Obsesión con hombres número veintinueve:
"No importa si incluso tienes un cartel en la cabeza que diga... 'Estoy mal'... los hombres no lo entenderán.
Para ellos puede significar muchas cosas e incluso que estas diciendo que estas bien. No es que sean despistados o que no quieran saber de ti, es su naturaleza tratar de no meterse en la vida de las mujeres para no incomodar. Cuando las mujeres pasamos por un rompimiento, nuestro deseo es que nos escuchen y que nos digan que comprenden aunque estemos equivocadas, cuando son ellos... pues... solo se lamentan y siguen, no les importa si tu entendiste o no, si estas con el o no, solo se lamentan. Eso hace que no presten atención a los detalles y que las mujeres seamos directas para que puedan comprender mejor".
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-corre niña, corre- grito una voz a lo lejos.
Me levante del suelo y corrí con todas mi fuerza a un lago, me lance a el y mi cuerpo se hundió como piedra. Intente salir pero no podía algo me halaba más profundo al lago. Mire hacia abajo y era una soga en mi tobillo, no me dejaba subir. Me voy ahogar sino la corto, necesito pensar rápido, me queda poco oxígeno. Una mano entra por el agua para ayudarme, no la alcanzo, sus dedos rozan con los míos. Intento el último impulso, me aferro a sus dedos y me atrapa. Oxígeno, valioso oxigeno entra en mis pulmones.
Me levante de golpe en el sofá del Dr. Lynn respirando el valioso oxigeno que esa ilusión me quito. Mis manos tiemblan de la impresión del realismo que tuvo esta última sesión.
-Isabella- intento tocar mi cabeza. Le golpe la mano y lo aleje de mí.
-no me toque- caí del sofá y me arrastre en el piso hasta llegar al rincón del consultorio.
Abrace mis piernas y me quede ahí por un momento, respirando.
-Isabella, ¿qué sucedió? Dejaste de responder a mi voz, dije que no debías hacerlo- se escuchaba enojado.
-no más, por favor... por favor- suplique entre lágrimas -se que fue malo pero es mi padre, no mas... por favor-.
-has tenido buenos avances Isabella, no debes rendirte ahora que tenemos un recuerdo-.
-es solo uno doc, no sabemos con certeza si sea cierto-.
-Isabella, mírame. Confía en mi- puso su mano en mi espalda -ayer fue un gran avance, pudiste recordar cuando tenias cinco y estabas en casa jugando con un par de muñecas, esto es solo otro avance-.
-¿por qué me golpea? No entiendo, usted debería saberlo- esta ilusión fue mas fuerte que la anterior, apenas tenía seis y corría por el prado hasta que alguien me seguía con un arma y quería matarme. Era de nuevo mi padre, una señora gritaba que corriera y luego caía al lago.
-quizás es solo una representación de algo- me tomo del codo para que me levantara.
-no más doc, por favor no más- lo tome de la chaqueta.
-Isabella, una regresión más. Eso es todo y podrás descansar hasta el martes, te lo prometo- dijo muy calmado -solo no pierdas el sonido de mi voz ¿ok? Es difícil pero estamos pasando de una regresión a otra. No te dejes vencer ahora que estamos avanzando. Los golpes deben ser algo que represente el rechazo de tu padre hacia ti, debemos descubrir porque. ¿Estás conmigo?- me tome unos minutos para repasar todo en mi cabeza y poner en orden mis ideas.
-si- afirme con la cabeza -será la última, solo una más- tome aire para poder continuar. Se podria decir que llegue al extremo del masoquismo pero hasta yo misma deseaba descifrar lo que mi cerebro quería decirme.
Me acosté de nuevo en el sofá y cerré mis ojos, el doc puso una bolsa de arena sobre ellos para que no los abriera y el sonido del reloj marcando los segundos volvió a inundar la habitación.
-respira calmadamente...- puso su mano en mi estómago -respira suave y profundo. Cuenta los segundos en tu mente, sin abandonar el sonido de mi voz-.
Uno, dos, tres, cuatro... Cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos... sesenta y nueve... ciento dos...
-piensa en tu infancia- se acerco a mi oido -busca tus recuerdos-.
Aire puro, siento el viento en mi cara.
-¿dónde estás?- pregunto el doc.
-viento, siento viento en mi rostro-.
-¿ves dónde estás?-.
-no-.
Me sentía agotada, mis manos tienen sangre, mis piernas son pequeñas. Estoy trepada en un árbol muy grande, son unos diez metros de altura o más. El paisaje es hermoso, es la ciudad de Connecticut y es navidad. Todo está blanco y las casas tienen muñecos de nieve.
-¿ahora lo ves?- pregunto la voz.
-es navidad, estoy en un árbol. A diez metros del suelo, viendo el paisaje de Connecticut-.
Me falta un poco el aire, esa trepada fue larga y dura. Lleve un par de muñecas que robe del cuarto de mis hermanas, pretendo escapar. Tengo ropa y comida en mi mochila, trepe para esconderme.
-trepe para esconderme- hable rápidamente.
-¿quién te sigue?-.
-nadie, quiero huir de casa. No soy feliz, quiero ser feliz- saque una manzana para poder comer algo, siento que he caminado por horas y mis manos tienen sangre porque caí dos veces antes de poder subir hasta acá.
-¿por qué no eres feliz?-.
-mis padres de nuevo no me dieron regalos de navidad porque me quede dormida para esa festividad- mire las muñecas que tenía.
-¿sigues en el árbol?-.
-si, pero ahora tengo una foto en mis manos que encontré en mi casa, ha pasado mas de un par de horas. En mi lugar en la mesa esta una chica, muy parecida a mi, tiene mi ropa- enfurecí al verla.
-¿la conoces?-.
-no- aclare -vienen por mí, de nuevo-.
-¿quiénes?-.
-están subiendo, son los bomberos. Mi padre me espera abajo, no quiero bajar. No quiero bajar, no quiero verlos, quiero huir. Dígale que me suelte- me tienen atrapada en sus brazos, son más fuerte que yo.
-¿quién te tiene?-.
-el bombero me tiene sujeta, dice que debo bajar con mis padres. Esa mirada, mi padre me odia, no quiero volver con ellos, no quiero volver con mis padres, quiero huir-.
El bombero me bajo del árbol en su canasta, y me entrego a mis padres. Donde está el doc, no lo escucho, volví a perderlo. Debo continuar, esto es real, lo recuerdo y siento haberlo vivido. Ellos me dijeron que era una prima que había llegado de visita y se llevó mis regalos, fui en busca de una familia que si me quisiera de verdad.
Otro recuerdo más, eso me hacía feliz, pero no del todo. La expresión de mis padres no era muy buena, mi madre deseaba golpearme y así fue. Levanto su mano derecha y la azoto contra mi mejilla con mucha fuerza que me mando al piso.
Me volví a levantar en el sofá del consultorio y todo estaba formándose de nuevo en mi cabeza. Muebles, fotos, diplomas, Dr. Lynn parado junto a su escritorio, pared, intente regresar a esa habitación pero el otro recuerdo me arrastraba de nuevo a el.
-papa basta- gritaba mientras me golpeaban.
-Isabella- alguien me llamaba.
-no mas- suplicaba.
Me levante muy rapido pero no resistí el peso de mi cuerpo y caí al suelo perdiendo el conocimiento.
-Isabella- fue lo último que escuche.
Mis costillas del lado derecho dolían en cada respiro y dentro de mi cabeza sentía como un tambor los latidos de mi corazón. Corría agua en mi frente y eso calmaba algo el calor que sentía en ese momento. Apreté mi mano y percibí que alguien la sostenía, seguramente la asistente del doc. Intente moverme un poco pero me detuvo el dolor de mis costillas.
No se sentían rotas o golpeadas, sino mas bien como si tuviera un espasmo muscular entre ellas. Como cuando has corrido a toda velocidad y te detienes de golpe y sientes que tus pulmones necesitan más espacio para el aire que necesita ingresar y empieza a doler los espacios intercostales del tórax.
Quizás caí mal cuando me desmaye en el suelo y mi cuerpo reboto junto con mi cabeza, solo recordaba la regresión y el desmayo.
-amor ¿estás bien?- ese es Mason, quedo en pasarme a recoger para ir al ballet con Elizabeth y luego pasar el fin de semana en su departamento. Eso sería a las seis de la tarde, ¿cuánto tiempo perdí el conocimiento?.
-Mason, deja que se recupere- dijo el doc.
-¿qué me paso?- intente abrir los ojos pero la luz que entraba en ese momento me cegó.
-perdiste el conocimiento- respondió el doc.
-amor...- beso mi frente -que bueno que estas bien- volvió a poner el pañuelo de agua fría en mi frente.
-lo logre doc- volví abrir los ojos y me senté en el sofá. Mason estaba frente a mi con el pañuelo húmedo.
-lo se Isabella- respondió el Dr. Lynn.
-¿lograste que?- dijo Mason acariciando mi mejilla con el pañuelo. Me sentía muy acalorada y ese pañuelo me refrescaba bastante.
-recorde varias cosas de mi infancia que si sucedieron y recuerdo haberlas vivido- doc se acercó con un vaso de agua y lo tome. Me sentía muy sedienta y no sabia que había pasado.
-¿en serio?- Mason estaba muy molesto con el Dr. Lynn.
-solo recorde dos cosas, es poco pero es algo para mi- dije tocando la mano de Mason para que se tranquilizara. Su mano estaba helada o la mía muy caliente. el Dr. Lynn sonrio muy contento por el avance.
-y llegamos al final Isabella, resto es solo cuestion de ti y hablar- aclaro el doc. Sonrei de felicidad.
-Isabella, hay que llevarte al hospital tienes temperatura- Mason puso su mano en mi frente.
-es solo el cambio de temperatura- sonreí mas para que se tranquilizara.
-en realidad, Isabella...- aclaro el Dr. Lynn -lo que sufriste fue un cambio brusco en tu metabolismo, tu cuerpo solo reacciono al cambio de ambiente que creaste en tu mente-.
-como las veces anteriores- replique.
-¿por qué no me lo comentaste antes?- pregunto Mason.
-porque reaccionarias como ahora, preocupado-puse mi mano en su mejilla -estoy mejor, no te preocupes-.
-al menos sacamos algo bueno de todo esto- solo escuchaba al Dr. Lynn detrás de mi, supongo que estaba haciendo sus respectivas anotaciones en la libreta del misterio.
-si doc- afirme con la cabeza.
-bueno, será mejor que nos vayamos. Mi madre espera- dijo Mason.
Muchas veces lo que pasaba en las citas no le decíamos a Mason para que no se involucrara en el proceso con preguntas. Podía terminar diciendo que no valdría la pena y yo terminaría cediendo ante su petición, aunque para mi estas sesiones estaban significando algo más cada día, o como el doc sabe decir, estamos llegando al propósito de la situación, recordar mi infancia.
Salimos del consultorio despidiendonos del doc y prometi que regresaria todo los Martes. Fuimos de camino al parqueadero donde estaba mi moto.
Caminamos sin decir palabra alguna y trepamos a la moto. Acelero dejando una huella en el asfalto detrás de nosotros. Ahora si me enfurecí, podrá tener todo el dinero del mundo pero ni yo hacía eso con mi amada moto. Esos neumáticos me costaron un salario completo, y aunque el los reemplazara, me importaban esos neumáticos no los que el reponga.
Mis manos pasaron de su cintura a la parte posterior de la moto y en un semáforo en rojo se dio la vuelta para ver donde me había sujetado. Negó con la cabeza y arranco antes de que el semáforo cambiara y me aferre con más fuerza al agarre.
Llegamos a un edificio exageradamente alto para ser de solo departamentos, entramos por un parqueadero privado y Mason anotaba códigos al ingresar en pantallas que estaban a un costado de cada entrada. Al entrar vi que estaba su Mercedes "ataúd" Benz negro, el Audi R8 V10 negro con rojo, un Ferrari negro, una camioneta Hummer de color amarillo y un BMW de dos puertas azul marino. Obvio todos carros de Mason, seguramente trabajaba también con esas marcas, trayéndolas al país. No me sorprendía para nada. Parqueo mi moto a lado del Ferrari y baje antes de que la apagara. Me saque el casco y me lo arrebato de las manos. Los coloco en una repisa donde estaban unos kit de seguridad y de cambio de llantas. Me tomo de la mano y me arrastro hasta el ascensor donde también ingreso un código. Era un ascensor privado, no tenía números de los pisos que subíamos y solo tenía la pantalla con un teclado y un botón.
-qué lindo lugar- dije cuando se cerraron las puertas.
-¿por qué carajo no me dijiste nada de lo que pasaba en las sesiones del Dr. Lynn?- se puso frente a mi muy enfadado.
-porque no queria que reaccionaras de esa manera- me cruce de brazos y levante mi barbilla, tal cual el sabe hacerlo para desafiarme a algo o darme una orden.
-estabas arriesgando tu vida. ¿lo sabes?- estaba muy cerca de mi y percibí un aroma a habano -al parecer eso no te importa ¿no?-.
-¿no eras tu el que siempre decía que debía saber de mi pasado?- en toda pelea que hemos tenido el siempre gana, me gustaría aunque sea ganar esta.
-si, pero jamás pondría tu vida en riesgo. ¿Sabes lo mal que me puse al verte en el piso de ese consultorio con la temperatura alta?- grito un poco.
-solo fue una reacción, ya te lo explico el doc-.
-eres una irresponsable- amenazo con el dedo.
-no lo soy, se lo que hago, no soy una niña Mason-.
-no lo eres, pero actúas como una- se abrieron las puertas del ascensor.
-quizás sea porque jamás tuve una infancia normal- baje los brazos y salí del ascensor golpeando su hombro con el mío.
Entre a un pasillo que habían tres puertas blancas, dos a los costados y una al frente, supongo que es la puerta de su departamento. Me quede unos segundos de pie frente a la puerta y la abrí girando la manija plateada.
Efectivamente, su departamento, su enorme departamento blanco con muebles de cuero de color azul marino y cojines de color crema. Baje las gradas que hay para ir a la sala y camine hasta uno de los asientos. Ignore todo lo que había a mi alrededor, como fotos, cuadros grandes colgados en la pared y el ventanal en el que se veía toda Manhattan. Me acosté en el mueble y puse un cojín sobre mi cara, lo presione con mis brazos, abrazandolo.
No tenía ganas de llorar, solo quería volver a ver esa foto de navidad en la que esa chica usaba mi ropa y mis juguetes con mi familia. Ahora ese día lo recuerdo bien, me desperté y camine a la sala en busca de mis juguetes, mi hermana mayor estaba debajo del árbol jugando con la Barbie princesa y su carruaje real y dijo que Santa no había dejado nada para mi porque no habia ido a la iglesia. Del enojo corrí de nuevo a mi cuarto y tropecé con mi padre que bajaba en las escaleras y tiro unas fotos que llevaba en sus manos, me grito niña inútil y recogí las cosas para entregárselas. Fue entonces que vi la foto de la niña jugando con mis juguetes y usando mi ropa, fueron muchas fotos de ellos en la cena de navidad sin mí. Mi padre me las arrancho de las manos y logre esconder una en mi bata, me tomo del brazo explicando que era una prima que había llegado de visita y me encerró en el cuarto. Observe esa foto por una mañana completa preguntándome porque ella tenía todo lo mío y hui para no saber de ellos.
-¿una galleta mi niña?- escuche a Rita muy cerca. Me quite el cojín de la cara y vi que era Rita con un plato de galletas.
-Rita- sonreí al verla -moría de hambre, gracias- comí una, busque a Mason de reojo pero no estaba en la sala.
-en la cocina hay leche si deseas- peino mi cabello y afirme con la cabeza.
-rico- hable con la galleta en la boca.
Caminamos hasta la cocina y eche un vistazo de nuevo a la sala. Tenía unos cuantos cuadros en la pared, todos de un mismo pintor, el cual se dedicaba a pintar desde el interior de una ventana hacia el exterior. Son paisajes realistas de ciudades y campos muy amplios y encantadores, todos con ventanas abiertas al mundo.
Llegamos a la cocina, que estaba como escondida en una esquina de la casa, es pequeña y simple. Un mesón con tres sillas, un par de estufas eléctricas, una refrigeradora exageradamente grande, un microondas, horno y lavavajillas. Todo era muy apretado pero ordenado y colorido, muy al estilo de Rita. Puso las galletas en el mesón y me senté a devorarlas. Rita camino detrás de mesón y me sirvió un vaso de leche.
-Bienvenida a casa- dijo Rita sonriendo.
-gracias Rita, ¿por qué la cocina es muy pequeña?- mis piernas no tocaban el suelo y las balanceaba como una niñita disfrutando de sus galletas un viernes después de un mal día de clases.
-el señor Mason no pasa mucho aquí, así que muchas veces cocino solo para mí y Victor- sonrió y acaricio mi mejilla llena de galleta por dentro. Descubrí que las sillas dan vueltas y empecé a moverla mientras seguía balanceando mis pies.
-¿Victor vive aquí?- ricas galletas, rica leche con toque de canela como la prepara Rita.
-vive en el piso de abajo, sube solo a comer o cuando el señor lo necesita- tenia curiosidad, si Rita trabajo toda su vida con Mason, ¿por qué no le decia Mason? Se lo iba a preguntar, pero el señorito entro a la cocina, descalzo y sin camisa.
-mi galleta- dijo quitándome la última galleta de la mano, la mordió y me dio un beso en la frente.
-Rita- chille por mi galleta.
-tranquila, aquí hay más- dijo sacando más del horno.
Le saque la lengua a Mason y volví a lo mío, balancearme en la silla y comer galletas con leche.
-Rita- dijo Mason imitándome.
-no empieces- conteste molesta.
-bueno, señor me retiro- Mason le dio un beso en la mejilla y tomo su bolso -recuerde que todo queda en la refrigeradora- Mason puso los ojos en blanco.
-si Rita ya me explicaste-.
-hasta el lunes mi niña- se acercó a mí para darme mi beso y mi abrazo -cuídate mucho-.
-nos vemos Rita, pásala bien con tus hijos-.
Los vi caminar afuera de la cocina y continúe comiendo las galletas tan deliciosas que solo Rita podía preparar, llenas de chispas de chocolate y de tamaño jumbo. Sentía algo muy familiar con respecto a esas galletas, como si ya las hubiese probado antes. Quizás las probé en una venta de dulces del colegio o en la cafetería de alguna universidad, pero no recordaba.
-deja de comerte mis galletas- Mason entro de nuevo en la cocina.
Levante los hombros como sino me importara que se enojara conmigo. Se puso detrás de mi y se comió la que tenía en la mano.
-nooooo- grite enojada.
-miaaaaaaa- dijo en mi oído.
-son mías- reclame -Rita las hizo para mí- giro el asiento y me dio un beso.
-Rita las hace para mí pero tú te las terminas comiendo todas- apoyo las manos en mis muslos.
-no, son mías. Rita las hace para mi desde que la conozco- se levantó de golpe y arqueo una ceja.
-¿cómo lo sabes?- frunció la frente.
-porque yo se lo pedí un día y ella las hizo ¿por qué lo preguntas?-.
-no, por nada- me miro muy extraño -debes alistarte, salimos en media hora-.
-ok- afirme con la cabeza. Tome una galleta y baje del asiento.
-el cuarto es el de la puerta izquierda- dijo indicándome con el dedo.
-¿tú no vienes a cambiarte?-.
-voy luego... tengo que llamar a la oficina- lucia algo enojado.
Afirme con la cabeza y camine fuera de la cocina saboreando la galleta. Pase por la sala directo al cuarto de Mason, todo era exageradamente grande para mi.
Había una cama con sabanas de seda azules y cojines blancos, muchos cojines blancos. A cada lado de la cama dos mesitas con lámparas con dos cajones, y al frente de la cama un cuadro de una ventana que daba a un hermoso patio con un árbol de donde colgaba un columpio. Estaba pintado en realismo y no tenía nombre del pintor. Por cierto también paredes blancas, con muebles blancos y puertas blancas con un ventanal de pared que daba a la ciudad.
Hay tres puertas, dos que estaban a cada lado de la cama y una que estaba del lado izquierdo de ella. Como en ese cuarto no había nada que espiar entre a una puerta que daba al baño. Todo era blanco, excepto la ducha de color verde oscuro y la tina de color dorado. Al parecer Rita había hecho las compras para mi estancia en el departamento, porque había unos tratamientos de cara y cuerpo exactamente a los que yo uso pero sin abrir, un cepillo nuevo, perfume nuevo y bata nueva. También algunos productos que yo había empacado esa mañana para dárselas a Victor y que las trajera. Recordé que ya era casi hora de mi pastilla anti-c. Buen momento para entrar al baño, me dije.
El baño tenía dos lavabos, de mi lado, supongo, estaban todas esas cosas y del otro lado, lo de Mason. Debajo de estos hay varios cajones con más productos nuevos y fragancias de baño sin usar. Rita siempre piensa en todo, pensé. A un lado de la ducha había un armario lleno de toallas blancas de diferente tamaño.
Salí de ahi y camine hasta las otras puertas, lo que vi me saco de mi sano juicio.
Era un armario enorme, muy parecido a una tienda de ropa de un buen diseñador. Del lado en el que entre estaba la ropa de Mason ordenada por color y supongo que por elegancia. Primero estaban los trajes de gala, luego los del trabajo y después los que usualmente se pone para salir un fin de semana a pasear. En medio del armario estaban cuatro cajones, en el primero guardaba relojes de Cartier muy finos y gemelos dorados y plateados, en el segundo sus corbatas y en los dos últimos su ropa interior y pijamas.
En el fondo del salón hay dos espejos de cuerpo completo y en el medio de este dos butacas grandes, como para pensar que se debe uno poner. Me acerque a los espejos y eran puertas, el que estaba del lado de la ropa de el, estaba lleno de ropa deportiva. Camine al otro espejo que estaba del otro lado y había parte de mi ropa deportiva y algunas que otras cosas nuevas. Me asombre de ver todo eso, eran camisetas deportivas Nike, zapatos Reebook, Licras Puma y sudaderas Tap Out.
Cerré la puerta y vi por el espejo el deseo de toda mujer, una repisa repleta de zapatos. Me acerque a verlos, se veían más hermoso que de costumbre algunos de mis zapatos que Rita trajo para mí. Estaban ubicados por color en la repisa de metal en la que colgaban, y me quede paralizada al verlos. Habían dos pares nuevos que aún no usaba porque aun no tenía la ocasión de lucirlos. Había zapatos míos y de Mason, ubicados en sus respectivos lados.
Mire a mi derecha y ahi estaban, mis ahora tesoros mas preciados colgados en su orden. Mis hermosos vestidos Valentino junto con ropa nueva muy al estilo que suelo usar, supongo que Mason las mando a comprar, porque se quejo diciendo que llevaba poca ropa para su departamento. Había poca ropa para el exagerado armario pero para mi era suficiente para un mes. También en el medio de este había cajones repletos de ropa interior nueva (me la debía, de tanto sexo alocado rompió muchas de ellas, solo esta semana fueron seis prendas) Revise un poco la ropa y me decidí por un conjunto blusa-pantalón negro con cuello blanco y bolsillos, zapatos altos rojos y cinturón rojo.
Me di una ducha corta y me cambie lo más rápido que pude. Solo use labial y rímel para realzar mis pestañas largas. Cepille mi cabello con los dedos y me puse mi perfume preferido. Realmente lucia como una chica Valentino, ya estaba empezando a gustarme. Salí del baño con la esperanza de encontrar a Mason semidesnudo en la cama tentándome a estar con el pero solo paso a mi lado a toda prisa y cerró la puerta del armario, ignorándome completamente. Decidí no seguirlo y salí a contemplar la ciudad desde la sala.
Se veía hermosa a esa hora, todo estaba iluminado, como es debido. Viernes por la noche en Manhattan la ciudad se ilumina de la alegría de los neoyorkinos que buscan alguna aventura que vivir y contar cuando sean adultos. Edificios comerciales y de oficina se apagan y se encienden las calles con letreros luminosos de Bar, Karaoke, Restaurant, Sushi, Batidos y Vegeans. Podría admirarla por horas y no me cansaría jamás.
-¿nos vamos hermosa?- dijo Mason encendiendo un habano. Se lo veía todo un empresario en su traje elegante, listo para llevar a su amada al Ballet.
-por supuesto amor- me acerque a el y le dedique un beso.
-hueles delicioso- dijo acariciando mi cabello.
-lo mismo digo-. Estiro su mano para que la tomara y la tome entrelazando nuestros dedos.
Llegamos al pasillo y me indico que las puertas de los costados eran una de las escaleras de emergencia y la otra del ascensor para salir a la calle principal. Tomamos ese en lugar del parqueadero porque decidimos caminar hacia el teatro. Quedaba a unas cuantas calles de ahí y era bueno salir a pasear a contemplar la ciudad por unos minutos, solo los dos.
Esperamos en el Hall del teatro a que llegara Elizabeth. Mason saludo a un par de sus amigos empresarios y me presento como su novia, no escuchaba bien lo que decían porque me entretenía con mi copa de champagne rosa que ofrecían a los espectadores. Además estaba muy atenta a la llegada de Elizabeth. Despues de un par de minutos ella llego con un vestido gris con mangas algo largas y su collar de perlas. Le hice un gesto con la mano y se acerco a saludar.
-Buenas noches señores- dijo Elizabeth saludando a los amigos de Mason.
-Señora Daskoly, bienvenida. Tanto tiempo sin verla- saludo el hombre mas bajito con la modelo que se presento como su sobrina que llego de visita por la ciudad.
-señora Daskoly, hace mucho tiempo que no viene al ballet ¿no?- saludo la otra pareja.
-si señores, es una alegría volver a verlos- contesto ella. Me encanta como reacciona ante las preguntas indirectas de la gente. Era obvio que las preguntas de ellos era, como superas lo de tu esposo y si ya saliste de llorar por el.
-madre- saludo Mason.
-hijo, disculpa la demora- le dio un beso en la mejilla.
-Elizabeth- me acerque a ella a saludarla como siempre, con un beso y un abrazo.
-querida, al fin en el Ballet- afirme con la cabeza -luces estupenda-.
-gracias Elizabeth, tu también-.
Los hombres nos observaron de pies a cabeza y quisieron decir algo al respecto pero les fue imposible, ya que anunciaron el tercer ingreso para la función. Nos retiraron la copa que sirvieron y entramos a ver la obra en uno de los palcos que Mason reservo solo para nosotros.
La obra fue estupenda, me encanto la iluminación, el sonido y la coordinación casi exacta de todos los bailarines del Lago de Los Cisnes . Era alucinante la escenografía, de paisajes coloridos y amores escondidos detrás de ellos. Finalizo la obra y caminamos a un restaurante no muy lejos de ahí, muy fino. Comimos nuestra respectiva cena y de la felicidad que sentía por estar con ellos creo que me había excedido un poquito de copas, ya que el camino a casa fui todo un mar de risas hasta llegar al departamento.