Eres mio... me perteneces.

Od isa200lord111

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La desesperación da vida a las ideas y las decisiones más dementes y desordenadas, Harry lo sabe, pero tiene... Více

~𝔓𝔯𝔬𝔩𝔬𝔤𝔬~
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘐
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘐𝘐
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘐𝘐𝘐
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘐𝘝
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘝
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘝𝘐
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘝𝘐𝘐
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘝𝘐𝘐𝘐
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘐𝘟
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘟𝘐
ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘟𝘐𝘐

ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝘟

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Od isa200lord111

Resistió la tentación de llevar su mano a su rostro para masajear su frente y disminuir ligeramente su dolor, por mucho que lo fastidiara, no deseaba tapar su rostro y provocar un punto ciego mayor del que ya tenía, que seguramente muchas personas llegaron a aprovechar.

No era una persona muy popular, ya ves; pero al menos eso le permitía pasar cierto tiempo desapercibido al ojo público como para escapar y cuidar de Theo, aunque ya no lo hacía tan seguido como antes, o dar largas caminatas en pos de alejarse de los demás, que era lo que estaba haciendo en ese momento.

Los pasillos de piedra, a veces sencillos o incluso fríos, se veían cálidos y entrañables bajo la brillante luz naranja que provenía del cielo, el sol en su fallecimiento llenando de color los pasillos a través de cada ventana antes de que la noche llegara.

Era majestuoso, y un escenario que muchos se perdían por sus rutinas y comportamientos matutinos y normales, y aunque se sentía honrado de ver algo así, no había ninguna alegría en el motivo que lo tenía vagando en los pasillos y no haciendo algo mucho más útil como estudiar.

Se sentía frustrado.

Su vida era una gotera, constante pero silenciosa, que en algún momento alguien hizo más grande con alguna palabra o acción y ahora fluía más rápido, llenaba el vaso más rápido y se derramaba más rápido, provocando un nudo en su garganta, un escozor en sus ojos y unas profundas ganas de gritar.

Se estaba agotando muy rápido, su mandíbula le dolía por apretarla tanto y los maestros comenzaban a notar la poca tolerancia que tenía en algunos momentos, y no podía darse el lujo de llamar más la atención.

Pero es que no había nada que pudiera hacer.

Sabía, desde antes de subir al tren, que los estudiantes una vez más estarían en su contra, y que cada cierto tiempo debía salir a despejarse mentalmente en busca de calma y tranquilidad; lo había planeado, sin embargo estaba ocurriendo más seguido de lo que esperaba o estaba dispuesto a soportar.

No era culpa de sus compañeros que fueran crédulos, diciendo lo que murmuraban las multitudes y repitiendo fielmente las palabras de los periódicos, ovejas siguiendo a un pastor y sus mentiras; no era culpa de ellos ser idiotas, era una discapacidad y él debía comprenderlos.

Es solo que, en ese mismo momento, se sentía imposible dejarlo pasar.

Siempre era lo mismo, miedo y susurros porque Nott no había aparecido o regresado, preguntando si estaba desaparecido o muerto, hablando de lo inseguro que era Hogwarts ahora y de lo mentiroso que era él por lo que pasó en el torneo; era la misma estupidez una y otra vez, y eso lo estaba agotando hasta lo último.

Retuvo el suspiro, extrañaba los tiempos en que la paciencia estaba al alcance de su mano, en la que perdonaba por que no importaba, en la que se alejaban de él no lo hechizaban en los pasillos, manteniéndolo tenso y nervioso.

No podía quedarse en la torre de Gryffindor, ni encerrarse en su habitación por causa de Finnigan, no podía ir al lago negro o estar en pasillos muy concurridos, ellos lo atosigaban.

¿Y qué pasaría si alguien buscando hacerle daño lo seguía y descubría a Theo? ¿Qué haría él? Y más importante ¿Cómo diablos evitarlo?

Solo podía caminar y pensar mientras el cielo se volvía negro y él retomaba camino a la sala común por el toque de queda; allí no podía leer cerca de la chimenea, o jugar ajedrez y hacer tareas, Ron y Mione comenzaban a evitarlo por la presión de alguien acercándose cada 40 minutos a insultarlos.

Necesitaba una solución, necesitaba detenerlo, a ese paso no lograría terminar el año escolar sin perder la cordura o renunciar en el camino.

Ya tenia mucho en su plato: guardar un gran secreto, escabullirse y desaparecer en secreto, ignorar los insultos, esperar que nadie lo asociara con Nott, adelantar sus estudios, evitar a Snape y Dumbledore, cuidar de Theo, insultar a Malfoy, perdonar a su amigos.

Y esa maldita profesora del ministerio, para acabar de ajustar, interesada en él, y más específicamente en su sufrir..

Suspiro frente al retrato de la dama gorda, reconociendo, con un sabor de lamento en el techo de su paladar, que en realidad su paseo no había logrado calmarlo.

Mientras decía la contraseña y pasaba por alto las miradas viciosas, los comentarios mordaces y los pocos rostros con lastima, medito en la idea de acostarse temprano y así levantarse poco después de la madrugada, recomponiendo las horas perdidas.

Siempre podía visitar a Hagrid antes del desayuno, o buscar en una biblioteca vacía de gente algún libro que pudiera interesarle a Theo; en realidad, lo más probable es que continuara con esa rutina, acostarse temprano para despertar aún más temprano, leer mientras esperaba a la 6 a.m. para salir y luego sacar provecho a su día.

Bueno, suponía que eso estaba bien.

El silencio común, ya normal en esa solitaria habitación, se sentía abrumador, la tensión arrastraba sus desagradables uñas por su espalda, y la necesidad de hablar, de romper el hielo, de encerrarse en el baño y de hacer mil preguntas lo molestaba cada milisegundo desde que él había bajado.

No sabía si atreverse ¿Debía él? ¿Por qué entablar una conversación con su secuestrador de todos modos? ¿Acaso el encierro le estaba haciendo daño? No, no era eso, no era la primera vez que se sentía confinado en una habitación que podía llamar suya.

Sin embargo, ahora que recordaba, su secuestrador en realidad nunca le había dirigido la palabra primero, a menos que fuera una orden... tal vez mejor dicho indicación o aviso; lo importante era que todas las conversaciones, todas las respuestas, habían iniciado por sus preguntas.

Y eso, a su pesar, significaba que tenía que ser él quien comenzara la conversación; Potter no hablaría, no intentaría presionarlo, en realidad, además de su cautiverio forzado era bastante libre de hacer lo que desease.

Quería, no sabía porque, pero quería, tal vez buscaba ganarse su confianza y lograr escapar, o de verdad entender porque él estaba allí, o en donde era, que lo motivó a secuestrarlo.

Quería hablar con él.

Había duda antes de atreverse, preguntándose a sí mismo si estaba seguro de lo que iba a hacer, sin embargo la tensión en el ambiente le recordó lo reservado que llegaba a ser su... captor, respetando si él deseaba guardar silencio.

Decidió arriesgarse y ver que pasaba, para así entender que hacer al respecto.

Con eso resuelto y una pequeña frase para tranquilizar a su propia mente, hizo carraspear suavemente su garganta antes de hablar —¿Qué es lo que no entiendes?- preguntó, negándose a retroceder a pesar de los nervios que comenzaron a hormiguear en sus extremidades.

Harry levantó la cabeza con una velocidad que provocó un crujir en su cuello, sin embargo poco le importó, mirando a Theo con desconcierto porque este hablara, captando poco después la pregunta, y por último el contexto.

¿Le estaba preguntando sobre su tarea?

Harry se sonrojó de vergüenza al notar su mirada directa en él, esperando una respuesta; lo había olvidado, Theo ahora podía verlo

Decidió responder rápido y honesto, lo que menos quería era verse como un idiota frente a él -Bueno, no entiendo realmente la conexión de proporciones entre cantidades de ingredientes no relacionadas, pociones siempre a sido difícil para mi y... eso— completo, interrumpiéndose al darse cuenta que estaba hablando de más.

Theo siguió en silencio, una mirada analítica siendo la única indicación de que no se había equivocado de tema o entendido mal la pregunta, ahora ¿Por qué Theo preguntaría sobre su lectura? ¿Tal vez quería hablar con él? Bueno, era su secuestrador, por lo que eso no era probable.

Ah, él quería saber que estaban enseñando en clase, ¡Por supuesto! Había olvidado por completo desatrasarlo, Theo debía estar pensando en las clases perdidas y los temas que no llegaría a aprender por culpa del encierro...

Bien, supuso que compraría en secreto los materiales de ese año a excepción de los ingredientes de pociones, pues eran volátiles; en realidad, no podía devolver su varita, e incluso si lo hiciera su magia seguiría atada, mucho que pensar, no demasiadas opciones.

De acuerdo, entonces compraría todo lo teórico e investigaría cómo podía él practicar sin una varita y saber que había dominado el hechizo sin magia de por medio.

-Ven, te explicaré el tema— indicó Theo después de haber escrito un par de cosas en un pergamino, supuso que estaba anotando que debía estudiar, no pienso que le ayudará.

Se sentía algo incómodo por ello, pero se levantó y se acercó sin problema, después de todo la puerta estaba sellada y era más de media noche; nadie le buscaría a esas horas, por lo que podía ceder.

Aun alerta por una posible trampa, aunque Theo era más astuto que eso, comenzó a prestar atención, mirando la tabla de clasificación perfectamente hecha por parte de Theo.

Harry se comportó como un alumno ejemplar, intentando dejar la tensión se decidió por fingir que solo eran dos amigos en una tutoría como todos los escenarios que había imaginado antes del secuestro.

Theo, sin dar siquiera un indicio, agradeció esto, pues era mucho más fácil conversar y dejarse llevar si entraba en su modo de profesor, le agradaba enseñar, y que su secuestrador al menos le pusiera atención le ayudó a controlar sus nervios lo suficiente para terminar la explicación actuado comúnmente, sin ceder a sus nervios.

Cuando la alarma que Harry había dejado para levantarse sonó desde el baúl con candado que estaba fuera de la habitación y junto a las escaleras para salir, ambos se sorprendieron al notar cuanto tiempo habia pasado.

Se despidieron con palabras murmuradas, asombrados de notar lo cómodos y relajados que se sentían comparada a la tensión de horas antes.

Nunca habían pasado tanto tiempo juntos, y aunque cada uno lo negaba por sus propias razones, había una pequeña parte de ellos que no quería que el otro marchara; Harry la callo con vergüenza y rabia, su deber solo era cuidar de Theo.

Theo, en cambio, no podía entender porque, por Merlín bendito, sentía algo así; estaba acostumbrado a la soledad, a ser abandonado durante más tiempo del que podía contar.

Tal vez era que, por primera vez, encierro no era lo mismo que soledad...

Eso les dio mucho que pensar a ambos...

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