El cuerpo de Bartolomé estaba tendido en el suelo, casi sin vida. Cielo se acercó a él, intentando hacer que reaccione, algo, pero no pasaba nada.
Thiago había entrado a un estado shock. Estaba de rodillas en el piso, con una expresión en blanco, su mirada llorosa pero sin reaccionar. Mar palmeó su rostro, llamándolo para que reaccione, para que él haga algo, pero tampoco pasaba nada.
Me acerqué a mi hermano y comencé a moverlo, a sacudir sus hombros mientras llamaba su nombre, tratando de conseguir alguna reacción de su parte, pero solo obtuve silencio y nada más que silencio.
—Thiago, por favor, reacciona— pedí entre llantos.
Silencio.
Me acerqué a Bartolomé. Necesitaba que viva, que reaccione porque si moría... mejor no pensarlo, no imaginarlo.
Coloqué mis manos temblorosas sobre su pecho y cerré los ojos, usando todo de mi para que viva. Y muy poco me importaba si los demás veían, era el menos de mis problemas.
—Por favor, por favor, por favor— murmuré —Por favor, tienes que vivir, por favor.
Abrí los ojos y nada. Él seguía sin responder. Pude sentir sus latidos débiles, casi nulos...
—¡Tienes que vivir!— exclamé, con desesperación.
Sentí unos brazos sobre mis hombros —Valentina.
—¡No, Cielo!— exclamé —No puedo- no puedo-
—Shhh, está bien La ambulancia está en camino, y todo va a estar bien, Thiago va a estar bien— habló tratando de calmarme.
Me levanté y caminé hacia Thiago. Él seguía con la misma expresión, Mar seguía tratando de que diga algo, haga algo. Tomé sus manos frías.
—Thiago, Thiago, por favor, dime algo.
—Thiago— Mar lo sacudió, sollozando.
Los minutos pasaban y todos estábamos mal, muy mal. Cuando la ambulancia llegó, los paramédicos subieron a Bartolomé en una camilla rápidamente sin hacer muchas preguntas. Mientras que Cielo y los además salían para ver cómo subían la camilla dentro de la ambulancia, me mantuve en mi lugar, apoyando a Thiago al igual que Mar.
Entonces, Thiago reaccionó. Se levantó y corrió en dirección a la ambulancia para subirse en ella. Sus ojos estaban fijos en sus papá, tenía una mezcla de emociones: pánico, miedo, horror, amor, silencio.
**********
Cuando llegamos al hospital, Thiago estaba aún en shock. No había dicho palabra alguna todavía y me preocupaba mucho aquello. Se había sentando y lo único que hacía era mirar al suelo con la expresión blanca. No lloraba, no decía nada, no se movía... el silencio reinaba en él.
Cielo y Luca se alejaron para hablar mientras Mar, Sebastián, Simón y yo nos quedamos con Thiago a espera de alguna noticia por parte de los doctores.
Decidí acercarme a Cielo cuando vi que Luca ya no estaba con ella. Ella me miró con una expresión de preocupación evidente.
—Cielo míralo cómo está— señale a Thiago —¿Qué fue lo que pasó? Ayúdame a entenderlo.
La rubia miró a todos lados menos a mí. Suspiró y finalmente posó sus ojos sobre mí.
—Juan Cruz quiso que... Thiago cometa un crimen. Cuando uno mata, se nos quiebra el alma— añadió, en voz baja y calmada —Se produce una grieta, y es por esa grieta por donde entra Juan Cruz.
Asentí tratando de procesar sus palabras. Recordé aquello que Salvador me había contado sobre él y, entonces, me cerró.
—Es lo que le hizo a Salvador, ¿verdad?
Cielo asintió.
—Bueno, pero él... él no estaba consciente, ¿cierto? Él no era responsable de nada.
Cielo negó.
—¿No?— pregunté, esperanzada.
—¿Ahora entendés? Thiago no te quiso matar.
Asentí —Lo sé. Yo... no sé si fue o no, pero... pude- pude escuchar algo allá en el galpón— pausé y ella me miró —Creo que- creo que escuché como Juan Cruz le ordenaba que me mate.
—Es posible que así haya sido.
Volví a asentir, mirando a mi hermano. Yo sabía y estaba segura de que él no había querido matarme porque no sería capaz. Simplemente no.
—¿Y cómo sigue esto?— le pregunté —¿Juan Cruz, él... él se le va a meter a Thiago en el cuerpo, o no?
Cielo no respondió, lo cual me aterró. Solo agachó brevemente la mirada para luego mirarme.
—Hay que cuidar mucho a Thiago— me dijo —Si a Barto le pasa algo... él va a estar muy vulnerable...
Me tragué las lágrimas y asentí. Cielo acarició, con delicadeza, mi cabello y me abrazó.
Observé a Mar caminar hacia nosotras, así que me separé de Cielo y preferí dejarlas para que la rubia sea quién le explique las cosas, yo no podía.
Me puse en cuclillas al lado de la silla de Thiago, y lentamente tomé su mano. Entonces, giró a verme con una expresión que no supe descifrar.
—¡Thiago!— le dije con alivio —¿Estás bien?
—¡Chicas!— Simón llamó a Cielo y Mar para luego mirar a Thiago —¿Estás bien?
Las chicas se acercaron de inmediato. Thiago miró confundido y agitado a todos lados.
—¿Qué hacemos acá?— preguntó.
—¿No te acuerdas de nada?— pregunté.
Él me miró —Yo estaba en el loft ayudando a Salva con la compu...
—¿Y del galpón no te acordás nada?
Thiago pausó, comenzando a recordarlo —Ustedes gritaban... yo-yo tenía un arma y estaba apuntando a... ¿mi papá?— la voz se le quebró y tenía sus ojos llorosos —¿Mi papá? ¿Le hice algo?
Al ver que nadie respondía, se levantó.
—¿Qué hice? ¿Qué hice? ¿Qué hice?
Se llevó ambas manos a la cabeza, negando. Todos nos acercamos a él para tratar de calmarlo.
—No no no no no, pará, mi amor, pará.
—¡Estabas hipnotizado, no eras vos!
—¡No tienes la culpa de nada, Thiago, de nada!
—¡No eras vos ese!
Él seguía repitiendo lo mismo: ¿Qué hice?
—No no— negó y me miró —¿Qué hice, Valentina? Necesito saberlo— suplicó —¿Qué hice? ¡Contame, por favor, Valentina!
Yo negué, no podía hablar sin que se me cortara la voz, no podía. Cielo, al darse cuenta de eso, miró a Thiago y se acercó a él para sentarlo.
—¿Qué hice?— repitió él.
—Shhh— Cielo acunó su rostro entre sus manos al ver lo alterado que estaba. Pausó brevemente para luego seguir —Le disparate a Valentina, pero Barto se interpuso y... él recibió el disparo.
Thiago negó, se llevó la mano a la cabeza y lloró al escuchar aquello. Tratamos de calmarlo, pero él lo único que hacía era negar. Se levantó de porrazo y salió corriendo hacia la habitación donde Barto se encontraba. Corrí detrás de él.
Cuando entró a la habitación, se lanzó sobre Barto entre llanto, pidiéndole que lo perdone. Me partía, me partía el alma verlo así.
—¡Perdoname!— sollozó —¡Perdoname! ¡Papá!
Los enfermeros se acercaron para sacarlo y yo tuve que ayudarlos ya que Thiago no quería moverse, él quería estar con su papá.
—¡No! ¡Papá perdoname! ¡Papá!
Cielo y Mar llegaron y las tres ayudamos a sacar a Thiago de la habitación para que continúen con la revisión.
Mar, Luca, Sebastián y Simón fueron a tomar aire. Thiago, Cielo y yo nos quedamos afuera del cuarto de Bartolomé y mi hermano no dejaba de caminar, de un lado a otro.
—Thiago, tu no tienes la culpa de nada— le dije.
—¡Juan Cruz te manipuló!— añadió Cielo.
—¡Fui débil, Cielo! ¡Me dejé manipular! ¡Sí.. es mi culpa! ¡Sí que es mi culpa! Juan Cruz es capaz de... de hacerme matar a... a Valentina. ¡A mi hermana! Soy un peligro, soy un peligro.
Yo negué y me acerqué a él para abrazarlo. Yo solo me separé para acunar su rostro entre mis manos.
—Él es muy poderoso, y no tienes la culpa de nada.
—Sí tengo.
Negué —No.
—¡Sí! ¿Cómo que no, Valentina? ¡Casi te mato!
Sostuve sus mano frías y besé sus nudillos.
—Deberías odiarme— murmuró.
—Yo sé que tú no serías capaz de hacer algo así, yo no te odio, Thiago, te amo muchísimo— le aseguré tratando de no llorar —Jamás podría odiarte.
Escuchamos pasos apresurados acercarse y vimos, de pronto, cómo aparecían mi tía y Tina.
—¿Cómo está mi señor?
—¿Cómo está Bart?
Cielo suspiró —Lo están atendiendo, chicas.
—Perdoname— Thiago sollozó y caminó a nuestra tía, para abrazarla —Perdoname, perdoname.
Ella negó mientras acariciaba su cabello.
—Perdoname te lo pido— suplicó él.
Ella se alejó y volvió a negar —Tranquilo tranquilo sobrino. No eras vos, no eras vos, ¿okay? tranquilo tranquilo.
Ellos volvieron a abrazarse y yo le di un apretón a Tina en el brazo porque sabía que estaba mal. Ella amaba a Bartolomé, no era un secreto.
—Cielo, por Dios, quiero verlo ya— pidió.
—Ya lo vas a ver— Cielo prometió.
—Hay que encontrar urgente a Salvador, Cielo.
Justina al darse cuenta de lo que había dicho, solo pudo atinar a cerrar los ojos. Thiago nos miró, con mucha confusión.
—¿Por qué a Salvador?— preguntó.
Intercambiamos todos una mirada.
—Cielo, ¿qué pasó con Salvador?
Cielo lo miró y suspiró —Juan Cruz— pausó —Está en el cuerpo de Salvador.
La expresión de Thiago fue de sorpresa.
**********
Cuando finalmente nos dejaron entrar al cuarto, a ver a Barto, entramos los cinco. Se acercaron Tina, Thiago y mi tía a él mientras que con Cielo solo los miramos un poco más apartadas.
Sentía mucha pena por la situación que vivían. No quería que Bartolomé muriera, no sería justo y me tenía que aquello terminaría por destruir a Thiago.
La puerta se abrió y el doctor entró.
—Por favor, no más de dos personas a la vez.
—No no— Tina lo miró —Yo me quiero quedar acá por favor.
Cielo miró al doctor —Es un segundito nada más y nos vamos— aseguró.
—¿Cómo está, doctor?— pregunté.
—Logramos estabilizarlo. Lo cual, en el estado que está... es una buena noticia— sonrió de lado.
Mi tía y Justina sonrieron con los ojos llorosos.
—Perdoname— Thiago sollozó, mirando a su papá con tristeza —Perdoname, por favor, perdoname...
Bartolomé comenzó a abrir los ojos lentamente, al escuchar la voz de Thiago.
—Barti.
—Señor.
—Papá, acá estoy, papá— Thiago le habló.
Se arrodilló al lado y Bartolomé sacó el respirador que tenía en el rostro.
—Purrete— le habló a Thiago con voz débil.
—Shhh— Thiago negó y tomó su mano —Shhh, no, tranquilo. No hablés, vas a estar bien... Vas a estar bien.
Barto sonrió —Nunca hablamos mucho vos y yo.
Justina negó y llevó su mano a la de Bartolomé. Al igual que Thiago, tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Silencio entierro, ¿mmm?
Ella lo ayudo a colocarse el respirador.
—Tranquilo, tranquilo, Barti.. nosotros te vamos a cuidar— mi tía le habló.
—Sí, sí, haceles caso, papá. Vas a estar bien— dijo, lloroso, Thiago —Perdoname.
Su papá se quitó el respirador nuevamente y luego miró a su hijo —Perdoname vos.
Thiago cerró los ojos y apoyó la cabeza en la cama, cerca de Bartolomé, llorando como un niño.
—Vos descanse, mi señor. Descanse, descanse.
Cielo se acercó a Thiago.
—Vení, mi amor.
—¿Qué?— él la miró —No, no, no.
—Sí, niño, sí, vaya, vaya.
Thiago obedeció, se levantó y miró a su papá. Vi a Cielo sacarlo del cuarto y yo me quedé dentro con Justina y mi tía, viéndolas mirar al hombre en esa camilla con lágrimas en los ojos.
Cuando salí de la habitación, encontré a Cielo. Me pareció extraño no ver a Thiago, solo estaba Luca. Me dijeron que quizá había ido a tomar aire. Todo esto era demasiado para él.
Mi tía salió después de varios segundos y dijo que, según ella, era justo que Tina tuviera un momento con Bartolomé a solas. Justina salió después de un largo momento con las mejillas empapadas.
—¿Pasó algo?— mi tía le preguntó —¿Pasó algo?
—No— Justina negó.
—¿Segura? ¿Todo bien?
La mirada que Tina nos dió lo dijo todo. Cerré mis ojos sabiendo que se venía lo peor. Mi tía corrió al cuarto con una mano cubriendo su boca. Creo que todos sabíamos lo que pasaría, pero no queríamos admitirlo, nos aferrábamos a la esperanza.
—¿Y Thiago?
—Debe haber salido a tomar un poquito de aire, es todo— Cielo la tranquilizó —¿Vos estás bien?
Ella sonrió y asintió. Cielo la abrazó y Tina se alejó para sentarse. Luca se acercó a ella para darte todo su apoyo. Al poco tiempo, salió mi tía llorando y se acercó a Cielo para abrazarla.
Al ver que nadie me veía, me tomé la libertad de ir sigilosamente a la habitación de Bartolomé. Sentía que tenía que hacerlo.
Al ingresar, me acerqué a su camilla. Él me miró y lentamente comenzó a sacarse el respirador.
Negué —No es necesario— le hablé con voz baja, y calmada —Estará todo bien.
Movió su mano temblorosa hacia mí mano y tomó esta. Sentí que quería decirme algo, pero no salían las palabras. Decidí hablar yo.
—Gracias— mi voz se quebró —Gracias por salvar- por salvar mi vida.
Bartolomé me sonrió débilmente.
—Siempre estaré agradecida contigo.
Otra sonrisa débil.
Silencio.
Nos quedamos en silencio. Era ese tipo de silencio reconfortante. Solo podía escuchar las máquinas...
—Thiago...— me habló, de pronto, ganándose toda mi atención —C-cuidá a Thiago— pausó y me miró con urgencia —Cuidá a-a mi purrete.
Asentí. Sostuve sus dos manos entre las mías y me acerqué un poco más para poder hablarle.
—Thiago estará bien— le hablé con voz segura, era una promesa que no pensaba romper —No tienes- no tienes que preocuparte por nada, ¿de acuerdo? Todo estará bien— le sonreí.
La sonrisa que él me dió fue débil, pero igual la vi.
—Es-estoy muy cansado.
Arrugué la frente —Shhh— acaricié sus manos que estaban muy frías —Está todo bien— le hice saber, con voz suave —Estará todo bien— repetí.
Él negó —Me estoy muriendo...
Mi ojos se llenaron de lágrimas. Tenía que ser más fuerte porque no quería que Bartolomé me vea así, no quería que se angustie por nada.
—Cuidate mucho— me dijo, con una voz casi nula, pero que igual escuché —¿Me-me lo prometés?
Simplemente asentí con una sonrisa pequeña, con mis ojos llenos de lágrimas tratando de no llorar y mantener la calma.
La puerta se abrió y por ella entraron todos; Cielo, Tina, mi tía Malvina y Thiago. Este último caminó lentamente hacia su papá para luego arrodillarse a su lado. Tomó su mano y ambos se miraron.
Silencio.
El silencio era reconfortante en esos momentos. A mí me dolía mucho ver a todos mal, ver a Barto así de débil, era todo muy difícil.
Observé como Barto estiraba la mano de Thiago y acariciaba las yemas de sus dedos. Entonces, pude ver cómo tomaba un anillo y lentamente lo dejaba sobre la palma de la mano Thiago. Mi hermano se quedó callado hasta que no pudo más y sollozo. A este punto, todos sabíamos que era la despedida y sería duro lo que vendría después.
Bartolomé cerró los ojos, dejando caer lágrimas, y poco a poco su respiración se hizo más lenta hasta que la máquina pitó, indicando que su corazón no latía más.
Silencio.
Thiago se paró, dejó un beso en la frente su papá y apoyó la cabeza en su pecho, llorando. Lloró, lloró todo lo que pudo, nadie lo interrumpió.
De pronto, salió rápidamente de la habitación y el doctor entró, pidiéndonos que nos retiremos pues tenían que llevarse el cuerpo de Bartolomé. Todos aceptamos y nos despedidos de aquel hombre con una última mirada.
Silencio.
Sentí ese golpe en el pecho y una angustia gigante. Estaba sucediendo de nuevo, algo iba mal. Algo no estaba bien y lo podía sentir, esta vez más intenso.
Thiago.
Sin esperar a nadie, salí corriendo en busca de él y grité su nombre por todos lados, sin importar esas miradas que me daban.
Entonces, lo vi. Estaba de pie, mirando a la nada y en completo estado de shock. El pánico se apoderó de mí cuando vi la sombra de Juan Cruz avanzar a toda prisa, queriendo apoderarse de él.
—¡NO!— grité.
**********
OFF (POR BARTOLOMÉ)
Voces, ruidos, gritos, la voz de Tatita gritándome inútil, bueno para nada, la voz de mamá diciéndome que me quiere, no sé si es un recuerdo o un deseo. Muchas voces... peleas, gritos, discusiones, mamá gritándole a Tatita, insultando a ese hijo bastardo que tuvo, el suspiro de mamá muriendo de tristeza. La angustia, el dolor, tienen sonido, suenan a nudo en la garganta, a lluvia y trio.
El llanto de los purretes, susurros en la oscuridad, escucho su odio por lo que les hice, el odio tiene sonido, suena a gritos incrustados en mi cabeza, oigo el sonido de la debilidad murmullos atormentados. El llanto de Thiaguito cuando nació, su voz suave y rasposa, la primera vez que me dijo: "papá", su voz suave y raspoza cuando me dijo: "no puedo odiarte", todas esas voces y sonidos en mi cabeza se van alejando, desapareciendo, acallándose y sólo queda el sonido del silencio...
Con Justin el silencio era nuestro lugar de encuentro clandestino, nuestra complicidad, ahora que soy sólo silencio diría tantas cosas che...
¿Qué tiene el silencio?, ¿Porqué uno reza en silencio?, ¿Porqué el dolor es amigo del silencio?
Amar en silencio tiene un dejo de tristeza, sabe a tinta en el tintero, a amarrete, amas en silencio y un día te encontrás mudo, lleno de palabras, que te atormentan en silencio. Uno se queda sin palabras y llega el silencio, uno habla, habla, habla y no escucha, para escuchar primero hay que callar.
Todo se va, se aleja, los gritos se acallan, los sonidos se desvanecen... ya no puedo escuchar el llanto de Thiaguito, su amor, ya no puedo decirle purrete, hijito, te amo che, ya no puedo pedirle perdón. Ya no hay murmullos ni susurros, ni el sonido de la respiración, todo se fue, sólo silencio.
El silencio es ausencia, como la luz en la oscuridad, nos muestra lo que no hay, lo que no está.
De chiquito Thiaguito no le tenía miedo a la oscuridad, sino al silencio. Thiaguito para dormir me pedía que le deje la radio prendida, o el ventilador viejo de Tatita, lo asustaba el silencio, como si el purrete le pudiera escuchar la voz al silencio. Ahora, que soy sólo silencio, creo entender porqué tanto miedo al silencio, al sonido del silencio, todo se fue... y el resto es silencio...