"WONDERWALL; Hermione Granger"

By August_dann

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❝ Y todos los caminos que tenemos que recorrer son tortuosos, y todas las luces que nos conducen allí nos est... More

"Prólogo"
El prisionero de Azkabán
⭑ "Primer trauma del año"
⭑ "Nuevas reglas"
⭑ "Draco y su mala suerte"
⭑ "El boggart del armario"
⭑ "Sirius Black"
⭑ "¿Augusta o Hermione?"
⭑ "El partido de Quidditch sale mal"
⭑ "Dia de hospital"
⭑ "Hogsmeade"
⭑ "Un nuevo Rosier"
⭑ "Disculpas y ranas de chocolate"⭒
⭑ "¿Cita?"
⭑ "Tú"
⭑ "Como una puesta de sol"⭒
⭑ "Bienvenida con postres a media noche"⭒
⭑ "Salamandras y un perro mañoso"
⭑ "Patronus"
⭑ "Amelie contra Ravenclaw"
⭑ "Una perfecta heredera"
⭑ "Me besaste"
⭑ "Tejones contra Aguilas"⭒
⭑ "Como hacer enojar a un Rosier. By: Draco Malfoy"⭒
⭑ "Black odia a los pelirrojos"
⭑ "¿Potter perdió la cabeza?"
⭑ "Copa de Quidditch"
⭑ "Predicción"
⭑ "Un perro, dos gatos y una rata"
⭑ "Accidentalmente asesine a mi profesor de pociones"
⭑ "El secreto de Hermione"
⭑ "Plumas de azúcar"
El cáliz de fuego
⭑ "Beautiful girl"
⭑ "Starry eyes"
⭑ "Happy birthday, Amelie"
⭑ "Dollhouse"
⭑ "Sunlight"
⭑ "Un ángel en el infierno"
⭑ "Comida hecha de esclavitud"
⭑ "Maldiciones Imperdonables"
⭑ "Feliz cumpleaños, Granger"
⭑ "Enemigo con rostro bonito"
⭑ "¿Ojoloco Moody?"
⭑ "Potter, the flying boy"
⭑ "Smithereens"
⭑ "When you know, you know"
⭑ "Problemas, problemas y más problemas"
⭑ "Desamor"
⭑ "Juramento Inquebrantable"
La Orden del Fénix
⭑ "Casa Black"
⭑ "Regulus A. Black"
⭑ "Slytherin, Gryffindor and Ravenclaw"

⭑ "Los increíbles hurones botadores"

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By August_dann

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A la mañana siguiente, Amelie entró al gran comedor, ajustando su corbata con delicadeza. El ambiente de los alumnos era un poco deprimente, por alguna razón desconocida, incluso, la tormenta de ayer, había desaparecido hacia otro lugar, dejando solo el aire frío.

—Sus horarios—gruño Snape, con desgana.

Desde que mencionaron a Moody como el profesor de D.C.A.O, su buen humor se fue al caño, aunque en realidad, nunca tenía buen humor.

—¡Dos horas en adivinación!—exclamó Draco frustrado.

Amelie observo su horario, mientras tomaba un vaso de leche tibia. Ese día tenía: Herbología con Ravenclaw, Cuidado de Criaturas Mágicas y Adivinación, con los Gryffindor.

—Pues creo el horario no es tan malo—mencionó ella, comenzando a comer unas galletas con relleno de fresa.

—¿Qué no es malo?—replicó Draco.—Tenemos dos clases con los molestos Gryffindor.

Cristina rodó los ojos con fastidio. Orion y ella tenían clases diferentes, al ser mayores por un año, lo que definitivamente la ponía triste. No podría compartir asiento con Amelie, ni una sola vez.

—Por Salazar, Draco. No comiences a darme dolor de cabeza tan temprano—gruño Amelie, arrojándole una uva, que lo golpeó directamente en la frente.

Draco le devolvió la uva, pero la ella la esquivó con facilidad.

—¿No tenemos clase hoy con Moody?—indagó Blaise, con las cejas fruncidas, mientras observaba su horario.

Su amigo, a diferencia de ellos, no estaba tomando Adivinación, en realidad tenía clases de Aritmancia, que según él, eran fascinantes.

—Hoy no, es hasta el jueves—le respondió Theo.

Amelie asintió con la cabeza, llevándose hasta la boca otra deliciosa galleta y, por el rabillo de ojo, pudo ver al trío de oro acercarse a la mesa Gryffindor, con toda la calma posible. Sus ojos se detuvieron en Hermione mas tiempo de lo normal.

La castaña se dejó en caer en su asiento habitual, y por costumbre, llevó su vista hasta la mesa de las serpientes, solo para encontrase con unos ojos grises que la miraban fijamente. Hermione tragó saliva, antes de apartar la vista con las mejillas rojas en vergüenza. Y luego, comenzó servirse su desayuno, con toda la calma del mundo.

Mientras tanto, Amelie del otro lado del comedor, sonrió triunfal al saber que Hermione probaría la comida de los elfos. Ella no deseaba que se enfermara por no comer bien.

—¿Tú qué opinas, Amy?—preguntó de pronto Orion, llamando su atención. Ella ni siquiera noto el momento en que su hermano llegó a la mesa.

—¿Eh? ¿Qué opino de qué?—arrugó las cejas confundida.

—¡De ojoloco!

Amelie parpadeó un par de veces, tratando de pensar algo coherente.

—Bueno es un...¿humano?—ladeó la cabeza.—¿Un humano raro, quizás?

Theo y Blaise soltaron una risita por lo bajo.

—¡Vaya! ¡No lo habría adivinado!—gritó Orion, con una evidente ironía.

—Tu me preguntaste, además, no voy a juzgar a alguien que no conozco.—gruño, prefiriendo seguir bebiendo su leche.

—Bueno, pues yo si—admitió Orion, procediendo a contarles todo lo que intuía de Moody, a quien solo había visto una vez.

De pronto, el sonido de un montón de alas, llamó tu atención. Un montón de lechuzas entró por la ventanas del gran comedor, dirigiéndose a sus respectivos dueños. Amelie fijó su vista, en cada una, solo para ver si su amigo cuervo también venía con ellas. Su expresión entristeció cuando se dio cuenta de que no se encontraba.

—Mira esto, Amy—señaló Draco a un pequeño saco, que veían en vuelto con un papel verde—, mi madre envió dulces para ti.

—¿Plumas de azúcar?—sonrió.

—¡Así es!

Ella las tomó con emoción y las guardo en los bolsillos de su túnica. Si bien, tenía sospechas de que el padre de Draco, la había lastimado, no debía enojarse con el rubio por las equivocaciones de su padre.

Aunque, ella no olvidaría lo que sucedió. La madrugada del mundial aún se arremolinaba en su mente, día y noche. Y la única razón por la que no estaba tan deprimida, era por su intento de Oclumancia, así como también, la meditación por las mañanas, que la mantenía cuerda por el resto del día.

Su padre tenía razón, ella debía aprender a controlar sus emociones, aunque aveces tenía ganas de ponerse a llorar de la nada; Quizás se debía, al hecho de enfrascar todas sus emociones negativas.

Aquello, era mucho para ella y aveces necesitaba dejarlo salir. Lo bueno de todo esto, es que no había llorado desde lo qué pasó en el mundial. Y mientras no pasará nada malo en su vida, ella no tendrá porque ponerse mal.

Amelie se metió a la boca la última galleta de la mesa, para después levantarse de su lugar llevándose consigo su Libro reglamentario de hechizos, curso 4º.

—Debemos irnos ahora, o llegaremos tarde al invernadero—mencionó dándole una mirada divertida a Theo, que seguía poniendo comida en su plato.

Por suerte, su mejor amigo no había sufrido muchos daños, después del horrible corte en su estómago, inclusive Theo, creía que la pequeña cicatriz que le quedó, era genial. Tanto así, que no permitió a nadie eliminarla de su vientre.

—¿No podemos quedarnos cinco minutos más?—murmuró, mirando con lástima su pastel.

Amelie negó con la cabeza. Debían llegar temprano si querían obtener buenos lugares.

—Bien, vámonos—gruño, levantándose de su lugar para seguir a sus tres amigos. Blaise y Draco, ya estaban detrás de Amelie, caminando hacía la salida del gran comedor.

El grupo de serpientes se dirigió por los pasillos, charlando y riendo, hasta el invernadero con la profesora Sprout, que muy animadamente los recibió. Amelie se acercó hasta la mesa más lejana, con intenciones de no tener muchas interacciones con los alumnos de Ravenclaw.

No es que los odiara, más bien, no quería tener que lidiar con sus miradas y susurros para nada disimulados, sobre lo que sucedió en el mundial.

Resulta, que había un ligero rumor sobre ellos estando involucrados. Y todo por culpa de Crouch,
el hombre que la inculpó de realizar la marca tenebrosa.

Su abuelo pasó toda la semana molesto, por esa razón y por otra, que ella desconocía. Así que fue al ministerio a intentar "hablar" con Crouch, pero solo resultó en una simple pelea verbal. La cual, le pareció un poco graciosa, al saber que su abuelo le pidió que se comportara antes de pisar el Ministerio de Magia. Y al final, termino siendo él quien no se comportó como debía.

—¡Bien!—llamó su atención la profesora Sprout—. Ahora que todos estamos aquí, vamos a empezar con la clase.

Amelie levantó la vista de sus manos, para observar a los alumnos de la casa azul, que lucían interesados en la clase, a excepción de una chica rubia, que miraba con una sonrisa las plantas que colgaban del techo. Era Luna, la chica que conoció en sus vacaciones y, a la cual, no volvió a ver desde entonces.

Amelie frunció las cejas cuando la vio apartada de sus compañeros de Ravenclaw, casi como si no perteneciera ahí, lo cual era básicamente una tontería, ella también era de la casa azul.

Apartó la vista de Luna, cuando Theo colocó en la mesa, una planta de lo más extraño, parecían babosas que salían de la tierra de la maceta, con bultos grandes y brillantes que contenían un líquido espeso, de color amarillo.

—¿Qué demonios es esto?—habló con una mueca de asco.— ¿Y por qué se parecen a los granos que Pansy tenía en segundo año?

La chica de cabello corto, que estaba unos alumnos más a su derecha, con Daphne Greengrass, se inclinó hacia enfrente para gruñirle como un perro con rabia.

—Repítelo otra vez, Rosi—se burló.

Amelie la miró con una sonrisa ladeada, recargando sus brazos en la mesa. No había olvidado la carta que le escribió para su cumpleaños.

—Tranquila Panpan, solo estaba bromeando contigo—miró hacia enfrente sin borrar su sonrisa—, aunque mentiras no dije—agregó en voz baja, pero Pansy la pudo escuchar a la perfección.

—¡Ahora si te las verás conmigo!—gruño, tratando de acercarse, sin embargo, Daphne la detuvo con sus manos, tratando de aguantarse la risa. Era muy divertido ver pelear a las dos.

—¡Está bien, señorita Parkinson!—regaño la profesora—. Por favor, vuelva a su asiento.

Pansy a regañadientes le hizo caso, aunque sus ojos no se aparataron de Amelie.

—Como decía—habló de nuevo la profesora Sprout—, lo que veremos hoy, son bubotubérculos.

—¿Bubo qué?—preguntó Theo con una mueca, mirando con asco a la dichosa planta.

—No es bubo, tonto—regaño Blaise—, es boburuberculos.

Draco los miró a ambos con cansancio.

Amelie por otro lado, trataba de empujar con su mano la babosa-planta, lejos de ella y su espacio personal, le parecía poco higiénico tener cerca algo, que parecía salido de la cañería.

—No, no, no—la profesora Sprout los miró con una sonrisa forzada, solía estresarse demasiado rápido—. Son bubotubérculos—dijo con énfasis esta vez.

Amelie miró a Theo para ver si lo comprendió, y supo que si, por la forma en que lo estaba anotando en su pergamino.

—Hay que examinarlas, para recoger el pus—dijo de pronto la profesora, logrando que todos hicieran muecas de asco.

Amelie tragó saliva, y disimuladamente empujó la planta más cerca de Theo, su compañero de actividades. Estaba segura de que su amigo sería más capaz de cumplir con esa tarea. Ella no estaba hecha para ese tipo de trabajos.

—¿El pus?—masculló Draco, hacia la profesora.

—Si señor Malfoy, el pus.

Draco también empujó más cerca de Blaise su planta.

—Ahora, ¿quién me puede decir para que sirve el pus de los bubotubérculos?

Amelie levantó la mano primero, seguida de algunos Ravenclaw.

—¿Si, señorita Rosier?

Se aclaró la garganta antes de hablar, dándole de reojo una mirada a Pansy. —La pus de los bubotubérculos, es un remedio muy eficiente contra el acné.

—Eso es correcto, Amelie. Quince puntos para Slytherin—sonrió la profesora—. Ahora todos, por favor, utilicen sus guantes de piel de dragón porque el pus de un bubotubérculo puede tener efectos bastante molestos en la piel cuando no está diluido.

Después de pasar una hora completa, llenando frasco con la dichosa pus de los bubotubérculos, el sonido de la campana resonó por todo el castillo, indicando que la clase había terminado, para la felicidad de Amelie.

Estiró sus brazos con cansancio, observando a los demás alumnos prácticamente salir corriendo del salón, hacia su siguiente clase del día.

Amelie guardaba sus cosas en su mochila, mientras Blaise y Theo, le entregaban a la profesora Sprout sus botellas llenas de pus amarilla. Draco en cambio, estaba a su lado, tratando de desaparecer con un hechizo, la mancha fea en su suéter, que la planta le dejó.

Cuando estaba por guardar sus guantes de piel dragón, escucho unas risas provenir de dos chicos Ravenclaw, que se alejaban sonriendo hacia la puerta.

—¡Lo lamento, Luna!—gritó uno de ellos, mientras compartía risas con el otro.

Amelie llevó su vista hacia la esquina, donde observo una cabellera rubia moviéndose de un lado a otro, como si buscara algo. Se acercó hasta ella, colgándose su mochila en el hombro.

Luna estaba buscando algo en el piso, con mucha impaciencia, ignorando el hecho de que sus pergaminos y plumas estaban esparcidas por el suelo.

Amelie se aclaró la garganta ruidosamente.

—¿Está todo bien?

Luna la miró de inmediato, con una pequeña sonrisa tranquila.

—Oh, Amelie. No te había visto , ¿qué estás haciendo aquí?—preguntó para luego, agacharse a levantar sus cosas.

—Estuve aquí...todo el tiempo—dudo unos segundos, antes de continuar—, en la clase.

—¿Así?—preguntó—. Yo estuve un poco distraída con las plantas del techo.

Amelie le dio un ligero vistazo a sus amigos, que le estaban dando miradas interrogantes, sobretodo Draco. Ella con un rápido movimiento les dijo que la esperaran en la puerta y los tres obedecieron de inmediato.

—¿Te gustan esas plantas?—murmuró, agachándose en el suelo para ayudarla a levantar sus cosas.

—Por supuesto, son muy bonitas—respondió dándole una mirada significativa, que Amelie le pareció haberla visto antes.—A mi madre le gustaban mucho...

Ambas se levantaron del suelo, y con cuidado Amelie la ayudó a guardar sus cosas en su mochila.

—Bueno, tu madre tiene buenos gustos...—murmuró echándole un vistazo a las bonitas plantas blancas que colgaban del techo, eran Asfódelo, usadas para el filtro de muertos en vida, que ella hizo en verano.

—Tenía—aclaró Luna, dejándola confundida.

—¿Disculpa?

—Mi madre tenía muchas de esas plantas en su lugar de trabajo—le sonrió animada—, ella murió hace mucho tiempo.

Amelie se quedó en blanco, acaba de decirle que su madre falleció como si nada. No estaba segura de cómo reaccionar.

—Oh...—susurró.

—Si, oh—respondió Luna, colocándose su mochila en su hombro.

—¿Qué...qué estabas buscando antes?—balbuceó con incomodidad.

Luna se encogió de hombros, despreocupada.

—Un anillo que mi padre me regaló por mi cumpleaños, pero supongo que lo encontraré después con ayuda de los Nargles.

Amelie se abstuvo de preguntar qué era aquello y, en su lugar, sacó su varita de su bolsillo.

—Creo que pudo ayudarte, aprendí un hechizo hace un tiempo con ayuda de un estudiante mayor, aunque todavía me falta mejorarlo—dijo mientras levantaba su varita.

—¡Oh, me gustaría verlo!—exclamó Luna, dando pequeños aplausos.

Amelie se aclaró la garganta antes de gritar:

—Accio anillo de Luna—movió su varita por el salón, hasta que un pequeño objeto provino debajo de una mesa. El anillo voló tan rápido que la terminó golpeando en la frente, para luego caer a sus pies

—Creo que necesitas practicarlo más—sonrió Luna, agachándose para levantar el anillo.—Y gracias por usar tu magia para ayudarme, aunque estoy segura de que los Nargles lo hubieran encontrado también.

Amelie se tragó sus ganas de llorar, mientras se pasaba los dedos por la frente.

—No es nada, Luna. Creo que será mejor que me vaya—habló con la voz delgada.

Ambas caminaron hacia la puerta, con la sonrisa enorme de Luna y los ojos llorosos de Amelie. Al salir estaban el trío de serpientes, hablando entre ellos.

—Nos vemos después Amelie, quizás podamos dar un paseo por el bosque—mencionó, antes de irse por el pasillo contrario.

—Adiós...—murmuró ella, observándola caminar, con pequeños brincos de por medio. Era un chica extraña pero, ¿quién no lo era? Además le recordarán a alguien, ¿su padre, quizás?

Se acercó hasta sus amigos, que la miraron extrañados.

—¿Qué te pasó en la frente?—preguntó Draco, alzando una ceja. A estas alturas, ya no se atrevía a preguntar nada con respecto a sus acciones, aunque Luna, le pareciera completamente rara.

—Creo que me falta perfeccionar algunos hechizos—sé encogió de hombros.

Ninguno de sus amigos, volvió a preguntarle algo al respecto. Los cuatro se dirigieron a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas con Hagrid, que por cosa del destino, seguían compartiendo con los Gryffindor.

—Aún no comprendo por qué no despiden al conserje—gruño Draco, observando como tenían que bajar la colina lodosa, hasta la casa de Hagrid.

—Primero te tendrían que expulsar a ti de Hogwarts—replicó Amelie, rodando los ojos. Luego, observo el lugar con una mueca—. Aunque, Hagrid debería cambiar el sitio para la clase.

—Totalmente de acuerdo—respondió Blaise, fijando sus ojos oscuros en el lodo.

En la cabaña de hombre, todos estaban reunidos alrededor de cajas de maderas abiertas, donde se lograba escuchar un traqueteo, seguido de pequeñas explosiones.

—¡Buenas! —saludó Hagrid, sonriendo amablemente. —Ahora que ya están todos aquí, podemos empezar.

Amelie se acercó con Blaise, Theo y Draco, hasta la esquina donde estaba los demás Slytherin.

Entonces sus ojos grises se encontraron con los de Hermione, que permanecía a lado de Harry y Ron, cerca de Hagrid. Se tuvo que aguantar las ganas de sonreírle, solo porque sus compañeros de casa estaban ahí reunidos.

—¡Escregutos de cola explosiva!—gritó Hagrid, apuntado con las manos a las pequeñas cajas frente a él.

Amelie escucho a Lavender Brown, soltar un gritó, que no parecía muy feliz. Se acercó a echarle un vistazo a las cajas, solo para encontrarse con unos animales, aún más raros que las plantas de la profesora Sprout. Los Escregutos, eran como grandes langostas largas, sin caparazón, viscosas y muy pálidas, (casi tanto como ella), además, tenían unas patitas muy pequeñas que les salían de sitios muy extraños y no tenían cabeza visible, lo que les daba un aspecto terrible. Y por si fuera poco, también expulsaban chispas de la cola.

—No me parecen muy agradables—murmuró Theo a su lado. Ella le dio la razón.

Ambos se hicieron para atrás, no queriendo salir heridos.

—Recién nacidos —dijo con orgullo Hagrid—, para que puedan criarlos ustedes mismos. ¡He pensado que puede ser un pequeño proyecto!

—¿Y por qué tenemos que criarlos? —preguntó, la voz fría de Draco a su otro lado.

Amelie suspiro en fastidio, apenas era el primer día como para lidiar con esto.

Hagrid se quedó perplejo ante la pregunta, le dirigió un vistazo a Harry, antes de mirar de nuevo a Draco.

—Sí, ¿qué hacen? —insistió esta vez Pansy con impaciencia—. ¿Para qué sirven?

—Bueno eso...eso, lo sabremos en la próxima clase—balbuceó Hagrid con torpeza.

—¿Por qué no ahora?—volvió hablar Pansy, con los brazos cruzados, se notaba claramente que ningún Slytherin quería acercarse hasta las criaturas.

Ni siquiera Amelie, que era fanática de los animales.

Y por esa misma razón, sabía que Hagrid estaba un poco demente al intentar que ellos criaran a los Escregutos. Era una tarea muy difícil y sobretodo horrible. Además, de que las criaturas, estaban prohibidas para ser mascotas, por su nivel de peligro.

—¿Acaso no lo sabes todo?—preguntó Draco irónico.

—Yo creo que no—murmuró Pansy.

Amelie se giró para sonreírle a Pansy por el hombro del rubio y, "accidentalmente", empujó a Draco cerca de ella solo para que le pisara la túnica. Y de esa forma, hacerles saber que debían mantenerse callados por un rato.

Todo bajo la atenta mirada de Hermione, que procedió a sonreír disimuladamente, solo porque le provocaba satisfacción.

—Lo lamentó linda Panpan, pero Draco tiene dos pies izquierdos.

Pansy soltó un gruñido, empujando lejos a Draco. (Parecía que su obsesión había terminado). Y luego, precedió a empujar a Daphne para que chocara con ella.

No le salió bien.

Amelie se hizo a un lado, dejando caer a la chica en el suelo lodoso, manchando no solo su túnica, si no también las de algunos Gryffindor cercanos, que gruñeron en molestia contra ellos.

Hagrid mientras tanto, veía la escena con los ojos abiertos, lo menos que quería era una pelea.

—¡Rosier, tenias que atraparla!—le gritó Pansy con frustración, mientras miraba a su amiga en el suelo.

Amelie hizo con una mueca sin comprender.

—¿Tenía que atraparla?—susurro confundida. Se giró para mirar a la rubia que tenía una cara indignada.—Eh, lo lamento Daphne, mi error—le sonrió, estirando su mano para ayudarla a levantarse, pero no pudo hacerlo, ya que una bola de lodo la golpeó en el pecho, manchando su suéter y corbata.

—Lo lamento Rosier, mi error—masculló Seamus Finnigan, sonriendo falsamente. El también tenía la parte baja de su túnica manchada de pequeñas gotas de lodo.

—¿Qué te pasa chico?—le gritó Theo, acercándose hasta su amiga con ojos furiosos. Amelie lo detuvo, poniéndole una mano en el pecho.

Los demás Slytherin miraron a Seamus con tanto odio, que por poco le arrancan la cabeza. Era bien sabido que ninguna de las dos casas se soportaba, y solo estaban buscando una razón para pelearse como serpientes y gatos.

Ahora, que se atrevieron a tocar Amelie, con más razón, los Slytherin querían arrancarles los cabellos a los Gryffindor de uno en uno.

—¿Por qué hiciste eso?—gruño también Hermione, con las cejas fruncidas, mirando a su compañero de casa.

Harry y Ron se miraron, si habría una pelea, ellos se unirían.

—Porque ellos empezaron y...—se calló cuando una bola de lodo lo golpeó en la mejilla.

Pansy la había lanzado hacia él, con una mueca de asco al tener que sujetar lodo del suelo, sin embargo, no permitirá que alguien maltratará a Rosier, ese era su trabajo.

—¡¿Qué te pasa Parkinson?!—gruño Dean Thomas, apuntándola con el dedo.

—Tu amigo comenzó—le respondió dejando en claro su postura.

Amelie la miró con la boca abierta, entre halagada y sorprendida.

—¡Malditas serpientes, me la pagarán! ¡Pelea de lodo!—gritó a todo pulmón Seamus.

Los leones que buscaban pelea solo por diversión, soltaron un gritó estruendoso.

—¡Esperen no!—les gritó devuelta Amelie, cuando ellos comenzaron a arrojar lodo. Levantó a Daphne del suelo con rapidez y salió detrás de Blaise y Theo, que se cubrían la cabeza.

Los Slytherin retrocedieron hasta los árboles que determinaban el bosque prohibido para cubrirse.

Algunos leones, como Dean, Seamus, Parvati, Lavender, Harry y Ron, se abalanzaron contra ellos, arrojándoles grandes cantidades de lodo. Hermione y Neville por otro lado, se escondieron detrás de Hagrid, que les pedía que se detuvieran.

—¡Haz algo, Amelie!—chilló Pansy, con el cabello sucio.

—¿Cómo qué?—gruño esquivando una bola de lodo, logrando que le diera a Theo en su lugar.

—¡No lo sé! ¡Pero yo voy atacar!—exclamó Pansy antes de acercarse hasta un charco de lodo y con su varita empujarlo hasta los Gryffindor. Aquello terminó empapando a Hagrid, Neville y Hermione, para la mala suerte de la castaña.

—¡Yo también!—la siguió Blaise, quitándose la túnica lodosa.

—¡Y yo!—gruñeron Tracey, Millie y Theo.

Amelie los vio salir corriendo hasta los Gryffindor, con sus varitas en alto y gritos estruendosos.

Pansy se lanzó por Seamus empujándolo contra un charco enorme, que terminó mojándolo por completo. Theo y Tracey, en cambio, se dispusieron a realizar una serie de hechizos con bolas de lodo, que impactaron a Dean y Lavender en la cabeza.

Una gran sonrisa aprecio en los labios de Amelie, al observar a sus amigos pelearse contra los Gryffindor, era muy divertido ver a los leones enojados con un montón de suciedad por todos lados.

¡Oh, Salazar! Ella deseó tener una cámara para grabar esto.

—¡Amelie, ven acá!—le gritó Pansy, mientras apuntaba su varita contra Harry.

Ella resopló pensando que su momento de diversión había terminando. Ahora tendría que mancharse el cabello y las uñas de lodo.

—Pues ya que—se resignó, bajando su mochila.—¿Vienés, rubia?—le sonrió a Daphne, quien asintió con emoción.

De pronto, la clase de criaturas mágicas se convirtió en una zona de guerra entre Slytherin y Gryffindor, con los gritos de Hagrid de fondo.

Las cajas con los Escregutos, fueron olvidadas hace un tiempo.

Amelie arrojó con todas sus fuerzas una bola de lodo, que golpeó a Ron en el rostro, provocando que se cayera de espaldas. Se echó a reír con las manos en el estómago, sin poder evitarlo, hasta que una bola le dio en la nunca. Se giró hacia atrás con indignación, cuando se dio cuenta de que se trataba de Pansy.

—¿Qué te pasa?—gruño—. ¡Somos del mismo equipo!

Pansy le dio una sonrisa inocente, y procedió arrojarle una bola a Seamus, con toda la elegancia del mundo. El chico se agarró de la túnica de Lavender y ambos cayeron al suelo.

—Perdón, Rosi. Aveces se me olvida.

Amelie rodó los ojos indignada, tenía la ropa y cabello tan sucios, que lo único que imaginaba era tomar un gran baño antes de su clase de Adivinación. Ella había iniciado una pequeña discusión, al empujar a Draco, sin embargo, fue Pansy quien dio el primer paso para desatar la furia de los gatitos sensibles.

Aunque en el fondo, se sentía mimada por sus compañeros, al iniciar una pelea de lodo, solo porque la golpearon a ella primero.

—¡Por Salazar!—gritó Theo, antes de arrojarse contra Dean y tirarlo a un charco. Ambos comenzaron a pelear en el.

Amelie se giró a la derecha para ver a Daphne y Draco, batallar contra Harry y Parvati. Los cuatro con sus varitas en la mano, mientras se arrojarán grandes cantidades de lodo, que manchaban la cabaña y a Hagrid al mismo tiempo. Hermione por otro lado estaba dentro de la casa, asomándose por una ventana, con Fang de acompañante. Ella también gritaba para apoyar a Harry y que golpeara a Draco. Y Neville seguramente estaba con ella dentro de la cabaña, sufriendo un colapso nervioso.

Amelie no pudo evitar mirar a sus amigos con una sonrisa, que crecía de a poco, saber que ninguno le gustaba ensuciarse y aún así, estaban peleándose con lodo, ¡incluso Pansy! ¡Salazar que locura!

—¡Amelie cuidado!—gritó Hermione desde la ventana, señalando a Ron que la apuntaba con su varita. El pelirrojo le arrojó un montón de bolas de lodo, que se alzaron sobre ella.

Amelie miró todo con los ojos abiertos. No pudo esquivarlas y todas la impactaron. Cayó al suelo, con el sonido de las risas de Ron, que estaba más rojo que su cabello. Sin embargo, eso no duró mucho, Blaise le lanzó una bola enorme del tamaño de una calabaza gigante, que lo terminó enterrando en un montón de lodo.

—¡Ja! ¡Se te borró la sonrisa Weasley!

Amelie se sentó en su lugar, mandándole una sonrisa apreciativa a Blaise, que le guiñó un ojo.

Ojalá pudiera sentirse así de feliz por siempre. Tal vez solo necesitaba golpear algunos gatitos sensibles, de vez en cuando. Así que, levantó su varita hacia Seamus, que se peleaba con Millie cerca de la colina que daba al castillo, para enviarle un montón de lodo. Este se alzó hasta el cielo, como si lo hubiera arrojado con una catapulta.

—¡¿Qué está pasando aquí?!—gritó repentinamente, la voz de McGonagall, apareciendo y tratando de bajar la colina lodosa con rapidez. Miró a todos con la boca abierta. Entonces, sus ojos se detuvieron en ella, que permanecía sentada en suelo.—¡Rosier, baje esa varita!

—¡Cuidado profesora!—le gritó Harry señalando hacía el cielo, por donde el lodo caía en granadas.

Minerva miró hacia arriba con los ojos entrecerrados sin creer lo que estaba viendo, solo para terminar siendo empapada de pies a cabeza con lodo. Se tambaleó hacia atrás y cayó de espaldas.

Amelie abrió los ojos como platos al ver aquello, se levantó de su lugar, resbalándose un par de veces, antes de poder mantenerse de pie.

—¡Señorita Rosier!—le gritó McGonagall con frustración, quitándose el barro de la cara.

—¡Lo lamento, Minnie!—le gritó Amelie, con un intento de sonrisa.

McGonagall, con mucha dificultad se colocó de pie, parpadeando un par de veces para mirar a la niña de ojos grises, que trataba de ocultarse detrás de Draco. Un resoplido de cansancio salió de sus labios, antes de acercarse.

La dichosa pelea de Gryffindor contra Slytherin se detuvo de manera rápida, ambos grupos se alejaron hasta permanecer de pie frente a la cabaña de Hagrid.

Todos irradiaban un aura de odio puro.

Hermione salió de la casa de Hagrid para acercarse a Harry, que se limpiaba sus gafas con su túnica igual de sucia. Amelie le dio una pequeña sonrisa, que le fue de vuelta de forma inmediata. Hermione pensó que aún con todo ese lodo por encima, se seguía viendo linda.

—¡¿Qué rayos pasó aquí?!—exclamó la profesora hacía Hagrid.—¿Por qué parece una pelea de animales?

—Yo...yo traté de detenerlos—balbuceó Hagrid.

Mientras tanto, todos comenzaron a gritarse entre ellos y a culparse unos a otros.

—¡Basta!—gritó moviendo sus manos con rapidez—¡Señorita Granger!—llamó.

Hermione se acercó hasta ella, todos sus compañeros le estaba dando miradas retadoras. Mientras que los Slytherin la miraban mal. (Excepto por Theo, Blaise y Amelie).

—¿Si profesora?—murmuró, mirando de reojo a la Slytherin, que se trataba de limpiar la mejilla con su corbata.

—¿Quién empezó este acto?

Hermione miró hacia atrás a Harry, buscando aprobación. No quería que sus amigos la odiaran, pero tampoco quería mentir. Por suerte Harry le dio un movimiento de cabeza, para que dejara salir la verdad. Ron por otro lado de lanzó una mirada matadora.

—Fue Seamus profesora...él arrojó una bola de lodo a Rosier—murmuró.

Amelie mientras tanto, sonrió triunfal hacia el chico, sabiendo que recibiera un castigo. Seamus, en cambio procedió a tratar de culpar a los Slytherin, quienes se quedaron callados.

—¡Silenció Finnigan! ¡Todos vayan a tomar un baño—señaló hacia la entrada de Hogwarts, para que todos avanzaran.— ¡Y diez puntos menos para Slytherin!

Amelie miró a su profesora con incredulidad, aunque no dijo nada, porque quizás estaba un poco molesta con el lodo que le lanzó.

Se escucharon unas risitas provenir de los leones, hasta que las profesora volvió hablar:

—Yo no me reiría si fuera ustedes—dijo, dándose la vuelta para mirar a los alumnos de su casa—, ¡todos están castigados una semana!

Entonces fue el turno de Slytherin de echarse a reír, incluso ella le estaba dando una sonrisa burlona a Ron, que ya no tenía el pelo pelirrojo, si no cafe.

Todos regresaron a su propias salas comunes. Los Gryffindor hacía su torre, mientras tanto los Slytherin fueron hacia las mazmorras.

La clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, no salió según lo planeado para Hagrid, pero al menos ninguno de ellos salió herido debido a los Escregutos, lo que definitivamente lo salvó esta vez

—No puedo creer que esos idiotas solo reciban un castigo—gruño Pansy, mientras caminaban por el atajo hacia la sala común.

Amelie miró por encima de su hombro para responderle.

—¿Qué querías que hiciera? Obviamente Minnie no iba a bajarle puntos a su propia casa.

—¡Pero se lo merecían!—exclamó con incredulidad.—¿Quién rayos inicia una pelea de lodo? Que poco elegantes son los Gryffindor.

Amelie la miró con los ojos entrecerrados. Pansy fue la primera en lanzar una bola de lodo a Seamus según ella sabía, aunque solo lo hizo para defenderla, así que tampoco podía reprochárselo.

—Estoy de acuerdo, pero supongo que es mejor eso a nada...

Una vez llegaron a su sala común, se esparcieron por sus habitaciones, para tomar una larga ducha. Amelie compartía cuarto con Pansy y Cristina, así que no fue una larga espera tener que limpiarse como lo sería para sus amigos hombres.

Al final cuando todos estuvieron aseados, salieron de la sala común para ir a comer en el gran comedor, antes de ir a su clase con la profesora Trelawney.

Amelie camino a lado de Blaise, mientras este les daba mil razones por las que deberían dejar adivinación.

—¿Enserio ninguna los convence?

—Bueno, la parte de la profesora demente si me convenció—respondió Draco, tratando de recodar lo que dijo—, ¿tú que dices Amelie?

Ella soltó un resoplido molesto. Había descubierto hace poco que su profesora si tenía poderes para ver el futuro. Sin embargo, tampoco es como si quisiera estar escuchándola hablar sobre la posible muerte de Potter en cada clase, además, también les daba miradas tristes cada vez que entraban al salón.

—No estoy segura, pero a Theo le gusta—señaló con la cabeza a su amigo, quien enseguida hizo un sonido afirmativo—, así que me quedaré a su lado.

Theo sonrió acercándose para pasarle un brazo por su hombros.

—En otras palabra que me quiere más a mí a que ustedes—declaró sacando su legua para burlarse.

—Ni tú te lo crees—susurró Blaise rodando los ojos.

Los cuatro llegaron al gran comedor, donde sus amigos ya estaban esparcidos por la mesa, esperando pacientemente a que ellos llegaran.

—¡Amelie siéntate a mi lado!—le gritó Robyn, haciendo un movimiento rápido para empujar a Orion lejos.

El chico gruño mientras se apartaba para dejarse espacio a su hermana.

—No me quieras tanto Roby—masculló Orion dándole una mordida a su tostada.

Amelie se alejó de Theo, para acercarse hasta la pelirroja y revolverle el cabello con cariño. Cristina, Hugo y Esther, también se encontraban ahí, con sonrisas animadas y platos llenos de comida.

—¿Entonces?—sonrió Hugo, levantando las cejas varias veces hacía ella.

Amelie lo miró con curiosidad, sin saber de que se había perdido.

—¿Entonces qué?

—¡Lo qué pasó en clase! ¡La pelea contra Gryffindor!—exclamó Esther, dejando de lado su plató.

—Oh, eso...

Amelie miró hacia otro lado, comenzando a servirse alimentos de todo tipo. Esperaba que la noticia de su pelea se esparciera por Hogwarts, pero estaba un poco sorprendida de lo rápido que sucedió.

—¿Ya se corrió el chiste?—preguntó Blaise.

—Oh, si. Y escuche que Seamus no esta muy contento—le respondió Orion con una pequeña sonrisa.

Todos se giraron a mirar hacia la mesa de Gryffindor, donde algunos leones ya los estaban mirando mal, entre ellos Seamus, Ron y Dean.

Amelie apartó la vista de ellos, para observar la forma en que Hermione, se acomoda un mechón de su cabello detrás de su oreja. Y como se mordía el labio mientras leía un libro. Era muy encantador. Apartó la vista cuando una mano tapó su visión. Era la de Ginny, quien le alzo las cejas varias veces como diciendo: "te atrape en el acto, Rosier".

Un suspiro derrotado salió de sus labios, antes de intentar seguir comiendo, ahora no podía ni ver a Hermione un segundo porque alguien se entrometía.

Por un momento pensó en desaparecer a Ginny.

—No entiendo porque están molestos—gruño Theo—, si fueron ellos los que empezaron.

—Ellos dijeron que fueron ustedes...—se encogió de hombros Cristina.

—No, ellos atacaron primero ¿verdad, Draco?—dijo Blaise.

—Si, le arrojaron lodo a Amelie.

—Es una tontería—habló ella, llamando su atención con una mueca en el rostro—. Fue solo un accidente. Ellos ya querían empezar una pelea desde hace tiempo. Y me hubiera gustado, que de verdad nos enfrentáramos en un duelo, entonces los gatitos no tendrían ninguna oportunidad.

—Me gusta como piensas, Lie—sonrió su hermano.

Ella le devolvió la sonrisa mientras alzaba su mano para chocarle los cinco.

[...]

Amelie siguió a Draco a través de la trampilla con una intensas ganas de dormir. Al entrar en el salón de clases, fueron recibidos por el típico calor que irradiaba de la chimenea y, como siempre, las cortinas estaban cerradas, dejando solo un par de lámparas que estaban tapadas con bufandas y pañoletas. Él aula tenía un aspecto horrible.

El grupo de amigos, que ahora solo era conformado por Amelie, Theo y Draco, (ya que Blaise tenía otra clase) se acercaron hasta una mesa vacía del final, y se dejaron caer en los acolchados cojines.

—¿Qué crees que diga esta vez?—le murmuró Theo en oído—. Sobre la muerte de Potter o sobre nuestro futuro terrible.

Amelie miró a Harry unas mesas a su derecha, que descansaba su cabeza en su mano. Se veía que tenía tantas ganas de dormir como ella.

—Votó por lo de Potter.

—¡Yo igual!—sonrió Theo.

Amelie se dejó caer en la mesa, con los brazos cruzados, esperando pacientemente a que sus demás compañeros ingresaran en él aula y de esa forma empezar con la extraña clase de Adivinación.
Esperaba que este año, la profesora no le dijera ninguna profecía que tuviera incluida la palabra muerte.

Ya tenía suficiente con una.

Además, la única razón por la que trataba de no préstale mucha atención, era porque sabía que las profecías aveces no solían ser lo que parecían, quizás, la palabra muerte significaba otra cosa. Un cambio en si misma o en su vida, no todo tenía que ser negativo, ¿verdad?

Esperaba que no. Porque no estaba segura de soportar otro verano como el de su cumpleaños, ni tampoco una madrugada como la del mundial. Ese día había visto demasiado para su joven vida. Y, tampoco quería imaginar cómo serían las cosas si de verdad el señor Oscuro regresa.

Seguramente ella seguirá como siempre, obedeciendo las órdenes que su familia le otorgue, porque así es como la habían criado. Y nada ni nadie, podría cambiar su manera de pensar.

La familia siempre es primero.

—Amy, te hablan—pronunció Theo, dándole un ligero empujón con el codo.

Parpadeó de manera rápida, ajustando su postura en el cojín aterciopelado para mirar a su profesora.

—Mi querida muchacha—dijo con las manos juntas en su pecho, como si estuviera preocupada por algo—, ¿tuviste un mal verano, no es así?

Amelie inhaló aire de manera profunda, tratando de calmar sus nervios. ¿Cómo es que la profesora le provocaba tantas ganas de arrojar una mesa contra la ventana? (En la que casualmente estaba Finnigan, con una estupida sonrisa).

—Mi verano fue normal, profesora—respondió, apartando la vista, con la intención de que ya no le prestara atención a ella, si no a alguien más dentro de la habitación.

—Oh, cariño. Esta bien no sentirse bien...—le sonrió con tranquilidad.

Amelie no devolvió la sonrisa, en cambio prefirió jugar con el collar en su cuello, que casualmente estaba causándole problemas.

La profesora Trelawney se alejó de los tres amigos, hasta sentarse en un sillón grande, frente al fuego, de cara a la clase. Sus ojos enormes, por culpa de sus lentes, observaron a cada uno de ellos antes de hablar.

—Queridos míos, ha llegado la hora de mirar las estrellas—pronunció haciendo un ademán con la mano—, los movimientos de los planetas y los misteriosos prodigios que revelan tan sólo a aquellos capaces de comprender los pasos de su danza celestial. El destino humano puede descifrarse en los rayos planetarios, que se entrecruzan...

Amelie negó con la cabeza, pensando qué tal vez, Blaise tenía mucha razón. Esta materia era una pérdida de tiempo, a menos que la ayudara a ver el futuro, pero eso era básicamente imposible.

—No entendí nada de nada—susurró Draco con una mueca de fastidio.

Amelie se giró hacia él para darle una palmada en la frente.

—Como toda tu vida...—se burló, alejándose para pretender escuchar la clase.

La profesora entonces comenzó a darles una larga explicación de lo que estaba hablando. Amelie no le presto mucha atención, en cambio comenzó a dibujar gatitos en su mano, como le enseñó Robyn.

Resulta que aquello, era más entretenido que escuchar a la profesora intentar adivinar bajo que planeta o estrella nacieron, era más que obvio que eran puras tonterías. No es como si un planeta fuera a describirte a la perfección.

Una hora después, la profesora Trelawney les entrego a cada alumno, un mapa circular extremadamente complicado, con el que tenían que averiguar la posición de cada uno de los planetas en el momento en que nacieron.

Era una de las tareas más difíciles que Amelie había tenido hasta ahora.

—¿Es normal que se repitan los planetas?—le susurró Draco, mirando con odio su trabajo.

—¿Tienes un gemelo?—le preguntó Amelie, tomando su mapa para examinarlo.

Draco la miró con los ojos entrecerrados, sin saber si lo estaba preguntado de verdad o solo era una más de sus bromas. Aveces no las comprendía.

—No que yo sepa...

—Entonces tienes todo mal rubio—le sonrió Theo—Vuelve hacerlo.

Draco bufó, antes de empezar a observar las tablas horarias de los planetas, esperando que la clase terminara lo más rápido posible.

—¡Oh, mira Amelie!—exclamó de pronto Theo, con las manos en la boca.

—¿Qué?—preguntó ella girándose para mirarlo. No sabía cómo, pero tenía adheridas varias pegatinas de los planetas en la cara y el cabello.

Theo se rio en silencio, quitándole una de la mejilla con cuidado y luego, levantó su propio mapa circular.

—¡Tu naciste bajo la Luna!—señaló con el dedo al lugar exacto donde colocó a una pequeña Luna.

Ella se acercó para examinarlo con detenimiento. Y era verdad, Theo tenía razón, ella había nacido bajo la influencia de la Luna.

—Theo pero, se supone que tienes que hacer el tuyo—dijo una vez se alejó del mapa que su amigo le mostraba.

—Si, pero el tuyo es más interesante—se encogió de hombros sin darle importancia.

Después de eso la clase continuó con normalidad, al menos eso fue, hasta que Ron le preguntó a Lavender si podía ver su Urano.

Todos el salón estalló en carcajadas sonoras, a excepción de Amelie, ella no lo entendió muy bien, que incluso tuvo que acercarse a Lavender para preguntarle si ella también podía echarle un vistazo a su Urano, sin embargo, solo obtuvo un balbuceó torpe de la chica con las mejillas rojas.

Y finalmente cuando la campana sonó, indicando que la clase haba terminando, la profesora Trelawney les puso un montón de trabajo, sobre la forma en que les afectarán los movimientos planetarios en el próximo mes.

Theo le susurró, cuando estaban guardando sus cosas, qué probablemente se debió a la tonta broma de Ron, porqué la profesora habló en un tono tan duro, que se pareció al de McGonagall cuando esta molesta.

Amelie bajo la escaleras de la trampilla, siendo seguida por Theo. Ambos tenían unas intensas ganas dormir.

—¿Me acompañan a la biblioteca? Quiero empezar con la tonta tarea...—habló, una vez que los tres se encontraban bajando la torre norte.

—¿Tan pronto? Pero acabamos de salir de clases, Amy—se quejó Theo.

—Por favor—lo jalo de la manga, poniendo ojos de cachorro.

Lo que pareció funcionar. Theo resopló asintiendo con la cabeza ante su petición. Draco por otro lado se negó, alegando que tenía otra cosa que hacer, así que se fue por un pasillo contrario. Y ella ni siquiera lo cuestionó.

Amelie y Theo, pasaron toda la tarde tratando de encontrar libros que los ayudaran con su tarea de adivinación. Recurrieron las estanterías donde los libros de astrología se encontraban, hasta las estanterías donde no se atrevían a pararse porque a nadie le gustaban los libros que había ahí.

En el proceso, Blaise se les unió, ayudándolos con sus trabajos para terminarlos más rápido, aunque en realidad, no entendía nada.

Y Amelie no ayudaba mucho, sus ojos no se apartaron de una Gryffindor que había entrado en la biblioteca unos momentos después de que ellos lo hicieron y, que casualmente, se quedó sentada unas mesas más al frente. Amelie, pasó la mayoría del tiempo jugueteando con las páginas de los libros y dibujando corazones en su pergamino con el nombre de Hermione en el centro.

Finalmente cuando decidieron dar por terminado su trabajo, (cuando en realidad no tenían ni la mitad de la tarea) se dispusieron a ir hacia el gran comedor a cenar, para encontrarse con sus amigos, quienes seguramente ya los estaban esperando.

—No puedo creer que no terminara nada—gruño Amelie con frustración, acomodándose su mochila en su hombro.

—Si no hubieras estado tan distraída, tal vez la habrías terminado...—murmuró Blaise por lo bajo.

—¿Qué quieres decir, Zaza? ¿Estás insinuando algo?—indagó levantando una ceja. Blaise estuvo apuntó de abrir la boca para confirmarlo, pero Amelie lo detuvo poniéndole una mano en la cara, ya imaginado su respuesta—. No me respondas...

Blaise empujó su mano lejos de él, para poder verla. Su expresión no era burlona, más bien preocupada, como si de verdad sintiera que algo malo pasaba con su amiga.

—Solo estoy diciendo que has estado más distraída de lo normal...¿estás bien, verdad?

Amelie agitó la cabeza con una sonrisa. Theo a su otro lado, bajo su pergamino que estaba releyendo, para préstale más atención a la conversación.

—Todo esta bien...—murmuró, tomando la mano de ambos para a caminar dando saltos por el pasillo.

La conversación quedó de lado, para concentrar en otras cosas, como la tarea de Theo, quien sí había intentado hacerla, aunque no de la mejor manera. Y cada cosa que escribió era una gran mentira.

—¡Oh! ¿Qué te parece esta?—señalo a la última adivinación en la lista.

Amelie se aclaró la garganta para leerla en voz baja, luego, se giró para mirar a su amigo con una mueca de incredulidad. Los tres llegaron al pasillo del gran comedor, a donde algunos alumnos se dirigían, con pláticas de intermedio.

—¿El jueves estarás deprimido por un amigo a causa del planeta Mercurio?

—Esa fue la única que no inventé...—murmuró.

—Pues a mí me gustaba más la que decía sobre lastimar gravemente a un enemigo—pronunció Blaise.—¿Es mejor esa, no creen?

Ninguno pudo responde porque un chico alto, de cabello oscuro, se acercó hasta ellos.

—¡Hey, Amelie!—gritó Graham, corriendo con un periódico en la mano.

—¿Qué pasa?—cuestionó, por la manera agitada en la que se encontraba su amigo mayor.—¿Por qué parece que corriste desde la sala común?

Graham jadeó, colocándose las manos en las rodillas para tomar aire—. Lo hice...de hecho.

Amelie compartió miradas con Blaise y Theo, confundidos por su extraño amigo.

—¿Por qué exactamente?

—Tienes...que ver...esto—, murmuró, alzando aquel periódico para que ella lo tomará—, acaba de salir...hace unas horas.

Amelie lo tomó entre sus manos y lo desdobló con cuidado, sus amigos miraron el contenido por encima de su hombro. Y lo primero con lo que se encontró, prácticamente le quito el aliento, igual que Graham.

"MUERTE CAUSADA POR UN JOVEN MAGO"

Desde el suceso trágico en el mundial de quidditch, las personas se han enterado sobre los problemas que el Ministerio de magia intenta ocultar, escribe Rita Skeeter, nuestra enviada especial. Varías situaciones embarazosas los han envuelto desde hace un par de semanas, sin embargo, la que ha llamado la atención de muchos magos y brujas, por ser una situación aterradora, ha sido la de Marcus Flint, que recientemente fue acusado del asesinato del hombre Hassan Mostafa, el cual sirvió muy noblemente como árbitro en el mundial.

El joven de la familia Flint, fue llevado hacia el Ministerio de Magia por varios Aurores, para ser juzgado, respectivamente. No obstante, nadie supo con exactitud, lo que sucedió en el Tribunal del Wizengamot, pero, por lo que sabemos hasta el momento, el joven Marcus Flint, fue declarado inocente...

Amelie dejó de leer de forma inmediata, al saber que su amigo estaría bien. No espero, ni por un momento, que algo como esto sucediera, incluso cuando sabía que estuvo mal que Marcus usara su varita de aquella manera.

Entonces se preguntó: ¿Cómo se habían enterado que fue Flint, quién asesino al hombre? Había tantas personas en el mundial, como para culparlo a él.

—Esa mujer, Rita Skeeter, es un asco por completo...—murmuró Blaise con recelo.

—Estoy de acuerdo contigo—respondió Amelie—, aunque, se que todos nos estamos preguntando lo mismo—dijo, levantando la vista para encontrase con Graham.

—¿Cómo supieron que fue Marcus?—le respondió Theo con un susurro.

—Exacto—asintió Amelie, dándole otro vistazo al periódico en sus manos—, solo nosotros estuvimos ahí, debieron habernos llamando a todos.

—Quizás es porque Flint era el mayor...—sugirió Blaise.

—Esa es una buena posibilidad, ¿no?—cuestionó Graham, mirando a su amiga para escuchar su opinión.

Amelie se quedó callada, analizando la situación por completo. Si lo que decía Blaise era real, y los de Ministerio se guiarán solo por la edad, en todo caso, hubieran tenido sus ojos puestos en ellos primero. Ya que eran menores y, de forma instantánea el rastreador los delató al romper la regla de usar su magia fuera de Hogwarts, así que ellos, también serían parte de los sospechosos.

No obstante, lo que decía Blaise era también bastante lógico, quizás culparon a Flint porque ya no era más un niño y, por tanto, él sí sería capaz de asesinar a alguien, aunque en realidad, no fue un asesinato como tal, Flint solo estaba tratando de acabar con el dolor de hombre.

La posibilidad de que alguien lo haya delatado, era la más lógica para ella, por muchas razones. Así que la pregunta, que por ahora no tendría respuesta era:

¿Quién pudo hacerlo?

—¿Amelie?—llamó Theo, al ver que se quedó con la mirada perdida en el periódico. Ella lo miró con tanta seriedad, que su amigo tragó saliva nervioso.

—Sea lo que pasará, me alegro de que Flint esté bien...—murmuró.

—Yo también me alegro...—le sonrió Graham.

Repentinamente algunos gritos dentro del comedor, llamaron la atención de los cuatro. Amelie frunció las cejas al escuchar la risa de Draco, seguida de la voz de Harry, el cual sonaba bastante molesto.

—Métetelo por donde te quepa, Malfoy. Vamos, Ron...

—¡Ah, Potter! Tú has pasado el verano con ellos, ¿verdad? Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?

Amelie miro con las cejas fruncidas las puertas grandes de roble.

—¿Qué demonios está pasando?

Graham soltó una pequeña risita, mientras sujetaba la página principal del periódico para darle la vuelta.

—Honestamente yo también lo encuentro gracioso—admitió—, pero no lo suficiente como para burlarme.

Amelie, miró la nueva página del periódico para encontrase con otro segmento en el Profeta, sobre el padre de Ron, donde también venía una foto incluida, de la señora Weasley.

Amelie no quiso leerlo, sin embargo, supuso que era algo malo o una situación vergonzosa, solo con observar que escribieron el nombre de Arthur de forma incorrecta.

—Draco si lo encontró muy gracioso—dijo Graham, comenzando a caminar hacia las puertas del comedor.

Amelie y sus amigos lo siguieron de forma inmediata.

Draco estaba frente a la mesa Gryffindor riéndose sin ningún disimulo de sus propias palabras. Mientras tanto, Harry y Hermione sujetaban a Ron para que no se abalanzara sobre el rubio. Al rededor de ellos había alumnos, la mayoría de Gryffindor y Slytherin.

Ella no lo pensó dos veces y se acercó hasta Draco, aún con el periódico en la mano.

—Vamos—insistió el rubio—, respóndeme Potter ¿es verdad?

—¿Y no te has fijado en tu madre, Malfoy?—preguntó Harry—. Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando estás tú cerca?

Amelie se aguantó las ganas de echarse a reír por el cometario tan original de Harry y, en cambio, se acercó a Draco hasta sujetarlo del brazo con fuerza.

Unos ojos avellana, la miraron de forma instantánea.

—¿Qué haces, Draco?—murmuró—. Nos quitarán más puntos...

El rubio no pareció escucharla, sus ojos irradiaban enojo puro contra Harry, mientras que sus mejillas se pusieron coloradas por la vergüenza. Amelie lo sujeto con más fuerza del brazo, pero Draco la empujó con suavidad para sacar su varita de su bolsillo.

—No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.

—Pues mantén cerrada tu maldita boca—le contestó Harry, dándose la vuelta.

Sin esperarlo, Draco apuntó su varita hacia el y lanzó un hechizo en su contra, el cual le rozó apenas la mejilla.

Amelie lo miró con la boca ligeramente abierta por su estupidez. Se arrojó contra el rubio tratando de quitarle su varita, cuando otro rayo provino a sus espaldas, esta vez impactándolos a ambos.

—¡Ah, no, ustedes no, mocosos!—gruño una voz áspera.

Amelie sintió por un momento que su estómago se encogía, bueno en realidad, sintió su cuerpo completo hacerse más pequeño, hasta el punto en que todo a su alrededor era el triple de grande.

Se giró hacia todos lados teniendo una perspectiva totalmente diferente a la común. Podían ver la cara de algunos alumnos de Gryffindor riéndose, mientras la señalaban, como si ella fuera una exhibición graciosa. Se sintió tal frágil en aquel momento, que por poco se pone a llorar como un bebé.

Entonces, sus ojos se encontraron con cierta chica de cabello castaño, que la miraba con los abiertos en sorpresa. Intento acercarse por instinto, como si ella fuera hierro y Hermione un imán, pero, una fuerza la detuvo.

De pronto se encontraba en los aires, rebotando de arriba hacia el suelo, mientras las risas de lo alumnos llenaban el gran comedor.

—¡¿Qué está haciendo?!—gritó la voz furiosa de Theo.

—¡Esos mocosos iban atacar a Potter!—gruño Moody.—No me gusta la gente que ataca por la espalda. Es algo innoble, cobarde, inmundo...

Mientras tanto, levantaba su varita hacía los dos hurones que botaban cada vez más alto, chillando de dolor por ser golpeados contra el suelo de mármol.

Hermione se tapó la boca con las manos, al observar la forma tan cruel en que Moody los estaba tratando. Claro que Malfoy se lo merecía, pero Amelie. Ella era un caso distinto.

—¡Amelie no iba hacerlo viejo loco!—le gritó Pansy acercándose para intentar tomar al pequeño hurón de un color más blanco.

—¡Por favor, deténgase la va a lastimar!—exclamó Hermione también dando un paso enfrente.

Las risas estruendosas de Ron y algunos alumnos de otras casas resonaron en el gran comedor, que incluso llamaron la atención de algunos que iban llegando, como Cristina, Orion y los tres niños de segundo año, que Amelie apreciaba mucho.

Y durante ese tiempo Harry se quedó quieto en su lugar, sin saber si echarse a reír como Ron, o preocuparse por la niña Rosier.

—No... vuelvas... a hacer... eso... —dijo Moody, acompañado cada palabra con los botes de los hurones.

—¡Profesor Moody! —exclamó una voz horrorizada.

La profesora McGonagall, iba entrando en el gran comedor con un montón de libros en sus brazos.

—Hola, profesora McGonagall —respondió Moody con toda tranquilidad, haciendo botar aún más alto a los dos amigos.

Tanto Blaise, como Theo, estaban gritándole un montón de cosas, que probablemente nunca hubieran dicho frente a un maestro.

—¿Qué... qué está usted haciendo? —preguntó la profesora, siguiendo con los ojos la trayectoria aérea de los hurones.

—Enseñar —explicó Moody.

— Moody, ¿esos son alumnos?—gritó la profesora McGonagall al tiempo que dejaba caer todos los libros.

—Sí —contestó Moody sin preocupación.

—¡No! —vociferó la profesora McGonagall, sacando la varita. Al momento siguiente, reaparecieron Draco y Amelie con un ruido seco, hechos un bolita en el suelo, con el cabello desordenado y una expresión asustada.

Amelie se giró hacia a un lado para tratar de levantarse, sentía dolor en todo el cuerpo, aunque no tan feo como en el verano.

Tan pronto estuvo de pie, con Draco a su lado, Se encontró con un montón de sonrisas burlonas y dedos señalándola. Nunca se había sentido tan avergonzada en su vida como ahora, mientras escuchaba las carcajadas de Ron.

De forma muy torpe miró hacia abajo, tratando de no observar más a todos los que estaban en el comedor.

Sus amigos se acercaron para revisar si estaba bien, pero ella no les respondió, estaba más ocupada mirándose las manos, mientras un pequeño puchero de llanto se formaba en sus labios, sin embargo, ella no se atrevería a llorar.

Orion y Cristina también se acercaron, preguntándole que había pasado, pero de nuevo, ella no les dio alguna respuesta.

—¡Moody, nosotros jamás usamos la transformación como castigo! —habló con voz débil McGonagall, dándole una pequeña mirada a la niña de ojos grises—. Supongo que el profesor Dumbledore se lo ha explicado.

—Puede que lo haya mencionado, sí —respondió Moody, rascándose la barbilla muy tranquilo—, pero pensé que un buen susto...

—¡Lo que hacemos es dejarlos sin salir, Moody! ¡O hablamos con el jefe de la casa a la que pertenece el infractor..!

—Entonces haré eso —contestó Moody, mirando a los dos adolescentes con desagrado.

Amelie levantó la vista, para darle a Moody una mirada de odio puro. Y canalizó a su Draco interior antes de hablar.

—¡Mi abuelo se enterará de esto!—gruño, sin apartar la vista.

El hombre pareció indeciso, antes de tragar saliva y sonreírle animadamente.

—¿Ah, sí? —murmuró Moody en voz baja, acercándose con su cojera unos pocos pasos. Los golpes de su pata de palo contra el suelo retumbaron en todo el gran comedor— Bien, conozco a tu abuelo mejor que nadie, así que me encargare de vigilarte muy de cerca por él...

—Viejo loco...—murmuró Pansy, que también estaba a su lado.

—Vamos, muévanse—tomó a Draco del brazo y lo apartó de sus amigos—, supongo que el jefe de su casa es Snape, ¿no?

—Sí —respondió Malfoy, con resentimiento.

—Otro viejo amigo —gruñó Moody—. Hace mucho que tengo ganas de charlar con el viejo Snape... Vamos, adelante... —Y agarró también el brazo de Amelie, para conducirlos a ambos hacia la mazmorras.

Ella les dio a sus amigos un movimiento de cabeza, que en su leguaje significaba que estaría bien. Y mientras era empujada por el profesor Moody, se encontró con los ojos de Hermione, que la miraban con tanta lástima que por poco y se regresa a darle un puñetazo a la cara a Ron, solo para desquitarse.

No quería que Hermione la mirara de aquella manera. La hacía sentir tan débil y patética, mucho más de lo que ya era.

Antes de salir por completo del gran comedor, escucho un gritó estruendoso provenir de la mesa de Hufflepuff, que de forma inmediata hizo callar a todos.

Era la voz de Cedric Diggory.

—¡Quieren callarse, idiotas! ¡Apuesto a que les gustaría que los convirtiera en una rata!

Ella le agradeció mentalmente, aunque él no lo supiera.

[...]

Amelie fue empujada con fuerza dentro del salón de clase de pociones, donde casualmente estaba Snape revisando algunas notas de alumnos. Draco entró justo detrás de ella, con Moody todavía sujetándolo de la capa.

Snape levantó la vista de los pergaminos, para alzar una ceja con curiosidad.

—¿Qué está pasando aquí?

—Tengo un pequeño problema con estos mocosos—masculló Moody, mirando con su ojo bueno a Snape, mientras que el otro estaba doblado en un ángulo extraño, mientras la miraba a ella.

Draco se liberó del agarre de Moody, para acercarse hasta ella y colocarse a su lado. Por instinto del rubio, intento tomar su mano como solía hacerlo cuando eran niños y estaban a punto de ser regañados, mucho antes de que él se volviera un completo idiota.

O tal vez siempre lo fue, pero ella no podía verlo porque era exactamente igual que Draco.

De todas formas le permitió que le sujetara la mano, solo porque el rubio parecía haber llorado de vergüenza y se sintió mal por él.

—¿Qué clase de problema?—gruño Snape con impaciencia, dejando de lado los pergaminos para levantarse de su lugar.

—Problemas de cobardía—exclamó Moody, dándole una mirada significativa a Snape, quien entrecerró los ojos hacia él—. Estos dos chicos intentaron atacar a Potter por la espalda.

Amelie se burló en voz baja, sabiendo perfectamente, que para su profesor de pociones no era algo de lo que preocuparse, en todo caso, les daría puntos por atacar a Harry.

Snape no respondió, en cambio, se acercó hasta Amelie, ondeando su capa con suavidad. La revisó de pies a cabeza, dándose cuenta del aspecto en el que se encontraba. Y lo mismo hizo con Draco, que a diferencia de ella, tenía manchas de lágrimas en su mejillas.

—Por lo que puedo notar les empleo un castigo—masculló con los dientes apretados.

—De hecho, lo hice—sonrió levantando la cabeza con orgullo.

Amelie tuvo su mirada en Moody todo el tiempo, imaginando las posibles represalias, que sufriría el hombre, por atreverse a dejarla en vergüenza frente a todos. Ella nunca olvidaría lo que le hizo, aún cuando pasaran meses o años.

—Bien—masculló Snape—, en ese caso puede retirarse, me encargaré de mis alumnos a partir de ahora—hizo un ademán con la mano, para indicarle la salida.

A Moody se le borró la pequeña sonrisa, mirando con recelo a Snape, que con un movimiento de varita acercó dos sillas hasta Draco y Amelie, esperando que captaran la indirecta y se sentarán.

—Espero que obtengan un gran castigo, Severus—declaró con descaro. Se dirigió hacia la puerta con lentitud, moviendo su pie malo por el suelo. Y antes de retirarse por completo le lanzó una mirada específicamente a ella.—Ten por seguro Rosier, que te estaré vigilando en todo momento...

Amelie lo miró, apretando la mandíbula para evitar responderle, aunque sus ojos brillaban con furia contenida.

Snape mientras tanto, le dió una pequeña sonrisa orgullosa, al saber que tenía razón y Amelie, sería mucho más fácil de enseñar que cualquier otro adolescente.

Moody, finalmente salió de la habitación, dejándolo a los dos a manos de Snape.

—Profesor, ese tipo...—comenzó Draco de forma inmediata.

—Silenció, señor Malfoy. No tengo interés en saber que fue lo que sucedió—sentenció Snape.

—Pero, profesor...

—Diez puntos menos para Slytherin —declaró alzando una ceja hacía Draco, que tenía una expresión exasperada.—No vuelvas a poner en ridiculez a tu casa.

—¿Qué..? —murmuró el rubio sin entender.

—Ya me escuchaste. Ese es tu castigo por intentar hechizar a Potter...—movió la mano con desdén.

Amelie se quedó quieta en su lugar, jugando con las costuras de su túnica.

—¿Solo eso? —preguntó Draco, mirándola de reojo.

—Solo eso —repitió Snape en afirmación—. Ahora, hazme el favor de retirarte a cenar.

—¿Y Amelie?

Ella no miró a Draco, tenía la ligera impresión de que su profesor quería hablar específicamente con ella, así que simplemente se quedó callada.

—¿Necesitas que ella te guíe, Draco? ¿Acaso no sabes el camino al gran comedor? —se burló, regresando a su silla para sentarse.

Draco balbuceó unas palabras que ella no entendió, pero supuso que su amigo no regresaría al comedor, estaba demasiado avergonzado para ir.

—Retírate, Draco. Tengo algunas cosas de las que hablar con Amelie —sentenció el hombre.

¡Ja! Ella lo sabía. Internamente se halagó por saber leer a su profesor a la perfección.

—De acuerdo, señor.

Draco le dio una última mirada derrotada, antes de soltarle la mano, para caminar a la puerta y dirigirse hasta su sala común.

—¿Vas a tomar asiento o te quedarás ahí parada tontamente?—le murmuró.

—Prefiero quedarme parada, pero gracias por su hospitalidad—masculló con ironía.

Snape negó con la cabeza, pensando que todavía tenía que arreglar ciertos detalles en la chica, Amelie necesitaba aprender a controlarse más.

—¿De verdad atacaste a Potter?

—Creo que sabe perfectamente que no lo hice, ni tampoco pensé hacerlo —respondió dejando en claro un punto.

—¿Hiciste algo para molestar a Moody? —volvió a indagar, comenzando a acomodar los pergaminos en la mesa.

—No, aparte de existir, supongo —se encogió de hombros, tratando de alejar sus pensamientos sobre la advertencia de su abuelo.

—¿Qué clase de castigo les realizó? —volvió a preguntar.

Amelie de manera nerviosa, comenzó a golpear su pie contra el suelo. Y se encontró frunciendo el entrecejo de manera molesta.

—Uso la transformación para convertirnos en hurones...—murmuró apartando la vista.

Snape la miró atentamente, levantando ambas cejas.

—¿Y por qué no hiciste nada?

Amelie giró su mirada bruscamente. ¿Qué clase de interrogatorio era este? Ella quería ir a cenar con sus amigos, o tal vez ir a su sala común para patear el maletín de Pansy, imaginado que es Moody.

—¿Cómo se supone que hiciera algo, si estaba muy ocupada siendo un hurón?—masculló con incredulidad.

—Si te acatan por sorpresa, es porque tienes la guardia baja—comentó vagamente—, y nunca debes mantener la guardia baja. Creí que Alphonse te lo había enseñado como primera regla.

Ella lo miró fijamente durante unos segundos, que parecieron horas.

—¿Y usted como sabe eso? Además, es la escuela...¿Por qué tendría que mantener la guardia en alto?

Snape se encogió de hombros con simpleza.

—Nunca sabes con qué clase de personas trataras, Amelie, debes entender eso.

—Pues creo que sería muy paranoico pensar que todos me quieren lastimar—admitió.

—¿Me estás llamando paranoico?

—Bueno, si le queda el saco...—ella copió su acción y se encogió de hombros con lentitud.

Luego Snape, procedió a hacerle otra pregunta, que comenzaba a irritarla.

—¿Por qué intentaste detener a Draco?—indagó. Ella abrió la boca para responder, pero él no la dejó hacerlo—. Si no lo hubieras hecho, quizás Moody no te habría atacado.

Bueno, él decía la verdad. Si se hubiera quedado detrás con sus amigos, en lugar de ir con Draco, Moody jamás la atacaría, aunque, por alguna razón, sabía que él hombre buscaría otra excusa para hacer algo en su contra.

—Es mi amigo...—murmuró con duda.

—¿Por qué siempre pones a los demás antes que a ti? —preguntó colocando sus manos en la mesa.

Esa fue una pregunta muy personal. Y no la iba responder porque ni siquiera ella lo sabía.

—Profesor, ¿de que se trata esto?—masculló levantado las manos de sus costados para señalarlo a él y luego de regreso a ella—. ¿Es una especie de interrogación para un curriculum? Por qué si es así, créame no estoy interesada en ser profesora de pociones —se burló.

—Amelie...—llamó Snape con cansancio, cuando ella comenzó a divagar, mientras caminaba por el salón.

—¿Se imagina que yo sea profesora de pociones? ¡No, no, no! ¡Qué feo sería eso! ¡Tendría que tener el cabello grasoso! —hizo una mueca, mientras fingía escalofríos.

—¡Rosier, cállese y siéntese!

Ella lo hizo, aunque a regañadientes.

—¿Eres buena tratando de cambiar la conversación, no?—masculló exasperado

—¿Por qué? ¿Funcionó?—indagó cruzándose de brazos.

Snape se levantó de su lugar, dándose la vuelta y mostrándole la espalda. Amelie aprovechó para sacar una pluma de azúcar de su bolsillo y empezar a comérsela.

—Por lo que veo, eres una chica egocéntrica, astuta y muy arrogante...—enumeró.

Amelie se sacó el dulce para hablarle.—¿Me está insultando o halagando?

Snape la ignoro para acercarse hasta su mesa y comenzar a escribir en un papel.

—Tendremos que mejoras muchas cosas...—murmuró entre dientes.

Amelie miró hacia atrás, a las diversas pociones que estaban sobre la mesa y los estantes. Una de ella la conocía bastante bien, era la posición que en ocasiones tomaba su abuelo, aunque nunca supo para qué era exactamente.

Snape se acercó hasta ella, arrebatándole el dulce y mostrándole el pedazo de pergamino doblado.

—Este es tu castigo por el resto del año.

Amelie lo tomó, abriéndolo para leerlo con cuidado. Se fijó en la letra elegante de Snape. "Quizás tiene manos de bebé, pero su letras es buena", pensó con burla.

"CASTIGO APLICADO POR EL RESTÓ DEL AÑO A LA ALUMNA, AMELIE ROSIER"

Tendrá que presentarse en el aula de pociones, a las 6:00 pm. Los días Lunes, Miércoles y Viernes.

S. Snape.

—¿Y qué debo hacer con esto?—murmuró, guardándose en el bolsillo.

—Si algún otro profesor, como Moody, te pregunta sobre tu castigo, debes mostrarle eso.

—¿Por qué me preguntaría? —hizo una mueca confundida.

—¿Por qué haces tantas preguntas? —masculló de mala gana.

—¿Por qué usted responde con otra pregunta, a mi pregunta?

Snape suspiro con cansancio, caminando a pasos rápidos hacia la puerta y abriéndola para ella.

—¡Largo de aquí, Rosier!

Ella no espero que se lo dijera dos veces, camino hacia allí, y Snape prácticamente le cerró la puerta en la cara, justamente cuando ella se había girado para hablar.

—No me devolvió mi dulce...—exclamó.—¿Señor?

No hubo respuesta alguna.

—Ah, bueno—resopló—, tampoco lo quería.

Amelie miró con molestia la puerta antes de patearla con poca fuerza. La madera se rompió haciendo un pequeño hueco por donde se podía ver la luz del salón.

—¡Oh, maldición!

Hubo un grito. Y Amelie salió corriendo antes de que Snape saliera de allí.

Ya no quería convertirse en otro hurón.


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Yo diciendo que iba actualizar seguido, pero no funciono. :')

En fin. ¡Feliz navidad a todos!

Espero y la pasen genial, aunque creo que últimamente las navidades no son tan alegres como antes, al menos en mi caso que tengo 19 años y ya no puedo recibir regalos debajo del árbol. *llora en adulto*

Como sea, gracias por leer la historia *besito en la frente*

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