE LUJOS, GRANDES CANTIDADES DE DINERO Y DUEÑOS DE GRANDES TIERRAS Y SEMBRIOS EN LA T... More

AGRADECIMIENTO
Mi mundo
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Obsesion

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By MinaLangS

Obsesión con hombres número veintinueve:

"No importa si incluso tienes un cartel en la cabeza que diga... 'Estoy mal'... los hombres no lo entenderán.

Para ellos puede significar muchas cosas e incluso que estas diciendo que estas bien. No es que sean despistados o que no quieran saber de ti, es su naturaleza tratar de no meterse en la vida de las mujeres para no incomodar. Cuando las mujeres pasamos por un rompimiento, nuestro deseo es que nos escuchen y que nos digan que comprenden aunque estemos equivocadas, cuando son ellos... pues... solo se lamentan y siguen, no les importa si tu entendiste o no, si estas con el o no, solo se lamentan. Eso hace que no presten atención a los detalles y que las mujeres seamos directas para que puedan comprender mejor".

***********************************

-corre niña, corre- grito una voz a lo lejos.

Me levante del suelo y  corrí con todas mi fuerza a un lago, me lance a el y mi cuerpo se hundió  como piedra. Intente salir pero no podía algo me halaba más profundo al  lago. Mire hacia abajo y era una soga en mi tobillo, no me dejaba  subir. Me voy ahogar sino la corto, necesito pensar rápido, me queda  poco oxígeno. Una mano entra por el agua para ayudarme, no la alcanzo,  sus dedos rozan con los míos. Intento el último impulso, me aferro a sus  dedos y me atrapa. Oxígeno, valioso oxigeno entra en mis pulmones.

Me levante de golpe en  el sofá del Dr. Lynn respirando el valioso oxigeno que esa ilusión me  quito. Mis manos tiemblan de la impresión del realismo que tuvo esta  última sesión.

-Isabella- intento tocar mi cabeza. Le golpe la mano y lo aleje de mí.

-no me toque- caí del  sofá y me arrastre en el piso hasta llegar al rincón del consultorio. 

Abrace mis piernas y me quede ahí por un momento, respirando.

-Isabella, ¿qué sucedió? Dejaste de responder a mi voz, dije que no debías hacerlo- se escuchaba enojado.

-no más, por favor... por favor- suplique entre lágrimas -se que fue malo pero es mi padre, no mas... por favor-.

-has tenido buenos avances Isabella, no debes rendirte ahora que tenemos un recuerdo-.

-es solo uno doc, no sabemos con certeza si sea cierto-.

-Isabella, mírame.  Confía en mi- puso su mano en mi espalda -ayer fue un gran avance,  pudiste recordar cuando tenias cinco y estabas en casa jugando con un  par de muñecas, esto es solo otro avance-.

-¿por qué me golpea? No  entiendo, usted debería saberlo- esta ilusión fue mas fuerte que la  anterior, apenas tenía seis y corría por el prado hasta que alguien me  seguía con un arma y quería matarme. Era de nuevo mi padre, una señora  gritaba que corriera y luego caía al lago.

-quizás es solo una representación de algo- me tomo del codo para que me levantara.

-no más doc, por favor no más- lo tome de la chaqueta.

-Isabella, una regresión  más. Eso es todo y podrás descansar hasta el martes, te lo prometo-  dijo muy calmado -solo no pierdas el sonido de mi voz ¿ok? Es difícil  pero estamos pasando de una regresión a otra. No te dejes vencer ahora  que estamos avanzando. Los golpes deben ser algo que represente el  rechazo de tu padre hacia ti, debemos descubrir porque. ¿Estás conmigo?-  me tome unos minutos para repasar todo en mi cabeza y poner en orden  mis ideas.

-si- afirme con la  cabeza -será la última, solo una más- tome aire para poder continuar. Se  podria decir que llegue al extremo del masoquismo pero hasta yo misma  deseaba descifrar lo que mi cerebro quería decirme.

Me acosté de nuevo en el  sofá y cerré mis ojos, el doc puso una bolsa de arena sobre ellos  para que no los abriera y el sonido del reloj marcando los segundos  volvió a inundar la habitación.

-respira calmadamente...- puso su mano en mi estómago -respira suave y profundo. Cuenta los  segundos en tu mente, sin abandonar el sonido de mi voz-.

Uno, dos, tres, cuatro... Cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos... sesenta y nueve... ciento dos...

-piensa en tu infancia- se acerco a mi oido -busca tus recuerdos-.

Aire puro, siento el viento en mi cara.

-¿dónde estás?- pregunto el doc.

-viento, siento viento en mi rostro-.

-¿ves dónde estás?-.

-no-.

Me sentía agotada, mis  manos tienen sangre, mis piernas son pequeñas. Estoy trepada en un árbol  muy grande, son unos diez metros de altura o más. El paisaje es  hermoso, es la ciudad de Connecticut y es navidad. Todo está blanco y  las casas tienen muñecos de nieve.

-¿ahora lo ves?- pregunto la voz.

-es navidad, estoy en un árbol. A diez metros del suelo, viendo el paisaje de Connecticut-.

Me falta un poco el  aire, esa trepada fue larga y dura. Lleve un par de muñecas que robe del  cuarto de mis hermanas, pretendo escapar. Tengo ropa y comida en mi  mochila, trepe para esconderme.

-trepe para esconderme- hable rápidamente.

-¿quién te sigue?-.

-nadie, quiero huir de  casa. No soy feliz, quiero ser feliz- saque una manzana para poder comer  algo, siento que he caminado por horas y mis manos tienen sangre porque  caí dos veces antes de poder subir hasta acá.

-¿por qué no eres feliz?-.

-mis padres de nuevo no me dieron regalos de navidad porque me quede dormida para esa festividad- mire las muñecas que tenía.

-¿sigues en el árbol?-.

-si, pero ahora tengo  una foto en mis manos que encontré en mi casa, ha pasado mas de un par  de horas. En mi lugar en la mesa esta una chica, muy parecida a mi,  tiene mi ropa- enfurecí al verla.

-¿la conoces?-.

-no- aclare -vienen por mí, de nuevo-.

-¿quiénes?-.

-están subiendo, son los  bomberos. Mi padre me espera abajo, no quiero bajar. No quiero bajar,  no quiero verlos, quiero huir. Dígale que me suelte- me tienen atrapada  en sus brazos, son más fuerte que yo.

-¿quién te tiene?-.

-el bombero me tiene  sujeta, dice que debo bajar con mis padres. Esa mirada, mi padre me  odia, no quiero volver con ellos, no quiero volver con mis padres,  quiero huir-.

El bombero me bajo del  árbol en su canasta, y me entrego a mis padres. Donde está el doc, no lo  escucho, volví a perderlo. Debo continuar, esto es real, lo recuerdo y  siento haberlo vivido. Ellos me dijeron que era una prima que había  llegado de visita y se llevó mis regalos, fui en busca de una familia  que si me quisiera de verdad.

Otro recuerdo más, eso  me hacía feliz, pero no del todo. La expresión de mis padres no era muy  buena, mi madre deseaba golpearme y así fue. Levanto su mano derecha y  la azoto contra mi mejilla con mucha fuerza que me mando al piso.

Me volví a levantar en  el sofá del consultorio y todo estaba formándose de nuevo en mi cabeza.  Muebles, fotos, diplomas, Dr. Lynn parado junto a su escritorio, pared,  intente regresar a esa habitación pero el otro recuerdo me arrastraba de  nuevo a el.

-papa basta- gritaba mientras me golpeaban.

-Isabella- alguien me llamaba.

-no mas- suplicaba.

Me levante muy rapido pero no resistí el peso  de mi cuerpo y caí al suelo perdiendo el conocimiento.

-Isabella- fue lo último que escuche.

Mis costillas del lado  derecho dolían en cada respiro y dentro de mi cabeza sentía como un  tambor los latidos de mi corazón. Corría agua en mi frente y eso calmaba  algo el calor que sentía en ese momento. Apreté mi mano y percibí que  alguien la sostenía, seguramente la asistente del doc. Intente moverme  un poco pero me detuvo el dolor de mis costillas.

No se sentían rotas o  golpeadas, sino mas bien como si tuviera un espasmo muscular entre  ellas. Como cuando has corrido a toda velocidad y te detienes de golpe y  sientes que tus pulmones necesitan más espacio para el aire que  necesita ingresar y empieza a doler los espacios intercostales del  tórax.

Quizás caí mal cuando me desmaye en el suelo y mi cuerpo reboto junto con mi cabeza, solo recordaba la regresión y el desmayo.

-amor ¿estás bien?- ese  es Mason, quedo en pasarme a recoger para ir al ballet con Elizabeth y  luego pasar el fin de semana en su departamento. Eso sería a las seis de  la tarde, ¿cuánto tiempo perdí el conocimiento?.

-Mason, deja que se recupere- dijo el doc.

-¿qué me paso?- intente abrir los ojos pero la luz que entraba en ese momento me cegó.

-perdiste el conocimiento- respondió el doc.

-amor...- beso mi frente -que bueno que estas bien- volvió a poner el pañuelo de agua fría en mi frente.

-lo logre doc- volví abrir los ojos y me senté en el sofá. Mason estaba frente a mi con el pañuelo húmedo.

-lo se Isabella- respondió el Dr. Lynn.

-¿lograste que?- dijo Mason acariciando mi mejilla con el pañuelo. Me sentía muy acalorada y ese pañuelo me refrescaba bastante.

-recorde varias cosas de  mi infancia que si sucedieron y recuerdo haberlas vivido- doc se acercó con un vaso de agua y lo tome. Me sentía muy sedienta y no sabia que había pasado.

-¿en serio?- Mason estaba muy molesto con el Dr. Lynn.

-solo recorde dos cosas,  es poco pero es algo para mi- dije tocando la mano de Mason para que se  tranquilizara. Su mano estaba helada o la mía muy caliente. el Dr. Lynn  sonrio muy contento por el avance.

-y llegamos al final Isabella, resto es solo cuestion de ti y hablar- aclaro el doc. Sonrei de felicidad.

-Isabella, hay que llevarte al hospital tienes temperatura- Mason puso su mano en mi frente.

-es solo el cambio de temperatura- sonreí mas para que se tranquilizara.

-en realidad, Isabella...-  aclaro el Dr. Lynn -lo que sufriste fue un cambio brusco en tu  metabolismo, tu cuerpo solo reacciono al cambio de ambiente que creaste en tu mente-.

-como las veces anteriores- replique.

-¿por qué no me lo comentaste antes?- pregunto Mason.

-porque reaccionarias como ahora, preocupado-puse mi mano en su mejilla -estoy mejor, no te preocupes-.

-al menos sacamos algo  bueno de todo esto- solo escuchaba al Dr. Lynn detrás de mi, supongo que  estaba haciendo sus respectivas anotaciones en la libreta del misterio.

-si doc- afirme con la cabeza.

-bueno, será mejor que nos vayamos. Mi madre espera- dijo Mason.

Muchas veces lo que  pasaba en las citas no le decíamos a Mason para que no se involucrara en  el proceso con preguntas. Podía terminar diciendo que no valdría la  pena y yo terminaría cediendo ante su petición, aunque para mi estas  sesiones estaban significando algo más cada día, o como el doc sabe  decir, estamos llegando al propósito de la situación, recordar mi infancia.

Salimos del consultorio  despidiendonos del doc y prometi que regresaria todo los Martes. Fuimos  de camino al parqueadero donde estaba mi moto.

Caminamos sin decir  palabra alguna y trepamos a la moto. Acelero dejando una huella en el  asfalto detrás de nosotros. Ahora si me enfurecí, podrá tener todo el  dinero del mundo pero ni yo hacía eso con mi amada moto. Esos neumáticos  me costaron un salario completo, y aunque el los reemplazara, me  importaban esos neumáticos no los que el reponga.

Mis manos pasaron de su  cintura a la parte posterior de la moto y en un semáforo en rojo se dio  la vuelta para ver donde me había sujetado. Negó con la cabeza y arranco  antes de que el semáforo cambiara y me aferre con más fuerza al agarre.

Llegamos a un edificio  exageradamente alto para ser de solo departamentos, entramos por un  parqueadero privado y Mason anotaba códigos al ingresar en pantallas que  estaban a un costado de cada entrada. Al entrar vi que estaba su  Mercedes "ataúd" Benz negro, el Audi R8 V10 negro con rojo, un Ferrari  negro, una camioneta Hummer de color amarillo y un BMW de dos puertas  azul marino. Obvio todos carros de Mason, seguramente trabajaba también  con esas marcas, trayéndolas al país. No me sorprendía para nada.  Parqueo mi moto a lado del Ferrari y baje antes de que la apagara. Me  saque el casco y me lo arrebato de las manos. Los coloco en una repisa  donde estaban unos kit de seguridad y de cambio de llantas. Me tomo de  la mano y me arrastro hasta el ascensor donde también ingreso un código.  Era un ascensor privado, no tenía números de los pisos que subíamos y  solo tenía la pantalla con un teclado y un botón.

-qué lindo lugar- dije cuando se cerraron las puertas.

-¿por qué carajo no me dijiste nada de lo que pasaba en las sesiones del Dr. Lynn?- se puso frente a mi muy enfadado.

-porque no queria que  reaccionaras de esa manera- me cruce de brazos y levante mi barbilla,  tal cual el sabe hacerlo para desafiarme a algo o darme una orden.

-estabas arriesgando tu  vida. ¿lo sabes?- estaba muy cerca de mi y percibí un aroma a habano -al parecer eso no te  importa ¿no?-.

-¿no eras tu el que  siempre decía que debía saber de mi pasado?- en toda pelea que hemos  tenido el siempre gana, me gustaría aunque sea ganar esta.

-si, pero jamás pondría  tu vida en riesgo. ¿Sabes lo mal que me puse al verte en el piso de ese  consultorio con la temperatura alta?- grito un poco.

-solo fue una reacción, ya te lo explico el doc-.

-eres una irresponsable- amenazo con el dedo.

-no lo soy, se lo que hago, no soy una niña Mason-.

-no lo eres, pero actúas como una- se abrieron las puertas del ascensor.

-quizás sea porque jamás  tuve una infancia normal- baje los brazos y salí del ascensor golpeando  su hombro con el mío.

Entre a un pasillo que habían tres puertas  blancas, dos a los costados y una al frente, supongo que es la puerta de  su departamento. Me quede unos segundos de pie frente a la puerta y la  abrí girando la manija plateada.

Efectivamente, su  departamento, su enorme departamento blanco con muebles de cuero de  color azul marino y cojines de color crema. Baje las gradas que hay para  ir a la sala y camine hasta uno de los asientos. Ignore todo lo que  había a mi alrededor, como fotos, cuadros grandes colgados en la pared y  el ventanal en el que se veía toda Manhattan. Me acosté en el mueble y  puse un cojín sobre mi cara, lo presione con mis brazos, abrazandolo.

No tenía ganas de  llorar, solo quería volver a ver esa foto de navidad en la que esa chica  usaba mi ropa y mis juguetes con mi familia. Ahora ese día lo recuerdo  bien, me desperté y camine a la sala en busca de mis juguetes, mi  hermana mayor estaba debajo del árbol jugando con la Barbie princesa y  su carruaje real y dijo que Santa no había dejado nada para mi porque no  habia ido a la iglesia. Del enojo corrí de nuevo a mi cuarto y tropecé  con mi padre que bajaba en las escaleras y tiro unas fotos que llevaba  en sus manos, me grito niña inútil y recogí las cosas para  entregárselas. Fue entonces que vi la foto de la niña jugando con mis  juguetes y usando mi ropa, fueron muchas fotos de ellos en la cena de  navidad sin mí. Mi padre me las arrancho de las manos y logre esconder  una en mi bata, me tomo del brazo explicando que era una prima que había  llegado de visita y me encerró en el cuarto. Observe esa foto por una  mañana completa preguntándome porque ella tenía todo lo mío y hui para  no saber de ellos.

-¿una galleta mi niña?- escuche a Rita muy cerca. Me quite el cojín de la cara y vi que era Rita con un plato de galletas.

-Rita- sonreí al verla -moría de hambre, gracias- comí una, busque a Mason de reojo pero no estaba en la sala.

-en la cocina hay leche si deseas- peino mi cabello y afirme con la cabeza.

-rico- hable con la galleta en la boca.

Caminamos hasta la  cocina y eche un vistazo de nuevo a la sala. Tenía unos cuantos cuadros  en la pared, todos de un mismo pintor, el cual se dedicaba a pintar  desde el interior de una ventana hacia el exterior. Son paisajes  realistas de ciudades y campos muy amplios y encantadores, todos con  ventanas abiertas al mundo.

Llegamos a la cocina,  que estaba como escondida en una esquina de la casa, es pequeña y  simple. Un mesón con tres sillas, un par de estufas eléctricas, una  refrigeradora exageradamente grande, un microondas, horno y  lavavajillas. Todo era muy apretado pero ordenado y colorido, muy al  estilo de Rita. Puso las galletas en el mesón y me senté a devorarlas.  Rita camino detrás de mesón y me sirvió un vaso de leche.

-Bienvenida a casa- dijo Rita sonriendo.

-gracias Rita, ¿por qué  la cocina es muy pequeña?- mis piernas no tocaban el suelo y las  balanceaba como una niñita disfrutando de sus galletas un viernes  después de un mal día de clases.

-el señor Mason no pasa  mucho aquí, así que muchas veces cocino solo para mí y Victor- sonrió y  acaricio mi mejilla llena de galleta por dentro. Descubrí que las sillas  dan vueltas y empecé a moverla mientras seguía balanceando mis pies.

-¿Victor vive aquí?- ricas galletas, rica leche con toque de canela como la prepara Rita.

-vive en el piso de  abajo, sube solo a comer o cuando el señor lo necesita- tenia  curiosidad, si Rita trabajo toda su vida con Mason, ¿por qué no le decia  Mason? Se lo iba a preguntar, pero el señorito entro a la cocina,  descalzo y sin camisa.

-mi galleta- dijo quitándome la última galleta de la mano, la mordió y me dio un beso en la frente.

-Rita- chille por mi galleta.

-tranquila, aquí hay más- dijo sacando más del horno.

Le saque la lengua a Mason y volví a lo mío, balancearme en la silla y comer galletas con leche.

-Rita- dijo Mason imitándome.

-no empieces- conteste molesta.

-bueno, señor me retiro-  Mason le dio un beso en la mejilla y tomo su bolso -recuerde que todo  queda en la refrigeradora- Mason puso los ojos en blanco.

-si Rita ya me explicaste-.

-hasta el lunes mi niña- se acercó a mí para darme mi beso y mi abrazo -cuídate mucho-.

-nos vemos Rita, pásala bien con tus hijos-.

Los vi caminar afuera de  la cocina y continúe comiendo las galletas tan deliciosas que solo Rita  podía preparar, llenas de chispas de chocolate y de tamaño jumbo.  Sentía algo muy familiar con respecto a esas galletas, como si ya las  hubiese probado antes. Quizás las probé en una venta de dulces del  colegio o en la cafetería de alguna universidad, pero no recordaba.

-deja de comerte mis  galletas- Mason entro de nuevo en la cocina.

Levante los hombros como  sino me importara que se enojara conmigo. Se puso detrás de mi y se  comió la que tenía en la mano.

-nooooo- grite enojada.

-miaaaaaaa- dijo en mi oído.

-son mías- reclame -Rita las hizo para mí- giro el asiento y me dio un beso.

-Rita las hace para mí pero tú te las terminas comiendo todas- apoyo las manos en mis muslos.

-no, son mías. Rita las hace para mi desde que la conozco- se levantó de golpe y arqueo una ceja.

-¿cómo lo sabes?- frunció la frente.

-porque yo se lo pedí un día y ella las hizo ¿por qué lo preguntas?-.

-no, por nada- me miro muy extraño -debes alistarte, salimos en media hora-.

-ok- afirme con la cabeza. Tome una galleta y baje del asiento.

-el cuarto es el de la puerta izquierda- dijo indicándome con el dedo.

-¿tú no vienes a cambiarte?-.

-voy luego... tengo que llamar a la oficina- lucia algo enojado.

Afirme con la cabeza y  camine fuera de la cocina saboreando la galleta. Pase por la sala  directo al cuarto de Mason, todo era exageradamente grande para mi.

Había una cama con  sabanas de seda azules y cojines blancos, muchos cojines blancos. A cada  lado de la cama dos mesitas con lámparas con dos cajones, y al frente  de la cama un cuadro de una ventana que daba a un hermoso patio con un  árbol de donde colgaba un columpio. Estaba pintado en realismo y no  tenía nombre del pintor. Por cierto también paredes blancas, con muebles  blancos y puertas blancas con un ventanal de pared que daba a la  ciudad.

Hay tres puertas, dos  que estaban a cada lado de la cama y una que estaba del lado izquierdo  de ella. Como en ese cuarto no había nada que espiar entre a una puerta  que daba al baño. Todo era blanco, excepto la ducha de color verde  oscuro y la tina de color dorado. Al parecer Rita había hecho las  compras para mi estancia en el departamento, porque había unos  tratamientos de cara y cuerpo exactamente a los que yo uso pero sin  abrir, un cepillo nuevo, perfume nuevo y bata nueva. También algunos  productos que yo había empacado esa mañana para dárselas a Victor y que  las trajera. Recordé que ya era casi hora de mi pastilla anti-c. Buen  momento para entrar al baño, me dije.

El baño tenía dos  lavabos, de mi lado, supongo, estaban todas esas cosas y del otro lado,  lo de Mason. Debajo de estos hay varios cajones con más productos nuevos  y fragancias de baño sin usar. Rita siempre piensa en todo, pensé. A un  lado de la ducha había un armario lleno de toallas blancas de diferente  tamaño.

Salí de ahi y camine  hasta las otras puertas, lo que vi me saco de mi sano juicio.

Era un  armario enorme, muy parecido a una tienda de ropa de un buen diseñador.  Del lado en el que entre estaba la ropa de Mason ordenada por color y  supongo que por elegancia. Primero estaban los trajes de gala, luego los  del trabajo y después los que usualmente se pone para salir un fin de  semana a pasear. En medio del armario estaban cuatro cajones, en el  primero guardaba relojes de Cartier muy finos y gemelos dorados y  plateados, en el segundo sus corbatas y en los dos últimos su ropa  interior y pijamas.

En el fondo del salón  hay dos espejos de cuerpo completo y en el medio de este dos butacas  grandes, como para pensar que se debe uno poner. Me acerque a los  espejos y eran puertas, el que estaba del lado de la ropa de el, estaba  lleno de ropa deportiva. Camine al otro espejo que estaba del otro lado y  había parte de mi ropa deportiva y algunas que otras cosas nuevas. Me  asombre de ver todo eso, eran camisetas deportivas Nike, zapatos  Reebook, Licras Puma y sudaderas Tap Out.

Cerré la puerta y vi por  el espejo el deseo de toda mujer, una repisa repleta de zapatos. Me  acerque a verlos, se veían más hermoso que de costumbre algunos de mis  zapatos que Rita trajo para mí. Estaban ubicados por color en la repisa  de metal en la que colgaban, y me quede paralizada al verlos. Habían dos  pares nuevos que aún no usaba porque aun no tenía la ocasión de  lucirlos. Había zapatos míos y de Mason, ubicados en sus respectivos  lados.

Mire a mi derecha y ahi  estaban, mis ahora tesoros mas preciados colgados en su orden. Mis  hermosos vestidos Valentino junto con ropa nueva muy al estilo que suelo  usar, supongo que Mason las mando a comprar, porque se quejo diciendo  que llevaba poca ropa para su departamento. Había poca ropa para el  exagerado armario pero para mi era suficiente para un mes. También en el  medio de este había cajones repletos de ropa interior nueva (me la  debía, de tanto sexo alocado rompió muchas de ellas, solo esta semana  fueron seis prendas) Revise un poco la ropa y me decidí por un conjunto  blusa-pantalón negro con cuello blanco y bolsillos, zapatos altos rojos y  cinturón rojo.

Me di una ducha corta y  me cambie lo más rápido que pude. Solo use labial y rímel para realzar  mis pestañas largas. Cepille mi cabello con los dedos y me puse mi  perfume preferido. Realmente lucia como una chica Valentino, ya estaba  empezando a gustarme. Salí del baño con la esperanza de encontrar a  Mason semidesnudo en la cama tentándome a estar con el pero solo paso a  mi lado a toda prisa y cerró la puerta del armario, ignorándome  completamente. Decidí no seguirlo y salí a contemplar la ciudad desde la  sala.

Se veía hermosa a esa  hora, todo estaba iluminado, como es debido. Viernes por la noche en  Manhattan la ciudad se ilumina de la alegría de los neoyorkinos que  buscan alguna aventura que vivir y contar cuando sean adultos. Edificios  comerciales y de oficina se apagan y se encienden las calles con  letreros luminosos de Bar, Karaoke, Restaurant, Sushi, Batidos y  Vegeans. Podría admirarla por horas y no me cansaría jamás.

-¿nos vamos hermosa?-  dijo Mason encendiendo un habano. Se lo veía todo un empresario en su  traje elegante, listo para llevar a su amada al Ballet.

-por supuesto amor- me acerque a el y le dedique un beso.

-hueles delicioso- dijo acariciando mi cabello.

-lo mismo digo-. Estiro su mano para que la tomara y la tome entrelazando nuestros dedos.

Llegamos al pasillo y me  indico que las puertas de los costados eran una de las escaleras de  emergencia y la otra del ascensor para salir a la calle principal.  Tomamos ese en lugar del parqueadero porque decidimos caminar hacia el  teatro. Quedaba a unas cuantas calles de ahí y era bueno salir a pasear a  contemplar la ciudad por unos minutos, solo los dos.

Esperamos en el Hall del  teatro a que llegara Elizabeth. Mason saludo a un par de sus amigos  empresarios y me presento como su novia, no escuchaba bien lo que decían  porque me entretenía con mi copa de champagne rosa que ofrecían a los  espectadores. Además estaba muy atenta a la llegada de Elizabeth.  Despues de un par de minutos ella llego con un vestido gris con mangas  algo largas y su collar de perlas. Le hice un gesto con la mano y se  acerco a saludar.

-Buenas noches señores-  dijo Elizabeth saludando a los amigos de Mason.

-Señora Daskoly,  bienvenida. Tanto tiempo sin verla- saludo el hombre mas bajito con la  modelo que se presento como su sobrina que llego de visita por la  ciudad.

-señora Daskoly,  hace mucho tiempo que no viene al ballet ¿no?- saludo la otra pareja.

-si señores, es una  alegría volver a verlos- contesto ella. Me encanta como reacciona ante  las preguntas indirectas de la gente. Era obvio que las preguntas de  ellos era, como superas lo de tu esposo y si ya saliste de llorar por  el.

-madre- saludo Mason.

-hijo, disculpa la demora- le dio un beso en la mejilla.

-Elizabeth- me acerque a ella a saludarla como siempre, con un beso y un abrazo.

-querida, al fin en el Ballet- afirme con la cabeza -luces estupenda-.

-gracias Elizabeth, tu también-.

Los hombres nos  observaron de pies a cabeza y quisieron decir algo al respecto pero les  fue imposible, ya que anunciaron el tercer ingreso para la función. Nos  retiraron la copa que sirvieron y entramos a ver la obra en uno de los  palcos que Mason reservo solo para nosotros.

La obra fue estupenda,  me encanto la iluminación, el sonido y la coordinación casi exacta de  todos los bailarines del Lago de Los Cisnes . Era alucinante la escenografía, de  paisajes coloridos y amores escondidos detrás de ellos. Finalizo la obra  y caminamos a un restaurante no muy lejos de ahí, muy fino. Comimos  nuestra respectiva cena y de la felicidad que sentía por estar con ellos  creo que me había excedido un poquito de copas, ya que el camino a casa  fui todo un mar de risas hasta llegar al departamento.

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