😣 Tengo malas noticias, mi laptop me dijo 'ya no puedo jefe', esa es la razón de no poder actualizar estos días. Está en fase de limpieza profunda desde ayer así que el capítulo de hoy lo hice desde mi tablet, es tan difícil hacerlo sin la laptop pipipi Una vez que se solucione el problema volvemos a las actus diarias 😌
Yeha ladeó la cabeza todo lo que pudo. El cadáver de pelo púrpura desapareció de su vista. Sintió como si una aguja se hubiera abierto paso en su garganta apretada. Pero sólo por un momento. Máscara Negra agarró a Yeha por el pelo y lo tiró hacia la cama.
"¡Aah!"
Yeha se enroscó hacia abajo como una hoja revoloteando. El cadáver que había evitado por los pelos le tocó la punta de la nariz. Asqueroso, repugnante, repulsivo. Aterrador. Yeha giró la espalda con todas sus fuerzas, sacudió la cabeza, pero el agarre inflexible de Máscara Negra no cedió.
"Esto es lo que Choi Hangun hace".
La siniestra voz de Máscara Negra lamió el lóbulo de la oreja de Yeha.
Su espina dorsal se crispó. Choi Hangun. El bastardo que metió la mano cortada en la caja de regalo de Máscara Negra.
"¿Choi, Choi Hangun?"
"Esta es la cucaracha bastarda que me traicionó y se quedó con Choi Hangun".
"..."
"Ya no servía para nada, así que Choi Hangun lo mató".
"Ugh..."
¿Sólo por ya no serle útil? Tan cruel. Yeha estaba mal hasta la muerte. No sabía quién era Choi Hangun, pero nunca quería conocerlo. No quería estar en la misma habitación que él, y no quería encontrarse con él, ni siquiera por accidente.
Máscara Negra presionó la cabeza de Yeha con más fuerza.
"Mira esto".
"Ngh, no".
La cara de Yeha estaba repentinamente húmeda. Todo su cuerpo estaba derretido por las drogas, y el rango de sus emociones había aumentado decenas de veces, por lo que su miedo también era indescriptible. Su pulso latía con fuerza detrás de sus orejas. Pero la voz de Máscara Negra era más fuerte.
"No lo olvides. Mira".
"Hmph... no, no quiero ver..."
Yeha cerró los ojos con fuerza. Las lágrimas que se habían formado en sus ojos gotearon sobre la frente del cadáver. Máscara Negra agarró la mandíbula de Yeha con fuerza suficiente para romperla. Luego la balanceó de lado a lado. Dos de sus huesos se crisparon, y una espesa cortina de oscuridad cayó sobre su blanca realidad.
"Hey. ¿Quién hizo esto?"
Máscara Negra cortó las palabras, exigiendo una respuesta. Eran sólo palabras, pero debilitado como estaba, Yeha sintió como si le estuvieran clavando un cuchillo en la garganta.
"Choi...Hangun".
"¿Quién aplastó esa cabeza morada?"
"...Choi Hangun".
Después de la retahíla de respuestas de Yeha, Máscara Negra le quitó la mano. Yeha se desplomó sobre la cama. Todo su cuerpo le dolía en la mullida cama. Su vientre hinchado le dolía en particular. De vez en cuando, algo en su interior le punzaba el estómago, provocándole arcadas.
"Bien hecho".
Máscara Negra acarició cariñosamente el pelo de Yeha, que estaba de punta. La comisura de la boca de Yeha se movió hacia arriba ante el cumplido no solicitado.
Bip, bip, bip... otro bip mecánico, y luego floreció... la espesa droga se derramó sobre Yeha como un aguacero.
Máscara Negra había estado de pie junto a la cama desde antes de que Yeha abriera los ojos. Era como si supiera cuando Yeha se despertaría. Pero hoy era diferente. Cuando Yeha abrió los ojos, la habitación estaba vacía. No había ningún cadáver de pelo púrpura, ninguna mano cortada. Diablos, incluso los grilletes que mordisqueaban sus muñecas habían desaparecido.
Yeha se puso lentamente en pie. Lo primero que vio fue su vientre, aún abultado, y lo segundo, el empeine de su pie, plagado de moretones y marcas de agujas.
"..."
Yeha se quedó mirándolo, como si estuviera viendo el pie de otra persona. No era una herida, sino una pierna hinchada que parecía haber sido llenada con agua. Después de mirarla durante un rato, su pierna se entumeció. Se sentía como si no hubiera sangre fluyendo a través de ella.
Yeha instintivamente se llevó la mano a la pantorrilla. Pero fue detenida en seco por su gran vientre. Trató de obligarse a masajear la pierna, pero era incómodo.
De repente, unas manos grandes aparecieron. Unas manos moderadamente fuertes presionaron sus pantorrillas y tobillos. Calentaron una crema y la aplicaron con cariño.
"..."
¿Qué tipo de recuerdo era ese? ¿De quién eran esas manos? Los ojos de Yeha se entrecerraron mientras intentaba seguir el rastro de los recuerdos, pero le dolía tanto la cabeza que le resultaba difícil pensar con claridad.
La puerta se abrió sin hacer ruido mientras Yeha permanecía en una forma incómoda, incapaz de alcanzar sus piernas o rodearlas. Yeha no sintió la intrusión en absoluto. No tenía suficientes nervios para estar alerta.
El único momento en que sintió la presencia de un intruso inoportuno fue cuando se subió a la cama con las piernas largas. Una sombra grande y oscura cayó sobre Yeha. Yeha levantó la vista, aturdido.
"Hick..."
Reconoció vagamente que sería Máscara Negra, pero lo que vio fue mucho más aterrador y extraño. Una máscara grotesca y ensangrentada. Antes había sido una máscara blanca, pero ahora era tan roja que su color original era irreconocible. Enderezándose en la cama, miró a Yeha.
Yeha ni siquiera podía respirar. La línea entre los sueños y la realidad se había difuminado hacía tiempo, y ahora daba lo mismo morir en un sueño o morir en la realidad.
"Quién, quién eres..."
Preguntó Yeha, jadeando pesadamente. El extraño no respondió. Sus ojos brillaron agudamente a través de las rendijas de su máscara. Estaban llenos de malicia. Malevolencia y locura mezcladas. Yeha podía verlo, aunque no estaba en su estado normal.
Máscara Roja se inclinó en un gesto lento y lánguido. Yeha lo miró fijamente, sin siquiera respirar. Si parpadeaba siquiera una vez, algo muy terrible ocurriría.
"..."
Máscara Roja estaba en línea con la mirada de Yeha, y se quedó sin habla. Yeha frunció los labios. Fue para preguntar su identidad de una vez, y entonces ¡PAF!
"¡Argh!"
El sonido de desgarro resonó en la habitación. Yeha cayó a un lado. El dolor llegó unos segundos después. Se sentía como si toda su mejilla hubiera sido volada. Yeha buscó a tientas su mejilla para ver si todavía estaba unida. El golpe fue duro, brutal y sin piedad.
Los sufridos ojos de Yeha se abrieron rápidamente de horror. Este sangriento hombre enmascarado, o quizás demonio, había venido a matarlo.
En cuanto se dio cuenta, vio la violencia indiscriminada. No había razón, ni propósito. Yeha se hizo un ovillo inconscientemente, agarrándose el vientre. Ya fuera por accidente o a propósito, los puños y las patadas del hombre llegaron a todos los lugares menos a su vientre, a su cara, su cabeza, el puente de su nariz, sus antebrazos, sus muslos, su pelvis.
"Ja, no... Hmph, ugh, no... no."
Yeha suplicó clemencia con voz delgada. No sabía si había hecho algo malo, pero suplicó clemencia. Pidió perdón, pidió redención, y simplemente sucedió.
Si algo bueno tiene un cuerpo drogado es que adormece el dolor. Al principio dolía lo suficiente como para hacerlo gritar de dolor, luego la agresión se hizo cada vez más distante. Todo sonaba y se sentía amortiguado y confuso, aunque el dolor sordo y el miedo seguían ahí.
El puño de Máscara Roja se detuvo cuando una fuente de sangre brotó de la nariz de Yeha con un sonido seco.
Hmph, hmph. El sonido de una respiración irreconocible llenó la habitación. Yeha se mordió el labio, las lágrimas corrían por sus mejillas, como si incluso el sonido de su propia respiración fuera en contra de su voluntad. No quería morir. No quería sentir dolor. No sabía dónde estaba, ni por qué lo golpeaban, ni por qué tenía el vientre tan hinchado, pero todo le resultaba abrumador.
Por un momento, lo pensó. Si esto es lo que pasará, podría estrangularlo, aplastarle la cabeza como el cadáver púrpura que vio hace unos días. ¿Debería rogar por eso? Bien podría desearlo, y entonces podría dejar ir esta lujosa habitación, la niebla que no se disipaba, el nombre que no podía recordar, su razón de ser.
Pero su boca no se abrió, y sabía que no debía. Quería aguantar todo lo que pudiera, y entonces, tras una breve pausa, los puños empezaron a derramarse una vez más. Yeha cerró los ojos y apretó los labios.
Me estoy cayendo a pedazos...
Por qué...
Nadie...
Viene...
A salvarme.
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"¿Cómo está?"
"El bebé en el vientre está sano. Es sólo que Kang Yeha está..."
"No me importa la salud de Kang Yeha. ¿Está todo bien hasta que dé a luz? Si algo va mal con el bebé, será un desastre para mi padre".
"Sí, el Omega masculino es sometido a cesárea, así que está bien si le vuelan las piernas".
"Bien".
En los momentos antes de que Yeha abriera los ojos, Taesung y el curandero tuvieron una conversación que no era para nada típica. Intercambiaron información sobre la salud de Yeha por un tiempo. No fue una conversación basada en la preocupación, sino más en la recopilación de información para ver cuánto más a fondo podían quebrarlo.
No tenían mucho tiempo. Esta era su última oportunidad, así que Taesung iba a hacer todo lo que pudiera, tan duro como fuera posible.
Cuando el curandero terminó con los tratamientos no terapéuticos, Taesung se puso la máscara roja.
"Despiértalo".
A la orden de Taesung, el médico golpeó su tablet. No pasó mucho tiempo antes de que los ojos de Yeha se abrieran lentamente. No fue hasta mucho después que Yeha se dio cuenta de que se había despertado, y no estaba del todo bien. Máscara Roja le oprimía el cuello. Su cuerpo flaco se hundió en la cama manchada.
"¿Quién soy?"
Preguntó. "No lo sé", pensó Yeha con los ojos hinchados.
"Eh... No, no lo sé".
"¿De verdad no sabes quién soy?"
"No lo sé. No sé..."
No sabía por qué repetía esa pregunta. En los días de violencia que se prolongaron como una estación lluviosa, Máscara Roja preguntó a menudo por su identidad. En los oscuros recuerdos de Yeha, él no existe. Así que no podía darle las respuestas que quería.
Máscara Roja tiró de las húmedas mejillas de Yeha hacia arriba. Lo inmovilizó, luego lo levantó en el aire, luego lo volvió a subir, todo a voluntad. Yeha le miró fijamente, con los ojos muy abiertos.
"Soy Choi Hangun".
La voz apagada sonó detrás de una máscara no tan gruesa. Las pupilas de Yeha se estrecharon. Choi Hangun. Esas palabras, eran, el nombre de alguien que había oído más a menudo, la mayor parte del tiempo, desde que había sido arrastrado a este miserable espacio. Yeha encogió los hombros. El miedo se arrastró por su columna vertebral, de un color diferente al del dolor.
"Escúchame atentamente, es Choi Hangun quien te está golpeando en este momento".
"..."
Máscara Roja pronunció las palabras con tal fuerza que golpeó la frente de Yeha. Las pestañas de Yeha se movieron en respuesta. Una inexplicable ola de náuseas surgió a través de él.
"No voy a dejarte en paz, y voy a romper tus miembros, tus dedos de los pies y manos, e incluso podría romper este delgado cuello tuyo antes de darme cuenta".
Una gran mano rodeó el cuello de Yeha y lo sacudió amenazadoramente. Yeha fue sacudido hasta la médula, cuerpo, cerebro y espíritu. Las palabras de Máscara Roja se colorearon rojas.
"¿Quién soy yo?"
No tuvo tiempo de protestar ni de hacer preguntas. Los labios ensangrentados de Yeha se endurecieron ante la aguda confirmación.
"...Choi, Hangun..."
Máscara Roja se levantó ligeramente, luego bajó. Parecía que estaba sonriendo. Debe haberle gustado mucho la respuesta de Yeha. Colocando suavemente a Yeha en la cama, susurró.
"Buen chico".
Detrás de él llegó el sonido de bip, bip, bip... piii... ahora tan común como el sol muriendo y la luna saliendo.
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