~~ General Mike ~~
Aún recuerdo cuando fundé mi organización, era un joven emprendedor, lleno de ideas utópicas, de justicia, creyendo que podría ser capaz de crear un mundo mejor, como un niño que cree poder cumplir todos sus sueños por muy increíbles que sean.
Ahora me replanteo tantas cosas, tantas opciones, tantas decisiones, la pregunta que me aborda es ¿Qué hubiese pasado si en vez de esto hubiese hecho aquello? Pero ya nada tiene caso, el pasado es solo eso, pasado y hay que afrontará como tal; pero si hay algo de lo que en verdad me arrepiento y eso es haber priorizado mi trabajo dejando de lado las demás facetas de la vida, ah y otra cosa también, de haber conocido a Andreu.
Ese maldito me cegó con su poder, me atrajo como insecto a la luz para al final terminar convirtiéndome en su marioneta, sin tener dominio de mis propias decisiones y tirando al caño todos mis principios y metas.
Hubo un tiempo en el que creí que podía ser feliz, tenía 34 años, ya podía considerarme un pilar de poder en ese tiempo, al menos tenía cierto nivel de influencia a nivel mundial, mi organización había crecido lo suficiente, aunque ya estábamos comenzando a chocar con un enorme muro, el presupuesto. Acababa de conocer a Andreu, en ese momento solo era alguien que me habían presentado como posible patrocinador, no lo consideraba importante, ni le prestaba mucho interés, solo saludos de cortesía en intercambios formales.
Fue en esa época que la conocí a ella, Eleonora era su nombre, una mujer hermosa que coincidió conmigo en una de mis vacaciones a Hawái, solo verla me dejó cautivado, con el corazón tratando de salir de mi pecho y si perder el tiempo, dediqué todo mi esfuerzo en conquistarla.
Lo logré, demoré un poco, pero lo logré, lo que más me interesó de ella fue, que a diferencia de otras que prácticamente se me lanzaban encima al ver que tenía dinero, a ella eso nunca le importó. Ella era italiana, se encontraba allí en un viaje de negocios patrocinado por su empresa, intercambiamos números y luego de esas vacaciones mantuvimos el contacto.
Comencé a viajar a Italia con frecuencia y nuestro amor fue creciendo, comenzamos por restaurantes de lujo y terminamos en mi cama, la pasión era intensa y en solo seis meses pasó de una aventura a una relación formal, me presentó a sus padres y nos casamos a año siguiente. Al año de estar casados me dio la mejor noticia que podría esperar, iba a ser papá, la alegría no cabía en mí, estaba formando una bella familia y estaba consiguiendo buenos patrocinadores para mí trabajo, todo parecía ir perfecto.
Luego de aquella fatídica reunión, donde desperté desnudo en un salón y descubrí que el maniático de Andreu me había implantado una bomba en la cabeza para convertirme en su juguete, resignado salí hacia mi casa. Al llegar Eleonora no estaba, solo encontré una nota encima de la mesita de noche en nuestra habitación: "Estoy en el hospital, rompí fuente, me fui sola porque no atendiste el teléfono". Eso me devolvió algo de alegría dentro de este caos, al fin sería papá.
Me apresuré hacia el hospital ¿Estará en labor de parto? ¿Ya habrá nacido mi hijo? No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que ella escribió esa nota, podían ser minutos, horas, no sé, estuve inconsciente mucho tiempo y no tengo siquiera el teléfono encima para comprobar las llamadas. Cuando llegué al hospital fui directo a la ventana de "INFORMACIÓN".
– Buenas – saludé cordialmente, la señora que estaba sentada detrás del mostrador y la ventanilla de acrílico respondió amablemente.
–Si, buenas ¿Qué desea el caballero?
– Busco a la señora Sanders, Eleonora Sanders, debe haber estado recientemente en labor de parto.
–Déjeme revisar – ocupó su computadora por unos segundos, introdujo unos datos – Si, aquí está, según el sistema, dice que acaban de llevarla para el salón de parto, el Médico que la está asistiendo es el Doctor Dumbar. El salón está en el segundo piso Sala F, allí puede esperar.
– Muchas gracias.
Subí al segundo piso, la sala de espera quedaba justo frente al salón de parto; los minutos parecían eternos en aquella espera, pero la ansiedad que sentía era buena, era el nerviosismo de convertirme en padre, dentro de poco podría abrazar a los dos amores de mi vida. La luz del salón se apagó, todo indicaba que habían terminado, vi al equipo médico salir, una enfermera pasó frente a mí con un niño en brazos, debe ser él mi hijo, seguro lo iba a bañar, pronto lo vería, no tenía apuro.
– ¿Doctor Dumbar? – comencé a preguntar – ¿Doctor Dumbar?
– Si, soy yo, ¿Qué desea? – Un señor mayor de aproximadamente unos cincuenta y tantos me respondió.
– Yo soy el padre.
¿Es usted el señor Sanders? – preguntó.
– Si, el mismo.
– Bueno, me ahorró tener que localizarlo.
– ¿Todo salió bien? – pregunté emocionado, una pregunta de la que piensas conocer la respuesta, sin estar listo para otra – ¿Cuándo puedo ver a mi hijo y a mi esposa?
– Su hijo será llevado ahora para la sala de neonatos, pero... – hizo una pausa que no me gustó nada, tomó aire nuevamente para continuar.
– ¿Que sucedió doctor? ¿Tiene algo mi hijo?
–No sé cómo decirle esto, sé que no debería ser tan frío, pero debo hacerlo, su hijo está bien, pero su esposa no lo logró, falleció en el parto. La señora Sanders tenía un padecimiento grave del corazón, el parto se complicó, hizo una hemorragia interna mientras pujaba y entró en paro, después de eso no pudimos recuperarla, eso unido a que el niño la desgarró al salir y la pérdida de sangre aumentó, fue fatal, no pudimos hacer nada.
El doctor seguía explicando lo que había sucedido, pero desde la frase "... falleció en el parto...", mi mente quedó en blanco, no veía nada, aunque tenía los ojos abiertos y todo lo que escuchaba era un ruido fuerte como de lluvia cayendo, comencé a marearme, todo se puso blanco y luego totalmente negro.
– Señor Sanders, Señor Sanders – escuché una voz delicada llamarme – despierte por favor.
Abrí los ojos con la esperanza de que todo hubiese sido una horrible pesadilla, pero no, aún estaba en el hospital, una enfermera me llamaba y comprobaba mis signos vitales, me incorporé lentamente sobre la cama donde me habían recostado y pregunté lo primero que se me ocurrió.
– ¿Dónde está mi hijo?
– Si ya se siente mejor, lo puedo llevar con él.
– Si, por favor.
Allí lo vi, detrás de aquel cristal, en aquella incubadora, era la criatura más bella del mundo, sería tan hermoso como su madre. Cuando la enfermera me preguntó cómo quería que se llamara, le dije sin dudar que Davis, lo nombré así por mi padre. Pero de pronto pensé en todo lo que me había pasado en estas últimas 48 horas, en Andreu, si ese demente se entera de que tengo un hijo también lo utilizará para manipularme y no iba a permitir eso.
Hice todos los arreglos pertinentes y contraté en secreto a una pareja que se encargaría de criar a mi hijo como suyo hasta cumplidos los 8 años, luego se eso fingirían su muerte dejándolo a él huérfano y desamparado. Pasado ese tiempo fue cuando entré en acción, lo acogí como si lo estuviera salvando de las calles y la miseria, lo entrené como un soldado más, pero él superó todas mis expectativas, poco a poco se convirtió en mi mejor agente hasta ganarse el sobrenombre de "Shinigami" o "Hades".
Por todos los medios evité que él entrara en contacto con Andreu, pues con el tiempo mi titiritero ganó influencia entre mis subordinados hasta que fueron más fieles a él que a mí; eso lo fue logrando con sus visitas a mi organización, por eso siempre planifiqué que Davis estuviese fuera en misiones cuando él visitaba.
Yo no lo envíe a Brasil a morir, sabía que él podía frustrar los planes de Andreu y así lo hizo, pero tuve que fingir constantemente lo contrario, pues como siempre, sabía que me vigilaban. Tenía certeza de que él podía salir ileso de allí, lo que nunca imaginé es que terminaría ayudando a estos jóvenes e involucrándose tanto con ellos y al hacer el desastre que hicieron me dejó con las manos atadas. Lo único que me alegra es que ahora tiene de sobra de lo que siempre lo privé de tener, amigos.
Ahora estoy en el sótano, contándole algunas cosas necesarias a esta chica, Violena y al resto, ella me entregó una pistola y desató mi mano derecha, me estaba dando la oportunidad de redimirme.
– Gracias niña, no esperé misericordia de ti, después de todo lo que he hecho – lloro – Davis, algún día me entenderás, adiós hijo mío.
– Adiós papá – me respondió justo antes de apretar el gatillo, creo que moriré sin remordimientos, Eleonora voy hacia ti, nuestro hijo se ha convertido en alguien excelente.