Lobo Blanco (boyxboy) - ¡Sin...

Oleh LailaValentineA

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Jamie es un chico huérfano criado por el jefe de la comunidad Ridgewood. Una comunidad alejada de las ciudade... Lebih Banyak

Capítulo 2: Parte del destino
Capítulo 3: Sentencia Perpetua
Capítulo 3.5: Sentencia Perpetua - parte sexy
Capítulo 4: Ataque de pánico
Capítulo 5: Solo
Capítulo 6: En blanco
Capítulo 6.5: En blanco - parte sexy
Extra 1
Capítulo 7: Pronto
Capítulo 8: Cuando vuelvas
Capítulo 9: Déjanos solos
Capítulo 10: Deseo
Capítulo 10.5: Deseo (parte sexy)
Capítulo 11: Marcas
Capítulo 12: Todo bien
Capítulo 13: Parte de mí
Capítulo 14: Silencio
Capítulo 15: Juntos
Capítulo 15.5: Juntos (parte sexy)
Capítulo 16: Corre
Capítulo 17: Unegvwaya parte 1
Capítulo 18: Unegvwaya pt. 2
Extra 2
Capítulo 19: Cuando seas mayor

Capítulo 1: Regreso

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Oleh LailaValentineA

(N.A.: Hola a todos! Mi primera vez escribiendo una historia con temática gay y encima que tiene que ver con la fantasía de hombres lobos.

Sé que no soy nada original, pero la historia se empezó a escribir sola y ya no me pude detener e.e

En cualquier caso, espero que les guste y que disfruten tanto como yo disfruto escribirla.

Pdta.: Acepto críticas con los brazos abiertos, pero que sean críticas constructivas #NoAlOdio #PorFavorSeanGentiles

Pdta. 2: Como dije antes, no soy nada original. Me inspiré en el fantástico mundo creado por HecDaevis en su serie Fallen Wolves. Claro que comparado con el suyo que es tan increíble (y que por cierto recomiendo), el mío es un campo de flores jaja.

Ya sin más que decir, aquí está el primer capítulo de Lobo Blanco)

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Jamie's PDV

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La tribu enemiga

...Veneno en la comida

...No sabemos cuánto más le queda

Te quiere a su lado

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La lluvia fría caída sobre mí. Con mi rostro y cuerpo empapados corro a través de la aldea, ganándome miradas de reproche. Todos lo sabían menos yo.

Resiste. Por favor resiste. Espérame.

Las palabras de Debra, una de las corredoras que había ido a invocarme en nombre del jefe, resonaban en mi mente. Pesadas y austeras.

《Es cierto. Tú no lo sientes. Su esencia está desapareciendo. En verdad eres inútil. ¿Qué harás ahora si ya no hay nadie de tu lado?》

Estoy acostumbrado a ello, el odio infundado por ser diferente. Porque no soy como ellos. Porque soy un humano.

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No me dejes.

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Intenté pasar por la puerta principal haciendo a un lado a todos los demás miembros de la manada recibiendo a cambio reclamos e insultos, pero no me importaba.

Al ingresar a la alcoba del jefe, vi a Samuel parado al pie de la cama dándome su usual mirada de desprecio. Su pelo negro y sus ojos grises, inundando la habitación con su presencia... Siempre imponiéndose ante mi ser. Siempre. Incluso desde niños.

Lo ignoré y me apresuré a arrodillarme al lado de Sergio, que estaba recostado en su cama.

"No... No. No. No. No" Se veía tan mal. Su pelo negro pero salpicado de blancas canas y sus ojos negros como el ébano, habían perdido su alegre y característico brillo. Las ojeras en su rostro eran inmensas y había bajado de peso. Era tan diferente de la última vez que lo vi, hace algo de tres meses.

Tomé su mano derecha entre las mías y las llevé a mis mejillas mojadas por la lluvia... Por la lluvia y las lágrimas derramadas durante todo el viaje para acá.

Sergio acarició mi cabello completamente húmedo y mi cara con la otra mano pero usó solo si dedo índice para levantar mi quijada y cruzar miradas. Me sonrió como siempre lo hacía, con amor. Una sonrisa gentil y sin fuerzas.

"Mira quién se dignó a aparecer. Ya era hora que llegaras" La voz de Samuel me hizo recordar que no estábamos solos, pero sobre todo que no era el único sufriendo.

"Calla, Samuel. Yo lo quiero a mi lado. Trátalo bien aunque sea por poco. Jamie también es mi hijo"

"Eso no es lo que nos dijo antes de abandonarnos"

"¡Samuel!"

"No, no. Él tiene razón" intervine apresurado, no quería que se peleen. No ahora.

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Lo que decía Samuel era cierto. Los había traicionado. Les había dado la espalda al negar a los únicos a quienes les importaba. Noté como la expresión del alfa se entristecía, seguramente recordando aquella discusión, nuestras últimas palabras

《No puedo soportarlo más. No me quedaré a esperar mi muerte sin objetivos y metas. ¡No pertenezco aquí y tú lo sabes! Me iré y no puedes detenerme. ¡No me quedaré aquí por tu simple capricho! ¡No tienes palabra sobre qué es lo mejor para mí! ¡No eres mi padre!》

Después de eso huí a la cabaña abandonada cerca de la ciudad. A empezar una vida nueva, me dije. No conseguí dinero para mantenerme y sin embargo nunca me faltó alimento. Siempre encontraba conejos silvestres cocinados en mi pórtico o frutos secos y manzanas.

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Sabía que era él. Durante tantos años viviendo entre lobos aprendí a reconocer cuando era observado, a pesar de no contar con las mismas habilidades de los miembros de la manada.

Me arrepentí apenas los dejé pero fui orgulloso en demasía como para disculparme.

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"Lo siento papá. No fue mi intención. Me di cuenta de mi error apenas me fui pero no me atreví a regresar. ¿Cómo podría haber regresado después de faltarle el respeto al alfa? ¡Y en frente de todos! ... Lo siento, lo siento. Siento que sea en una situación como esta para pedirte perdón. Siento haberme ido. Siento haber perdido todos estos meses contigo. Lo siento" más lágrimas aparecían mojando sus manos aún en mis mejillas mientras rodaban sin control.

"¡Oh, Jamie! Verte me da fuerza para resistir más tiempo. Tus lágrimas me curan y retienen el veneno."

"Para el drama. No te trajimos para despedirlo. No sabemos cuánto más tiempo le queda. Tienes que crear el antídoto antes de que sea tarde." Samuel me habló con seriedad y calma. Tan impropio de él.

"P-Pero no sé si funcionaría. Ni siquiera sé qué veneno le han suministrado..."

"¡Jamie! La vida del alfa está en peligro. Se nos acaba el tiempo así que no te atrevas a dudar. ¡Déjate de cojudeces y espabila ya!"

"Pero yo no..."

"Hijo, por más que Samuel sea tan tosco, tiene un punto. Quiero que lo intentes. Sé que puedes. Aún no creo que sea mi hora... Ayúdame. Todavía no puedo dejar a los míos. Todavía no puedo dejarlos, ni a ti, ni a Samuel. Al menos consígueme un poco de tiempo. Después de todo, eres el mejor curandero de los alrededores. "El voto de confianza no hizo más que ponerme nervioso.

Pero si recurrían a mí era porque de verdad no había más esperanzas.

"Lo voy a intentar. No te voy a dejar morir sin hacer nada. Te lo prometo." Salí de la casa del jefe a prisa, no sin antes besar sus manos en forma de respeto una vez más, y fui a mi cabaña en busca de medicinas. No podía perder más tiempo.

No te voy a dejar morir

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"¿De verdad crees que te pueda curar?"

La sonrisa que dejó Jamie en Sergio desaparecía a medida que la puerta se cerraba.

"No lo sé. Si logra crear un antídoto este me daría mínimo dos semanas. Puedo sentir el veneno tratando de destruirme de adentro hacia afuera. Si no fuera por la regeneración ya estaría muerto... Ahora ve, te está invocando."

Samuel agudizó el oído confirmando los gritos de Jamie y se dirigió hacia donde su esencia se hallaba.

"Samuel, haz una cita con Penélope. Ya es hora de descubrir tu pareja. No quería que pasará hasta que tuvieras la edad suficiente pero a este paso tú serás el siguiente jefe dentro de poco"

"De acuerdo, alfa"

Samuel abrió la puerta para continuar las órdenes del débil jefe de la manada no sin antes recibir un "Gracias, hijo" al salir.

Eso fue suficiente para recordarle el temor de perderlo y la angustia de nuevas responsabilidades.

Dejó esos pensamientos de lado. Tenía cosas que hacer y sobre todo una aldea que defender en estos momentos de vulnerabilidad.

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"Dime que aún tienen algo del veneno. Si no, es un riesgo mayor darle medicina."

Mi laboratorio lo encontré tal como lo había dejado e incluso más limpio de lo normal. Samuel entraba por la puerta con una expresión de molestia.

Es exactamente esta la razón por la que no podía perder a Sergio. El vivir en una comunidad donde la jerarquía se daba por fuerza y linaje no era fácil. No soy más que un extraño para ellos.

Él fue el único al que le importó un débil niño humano perdido y a punto de morir.

Aún recuerdo la primera vez que lo vi. Apareció ante mí en su transformación. Un inmenso lobo gris. Cuatro veces el tamaño de un lobo común. Protegiéndome del ataque de un oso pardo. Tenía apenas tres años cuando mi vida, de la cual no recuerdo nada, cambió.

Me trajo consigo a la aldea a pesar de la protesta de Richard, su mejor amigo y por entonces segundo al mando. Puesto que actualmente ocupa Samuel.

A pesar del peligro que representaba un humano sin pasado en medio de una comunidad de hombres lobo, me adoptó en su familia.

Y ésta se convirtió en mi única realidad desde entonces. El ser discriminado o tomado sin importancia sólo porque, por supuesto, soy el más débil de la manada.

De no ser por Sergio que me protege como a su propio hijo, ya me hubieran expulsado y abandonado a mi suerte.

Lo admiro y lo quiero muchísimo, y sin embargo eso no me detuvo para huir hace tres meses.

Llegué a un límite cuando Tomás, la mano derecha del alfa, decidió por su cuenta que me había vuelto una molestia.

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Tomás, como yo, era huérfano. Su padre, Richard Laurie y segundo al mando, y su madre, Verónica Laurie, habían sido cazadores y guerreros de élite. Pero murieron hace ya siete años, cumpliendo su labor, durante un intento de conquista del clan Campbellton.

Aún recuerdo la horrible escena...

Estaba atardeciendo cuando se oyó el escalofriante aullido.

De forma repentina el centro de la ciudad, en el que niños jugaban y las personas daban paseos tranquilos, se convirtió en un campo de batalla.

Aquel día yo estuve en la oficina de Jerí, el anciano curandero de barba blanca y ojos verdes rasgados. Siempre hablaba de lo mucho que le gustaba un discípulo joven. "Una mente joven es una mente lista para moldear" decía.

La primera vez que descubrí lo qué era ser un curandero supe qué eso era lo que quería ser. Se puede decir que tuve suerte de encontrar mi vocación tan joven, a los siete años.

El ser excluido de los juegos con los otros niños también influyó bastante en la dirección que tomó mi vida. Enterrando mi cabeza en libros de hierbas todo el día y hasta haciendo viajes de investigación junto a Jerí, quien asumió la posición de mi mejor amigo y de mi educador en pócimas y brebajes.

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Recuerdo los gritos de mi padre buscándome con desesperación.

"No salgas de la casa. No importa lo que oigas, no te acerques a las ventanas" me dijo al encontrarme temblando encogido bajo el escritorio. "Jerí, protegerlo con tu vida" me besó en la frente y salió a la batalla con un Samuel frío e indiferente a su lado. Apenas tenía él doce años y ya era un fuerte cazador, como era de esperarse. Incluso desde entonces me trataba como una peste.

El bullicio continuó por veinte minutos más. Cuando por fin terminó logré huir del débil agarre de Jerí a buscar a mi padre y a Samuel.

Cuando salí por la puerta sangre fue lo primero que vi. Sangre de hombres, mujeres y niños. La sangre que se derramó ese día.

Lo segundo que vi fue mi padre agachado sobre el cuerpo de Richard, cerrando sus ojos sin vida. Junto a él, Samuel se erguía frío e inexpresivo mirando hacia el cadáver.

Fui un golpe muy fuerte para la aldea. Ese día se perdió un quinto de la población. Amigos, familia, parejas.

Papá nunca fue el mismo. Se volvió sobre protector conmigo en extremo, encerrándome entre las cuatro paredes de su cabaña hasta que creyó que el peligro había pasado.

Esa quizá fuera otra de las razones por la que huí.

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Hace tres meses:

Tomás era mayor que yo por tres años (igual que Samuel), tenía él diecinueve, por lo que todavía no había realizado su ritual de revelación.

Después de la muerte de sus padres, Sergio lo acogió en la casa como un ayudante o asistente junto a su hermano Marco, hasta que Samuel pueda asumir sus responsabilidades como segundo al mando.

Siempre cumplía sus órdenes sin chistar ni responder a nadie más que al alfa. Supongo que con la clase de líder que papá era, no era sorpresa que llegara a idealizarlo, hasta el punto que consideraba una ofensa o una traición a cualquier palabra en desacuerdo a cualquier afirmación, frase u oración que Sergio dijera.

Tampoco fue gran sorpresa que me considerara un problema, al adoptar yo una actitud desafiante cuando estuve en mi etapa de rebeldía o con ansias de libertad.

Así que para resumir: intentó asesinarme en el límite del río. Invoqué a Sergio y con ira en sus ojos arrastró a Tomás lejos de mí.

No sé cuándo lo planeó.

No sé por qué lo hizo.

No sé si hubo celos o deseos de subir de rango en la jerarquía involucrados.

Solo sé que no murió ya que Marco, su hermano, se ausenta de tanto en tanto en el bosque y porque el alfa me lo dijo.

Después de eso la muerte de Jerí, mi único y mejor amigo, y la sobre protección del alfa más mi momentánea inestabilidad emocional por encontrarme nuevamente solo causó que huyera al exilio.

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"No estábamos seguros de que fuera la bebida o la comida así que no la preservamos adecuadamente. Espero que aún sirva." Samuel había salido de la cabaña una vez más y regresaba en menos de un minuto con una bandeja de comida en la mano. Dejándola en la mesa a lado mío me dijo: "¿cuánto tiempo crees que te tome?"

"Yo... Yo no lo sé. Intentaré que sea lo más rápido posible. Ni siquiera sé si funcionará..." la duda de si funcionaría o no carcomía mi corazón y los nervios por lo que diría a continuación no ayudaban. "Por cierto... Gracias. S-Sé que él no me llamó. Nunca lo haría... Gracias por... p-por dejarme verlo otra vez"

Samuel respondió encogiéndose de hombros con indiferencia como siempre. Sin prestarle mucha importancia.

"Sí, seguro. Solo espero que el haberte traído de vuela sirva en su recuperación. Me voy. Tengo cosas que atender."

"¡Espera!" antes de que cruce el umbral al exterior me aferré a su brazo a pesar de saber lo mucho que odia el contacto físico conmigo "¿Cuánto más le queda?"

"Máximo cinco horas" me miró con asco y azotó su brazo para zafarse de mi agarre. Ya estaba acostumbrado a su trato tosco. "Ya sabes cómo invocarme si aún no lo has olvidado durante tu retiro. Piensa o di mi nombre." y así, tan rápido como llegó, se fue y me dispuse a trabajar.


Iba a ser difícil identificar el veneno de la comida. Sobre todo si no tenía otra muestra para comparar.

Probablemente ya habrían atrapado al culpable y conociendo la personalidad violenta e impulsiva de algunos lobos ya debe haber muerto durante la tortura. De otra forma no hubieran esperado tanto en llamarme.

Lo bueno de ser dejado siempre de lado es la facilidad de dejar tus sentimientos salir sin reprimirse. Por eso dejé salir todas mis lágrimas. Lloré todo el tiempo hasta terminar el antídoto. Pero sobre todo porque la incertidumbre y el miedo me invadía.

¿Qué sería de mí sin la protección del alfa?

¿Qué sería de mí sin papá?

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Me tomó dos horas la preparación del antídoto y de un brebaje para incrementar la autocuración, habilidad ya existente en el cuerpo de los lobos.

Había encontrado tres venenos diferentes en el plato de comida y una hierba dañina en la copa. Todo apuntaba a que quién quiera que haya sido apuntaba a una muerte dolorosa.

"Reconocería el olor de tus medicinas a kilómetros de distancia." Samuel me abría la puerta mientras yo intentaba que no se me cayera la bandeja con medicina. "Solo espero que su efecto sea tan fuerte como su aroma"

Yo nunca olía más que cuando me acercaba lo suficiente, así que no entendía al principio los gestos de asco y sufrimiento de aquellos que se cruzaban por mi camino.

Supongo que tener agudizados tus sentidos no es siempre una ventaja.

Le di una mirada de cólera antes de arrodillarme al pie de la cama ofreciéndole al alfa la bandeja con las dos copas.

"Ojalá sirva, papá"

"Seguro que lo hace. Además huele a que sirve. Jajaja... Bueno, deséame suerte." y tomando ambas copas las vació en su boca una tras otra, sin respirar.

"Empezará a hacer efecto en diez minutos. T-Te va a doler. Sentirás una sensación de abrasión en tus entrañas. No puedo darte nada para evitarlo."

"No esperaba menos de ti Jamie. No te preocupes. Podré aguantarlo"

"¿Quieres que me quedé a acompañarte?" Sabía que mentía. Su complexión era débil y temía que no sobreviviera la desintoxicación.

"No. Solo rueguen por mí. Samuel, encárgate de dispersar a todos. No estamos seguros si será una noche sin ataques de parte del clan Campbellton. Establece puntos de vigilancia alrededor y envía a todos a sus casas... Y ahora váyanse tengo una batalla interna que luchar. Sufriré sin testigos. Ese es el verdadero honor de un alfa."

"De acuerdo viejo. Solo... ten fuerza y llama si necesitas algo." dijo Samuel con preocupación.

"Lo consideraré. Ahora vayan." Al salir por la puerta me encontré con una multitud expectante no sin antes escuchar las que podrían ser las últimas palabras de mi padre. "Y Samuel... No dejes sólo a Jamie. Solo por esta noche"

"Entendido alfa."

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Pasé la noche en la cabaña de Samuel.

Es pequeña como la mayoría de cabañas de la comunidad. De dos habitaciones conectadas y contenía sólo lo necesario: una cama, un sofá, un estante y una pequeña estufa en el espacio designado a la cocina que se usaba más para cocinar lo obtenido durante las cacerías que para calentar el interior de la casa durante el cruel invierno.

Lo miraba mientras buscaba el sueño. Cuestionando como podía ser tan ajeno a mi realidad y representar una parte tan importante al mismo tiempo.

Siempre me agradó observarlo. Sus misteriosos ojos gris claro, sus cabellos negros algo largos y ondulados, sus rasgos angulares y masculinos a diferencia de mis rasgos delicados y suaves, su amplia espalda, sus fuertes brazos, su alta estatura que le daba el aspecto de un gigante y su fría actitud.

Sí, siempre me gustó observarlo pero siempre odiaba como inconscientemente terminaba comparándome, saliendo él siempre victorioso.

A pesar de ser criados por la misma persona nunca nos consideramos hermanos y mucho menos nos tratamos como tal por ser tan diferentes, y porque, en verdad no lo somos, siendo yo un huérfano recogido del bosque.

Él, por ser hijo del alfa, era el siguiente al mando. Por su linaje era poseedor de un aspecto, una fuerza y habilidad muy superiores a los de los demás, y sumándole a todo eso el estatus, lo convertían en la pareja más deseada por las mujeres.

En cambio yo enfoqué mi soledad en aprender a descubrir los misterios de ser un curandero. Una tarea que es cargada de por vida, como lo hizo Jerí, el antiguo curandero, quien murió medio año atrás.

Samuel me cedió la cama asegurándome que no podría dormir esta noche.

Esta era una de las razones por las que no me podía convencer a mí mismo a odiarlo. No importa lo mal que me hablara, la indiferencia con la que me tratara, la humillación pública a la que me sometía en ocasiones. Sus acciones tan gentiles como impredecibles lavaban todo lo malo. No sé si lo planificaba (lo más probable es que ni cuenta se daba) pero siempre llegaban a mí.

Sentado en el único sofá de la habitación apoyando su rostro sobre sus manos, estando sus codos en sus muslos. Lo veo exaltarse de tanto en tanto. Levantando la cabeza como escuchando algo a lo lejos y cerrando los ojos.

"¿Qué es?"

"El alfa"

"¿Qué pasa? ¿Está bien?"

"Sigue vivo si a eso te refieres, pero débil... Y grita por el dolor. Seguramente todos lo escuchan menos tú."

"Debo ir." Me paré dirigiéndome a la salida cuando Samuel me detuvo por el brazo. "Déjame ir"

"¡No! ¡Oíste lo que dijo! Es un dolor que debe pesar sobre él y nadie más. Es parte de su orgullo. ¡No te atrevas a faltarle el respeto frente a la manada! ¡No otra vez!" Inmediatamente su rostro giró en otra dirección como si algo más atrajera su atención.

Otro grito.

Después de un momento soltó mi brazo y señaló a la cama "Regresa. No hay nada que puedas hacer. Aprovecha que no puedes oír y duerme. Mañana voy a necesitarte a su lado todo el tiempo"

Sólo atiné a asentir y me metí a la cama una vez más. El sueño se apoderó de mí, poco a poco, y me dormí, siendo Samuel lo último que vi y su cabeza negra girando, escuchando a lo lejos.

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Cuando abrí los ojos otra vez me encontré sólo. Ya era de día. Me levanté de la cama con la intención de ir a mi casa a cambiar mi ropa y preparar algunos calmantes.

Al salir por la puerta pude ver la aldea más alegre. Los ánimos habían subido y los cachorros de lobo estaban libres de supervisión. Todo el ambiente se sentía más ligero y tranquilo. Eso sólo significaba una cosa.

Sobrevivió... Está vivo.

Corrí hacia la casa del jefe. Abrí la puerta de golpe y entré jadeando por el apuro con el que llegué.

Al encontrar su figura de pie, noté una increíble mejora. Parecía estar cambiándose de ropa y su piel ya no estaba tan pálida. Sin embargo su espalda se había llenado de heridas nuevas. Seguramente consecuencia de la desintoxicación cutánea.

"¡Papá! ¡Gracias al cielo estás bien!"

"¡Jamie! La cosa rara que me diste funcionó de maravilla. ¡Mira! Hasta creo que podría ir de cacería. Me muero de hambre." le sonreí y lo abracé justo en el momento en que Samuel entraba con tres conejos silvestres atados y apoyados en su hombro.

"Entonces que bueno que fui yo. No creo que estés tan recuperado como para unirte a la cacería. Al menos no tan pronto" Samuel me tendió sus presas. "Vamos, sirve de algo y prepáralos para nosotros"

"¡Sí! Ya regreso. Descansa un poco más."

Mi corazón saltaba dentro mío mientras dejaba a Samuel y a Sergio atrás.

Me dirigí a mi cabaña, la cabaña designada al curandero oficial y a su aprendiz. Pertenecía al círculo constituido por las estructuras principales y que eran más amplia y 'lujosas' que las designadas a lobos sin rango. Se hallaba en el centro de la aldea, a poca distancia de la cabaña del jefe, su oficina, y la cabaña de Penélope, la chaman del pueblo.

Me cambié de ropa y cociné los conejos lo mejor que pude. Sería una comida de celebración.

O al menos eso es lo que creía.

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(N.A.: Y eso es todo. Este capítulo lo escribí en un ratito por lo que debe estar lleno de errores y huecos en las ideas, pero sí lograron entenderlo seré feliz.

Una cosa más la historia quizá sea muy rápida y hasta algo confusa así que lo lamento de antemano m(__ __)m

Besos y hasta el siguiente capítulo)


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