Night Changes | normal fictio...

By coldploey

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[Primer libro de la trilogía Curious Destiny] ''Las cosas no son siempre como uno espera, pero tarde o temp... More

Prefacio
Explicaciones y notas
I
El otro prefacio
II
III
IV
V(todo bien todo correcto)
VI [Parte I]
VI [Parte II]
VII [Parte I]
VII [Parte II]
IX
*
[FLASHBACK I]
Nota Informativa
Nota Informativa [Parte II]
X [Completo]
XI[Explicit content]
XII
XIII
FLASHBACK [II]
XIV [Completo; Reescrito]
XV[Parte I]
XV[Parte II; Fin Fall For You]

VIII

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By coldploey

Fall For You - Secondhand Serenade

Una luna amarillenta algo desgastada nos sonreía a través del gran ventanal. Con delicadeza la luz besaba sus párpados como si de una caricia se tratase. Su pulso calmado y débil respiración cosquilleaban en mi pecho mientras yo jugaba con los rizos que se formaban en las puntas de su pelo. Podía sentir cuanto había necesitado aquel descanso en la que parecía haber sido una vigilia de días y días. Literalmente estaba durmiendo como un bebé. Tan solo fui capaz de suspirar ante ello.

Siempre había hecho tanto por mí. Siempre tenía mi espalda cogida, era la mano tendida que nunca se cansaba de ofrecer.

Y yo nunca lo consideré. La dejé ahí tirada, sabiendo que si necesitara a alguien en una urgencia, ella estaría allí. Y me pareció tan egoísta. Tan ciego.

Ella me había cuidado esta noche, como lo había hecho las anteriores. Tan solo que esta vez me era imposible concebir el sueño.

La noche había sido tan larga que me parecían días. Las cosas que se dan en semanas habían transcurrido en míseros segundos, pues ya había perdido siete años, y aquello era demasiado tiempo desperdiciado. Deja vus de haber vivido esta escena me recorren el pensamiento y el recuerdo se hace presente en mi mente, tan inminente e inevitable.

''-¡No es justo! ¡Jamás eres justo Thomas! Te odio.-gritó con la rabia desbordando su cuerpo en forma de un torrente de lágrimas desesperadas.

-Helena por favor...-susurré pacientemente tratando de contenerme, y de forma lenta me acerqué a ella

-Ni se te ocurra tocarme, un maldito dedo encima y lo lamentarás.-amenazó señalando con el dedo índice intensamente. Sus ojos eran un bullicio de furia, una bomba que explotaría en corto plazo.

Y yo, como terco que era, envolví mis brazos en ella.

-¡Suéltame! Thomas maldito seas te digo que me sueltes ¡Deja mi mente en paz!-terminó llorando.

Su cuerpo me atizaba y sus golpes pasaban a duras penas percibidos en mí. Puños volaban con enfado sobre mi pecho y patadas de ira magullaban a mis espinillas. Mañana tendría marcas, estoy seguro. Pero debía aguantar el asalto.

Al ver que no cedía, la fuerza fue abandonando su cuerpo, dando paso a un leve y casi imperceptible llanto. Entonces, cuando decidí que la soltaría, sentí sus brazos recorrer con vergüenza mi cintura y su cara enterrarse en mi pecho.

-Solo, una noche, por favor.-gimoteó contra mi torso.

Dicho y hecho, la tomé al estilo nupcial para dirigirnos a mi habitación, papá estaría al llegar y no me gustaría que presenciara esto. Abandonamos el comedor y un par de minutos después ingresamos en mi dormitorio. Cerré la puerta con una leve patada intentando no hacer mucho ruido por si mi hermana sentía algo desde el patio. Me extraña que no haya oído los gritos, sinceramente.

Me senté en el colchón con Helena en mi regazo, escondiendo sus sollozos en mi cuello. Levemente la acuné entre mis brazos mientras le susurraba que no pasaba nada, que todo estaba bien. Puras mentiras. Jamás lo estaría.

Poco a poco su llanto fue desapareciendo, induciéndola en un estado de sueño. La luna se colaba por las rendijas de la persiana y decidí que era hora de que ambos nos acostáramos para así yo poder acompañar su sueño. La tumbé en la cama y la descalcé con cuidado, intentando no despertarla. Retiré su chaqueta vaquera quedándose en aquella camisa blanca. Siempre vestía igual. El negro y el blanco eran los colores que siempre le acompañaban, y los que la definían, como al Ying y el Yang. Ella era la representación de aquella figura.

Destapé la cama y la metí entre las sábanas. Me deshice de mi ropa y me coloqué un pantalón corto de pijama, para después meterme en la cama. Estaba tan fría. Su cuerpo estaba tan frío que temía por si su pulso aun existía. La atraje hacía mí e intuitivamente en sueños, apoyo su cabeza en mi pecho.

Y en aquel momento, me pareció que todo estaba bien, aun sin ser así. Soñaríamos por una noche, la noche.

Inevitablemente suspiré ante aquel melancólico recuerdo y observé como la escena se estaba repitiendo, esta vez sin recibir golpes a cambio, gracias a Dios.

Y también, como años atrás, también decidí que ya era hora de que intentase dormir.

***

El frío terminó por despertarme. La cama me parecía demasiado grande y efectivamente lo era, porque ella ya no estaba.

El cielo estaba completamente encapotado y sin lugar a dudas anunciaba una gran y fuerte tormenta. A veces odiaba tener que lidiar con este tiempo, pero amaba los días lluviosos, toda una contradicción.

Resoplé pesadamente sentándome en la cama. Había dormido mejor que nunca a pesar de haber trasnochado un poco por aquel brote de insomnio. Pero no entendía por qué. No entendía por qué me encontraba solo aquí, no entendía si todo fue demasiado, no concebía mis errores, en mi mente todo había sido correcto, adecuado. No comprendía por qué me había abandonado.

Y para evitar martirizarme, me levanté al instante dirigiéndome al baño, definitivamente necesitaba aquella distracción.

Me meto en la ducha para poner orden a mi cabeza, con el potente chorro a presión de la ducha. Intento dejar correr mis pensamientos, y que se deslicen por mi cuerpo junto con el agua caliente para acabar muriendo en el desagüe y así poder olvidarla, aunque sea por unos instantes. Me apoyo agotado contra la pared mojada, pues el resultado es más que nefasto. Casi puedo percibir su respiración en mí, el roce de su piel con la mía, tan delicado, el matiz de sus ojos, que algún día me embrujó y me mantuvo enamorado. Mire por donde mire, ella vive en mis recuerdos, persiguiéndome, persuadiendo a mi mente y seduciéndome ante la idea de aceptar lo que me viene, tomar el camino fácil, pero las cosas no se pueden hacer así. No. La ducha más que despejarme aumenta mis remordimientos y dudas por lo que cierro violentamente el agua y considero el resultado de la ducha fallido.

Rápidamente me vestí de con ropa de deporte y decidí que era un buenísimo día para hacer ejercicio. Eso, o escapar de la voz que comenzaba a susurrarme en mis pensamientos.

***

Peiné mi pelo con los dedos, desesperado, exasperado. El corazón me rebotada en el pecho, fuerte, pero cansado. Hoy no me encontraba, no, hoy no. Buscaba en todas partes, pero lograba atraparme, no dejarme escapar. Estaba cambiando y como Peter Pan no quería aceptarlo.

Seguía corriendo por la carretera, ajeno a los coches que pasaban a medio metro de mi, olvidando la lluvia calándome los huesos, ignorando la llamada de socorro de mis piernas fatigadas, únicamente buscando correr, lejanía, no pensar; a pesar de que ya llevaba tres horas de entrenamiento, había dejado la bolsa en casa, sin cambiarme, con la intención de escapar.

La verdad que no quería aceptar me acechaba sigilosamente, podía sentirla soplándome su brisa en la nuca, estremeciéndome, alertándome. Estaba cerca.

Corrí más rápido.

Los músculos me quemaban, la piel se irritaba y la garganta me ardía hasta el extremo de frenesí al que estaba llevando a mi cuerpo. Sentí como me posaba la mano en el hombro. No. Aun no. No estaba listo, o eso yo quería pensar.

Quería y no quería. ¿Por qué? No lo sabía. Tal vez debido al compromiso que me exigiría, quizás responsabilidad.

Pero muy en el fondo la anhelaba, odiaba su carencia, la falta de su presencia, dulce existencia.

Tal vez ya era hora.

Me detuve notando por primera vez lo intensa, fuerte e irregular que se había vuelto mi respiración.

Estaba huyendo y debía afrontarlo.

Di media vuelta e inspiré hondo, el primer paso.

Como el Big Bang, una lluvia de fuegos artificiales sentí mi mente colapsar, y al mismo tiempo festejar que por fin había apartado mi orgullo y lo había admitido, al menos a mi persona.

Miré al cielo y grité a pleno pulmón:

-¡Le quiero!

Sonreí sincero a la nada. Por fin estaba comenzando a vivir.

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Amé este capítulo cuando lo escribí, de verdad. Ais.

No se si habréis visto la nota, sino, esto ha llegado a 1K y les estoy más que agradecida, de verdad, incluso a los lectorxs fantasmas.

En la media tienen la canción de la cuál toma título esta primera parte de la trilogía, y que me inspiró a escribirla, espero que les guste. En serio, mirad la letra por que coincide muchísimo con este capítulo y les encantará.

All the love, María del Mar x


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