—Podrás irte pronto, Jason —Me dice Dick, y no sé si emocionarme o no.
Por un lado quiero volver a mí rutina de persona normal, empezando con ansias cosas tan simples como ir a tomar café con Dick y Tim, cosa que mí novio prometió a mí nombre, o pensar en mí boda con el amor de mí vida.
Pero por otro lado, como siempre, le sigo teniendo miedo al mundo real, a las personas, a lo que pueden hacer o lo que pueden lastimar, le tengo miedo a la gente, al fracaso, a las responsables y a todo lo que pueden las cosas fallar.
En esa habitación estoy a salvo.
—¿No quieres irte? —pregunta mí novio, notando mí miedos, no me sorprende, Dick siempre supo leerme a la perfección—. Jay, podrás salir y disfrutar la vida, yo en serio intento que disfrutes la vida, pero... Creo que no lo logré, ya sabes, ya te lo he dicho y...
Él busca las palabras, no las encuentra, sus ojos se llenan de lágrimas y muerde su labio inferior con ganas.
Sé que está recordando y quiero salvarlo de esas viejas memorias de lo que yo mismo le he causado, la razón de que él se ponga sensible.
Estiró mí mano hacia él, la toma sin dudarlo y se acerca un poco más con su silla hacia mí, mientras intentaba esconder sus ganas de romper en llanto.
—No llores —le pido— No lo haré de nuevo, Dick, lo prometo —Mí tono es serio, pero no suena del todo seguro y hasta yo lo noto—. Perdón por hacerte esto, Dick... Te pongo muy difícil el amarme, no sé cómo lo haces todavía.
—Te amo porque enserio vales la pena, Jason —dice, su voz suena rota—. Quizás tú no lo veas, pero yo sí, no hay otra persona que valga más que tú...
Mí voz se ahoga en mí garganta, mí cerebro no puede pensar que contestar.
Dick se acerca a mí y deja un tierno beso en mí mejilla.
—Te acompañaré siempre en tu regreso al mundo real, Jay, sólo si quieres ir —dice, su nariz acaricia mí mejilla, sus ojos están entrecerrados, mirando mis labios, hago lo mismo—. Y si en algún momento quieres irte del mundo, puedes venir a mis brazos, ¿Sabes? No te dejaré sólo de nuevo, ¿Quieres? —ofrece.
Sonrió y apenas miro sus ojos un momento, antes de unir nuestros labios.
—Por supuesto que quiero.