◖𓈈﹗ ﹙ capitulo veintinueve﹚
❛ ▬▬ FUTURA REINA . . . ❜
Lilith tenía como cincuenta llamadas perdidas de Dean que no podía responder porque supuestamente habían roto, pero su novio era un idiota con un corazón de oro que olvidó —o ignoró con muchas ganas—, el pacto que tenían, y por más que se moría por encontrar el calor protector en sus brazos que le dieran paz en esta situación tan dolorosa, se colocó un hermoso vestido porque en una hora la declararían sucesora de la Reina; probablemente la que tendría que haber dejado cincuenta llamadas era ella, ¿Como le contaría a Dean lo que estaba a punto de hacer? ¿Cómo haría para controlarse cuando lo que más deseaba era estar en paz? No había tenido ni un solo momento de soledad para pensar en la información que le había revelado Rodiel, o en las conexiones que empezaba a ver con el pasado. Lilith sabía exactamente como recopilar los pedazos perdidos de su memoria, pero necesitaba un día en que la Reina no respirara en su nuca. No podía hacerlo hoy con el fervor de la sucesión.
Las ayudantes de la princesa la prepararon para que luciera como una digna futura reina. Aplicaron en su rostro varios tipos de cremas, lociones y aguas minerales —todas hechas a base de magia—, para que su piel sea casi tan perfecta como la de la Reina. Taparon cada una de sus imperfecciones que ensombrecían su rostro y Lilith estaba segura que le trajeron a maquillistas profesionales para transformar su rostro en el de la Reina. Cuando se miró al espejo sonrió contenta porque no se veía como Lilith Venus Arduenn, ella se veía como la Reina del Infierno: desde sus zapatos blancos hasta las pestañas blancas. Su cabello ondulado caía como una cascada por la curva de su espalda. Se sentía enjoyada con las piedras preciosas en sus dedos, orejas y cabello. El disfraz perfecto para actuar enfrente de todos, como un buen político.
Al marcharse las ayudantes, Judas ingresó a su habitación con un traje más ceremonial. Un chaleco de rojo vino y botones plateados. Era la primera vez que Lilth veía el escudo del infierno: un diseño de serpiente que mordía una manzana. El escudo tenía un refuerzo metálico en los bordes que lo hacía verse aún más bonito.
—Bueno Lilith —Judas tenía una libreta en mano y una lapicera con la que iba tachando cosas—. Yo y toda la guardia te acompañaremos hasta el salón del trono que estará abierto al público. Todo el infierno estará ahí, te harán espacio para que camines entre ellos. Es muy importante que no muestres ninguna reacción. No sonrías, no luzcas atemorizada y mucho menos sueltes lágrimas. Ellos te insultarán o te aplaudirán, tu sabes que gran parte ya te aceptó como princesa, pero hay un sector que te odia, de todas maneras, cumple las ordenes y todo saldrá bien. Al Llegar al salón, te dejaremos avanzar hasta la reina por ti misma. No debes decir ninguna sola palabra hasta que se te pregunte si aceptas ser la sucesora, y tu dirás 'si acepto', luego la Reina te entregará una corona y todos se arrodillarán ante ti. ¿Alguna pregunta?
—No —dijo indiferente, lo que menos le importaba de toda esta situación era la etiqueta.
—Perfecto, salimos en 7 minutos.
Aquellos fueron los siete minutos mejores invertidos de toda su vida. Se había convertido en una muñeca de trapo que tironeaban por todos lados ignorando el trabajo que estaba haciendo su mente para entender por qué caminaba al trono. Si ella fuera reina y tenía que elegir sucesora porque al final de la guerra iba a morir. ¿A quién dejaría en su lugar y por qué? La respuesta más sencilla era una hija. Sin dudarlo dos veces se lo daría a su hija, pero de no existir la posibilidad, dejaría su trono al pariente más cercano que creyera competente y le cayera bien... aunque, pensándolo mejor, le gustaría que reinara alguien que pudiera hacerle honor a su nombre. No sería el azar quien ayudara, ni palabras de otras bocas, ella misma se encargaría de instruirla: le enseñaría el oficio, le mostraría la etiqueta, como vestirse y caminar, como tomar decisiones y la manera de decirlas. La haría poderosa para defender el reino. Pero eso no era suficiente, necesitaría saber todo acerca de la sucesora para guiarla de la mejor manera. Le gustaría saber su pasado, a quien amaba y a quien odiaba, cuales eran sus intereses, como se comportaba ante el peligro o que pasaría si le quitaran aquello que mas preciaba. ¿Estaría tan loca para guiar toda su vida al trono? ¿Estaría tan obsesionada conmigo misma para crear otra yo?
Los demonios se habían reunido en el centro del infierno, alrededor de las puertas al castillo y la entrada al trono de ángeles caídos. El vitoreo de cientos de cabeza retumbaban en sus oídos como ruido blanco. No distinguía entre odio y amor, solo veía cabezas flotar en un océano negro. Veía almas revolotear por el cielo rojo y el suelo incendiarse. Caminaba con soldados sobre una perfecta pasarela rocosa con la bandera del infierno flameando a cada lado. Estaba impresionada y confundida. Le pareció que por arte de magia se crearon símbolos patrios que nunca había visto indicios de existencia: banderas, escudos, uniformes y ceremonias. ¿No era esta la primera ceremonia de sucesión?
Lilith levantó su vestido al tener que subir las escaleras al salón.
—¿Estás lista princesa? —susurró Judas a su lado, Lilith simplemente asintió cuando las puertas se abrieron.
El salón del trono se había llenado de las personas más importantes del Infierno y del mundo de los monstruos. Había reconocido a varios monstruos Alfas en medio de los asientos, cada uno con su mano derecha. Estaban los demonios con mayor influencia, aquellos encargados de las industrias demoniacas, jefes de encrucijadas y hasta los encargados de la venta de almas. Ninguno la hacía conmoverse como lo lograba la Reina; la figura que resaltaba en la habitación, incluso cuando se suponía que no era el centro de atención podía reflejar toda la luz como una explosión de supernova. Le era imposible entender cual era su sentimiento hacia la Reina. No estaba enojada o nerviosa, quería matarla y al mismo dejarla vivir, salvarla de su destino. La despreciaba y la admiraba. La Reina era el ser más hermoso en el salón. Su vestido era más bonito que el suyo, su cabello estaba más ondulado y la belleza de su piel de porcelana era insuperable. Nunca le ganaría porque siempre estaría un paso por detrás.
Lilith hizo la reverencia a la Reina, cayendo a sus pies con gracia.
—Bienvenidos habitantes del infierno; Bienvenidos honorados invitados. El infierno les agradece a todos por asistir a la primera ceremonia de sucesión —La Reina era escuchada gracias al eco del salón, captando hasta la atención de los demonios que estaban en contra de la monarquía—. Todos sabemos que pronto entraremos en estado de guerra contra el cielo. Muchos de nosotros vamos a morir luchando por nuestro derecho a ser libres en este mundo al que hemos sido traídos por su creador. El nos ha impuesto una función, nos ha dicho lo que somos sin dejarnos descubrirlo. El nos castiga por no ser su perfección. Nos abandonó por un juguete más brilloso —dijo irónica, y todo el salón rio con ella—. Todos fuimos humanos alguna vez, ¿no? Y aquí estamos, listos para ver renacer a nuestro rey, verlo dirigir una vez más nuestro ejército.
Por unos segundos, la Reina perdió el control de la multitud. Los alaridos se unieron al sonido de la guerra en una euforia inconmensurable que pretendía fortalecer los vínculos de un solo reino y eso le pareció fascinante. Todo un reino creía en ella. Miles de millones de almas confiaban en la Reina, ¿cómo reaccionarían si supieran que todo era falso? ¿Sería capaz de manipularlos para que volvieran a hincar la rodilla?
—¡Yo traeré de vuelta a nuestro rey! —gritó—. No lo he hecho sola —siguió cuando la multitud hizo silencio—, durante el ultimo año he tenido de aprendiz a mi descendencia: nieta mía y de nuestro Rey —todas las miradas cayeron en ella, pero Lilith solo sintió el peso de una—. La princesa Lilith hoy será nombrada legitima sucesora del Infierno.
Hubo un silencio casi eterno en el que la Reina entregó su ultima duda en la princesa que tenía oculto los nervios alborotando todo su sistema, dándole ganas de llorar y vomitar al mismo tiempo. Usó magia para calmarse, pensó en quien amaba para traer contención y amor en sus dudas e inseguridades. Se manipuló a sí misma para actuar en la manipulación porque no había escapatoria y porque vio que el final que deseaba estaba por ese camino. Necesitaba ese trono.
Aquellos quienes poseían gran influencia en el infierno y los reinos allegados fueron llamados para hacer el juramento a la futura heredera del trono del Infierno. Uno por uno hincó su rodilla enfrente de Lilith, jurando serle fiel y defenderla de todos sus enemigos en buena fe y sin engaños. Lilith observó los rostros de cada monstruo Alfa: vampiros, genios, cambiaformas y hasta hombres lobos, procurando tallarlos en su memoria.
Después de que los aliados juraran lealtad, llegó el turno de la criatura más importante.
—Yo, Reina Lilith Morningstar, primera mujer creada y madre de todos los demonios declaro a la Princesa LilIth Arduenn como legitima sucesora al trono de del infierno.
La reina tuvo que inclinarse ante ella; tal vez el único momento en que la sucesora sonrió de verdad. La reina del Infierno tomó una corona que había estado reposando sobre un atril y con sumo cuidado se la colocó en su cabeza, y en el instante que fue coronada sucesora, el infierno la aceptó con alaridos. Lilith volteó enfrentando lo que tendría en pocos días porque la Reina sabía su fecha de muerte, por ende, Lilith Arduenn sabía que su reinado ya había empezado.
📬！▬ author's note
hola! capitulo corto pero espero que interesante. Lilith esta en su reputation era y aunque yo amo a quennlilith! pronto se irá —no sin haber devorado durante 4 temporadas—. Yo se que esta todo medio confuso, les cuento la verdad: estoy en crisis literaria y quiero cambiar TODA la historia, pero como me prometí a mi misma acabarla, aquí me tienen.... i'm just girl
disfruten porque cuando la termine la borro ajajaj
voten y comenten, besos.