Faithfully [actbh #2]

By NephilimGirl

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[ 2º PARTE DE ACTBH ] Cuando su mirada me quema como si tuviese fuego en las venas, se me corta la respiració... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Epílogo
Última author note.
¡SORPRESA DE 2021! - ACTBH y Faithfully
Spin off ACTBH - Capítulo 1
Spin off ACTBH - Capítulo 2
Spin off ACTBH - Capítulo 3

Capítulo 41

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By NephilimGirl

Hey dad, look at me
Think back and talk to me
Did I grow up according to the plan?
And do you think I'm wasting my time doing things I wanna do?
But it hurts when you disapprove all along

And now I try hard to make it
I just wanna make you proud
I'm never gonna be good enough for you
I can't pretend that I'm alright
And you can't change me

'Cause we lost it all
Nothing lasts forever
I'm sorry
I can't be perfect
Now it's just too late
And we can't go back
I'm sorry
I can't be perfect

I try not to think
About the pain I feel inside
Did you know you used to be my hero?
All the days you spent with me
Now seem so far away
And it feels like you don't care anymore

And now I try hard to make it
I just wanna make you proud
I'm never gonna be good enough for you
I can't stand another fight
And nothing's alright


[ Perfect – Simple plan ]


Julia.

Cuando por fin, después de tanto caminar (la verdad es que necesitaba estar sola para poder poner mis pensamientos en orden) me encuentro ante la silueta de mi casa, siento el corazón palpitándome con fuerza, las piernas temblándome de pura emoción y una felicidad renovada, aferrando el sobre de mis notas con fuerza entre mis manos, y prácticamente dando saltos de alegría.

En estos instantes, me siento tan exultante que tengo la sensación de que nada ni nadie podrá estropear este momento.

Y la razón es que ¡lo he conseguido!

Después de tanto esfuerzo, tantas noches en vela, tantos quebraderos de cabeza y tantos derrumbes, he alcanzado mi sueño.

Y la prueba de ello es el boletín de notas que guarda el sobre parduzco que sostengo en mis manos.

Por fin, estoy un paso más cerca de Cambridge.

Porque, sí, he pasado la mayoría de exámenes con notas excelentes y, después de ver mis calificaciones, sé que, en este aspecto, no voy a tener ningún problema para poder aceptar la plaza que me ofrece tan prestigiosa Universidad.

Por un momento, antes de, por fin, atreverme a abrir el sobre, había temido que mis mayores miedos tomasen forma y se hiciesen realidad.

Con Daisy a mi vera, había aceptado el sobre con mi nombre de manos de un sonriente director, que, al igual que con el resto de alumnos, me deseó un feliz verano y la esperanza de poder seguir el camino que me llevará al futuro que tanto deseo tener.

Y después de mucho meditarlo, de muchas incertidumbres, por fin me atreví a abrir el sobre. Y nada más leer las calificaciones, puedo jurar que, de no ser porque Daisy me estaba aferrando con fuerza del brazo, me habrían fallado las piernas de puro alivio.

Y, con lágrimas en los ojos, me giré hacia mi amiga y, con un grito de emoción, le dije que había conseguido de sobra las calificaciones que me pedía Cambridge.

Después de eso, le anuncié la buena noticia a Luke y busqué a Will para compartir con mi mejor y fiel amigo mi dicha, solo que a este último, por desgracia, no lo encontré.

Aunque supongo que, después de la pequeña discusión que tuvimos en la Academia de Arte hace unos días, aún no se siente con fuerzas o ganas de hablar conmigo.

Solo espero que, cuando vea lo realmente feliz que estoy en estos momentos, consiga perdonarme por mi actitud esquiva y distante.

Suelto un suspiro de pura felicidad y, tras sacar de mi bolso las llaves de casa, abro la puerta principal, esperando encontrar a mi padre y a Jenna expectantes, esperando a que tanto como Will como yo volvamos del instituto para comunicarles el resultado de los exámenes finales.

Sin embargo, cuando atravieso la entrada y voy hasta el salón con una gran sonrisa iluminando mi rostro, el panorama con el que me encuentro es totalmente distinto del que en un principio había imaginado.

En vez de estar ambos de pie, con expresiones ansiosas y recibirme con los brazos abiertos, mi padre está sentado en el sofá, mientras que Jenna se encuentra de pie junto a él, con una mano colocada sobre su hombro. Ambos muestran una expresión de circunstancia que me descoloca por completo.

Sin embargo, no es eso lo que más me confunde; es el hecho de ver también a Will en el salón, con la espalda apoyada en la pared, de brazos cruzados y observándome con una seriedad y gravedad muy poco propias en él.

Al instante mi sonrisa exultante se esfuma de mis labios, dejándome con el rostro bañado en una profunda perplejidad.

Trago saliva con fuerza y, reponiéndome levemente de mi asombro, consigo volver a encontrar mi voz:

-¿Qué... qué ocurre?

Mi padre suspira, mirándome con una frialdad que me cala los huesos y consigue hacerme estremecer.

-Julia, siéntate, por favor. – Dice, señalando el espacio en el sofá junto a él.

Frunzo el ceño, completamente descolocada por esta extraña situación, pero mantengo la boca cerrada mientras dejo la bandolera y el sobre en el suelo y, tras rodear en el sofá, me siento obedientemente junto a él.

-¿Ha pasado algo malo? – Pregunto, observando de una en una a esas tres personas que ahora constituyen mi familia.

Jenna trata de esbozar una sonrisa complaciente, pero su propio nerviosismo le juega una mala pasada.

¿Qué está ocurriendo?

-No, claro que no, cariño. Solo... queremos hablar contigo de algo. – Dice mi dulce y cariñosa madrastra, consiguiendo, ahora sí, esbozar una sonrisa maternal que, dadas las circunstancias, consigue transmitir algo de calma a ese revoltijo de nervios que se desata en mi interior.

-¿Hablar? ¿Hablar sobre qué? – Pregunto, incluso más desconcertada que hace unos instantes.

-Sobre ti. – Vuelve a hablar mi padre, observándome como si fuese un animal salvaje que tiene riesgo de atacar en cualquier momento.

-¿Sobre mí? – Digo, señalándome con el dedo índice, para después negar levemente con la cabeza: - Yo no... no lo entiendo...

-Will ha estado hablando con nosotros. – Me interrumpe mi padre, lanzándole una mirada de soslayo al aludido, que permanece en su posición impertérrita contra la pared. – Sobre... bueno, sobre todo lo que te ha estado ocurriendo este año y tu decaída de estos últimos días.

-¿Qué? – Pregunto, sin poder salir de mi asombro, tratando de comprender el sentido de sus palabras. A continuación, desvío mi mirada hacia mi amigo cuando digo: - ¿Qué les has contado? – No puedo evitar que mi voz se escape de mis labios con cierto tono recriminatorio.

No obstante, no es Will el que responde. En cambio, es mi padre quien vuelve a hablar, haciéndome, así, volver a fijar la mirada en sus ojos azules.

-Julia, creo que ya va siendo hora de que hablemos de la actitud que has estado manteniendo todos estos meses. Esa actitud que, de nuevo, estás volviendo a mantener.

Parpadeo repetidas veces, mientras mi mente comienza a asimilar las palabras de mi padre. Y entonces por fin lo comprendo todo: El verdadero por qué de que Will me haya estado evitando estos últimos días, por qué no le he visto en la recogida de notas, y el por qué de que no me haya vuelto a dirigir la palabra desde aquella mini discusión en la Academia.

Al parecer, ha estado hablando con nuestros padres sobre mí.

A mis espaldas.

Y probablemente les haya confesado cosas que pensé que mi amigo siempre mantendría en secreto.

Por eso, mi primer instinto es actuar como lo he estado haciendo todo este tiempo: De forma evasiva y distante:

-¿Qué actitud?

Es entonces cuando toda la paciencia que mi padre estaba albergando desaparece por completo, dejando paso a esa faceta que he tenido la suerte de ver en muy pocas ocasiones: Aquella en la que mi padre se muestra lleno de furia, frío como un témpano y, por encima de todo, decepcionado conmigo.

E inevitablemente, pienso en aquel día de hace un año, cuando mi padre descubrió la carta que había estado escondiendo y, a continuación, mantuvimos la que probablemente fue la mayor discusión que hemos tenido nunca.

-¡Ya está bien, Julia! ¡Deja de reírte de nosotros en nuestra cara! – Exclama, en voz tan alta y, sobre todo, con tanta ira, que hasta Jenna, junto a él, da un profundo respingo de sorpresa.

Inconscientemente, me hundo en el asiento, pero trato de mantenerme lo más firme posible.

-¡Yo no me estoy riendo en la cara de nadie! – Rebato, alzando a mi vez el tono de voz.

-¡Pues entonces para de negar lo obvio, y deja de comportarte como si no tuvieses ni idea de lo que te estoy hablando! – Exclama mi padre, apretando la mandíbula.

-¿Y de qué estás hablando exactamente, si es que puede saberse? – Pregunto, cruzando los brazos sobre el pecho en actitud desafiante.

-De que, aunque te niegues a admitirlo, has tenido muy mala época. – Responde mi padre, recuperando parte de la calma inicial. Sin embargo, nos conozco a ambos lo suficientemente bien como para saber de antemano que esta conversación no va a acabar nada bien. – Julia, no sabes lo duro que ha sido para nosotros – Extiende los brazos, abarcando a Jenna y a Will con el gesto: - Verte tan mal este año. Tan... derrotada, arrastrándote de un lugar a otro, escuchándote llorar por la noche y con la impotencia de saber que no podíamos hacer nada por ti, porque tú no nos dejabas acercarnos a ti. – Suspira antes de continuar: - Y de repente, sin razón aparente, vuelves a estar bien, como si todos estos meses en los que parecías un zombi no hubiesen existido, para luego volver a recaer. – La tensión de mi padre es palpable incluso desde mi posición. – Y... - Vacila antes de continuar, evaluando mi reacción ante sus próximas palabras: - Después de que Will nos haya contado cosas que desconocíamos, hemos estado pensando que... - Vuelve a interrumpirse, sin atreverse a seguir hablando. Por ello, Jenna le aprieta cariñosamente el hombro, tratando de infundirle fuerza.

-¿Habéis pensado qué? – Pregunto, exasperada, sin abandonar mi posición distante.

-Que tal vez necesites algo de ayuda. – Dice al final.

¿Cómo?

Frunzo el ceño y, apretando los puños con fuerza en mi regazo, digo, con voz temblorosa:

-¿Ayuda? ¿Me estás diciendo que queréis mandarme a un puto psicólogo?

Sin salir de mi asombro, suelto un jadeo de escepticismo y, desviando la mirada hasta el suelo, niego levemente con la cabeza.

-Cariño, es por tu propio bien. – Interviene Jenna, con su tono de voz afable y dulce: - Solo queremos que seas feliz, y no soportamos seguir viéndote tan dep... - Se interrumpe en medio de la palabra cuando se da cuenta de que ha hablado más de la cuenta.

Sin embargo, ha llegado demasiado lejos como para pretender que ignore lo que estaba dispuesta a decir. Con los ojos prácticamente soltando chispas de ira, vuelvo a alzar la mirada y digo:

-¿Deprimida? ¿Acaso pensáis que tengo depresión?

Niego con la cabeza y me paso las manos por el rostro, sintiendo cómo todo esto supone más de lo que mi mente racional es capaz de soportar. Los hombros me tiemblan cuando me doy cuenta de cómo todo mi mundo se está derrumbando a mis pies, cómo mi vida se desmorona entre mis manos sin que haya nada que pueda hacer para arreglarlo.

-Julia... - Trata de decir mi padre, probablemente consciente del volcán que está a punto de entrar en erupción.

Sin embargo, es demasiado tarde. Con un intenso arrebol cubriéndome las mejillas, me levanto del sofá y me quedo mirando a mi padre y Jenna, ignorando por completo la presencia de Will, quien, al parecer, ha decidido mantenerse al margen en esta situación.

-¡¿Cómo podéis hacerme eso?! – Exclamo, con las lágrimas agolpándose rápidamente en mis ojos: - ¡No pienso ir a un maldito psicólogo! ¡No estoy loca!

-Julia, por favor, no hagas un drama de todo esto. – Dice mi padre con fiereza y una pizca de exasperación. – Nadie aquí ha dicho que estés loca.

-¿Drama? – Suelto una risa amarga que me desgarra la garganta con sus dientes de titanio. – ¡No tengo depresión! ¡Estoy perfectamente! Pero vosotros no tenéis ni idea de lo que realmente ocurre, solo sabéis lo que habéis visto desde fuera y las gilipolleces que os ha contado Will. – Me señalo el pecho con un dedo índice tembloroso. – He tenido mis razones para haber actuado como lo he hecho este año, al igual que tengo razones por las que en estos momentos estoy haciendo lo mismo. Y, al igual que en un primer momento conseguí volver a la normalidad, esta vez pasará lo mismo. – Desvío la mirada hasta mi padre, que me observa con una mezcla de escepticismo e ira contenida: - Tú no sabes realmente lo que ocurre en mi vida, simplemente te limitas a hacer el papel de padre que ha tenido que criar solo a su hija, pero en realidad no me conoces lo más mínimo. Solamente eres otro padre intransigente que quiere que su hija sea perfecta, que desea tener a esa hija perfecta con la que siempre había soñado.

Estas palabras parecen agotar por completo el cupo de paciencia de mi padre. Con las mandíbulas apretadas, se levanta a su vez del sofá y se queda de pie frente a mí. Observa mi expresión obstinada y decide atacar donde sabe que más me duele.

-¿Acaso me acusas de no conocerte, de no saber lo que realmente ocurre en tu vida? – Inquiere, lleno de un escepticismo ofendido. - ¿Acaso un padre intransigente te habría apoyado como lo he hecho yo durante todos estos años? ¿Acaso un padre intransigente apoyaría la absurda decisión de su hija de estudiar Bellas artes cuando sabe que lo que realmente le conviene es estudiar una carrera de verdad, o seguir los pasos de su madre y convertirse en enfermera?

Siento cómo sus palabras se me clavan en el pecho como si fuesen una flecha cuya punta está cubierta de un ponzoñoso veneno, y, a pesar del esfuerzo descomunal que me supone hacerlo, consigo retener las lágrimas dentro de mis ojos.

-Connor... - Dice Jenna, tratando de llamar la atención de mi padre para que se detenga antes de que diga algo de lo que, probablemente, luego se arrepienta.

Sin embargo, ni si quiera la voz de su mujer consigue hacer parar a mi padre:

-Solamente soy un padre frustrado que ve cómo su hija se va apagando poco a poco e, impotente, ya no sabe qué hacer para ayudarla. No te haces una idea de lo mucho que me duele verte así, Julia, y ya no sé qué hacer para que vuelva mi hija, aquella que siempre estaba rebosante de felicidad, aquella que siempre estaba riendo y sonriendo. Aquella de la que su madre habría estado orgullosa.

Esas últimas palabras son el remate final para terminar de machacarme el corazón y partírmelo en trozos tan pequeños que, con un solo pisotón, son capaces de convertirse en polvo y desaparecer ante la mínima brisa.

Puedo soportar cualquier cosa. Puedo soportar sus ponzoñosas palabras, la clara decepción que se marca en sus facciones. Puedo soportar que me haya dicho a la cara lo desilusionado que está conmigo por querer consagrar mi vida a la pintura.

Puedo soportar todo eso.

Pero lo que no puedo aguantar es que utilice a mi madre en mi contra, que me haga sentir como que, de haber estado viva, no habría estado orgullosa de mí.

Que me haga sentir como si la hubiese decepcionado.

Por eso, con amargas lágrimas deslizándose silenciosamente por mis mejillas, no puedo evitar decir:

-Te odio. Te odio, papá, y si crees que mamá se habría avergonzado de mí de haber estado viva, tendrías que mirarte al espejo y preguntarte si ésta es la clase de padre que a ella le hubiese gustado que fueses.

Jenna ahoga una exclamación de sorpresa ante mis palabras, pero mi padre permanece completamente impertérrito, como si mis palabras no le hubiesen afectado lo más mínimo. La única señal de que realmente éstas le han afectado es la forma en que aprieta la mandíbula, al igual que los puños.

Tratando de ahogar mis sollozos, me aparto de él y me dirijo hasta donde se encuentra Will, quien por fin parece haber reaccionado ante lo que han desencadenado sus actos y, antes de ellos, los míos propios.

Me coloco frente a él, con las mejillas anegadas de lágrimas que me empapan la mandíbula y la camiseta.

A pesar de todo, sé que, a continuación, es mi rabia y mi profunda ira las que hablan, no yo misma. Pues, aunque en estos momentos esté demasiado cegada por mi impotencia y frustración con el mundo en general, sé que, en realidad, no digo en serio las palabras que salen a continuación de mis labios:

-No me puedo creer lo que me has hecho. – Mascullo, escupiendo las palabras con un desasosegado desdén. – Eres patético, Will, siempre tratando de ganarte el favor de los demás porque tienes demasiados complejos con lo que eres como para quererte a ti mismo. Eres un maldito traidor. Me das asco.

Apenas me da tiempo a terminar de hablar, porque antes de que me dé cuenta, y pillándome completamente por sorpresa, Will me cruza la cara con una bofetada tan fuerte que resuena por todo el salón y me deja al instante un profundo escozor que me recorre dolorosamente toda la parte izquierda del rostro.

Nunca antes, en nuestros dieciocho años de amistad, Will me había pegado.

Y nunca había pensado que llegaría a hacerlo.

-¿Así es cómo me pagas todo lo que he hecho por ti? – Inquiere, sin molestarse en ocultar su dolor, que le contrae las facciones en una mueca afligida: - La que eres patética eres tú, Julia.

Cubriéndome la mejilla intensamente dolorida con una mano y las lágrimas escapándose de mis ojos en una cascada infinita, me doy la vuelta y salgo del salón a toda prisa, para después subir corriendo las escaleras y encerrarme en mi habitación de un portazo, con el corazón roto y la sensación de que, ahora sí, me he quedado completamente sola.

***

Niall.

En un principio, tras mi conversación con Harry, había sido lo suficientemente ingenuo como para creer que meterme en el primer bar en el que se posaron mis ojos y dedicarme a beber el whisky más fuerte me haría aislar y apartar de mí esos remordimientos que, tras el sermón de Harry, llevan atacándome con fiereza, como si fuesen un millar de puñetazos continuos en el estómago o miles de flechas clavadas a la vez en mi pecho.

Qué equivocado estaba.

Porque después de llevar más de una hora en este bar con el que me he encontrado y con más copas encima de las que debería, no me siento nada mejor.

Es más, me encuentro incluso peor.

En este caso, el alcohol no me ha ayudado a ahogar mis penas y a olvidarme del mundo al menos durante un rato. Por desgracia para mí, esta vez ha decidido jugarme una mala pasada y actuar en mi contra, porque, desde que he empezado a beber, esos pensamientos sobre Julia cuyo objetivo es torturarme y devorarme se han amplificado, hasta el punto de que me es completamente imposible ignorarlos.

Con un suspiro de frustración y la botella de whisky medio vacía junto a mí, me termino el último trago del vaso con intención de volver a casa, pues mi vano intento por ahogar mi pesadumbre en alcohol ha resultado catastrófico.

Sin embargo, en cuanto hago ademán de dejar un par de billetes en la desgastada barra de madera, una voz junto a mí me hace detenerme en seco.

-Vaya, vaya, pero mira a quién tenemos por aquí. Es increíble lo pequeño que es el mundo.

Siento un escalofrío helado descender por mi columna vertebral ante el sonido de esa voz que, pase el tiempo que pase, siempre reconoceré.

Cuando me giro, me encuentro junto a mí a una sonriente y como siempre deslumbrante Emily.

Ante la imagen de mi ex novia en este bar cualquiera de Londres y a estas horas de la noche, no puedo evitar ocultar mi profunda estupefacción, que se refleja en mi rostro con la claridad del agua cristalina de un lago.

Al parecer divertida ante mi reacción, Emily suelta una risita pícara y, sin pedir permiso, se sienta en el taburete junto a mí. No ha cambiado nada desde la última vez que la vi, cuando acababa de volver de Nueva York: En contraste con la expresión áspera y agria que solía mostrar hace un año, ahora su bello rostro está dulcificado por una sonrisa y los ojos rebosantes de vitalidad. Su cabello rubio cae sobre su espalda como una cascada de oro líquido, sus delicadas y finas manos están llenas de anillos, y un vestido de flores realza su esbelta figura de modelo.

Sin decir ni una palabra, le pide al camarero un vaso vacío y se sirve una copa del whisky que hay sobre la mesa.

Esta es una de las situaciones más surrealistas que he vivido nunca.

-¿Emily? ¿Qué... qué estás haciendo aquí? – Pregunto, consiguiendo salir poco a poco de mi estupor.

Con la vista clavada en la barra de madera, Emily esboza una sonrisa un tanto inquietante y da un trago del whisky de su vaso.

-Mi novio vive por aquí cerca. – Se encoge de hombros. – Hemos discutido y he decidido dejarle un rato solo, para que se aclare las ideas. – Emily enarca una perfecta ceja rubia de forma inquisitiva y, torciendo el gesto de forma pícara, dice: - ¿Y qué hay de ti? ¿Qué haces emborrachándote en un bar cualquiera a estas horas? ¿No se supone que tendrías que estar haciendo cosas de superestrella del pop?

Río entre dientes y meneo la cabeza con cierto escepticismo.

No me puedo creer que, finalmente, haya terminado en esta situación.

-Digamos que hoy tengo el día libre. – Digo, tras unos instantes.

Sin embargo, esa respuesta no parece contentar a Emily. Comienza a repiquetear sobre la barra con sus uñas de manicura perfecta sin quitarme el ojo de encima, como si me estuviese analizando y tratando de ver más allá de mi apariencia.

-Ya veo. – Dice, para nada convencida con mi escueta respuesta. – Bueno, pues me alegro. Así tenemos un rato para ponernos al día. Hace ya más de un mes desde la última vez que nos vimos.

¿Solo un mes? Ahora que lo pienso, el recuerdo de la última vez que me encontré con Emily viene hasta mí con una claridad sorprendente, como si hubiese ocurrido hace tan solo un par de días. Sin embargo, tengo la sensación de que ocurrió hace meses, como si no llevase en Londres tan solo treinta y pico días.

Al ver que no tengo intención de responder, Emily continúa con su soliloquio (ya que, de momento, básicamente es ella la única que está hablando).

-Pareces muy desmejorado desde la última vez que te vi. – Se lleva el vaso a los labios y, por encima del borde del cristal, añade, observándome de soslayo: - Deduzco que las cosas con tu chica pelirroja no han salido tan bien como esperabas.

Hago todo lo posible porque no se refleje en mi rostro el intenso dolor que me produce el pensar en Julia. Lo que menos me hace falta en estos instantes es derrumbarme delante de Emily. A pesar de que supuestamente haya cambiado, estoy casi seguro de que le proporcionaría un gran deleite el saber que, después de todo, las cosas con Julia han acabado casi tan mal como acabaron con ella.

-Deduces bien. – Respondo, dotando a mis palabras de una fría distancia.

De soslayo compruebo que Emily no esboza una sonrisa complaciente, y tampoco veo ningún cambio en su rostro que me diga que mi respuesta la contenta. Por el contrario, su ceño se frunce en una leve preocupación mientras recorre el borde del vaso con la yema de su dedo índice.

-¿Y... qué ha ocurrido, si se puede saber? – Pregunta, con cierta delicadeza.

No sé si es el efecto que las copas de más hacen en mí o el hecho de que necesito desesperadamente desahogarme con alguien y poder ponerle palabras a esas preocupaciones que llevan haciendo mella en mí desde hace una semana, pero, sea como sea, de un momento para otro me encuentro sincerándome con Emily.

Y le cuento todo sin tapujos: Le hablo de todos los embrollos en los que tanto Julia como yo nos hemos visto metidos desde nuestro reencuentro. Le hablo de la forma en que nuestra relación (por ponerle algún nombre) ha ido cambiando, de cómo se ha visto sometida a una continua montaña rusa, con sus altibajos y sus giros de ciento ochenta grados. Le hablo de nuestro beso y de la única forma que se me ocurrió para poder cortar de raíz nuestra tóxica relación.

Y, sobre todo, le hablo de todos esos miedos, inseguridades y sentimientos que se desatan en mi interior y los que nunca he confesado a nadie.

Si hace un año me llegan a decir que me estaría desahogando con mi ex novia, probablemente no lo habría creído. Es más, me habría parecido una broma.

Pero lo más inquietante de todo es, que cuando termino de hablar, me siento completamente ligero, como si por fin me hubiese liberado de ese saco de piedras que estaba portando sobre mi espalda.

Ambos nos sumimos en un profundo silencio, cada uno concentrado en su propia bebida, y con el sonido del resto de personas hablando, la música de ambiente y vasos chocando unos contra otros como banda sonora.

Y después de todo, lo único que dice Emily es, alzando su indignada mirada hacia mí:

-Dios, Niall, eres un completo gilipollas.

Estupefacto ante sus palabras, digo, frunciendo el ceño con confusión:

-Mmm... ¿Gracias?

Emily resopla y se coloca el pelo sobre un hombro, meneando la cabeza con desaprobación.

-Después de todas las chicas con las que has estado, me sorprende que aún no tengas ni idea de mujeres. – Emily chasquea la lengua mientras mide sus siguientes palabras: - Mira... no quiero parecer muy brusca, y mucho menos quiero que pienses que te digo esto porque me gusta verte sufrir, pero, ¿puedo ser totalmente franca contigo?

-Adelante. – Respondo, extendiendo los brazos.

-Lo has hecho todo mal. To-do. – Comienza, para después soltar un suspiro. – Bueno, para empezar, has tomado decisiones por tu cuenta que, sin duda, tendría que haber tomado Julia. – Al ver mi expresión llena de confusión, se apresura en aclararse: - Por ejemplo, has dado por hecho que lo mejor para Julia es separarte de ella, pero, ¿estás seguro de ello? ¿Acaso le has preguntado a ella si es eso lo que realmente quiere? ¿Lo que realmente necesita? ¿Acaso te has parado a pensar en lo que eso conlleva a largo plazo tanto para ti como para ella? – Comienza a enumerar con sus dedos a medida que va nombrando los que, según ella, son todos los errores que he cometido: - Segundo, besas a la pobre chica y después, aunque fuese todo un teatro, la echas de tu casa. Bueno, ¿acaso no has pensado en cómo eso debió de hacerla sentir? Bastante mal lo está pasando ya la pobre al ser la hipotenusa de este enrevesado triángulo amoroso como para que tú encima la confundas aún más. Estoy segura de que eso la ha debido de desmoralizar. En fin, trata de ponerte en su lugar: Tu primer y probablemente el amor de tu vida te deja porque se va a vivir a la otra punta del mundo. Después, consigues rehacer más o menos tu vida con otra persona, para que luego vuelva el amor de tu vida y te des cuenta de que estás enamorada de esas DOS personas a la vez. Tratas de encontrarle una solución a todo esto, tratando de encontrar un equilibrio, pero, cuanto más intentas hacer las cosas bien, más se complican. – Suelta un resoplido. – En fin, es imposible no sentir pena por la pobre chiquilla.

Frustrado, y con la bronca de Emily calando en mí, lo único que alcanzo a decir es:

-¿Entonces qué me propones que haga? ¿Formar parte de una especie de bigamia? ¿Tener a Julia junto a mí a sabiendas de que su novio no tiene ni idea de lo que está ocurriendo? ¿Hacerle a Julia engañarle solo por mí? Por favor, ilumíname, porque te confieso que estoy completamente perdido.

Emily frunce los labios y se queda unos instantes pensativa, con sus uñas aún repiqueteando sobre la superficie de madera, hasta que por fin, tras unos instantes que se me hacen eternos, vuelve a hablar:

-Mira, Niall, si te soy sincera... Por lo que me has contado, me ha dado la sensación de que la relación de Julia con su novio no va a durar. Tampoco quiero hacerte vanas ilusiones, pero no te sorprendas si al final rompe con él y decide elegirte a ti. Por tus palabras, a mí me ha parecido más que obvio que a quien realmente ama es a ti. – Chasquea la lengua y comienza a gesticular con las manos mientras habla: - Mira, para vosotros, los tíos, todo es sota, caballo, rey, pero, créeme, sobre todo en el amor las cosas son mucho más complicadas de lo que creéis. Niall, no puedes pretender solucionarlo todo y dejar todo bien atado, porque si hay algo en lo que se caracteriza el amor, es en ser enrevesado. Piensas que si desapareces de la vida de Julia, todo se arreglará y finalmente ambos podréis vivir felices y comer perdices por separado, pero no es así. Y creo que, a estas alturas, ya deberías saber eso. – Se queda unos instantes en silencio, con la mirada clavada en el vaso. Entonces, le da un último trago, suelta un suspiro y, repentinamente, se levanta del taburete, se cuelga el bolso del hombro y, antes de girarse, me dice, con una mano sobre mi hombro: - Puedes quedarte aquí toda la noche, emborrachándote y ahogándote en tus penas, o puedes ir a hablar con Julia, tratar de arreglar las cosas y, a pesar de cómo está la situación, vivir el presente y solucionar junto a ella todo este embrollo. Esto no es algo que puedas hacer por ti mismo; esto es algo que tenéis que solucionar juntos. Creo que esa es la única forma de que realmente funcione.

Sin decir nada más, me da un beso en la mejilla y, con el sonido de sus tacones repiqueteando contra el suelo del bar, sale por la puerta, dejándome solo, con la única compañía de mis alocados y confusos pensamientos.

Bueno, de momento puede que emborracharme no vaya a solucionar todos mis problemas, pero al menos me hará olvidarlos durante unas agradecidas horas.

***

Julia.

Con las mejillas empapadas de lágrimas, el pómulo izquierdo intensamente enrojecido y dándome ramalazos de dolor por la bofetada de Will, los sollozos rasgándome por dentro cada pocos segundos y General Pomposo Bigotes acurrucado junto a mí en la cama, dejo pasar las horas del día entre un intenso dolor atenazándome el pecho, un odio hacia mí misma hirviéndome las venas y una profunda desazón, tumbada en la cama y con la mirada clavada en la pared de enfrente.

Tras la discusión con mi padre y Will, permanezco todo el día encerrada en mi habitación, sin salir de ella en ningún momento y dejando que los remordimientos y la culpa me carcoman por dentro como miles de termitas devorando la madera.

Y, en todo ese tiempo, no me muevo de mi posición, al igual que en ningún momento dejo de llorar. Por más que lo intento, y por muchos esfuerzos que ponga en ello, no consigo que las lágrimas dejen de desbordarse de mis ojos, hasta el punto en que dejo la almohada completamente empapada y los mechones de mi cabello se me pegan a las mejillas encharcadas.

No bajo a cenar, aunque tampoco nadie me llaman para ello. Al parecer, mi familia tiene tantas ganas como yo de dejar las cosas tranquilas, al menos de momento, por lo que durante todo el día mi única compañía es General Pomposo Bigotes, quien, cuando por fin el sol se esconde entre las casas y sume mi habitación en una agradecida oscuridad, me da unos golpecitos en la barbilla con su cabecita, como si supiese que estoy mal y tratase de hacer algo para aliviar mi dolor.

Alzo un brazo entumecido y acaricio a mi fiel gatito detrás de las orejas.

-Oh, Bigotes. – Digo, con voz pastosa y ronca. Después de tantas horas sin abrir la boca, siento la garganta seca y rasposa como una lija. – Eres el único al que todavía no he espantado.

Apenas tengo tiempo de terminar la frase, pues en seguida los sollozos vuelven a apoderarse de mí con tanta fuerza que me impiden incluso hablar.

A pesar de todo, no puedo evitar sentirme como la verdadera culpable de esa discusión, más que nada por en realidad lo soy.

Por unos instantes he dejado que la antigua Julia, aquella inmadura y extremadamente testaruda, se haya apoderado de mí, haciéndome actuar no como la mujer en la que creía haberme convertido, sino como una niña cuya única arma es atacar al resto de personas con las palabras.

Soy consciente de que no he sido para nada justa ni con mi padre ni con Will. Sé que lo único que mi familia pretendía era ayudarme, desesperados como están por encontrar una solución a lo que estoy pasando. Y, ¿acaso tengo derecho a reprocharles que no me conozcan cuando he sido yo la primera en alejarme de los demás y encerrarme en mí misma? No, claro que no.

Pero en ese momento, estaba tan cegada por la ira y por la perspectiva de que me llevasen a un psicólogo que he dejado apartada todo tipo de racionalidad, dejándome llevar por un impulso, y sin pensar antes de hablar.

Y me odio profundamente por ello.

Me odio como nunca antes lo he hecho.

Y así, finalmente, me quedo profundamente dormida: Con el corazón roto, el rostro bañado en lágrimas y el odio hacia mí misma haciendo un profundo agujero en mi pecho.

Me despierto de golpe ante un sonido que, en un primer momento, debido a mi estado semiinconsciente, me deja completamente desconcertada, creyendo que forma parte de mis sueños.

Sin embargo, en cuanto consigo escapar de las garras del sueño, me doy cuenta de que, en realidad, ese sonido es real. Me froto los párpados cerrados y, cuando abro los ojos, veo cómo mi móvil ilumina la penumbra de mi cuarto con el resplandor que anuncia que tengo una llamada entrante.

Con torpeza y un bostezo, alcanzo mi móvil a tientas.

Y entonces siento cómo se me dispara el corazón ante el nombre iluminado en la pantalla.

Niall.

Niall me está llamando.

Durante unos instantes, me debato entre mi orgullo y esa necesidad imperiosa de volver a escuchar su voz que me recorre el cuerpo entero, pero finalmente, probablemente debido a mi estado aún de semiinconsciencia, hago caso omiso de las advertencias que me grita la parte cautelosa de mi ser y decido contestar, con voz trémula:

-¿Sí?

_________________________________________________________________________________


Hiii.

Bueno, espero que os haya gustado el capítulo :) Sé que tampoco tiene nada del otro mundo, pero bueno, igualmente espero que os haya gustado ^^ 

Well, mañana me voy de viaje y no vuelvo hasta el sábado que viene, así que durante esta semana no voy a poder escribir ni publicar :( 

Pls, votad y comentad, ¿sí? ^^ Ya sabéis lo feliz que me hace eso :P

Muchas gracias por leer, ilysm <3

-Alice. xx

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