Caminé hacia la entrada, viendo los autos de juguete de Daniel y una pelota de football.
Golpeé, y en cuanto ella abrió la puerta y la vi, le tomé el rostro con las manos.
-Por Dios, ¿qué te pasó? -pregunté preocupado.
Ella me miró y desvió la vista. Tenía su pómulo morado, y en el cuello una marca.
-Nada, me golpee con una puerta ayer -entré mientras me decía eso.
Supe que mentía. Era muy claro, eso no había pasado con una puerta.
Busqué a Daniel con la mirada, y lo vi saliendo del cuarto.
-¡Papá! -exclamó contento y vino corriendo a mí.
Daniel llevaba bastante bien este tema de que yo sea su padre. Hemos estado mucho tiempo juntos, y estos últimos meses salimos los tres a casi todos lados.
La miré, y ella nos miraba sonriendo, mientras nosotros nos abazabamos. Daniel era muy cariñoso, cómo ella me dijo. Se aferraba a la esperanza de todo lo que tu le dirías que ibas a hacer, y es algo que siempre me gustó de las personas.
En poco tiempo aprendí a cómo ser un papá presente, no sé si bueno, pero sí presente.
-Mami, ¿puedo ir a jugar afuera? -preguntó Daniel y ella miró por la ventana para ver cómo estaba el día.
Torció el gesto.
-Está bien, pero te abrigas bien... -trate una campera de abrigo y se la pone a Daniel.-Y ten cuidado, si, ve al patio de atrás -le señala ella, le besa la cabeza y él se va.
Me reí y ella me miró enarcando una ceja.
-¿Qué es gracioso, Dallas? -pregunta cruzada de brazos.
-Que eres muy pesada -me río y ella finge molestia.
-¿¡Yo?! Estoy cuidando que mo hijo no se resfríe, Cameron, es lo más importante -se encoge de hombros.
-Lo sé, pero podrías darle algo más de libertad al niño.
-Tiene 4 años, Cameron -ríe ahora ella.
-Buen dato -me rasco la nuca, aproximándome a ella.-Dime que te pasó en la mejilla... -iba a hablar, pero antes de que lo haga continué.-Que te pasó en verdad.
Suspiró y tragó en seco. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y me miró a los ojos.
-¿Te puedo abrazar...? -me susurró y yo extrañado por su actitud asentí.
No entendía que le estaba pasando. Comenzó a llorar, y la abrace más fuerte aún.
-¿Qué sucedió? -le susurro en el oido.
Ella siguió llorando hasta que pudo hablar.
-Scott... -sólo dijo, y yo me separé de inmediato para mirarla a los ojos.-Scott ayer se enfadó porque hemos estado pasando tiempo juntos y no estoy casi nunca con él... Se enfadó y... -comenzó y sollozó.-Él no es malo, Cameron, es sólo que...
-¿¡"No es malo"?! ¡Te golpeó, preciosa! -exclamé exasperado.-¿Como alguien estúpido puede golpearte a ti, una persona tan hermosa? -enfurecí.
Comencé a caminar por toda la casa con los puños cerrados, deseando que ese idiota llegue en cualquier momento para golpearlo.
Vino a mi lado y me tomó los puños. Frené, comenzando a respirar agitado, y ella me miro a los ojos, mientras desarmaba mis puños y cuando tuve mis manos abiertas, las tomó.
-Cameron... -susurró.-Estoy bien ahora, ¿si? -con una de sus manos tomó mi cara.
Yo negué.
-No. No estás bien, nena... Eso está mal, lo que te hizo está mal. Y no voy a permitir que te lastime otra vez -le dije seguro de mis palabras.
Ella me miró mordiéndose el labio, y supe que era lo que sucedía. Me acerqué a ella sin preguntar, y la besé, haciendo que nuestros labios se muevan de manera opuesta a los otros.
La tomé de la cintura con fuerza y la atraje más a mí, haciendo que nuestros cuerpos queden pegados uno al otro, sin casi ningún otro espacio que nos interponga.
Solte su mano y ella subió ésta a mi nuca, para jugar con los cabellos de ahí. Yo tomé su cintura mano, ésta vez con la otra mano.
Mientras seguíamos el beso, hice el intento de bajar mis manos a su trasero, y al hacerlo, ella se separó riendo.
-¿Qué...? -pregunto con una sonrisa, recobrando el aliento.
-Cameron, nuestro hijo puede entrar en cualquier momento -la mire sonriendo.
-Ese "nuestro hijo" suena hermoso desde tu boca -río.
La quedé mirando fijamente, y luego de un rato torció la boca.
-Si te estás preguntando si me duele, la respuesta es no -yo negué.
-Me estaba preguntando cómo es que alguien tan hermosa cómo tu haya preferido a un muchacho tan idiota como yo -sonrió.
La hice sonreír.
(...)
-Mami anoche lloró -habla Daniel por primera vez, y alzo mi vista de la pista que le estaba armando.
-¿Qué? -pregunto confundido.
-Si, lloró. Yo estaba en mi cama, pero ella tal vez pensaba que yo dormía -Daniel dice.-Está triste, siempre llora en su cuarto... No quiero que esté triste -me dice él preocupado.
Miré detrás de mí, a la casa, y luego a Daniel.
No creía que él fuera a contarme algo así. Y tampoco creía que ella lloraría por esto de Scott.
Con el tiempo lo iría superando, pero él es un idiota que le hizo daño, física y sentimentalmente.
-Escucha -lo senté en mis piernas, y él me miró atento.-Mamá se va a poner feliz en unos días. Es que ahora extraña a alguien que estuvo con ella mucho tiempo... -trato de explicarle.
El niño no merece tener que escuchar cómo su mamá está destrozada y golpeada. Menos de ésta manera.
-¿Y ella va a volver a sonreír cuando ya no esté triste? -preguntó Daniel y le sonreí.
-Yo voy a encargarme de que Mami vuelva a sonreír, ¿si? -él asintió. -Bien, comencemos la carrera campeón.
(...)
Golpeé la puerta tímidamente, mientras me rascaba el cuello.
Ella abrió la puerta y me miró sorprendida.
-Cameron -me dice sorprendida.-Es temprano, eh... -se escondió detrás de la puerta.
Reí, y entré a su habitación.
-No me importa si estás en ropa interior, o cómo sea. Ya te he visto así -le digo y ella sonríe.
Cerró la puerta y la vi, vestida con una camiseta roja y unas bragas negras.
Se rió de mi cara, y fui a ella y la rodeé con mis manos a su cintura.
-Te ves sexy -ella enarcó una ceja.-Si, lo sé, ¿cuándo no te ves sexy?
Hizo una mueca, con las intenciones de hacer una sonrisa, pero lo disimuló dándome un castro beso en los labios. La apegué a mí y la besé cómo corresponde.
La levante de los muslos y la hice que rodee con mis piernas su cintura. Fui hasta la pared más cercana y la apoyé allí, mientras ella jugaba con los pelos de mi nuca.
Moví mi pelvis contra su centro, haciendola gemir levemente. Le hice saber lo que quería y ella estaba encantada.
Sonreí sobre sus labios, mientras ella bajaba sus manos hasta el borde de mi remera y me incitaba a separarnos para quitarla.
Luego, hice lo mismo con su camiseta, la cual de un segundo al otro estaba en el suelo.
-Amo que sigas durmiendo sin sujetador -le dije al oído, mientras tomaba uno de sus pechos y lo masajeaba.
Tiró su cabeza hacia atrás en cuanto comencé a besar y a morder su cuello. Soltó pequeños suspiros, hasta que comencé a bajar mis besos a sus pechos, dónde empezó a gemir bajito, seguro con miedo de despertar a Daniel.
Con sus pies bajó mis pantalones, mientras yo seguía en su pecho, pero impacientes, me separé de ella y le quité las bragas de inmediato.
Ella se rió por lo bajo, mientras me quitaba los boxers, pero se mordió los labios en cuanto entré en ella de una sola estocada.
Gimió en mi oido, mientras se apoyaba en mi con fuerza. Arqueó la espalda, mientras la embestía.
Escondió su cara en mi hombro, clavando sus uñas en mi espalda.
A medida que iban pasando los minutos, comencé a embestirla más rápido, sintiendo cómo sus paredes se apretaban alrededor de mi miembro.
-Argh -gruñí, sintiendo cómo me venía dentro de ella.
Ella tiró su cabeza para atrás, mientras un gemido salía de su garganta, y sus liquidos rodeaban mi miembro.
Ella apoyó su rostro en mi hombro con la respiración agitada, al igual que yo. Sus senos chocaban con mi pecho cada vez que respiraba, y levantó la vista para mirarme sonriendo.
Besó mis labios, y luego se separó.
-Supongo que ahora éste es Nuestro Hogar, ¿no? -susurró agotada, y la miré sonriendo.
-Nuestro -respondí seguro.