Entre notas [EN EMISION]

By BoxyRawr

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Taehyung es un joven tranquilo, amante de la música clásica cuya única afición es su futura profesión: Tocar... More

Bienvenida y disclamers
Capítulo 1 - El primer verso
Capítulo 2 - Acordes disonantes
Capítulo 3- Pizzicato
Capítulo 4: Balada triste
Capítulo 5- Outro
Capítulo 6 -Clavijero
Capítulo 7- Nessun dorma
Capítulo 9 - Reina de la noche
Capítulo 10 - La cabalgata de las valkirias
Capítulo 11- Heroes y villanos
Capítulo 12 - Distorsión
Capítulo 13 - O Sole Mio
Capítulo 14 - La marcha Radetzky
Capítulo 15 - Hopelessly devoted to you
Capítulo 16 - Miedo
Capítulo 17 - El caballero de la rosa
Capítulo 18- Coraline
Capítulo 19- Fri(END)s
Capítulo 20 - Puente
Capítulo 21- Canon D (I)
Capítulo 22- Canon D (II)
Capítulo 23- Ritmo ternario
Capítulo 24- Romeo
Capítulo 25 - Julieta
Capítulo 26- Singing in the rain

Capítulo 8 - O Fortuna

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By BoxyRawr

Era la tercera vez que Jimin intentaba llamar a la puerta de Hoseok, pero no parecía conseguir sacar el valor para hacerlo. Tras un mes sin hablarse, su paciencia había llegado a su límite. Si quería ganar aquella competición silenciosa por ver quien daba su brazo a torcer, le concedería la victoria, pero no podía soportar no tenerle en su vida ni un minuto más.

En otras ocasiones, había sido Hoseok quién se había comportado como el maduro de los dos con el paso de los días, yendo a arreglar su posible desacuerdo. Pero a medida que las semanas habían ido pasando tras su pelea en el conservatorio, Hoseok no había hecho más que alejarse aún más, y a Jimin cada vez le dolía más su ausencia. Si a eso le unía el hecho de que Taehyung le había dicho que Hoseok no estaba pasando por un buen momento, la preocupación había ido creciendo en su interior hasta que se había hecho insoportable.

Estaba todavía haciendo el esfuerzo de poner su preocupación por delante de su orgullo, cuando un chico de su edad con un casco de moto en una mano y una bolsa con recipientes de plástico en la otra se paró junto a él.

— ¿Vas a llamar al timbre? Tengo que entregar este pedido en este apartamento.

— No te preocupes, lo hago yo mismo—respondió Jimin, interpretando aquello como una señal del destino para que se decidiese a hacer lo que había ido a hacer—Dime cuánto te debo.

Un poco dubitativo, el chico aceptó la propuesta. Jimin sacó la tarjeta de crédito de su bolsillo y pagó sin mirar siquiera la pantalla del datáfono. Una vez que el chico hubo desaparecido por el pasillo, respiró hondo y picó con los nudillos contra la madera de la puerta. Los inconfundibles pasos de Hoseok se acercaron, y unos instantes más tarde la puerta se abrió.

— ¿Qué haces aquí? Márchate, por favor—dijo Hoseok al verle.

— Me puedo ir, pero tengo aquí tu cena. O hablamos, o te quedas sin ella.

— Muy bien, quédatela—respondió Hoseok, llevando la mano a la puerta para cerrarla. Pero antes de que pudiese conseguirlo, Jimin metió el pie en el hueco para impedírselo.

— ¡Espera, espera! Por favor, quiero disculparme. Y hablar contigo. Estoy preocupado por ti.

— Jimin, no sé qué es lo que no entiendes. No quiero verte.

— Te echo de menos, Hobi hyung —respondió Jimin con un hilo de voz, cerrando los ojos y apoyando la cabeza sobre su lado de la puerta.

La presión sobre el pie de Jimin de suavizó ligeramente, quedándose ambos en silencio un instante antes de que Hoseok volviese a hablar, abriendo lentamente la puerta nuevamente.

— Dime lo que quieras y te marchas—dijo Hoseok, arrebatándole la bolsa de la mano—Y dame mi topokki.

Asintiendo vehementemente con la cabeza, Jimin aceptó sus condiciones y entró al apartamento al mismo tiempo que ponía la bolsa con la comida en la mano de Hoseok al pasar, casi como si fuese un intercambio de rehenes. El invitado se descalzó lentamente y caminó con pasos inseguros hasta sentarse en su rincón predilecto, un puf de color aguamarina lleno de zurcidos y zonas descoloridas.

— No te pongas tan cómodo—dijo Hoseok con voz seria y firme mientras dejaba su cena sobre la encimera—Y por favor, date prisa.

Jimin se levantó de un salto con una mezcla de incomodidad y tristeza. Se sentía perdido viendo el comportamiento de su amigo. ¿Qué estaba pasando? Era la primera vez que Hoseok era mínimamente brusco con nadie, mucho menos con él. Ver su habitual rostro sonriente tan serio, tornado en una mueca casi de disgusto le encogió el estómago.

— Quería pedirte perdón por cómo me comporté con Taehyung. Tenías razón, fui un egoísta. Que quede claro que le pedí perdón a Tae ese mismo día.

— Ok. ¿Has terminado?

— No—respondió Jimin con firmeza—También quería pedirte perdón por haberte abandonado para pasar más tiempo con Yoongi. Taehyung me dijo que estabas pasando un mal momento, y yo ni siquiera mi di cuenta de que me necesitabas ahí. Debería de poder prestarle atención mis amigos y a mi vida amorosa sin descuidar ninguna de las dos cosas.

— ¿Ya?

— No —repitió Jimin —También lo siento por hablar todo el rato de Yoongi. ¡Pero de verdad, creo que, si le conocieses, te caería muy bien!

— No tengo el menor interés en conocer a esa persona.

— ¿Pero por qué? —preguntó Jimin, tratando de mantener la calma— ¿Le conocías de antes? ¿Sabes algo que yo no sé de él? Confío en él, pero confío más en ti.

— No le conozco. Simplemente no quiero conocerle.

— ¿Pero por qué?

— ¡No quiero, y ya está, Jimin! —gritó Hoseok, frustrado.

— ¡Pero habrá una razón!

— ¿Quieres una razón? ¡Muy bien! ¡No me da la gana, porque es el hombre que le gusta a la persona a la que quiero! ¿Contento?

Al decir eso, se hizo de pronto un silencio denso entre ellos. Jimin miró a Hoseok con los ojos muy abiertos, mientras el mayor miraba al suelo, incapaz de devolverle la mirada. Los segundos del reloj se ralentizaron, hasta que fue Jimin quien caminó hacia él muy despacio, como si temiese asustar a un animal huidizo. Solo cuando consiguió acercarse lo suficiente volvió a hablar con un hilo de voz.

— Idiota.

— ¿Perdón? —respondió Hoseok, congelado en donde estaba, y levantando brevemente la vista para mirarle, pero arrepintiéndose un instante después, volviendo a fijar sus ojos en las baldosas del suelo.

— Que eres idiota. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

— Porque no quería perder tu amistad.

— Lo entiendo, yo tampoco quería perder tu amistad—dijo Jimin casi en un susurro, asintiendo con la cabeza— Por eso me forcé a olvidar lo que sentía por ti y pasar página.

Al escuchar su confesión, Hoseok levantó la cabeza con brusquedad y le miró fijamente unos segundos.

— Tú... ¿también sientes algo por mí?

— ¿No es evidente? Siempre estoy contigo. Dormimos abrazados en cada ocasión que se me presenta. Te invito a tener citas a solas una y otra vez. Llevo mandándote señales muchísimo tiempo, pero asumí que si no habías respondido era porque no me veías de esa manera. Maldita sea, Hoseok, ¿pero por qué no me lo dijiste antes? Si lo hubieras hecho, yo...

Antes de poder terminar la frase, Hoseok atrajo el cuerpo de Jimin hacia el suyo, y juntó sus labios casi con violencia a los del otro. Jimin se quedó en shock unos instantes antes de relajar su cuerpo y dejarse llevar, arrollado por las emociones que sentía. A pesar del cuerpo delgado de Hoseok, Jimin pronto se sintió abrumado, sintiéndole por todas partes. Sus manos, ansiosas, se colaron bajo su jersey para aferrarse a su cintura con desesperación, a lo que Jimin respondió agarrándose con fuerza al pelo del otro, correspondiendo aquella pasión desenfrenada.

Hoseok aprovechó un momento en el que se separaron para tomar aire, y se deshizo de la parte de arriba de la indumentaria de Jimin, lo que animó al otro a empezar a desabrochar con nerviosismo la camisa de Hoseok, volviendo a lanzarse a besarle hambriento mientras lo hacía. Pronto, la necesidad empezó a arremolinarse en la parte baja de su vientre y, casi de forma instintiva, Hoseok le levantó del suelo al mismo tiempo que el menor enroscaba sus piernas sobre su cintura para dejarse llevar.

A ciegas, Hoseok les condujo a ambos a su dormitorio, donde dejó caer a Jimin sobre la cama. Por primera vez, se miraron el uno al otro, y lo que vieron fue algo que encendió una llama en su pecho hasta entonces desconocida. Sus miradas ardían, sus cuerpos pedían más de aquella energía electrizante que les había poseído. Nada más importaba en aquel instante que darle todo al otro.

— ¿Estás seguro de que quieres seguir? No quiero que te arrepientas luego—preguntó Hoseok, aun estando temeroso de la respuesta.

— No me voy a arrepentir. ¿Y tú? ¿Te arrepentirás mañana por la mañana?

— Aunque mañana te vayas a levantar para volver a los brazos de otro, siempre atesoraré esta noche.

════ ∘◦❁◦∘ ════

A pesar de llevar unos guantes sin dedos, una bufanda y un abrigo de plumas, Taehyung sentía el frío matinal hasta en los huesos por aquel viento gélido que agitaba los árboles y se colaba por cada pequeño recoveco de su ropa. Después de una semana y media yendo al parque Hangang para tocar el violín, se sentía enfermo a pesar de que no tuviese ningún problema de salud. Como penitencia por haber sido un cobarde y no haber afrontado mejor el problema con su vecino desde el principio, la vida le estaba castigando, no tenía la menor duda de ello.

Por supuesto, había hecho el propósito de no hacer absolutamente nada en respuesta a la venganza de Jungkook. Solo quería que aquello terminase, recuperarse de la inversión imprevista que había tenido que hacer para reponer lo que él había arruinado y acabar con aquella guerra.

Los aplausos de las pocas personas que se habían detenido para escucharle le sacaron de su ensimismamiento, y sonrió cortésmente mientras hacía una pequeña reverencia con la cabeza como forma de agradecimiento.

— ¡Hola! —dijo una voz infantil a su lado. Al mirar, un niño de cabellos negros como la noche y ojos enormes y huidizos se debatía entre mirarle o salir huyendo— Me gusta mucho cómo tocas el violín.

— ¡Gracias! —dijo Taehyung, agachándose junto a él para ponerse a su altura.

— Te... ¿te sabes el minuet de Bach? Me recuerda a mi mamá, solía tocarla para mi antes de irse a cielo.

Algo se rompió en el corazón de Taehyung al escuchar aquello, saber que alguien tan pequeño había perdido a alguien tan importante para él, cuando él aún no había superado la muerte de su abuela Binna, aun habiendo pasado años desde aquello. Por suerte, aquella canción había sido una de las primeras que aprendió a tocar, y era la favorita de su abuela. Así que asintió con la cabeza para responder al niño, quien le devolvió una amplia sonrisa.

— ¿Cómo se llamaba tu mamá?

— Hyejin—respondió el niño con orgullo—Y yo me llamo Jun.

— Muy bien, Jun. La tocaré con especial cariño para Hyejin. ¿Crees que le gustará?

— ¡Si!

Taehyung respiró hondo y cerró los ojos para concentrarse, queriendo hacer su mejor interpretación para aquel niño y su madre. En cuanto el arco tocó las primeras notas de la canción, su corazón viajó a su infancia. Binna, sentada en su sillón favorito, escuchándole atentamente con los ojos vidriosos, diciéndole que algún día viviría en Seoul y tocaría en grandes auditorios para gente que supiese apreciarle por su talento. Su propia sonrisa desdentada, prometiéndole que reservaría un asiento en primera fila para que fuese a escucharle. Y ella, prometiendo que allí estaría.

Por supuesto, ambos rompieron aquella promesa. Ella le dejó antes de que siquiera pudiese tocar en el auditorio de su conservatorio, y a día de hoy, su única audiencia se resumía en las actuaciones que se organizaban en el centro donde estudiaba y los pocos viandantes que se podían interesar en escucharle tocar en la calle cuando necesitaba dinero extra para llegar a fin de mes. Dos lágrimas corrieron por su cara, de pronto echando de menos las manos cálidas de su abuela acariciándole y dándole ánimos, confiando en él aun cuando su propia madre no lo hacía.

Cuando la canción terminó, otra ronda de aplausos comenzó, y él nuevamente hizo una pequeña reverencia como agradecimiento. El niño, sentado a sus pies frente a la funda del instrumento, tenía los ojos vidriosos por la emoción y una sonrisa en la cara. Y por un momento, Taehyung olvidó su propio dolor. Si con aquello había hecho feliz a aquella personita de mirada inocente, no necesitaba nada más.

— Jun, nos tenemos que ir —dijo una voz masculina mientras se acercaba al niño, con los ojos algo enrojecidos, pero con una sonrisa en la cara.

— Abuelo, ¿podemos venir la semana que viene? —preguntó el niño— Si vuelvo otro día, ¿tocarás otra vez esta canción para mí, Taehyung?

— Por supuesto que sí—respondió sin pensar el chico.

Jun le dedicó una sonrisa y una pequeña reverencia antes de darse la vuelta mientras agarraba la mano de su abuelo. Antes de marcharse, pudo escuchar cómo el hombre le decía lo orgulloso que estaba porque se hubiese atrevido a pedirle a su nuevo amigo que tocase aquella canción para él, confirmándole que volverían si aquello era lo que deseaba. No tenía la menor duda que a él le dolía en el alma tener que escuchar aquella pieza tras haber perdido a la que debía ser su hija. Pero el amor por su nieto valía más que su propio dolor.

Tras su partida, Taehyung decidió tocar un par de canciones más antes de irse a casa a comer. Aunque había aprovechado para practicar algunas canciones de su repertorio como práctica para sus exámenes, realmente necesitaba practicar algunas piezas algo más complicadas que aún no dominaba lo suficiente como para tocar en público, y debido a su apretada agenda durante la semana por la necesidad de sacarse aquel dinero extra, no había podido hacerlo durante la semana laboral. Estaba cerrando su estuche mientras contaba el dinero conseguido, cuando su móvil empezó a sonar en su bolsillo.

— Taehyung...—dijo Jimin al otro lado del teléfono, con ese tipo de susurro gritado que solo la desesperación puede dar.

— ¿Qué necesitas de mí? —preguntó Taehyung intentando mantener la calma. Conocía lo suficiente a su mejor amigo como para saber que algo grave había debido pasar.

— Estoy en la puerta de tu casa. Madre mía, no sé qué hacer... vaya lío... ¿Pero por qué me hago esto a mi mismo?

— En media hora estoy ahí — respondió Taehyung sin pensarlo.

Según colgó la llamada, sus habituales largas zancadas se convirtieron en pasos de carrera, hasta que su cuerpo se empezó a mover con rapidez hacia la entrada de la estación de trenes. Jimin y él tenían siempre esa tendencia al dramatismo, pero había algo en la voz de su mejor amigo que le resultó inquietante. Había verdadero estrés y pánico en su tono de voz, y pocas eran las veces en las que pedía ayuda.

Al llegar al edificio, encontró la melena de Jimin hundida entre sus brazos, cruzados sobre sus rodillas mientras le esperaba sentado en las escaleras. No le oía llorando, pero la postura corporal delataba que estaba realmente afligido, y eso le dolía.

— Mimi, ¿qué ha pasado? —preguntó Taehyung con voz suave, sentándose a su lado.

Al escucharle, Jimin levantó la cabeza y le miró con ojos de culpabilidad, dudando por unos instantes si confesar su pecado era una buena idea a pesar de que necesitase sacar aquel dolor de su pecho. Tras mirar de un lado a otro dubitativo, por fin se decidió a hablar.

— Anoche Hobi me besó —dijo en un susurro, haciendo que de la boca de Taehyung saliese un grito ahogado— Y yo le besé de vuelta.

— ¿Cómo? —preguntó Taehyung, en shock.

— Y hemos estado teniendo sexo toda la noche.

— ¡Jimin! —exclamó el otro, agarrándole del brazo.

— Me gusta mucho.

— ¿En serio?

— Pero también me gusta mucho Yoongi. Y estoy hecho un lío—dijo Jimin, volviendo a hundir su cara entre sus manos y exhalando un grito de frustración.

— Entremos en casa, y pidamos una pizza. Esto merece un gabinete de crisis.

En un instante, ambos amigos entraron en el apartamento. Tras pedir la comida, Taehyung se dejó caer en la alfombra y miró a su amigo, convertido en un enorme rollo de canela tapado con una manta en su sofá.

— Cuéntame qué pasó anoche.

— Pues...estaba harto de estar peleado con Hobi, así que fui a verle. Y terminó diciéndome que le gusto.

— ¿Y te besó?

— Bueno, antes le dije que él también me gusta a mi desde hace tiempo.

— ¿Perdón? —exclamó Taehyung, abriendo mucho los ojos.

— Venga ya, no me despego de él ni con agua caliente, duermo con él, estoy todo el día besuqueándole e intentando hacer planes a solas con él. ¿De verdad es tan increíble que tenga un crush con él desde que le conocí?

— ¡También duermes conmigo, me besuqueas, haces planes solo conmigo, y te cuelgas de mi cuello como un mono todo el día! —dijo Taehyung— Espera, espera, ¿tienes un crush conmigo?

— Puaj, no—dijo Jimin, torciendo la cara con un gesto de disgusto—Quizá no era tan claro como yo pensaba, y él pensó que era un amigo más. ¡Pero me gusta mucho!

— ¿Y qué vas a hacer?

— Ese es el problema, que no lo sé. Hace muchísimo tiempo que Hobi me gusta, pero Yoongi me hace sentir tan bien...

— Tienes que hablar con ellos, Jimin. Hasta que no te decidas, no es justo que andes jugando con los dos.

— Lo sé, lo sé... —gruñó Jimin, metiendo la cabeza dentro de su crisálida de manta.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Un piso más arriba, Jungkook llevaba más de una hora mirando el techo de su dormitorio. Desde que Taehyung salió de su casa el día anterior, se sentía tremendamente culpable. Maldita sea, por mucho que quisiese hacerse el duro, odiaba aquella situación con el vecino. Puede que el tipo fuese un poco desagradable, pero tampoco debía ser fácil tener que escuchar algo que no deseas en tu propia casa, sin poder tener al menos un mínimo control sobre ello.

Y lo peor, es que sabía que Taehyung tenía razón, y la broma del pescado había sido demasiado. También Yoongi se lo había dicho, pero entonces, por la razón que sea, no le había calado tanto como cuando su refinado príncipe de cuento se lo dijo con mirada de decepción. Necesitaba borrar aquella mirada de sus ojos. Necesitaba que volviese a mirarle con cariño y dulzura. Necesitaba ver que estaba orgulloso de él por hacer lo correcto. Así que, decidido, se puso una sudadera y unos pantalones de deporte junto con unas zapatillas, y bajó las escaleras para llamar a la puerta de su archienemigo.

Tras escuchar el zumbido en el interior de la casa, el corazón le empezó a latir apresuradamente en el pecho por los nervios y la vergüenza. Esperaba a un señor mayor, o a un hombre que fuese a decirle de todo, a amenazarle, a golpearle. Esperaba tener que disuadirle para que no le denunciase por la estupidez que había hecho, y estaba dispuesto a postrarse a sus pies para rogar su perdón. Lo que hiciese falta para revertir aquella historia.

— ¿Jungkook? —dijo una voz conocida al abrirse la puerta.

— ¿Jimin? ¿Qué haces aquí?

El rostro de Jimin cambió de su natural tono ligeramente rosado a un tono blanco verdoso mientras su gesto pasaba de una sonrisa a una mueca de verdadero terror.

— Yo...

— Jimin, ¿quién es? Las pizzas no deberían llegar hasta dentro de media hora—preguntó Taehyung, saliendo del dormitorio en pijama, secándose el pelo con una toalla.

Todo ocurrió muy deprisa: Taehyung miró con horror a Jungkook, sabiéndose descubierto. La toalla cayó al suelo, y ambos se miraron a los ojos en la distancia. El gesto de Jungkook, ya confuso unos instantes antes, se llenó de ira y dolor antes de darse la vuelta y salir corriendo por las escaleras.

— ¡No! ¡No! ¡Jungkook, espera! ¡Te lo puedo explicar! — gritó aterrorizado Taehyung, saliendo por la puerta corriendo para ir tras él.

— Mierda, mierda, mierda, mierda...—musitó Jimin, clavado en la puerta, aun sujetando el pomo.

A pesar de correr con toda su energía, Taehyung llegó hasta la puerta de Jungkook cuando acababa de cerrarse. Con un gruñido de frustración, Taehyung llamó a la puerta con los nudillos.

— Jungkook...—dijo Taehyung con voz dulce.

— ¡Vete!—gritó Jungkook al otro lado.

— Por favor...por favor, déjame que te lo explique...

— ¿Sabías que era yo y no dijiste nada?

— Bueno...sí.

— ¿E intentaste manipularme para conseguir lo que querías?

— ¡No lo diría así, yo solo...!

— O sea, que sí. ¡Pues no necesito saber nada más, imbécil! ¡Vete y no vuelvas! —gritó furioso Jungkook.

Taehyung sintió cómo su corazón se encogía. Sabía que se había equivocado, pero aún tenía la esperanza de que, si Jungkook se enteraba en algún momento (algo que, pensándolo en aquel momento, le pareció obvio que iba a pasar tarde o temprano, aunque se hubiese negado a verlo) al menos tuviese la ocasión de explicarle todo. Pero no tener la oportunidad de mostrarle las circunstancias atenuantes le dolía en el alma.

Con los ojos llorosos y un nudo en la garganta, bajó las escaleras hasta volver a su apartamento, donde Jimin seguía de pie junto a la puerta con cara de preocupación.

— Tae, lo siento...

— No es culpa tuya, debería haber confesado cuando tuve la ocasión.

— Ya, pero no lo hiciste porque yo te lo pedí por... ¡Yoongi! ¡Eso es! Seguro que él puede ayudarte.

— ¿Estás seguro de que quieres verle después de lo que ha pasado con Hobi?

— ¡Si! ¡Claro que sí! Tengo que decidir qué quiero hacer, pero él me sigue gustando muchísimo—respondió Jimin, dirigiéndose hacia el dormitorio mientras pescaba su móvil de su bolsillo trasero del pantalón.

— Habla con él, no seas tan idiota como yo, por favor—dijo Taehyung, mirando instintivamente hacia el descansillo de la escalera antes de cerrarla.

Ya sentado sobre la cama del dormitorio de Taehyung a solas, Jimin suspiró dramáticamente para sí mismo. A pesar de la fingida seguridad que había mostrado, lo cierto era que no se sentía muy seguro de poder enfrentar a Yoongi apenas unas horas después de haberse acostado con Hoseok. ¿Su crush de siempre, o el chico que le había robado el corazón en apenas unas semanas? ¿La dulzura y energía luminosa de Hoseok, o esa aura misteriosa de Yoongi? Pero cuando dudaba si darle al botón de llamada, pensó en lo que había provocado con su egoísmo. Hoseok tenía razón en eso, y es que Taehyung no actuó como debía y como quería por protegerle a él.

— Hola Yoongi hyung.

— Hola, precioso, ¿cómo estás? Anoche no supe nada de ti...

— Si, ya, bueno, ya te contaré. Te llamaba porque Taehyung necesita tu ayuda... ¿Podrías venir a su casa?

— Claro, iba a ir igualmente a ver a Jungkook en un rato. ¿Qué piso es?

— 7ºE.

— Anda, qué curioso, Jungkook vive en el...—empezó a decir Yoongi, quedándose un instante en silencio antes de seguir hablando—Mierda.

— Exacto.

— En seguida estoy ahí—dijo Yoongi antes de cortar la llamada abruptamente.

Con la mano temblorosa, Jimin se alejó el teléfono de la cara y respiró hondo un par de veces para aliviar su nerviosismo. Sentía que se estaba aprovechando de Yoongi, cuando era literalmente perfecto para él. Pero Hoseok... Hoseok también era perfecto. Se sentía como si fuese una pieza de puzzle que encajaba a la perfección con ambos, aunque fuese por distintas facetas de sí mismo. Por el momento, tenía una verdad que revelarle. Si Yoongi soportaba aquello, ya vería cómo lidiar con su dilema.

En pocos minutos, Yoongi apareció en la puerta de Taehyung, con su casco de moto aún bien encajado en su cabeza.

— ¿Puedo pasar? —preguntó Yoongi a Taehyung antes de entrar en el apartamento.

— Por supuesto. Ponte cómodo.

Con timidez, Yoongi dejó el casco en el suelo junto al sofá y se sentó. Taehyung le puso al corriente de todo lo que había ocurrido, con pequeñas interrupciones de Jimin culpándose por lo ocurrido.

— Ay, Taehyung, no sabes lo que has hecho. Solo hay dos cosas que Jungkook no soporta. Una son los microondas. Y la otra son las mentiras o que le oculten cosas. Tiene un trauma con eso.

— ¿U...un trauma? —dijo Taehyung.

— Si. Es muy estricto con que todo el mundo le sea sincero en todo momento. Incluso estuvo sin hablarme durante días por inventarme una excusa para no quedar con él, y eso que era porque le estaba organizando una fiesta sorpresa.

— Esto es culpa mía, lo siento, lo siento... —dijo Jimin, sintiéndose aún más culpable por arrebatarle a su mejor amigo a la única persona por la que se había sentido atraída desde que le conocía.

— Jimin, has sido increíblemente idiota. Si lo hubiese sabido, no hubiese pensado mal de ti y hubiese ayudado a salir a Taehyung y Jungkook de ese lio. Ahora... Tengo que ir a verle.

— No creo que quiera ver a nadie, estaba furioso.

— ¿Furioso? Oh, Dios, necesito subir ahora mismo—dijo Yoongi, levantándose del sofá- Ya hablaremos, Mimi.

Antes de que los dos amigos pudiesen reaccionar, Yoongi le dio un breve beso en los labios a Jimin, agarró sus cosas y salió con pasos apresurados del apartamento. Mientras subía los escalones de dos en dos, Yoongi agradeció mentalmente llevar la copia de la llave del apartamento de Jungkook en su llavero. Con cuidado, abrió la puerta y lo que vio le partió el corazón. El salón estaba completamente a oscuras, solo iluminado con el proyector de galaxias que usaba cuando necesitaba relajarse, y Jungkook estaba sentado en el suelo, apoyado en la mesa de centro con los ojos hinchados.

— Kookie...—musitó Yoongi, cerrando con suavidad la puerta de la entrada y acercándose lentamente a él.

— ¿Lo ves? Todo el mundo me miente y me oculta la verdad, no puedo confiar en absolutamente nadie.

— Lo sé, cielo, lo sé...—susurró Yoongi, sentándose a su lado y rodeándole con cariño.

— Le odio, es un monstruo, me ha estado mintiendo durante dos meses...seguro que ahora están Jimin y él riéndose de mi por haberme conseguido engañar...

— Eso no es verdad, Kookie. Me han llamado porque Taehyung estaba destrozado por lo ocurrido.

— ¿Has ido a verlos? ¡Traidor! —chilló Jungkook— ¡Vete! ¡No quiero verte!

— No me voy a ninguna parte, pequeño—respondió Yoongi con voz pausada, volviendo a colocar la cabeza de su amigo sobre su pecho protectoramente— Estoy aquí contigo.

— ¡Estás de su lado aun sabiendo que me han mentido!

— Sé que te han mentido, y no lo justifico. Pero no lo han hecho con mala intención. Deberías darle la oportunidad a Taehyung de explicarte lo ocurrido. Son dos idiotas a los que las cosas se les han ido de las manos. Pero sus intenciones no eran malas.

— ¡Pero...

— Pero nada. Estoy seguro de que, si Taehyung y Jimin hubiesen sabido lo importante que es para ti la honestidad te hubiesen contado todo en cuanto supieron que eras su vecino.

— ¿No...no lo sabían desde el principio?

— No, no lo sabían hasta hace unos días. Así que mañana vas a hablar con él y le vas a escuchar, ¿ok? Él te gusta, y se nota que tú también le gustas a él. Lo suficiente como para estar destrozado después de que le dejases una maldita cabeza de pescado podrido sobre la almohada. Yo te hubiese matado y con tu piel me hubiese hecho una canoa.

A través de las lágrimas, Jungkook se rio, apoyando nuevamente la cabeza sobre el pecho de su amigo y abrazándole con fuerza.

— Gracias, Yoon. Sabes que desde lo de mi hermana...

— Ya lo sé. Sé que no es fácil para ti. Pero ya te lo he dicho, la solución no es cerrarte a los demás, pequeño. ¿Hablarás con él?

— Ma...mañana, ¿vale? Hoy no puedo, yo...

— Necesitas un tiempo.

Aquella decepción solo podía recordarle esa parte de su pasado que solo la gente más cercana a él conocía, esa parte en la que evitaba pensar, pero que inevitablemente siempre volvía para recordarle lo estúpido que había sido por confiar en ella, aunque la quisiese más que a nada en este mundo. Ella fue la primera en enseñarle lo que era la traición, y ya no estaba ni siquiera presente para reclamarle haber sabido la verdad mucho antes. Su capacidad de confiar en los demás y su corazón quedarían perpetuamente heridos por su culpa. 

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