Después de aquel episodio entre Francisco y Simón en su casa, este último decidió irse de su casa hasta que la situación mejore, además de que no se sentía bien conviviendo con su papá después de su pelea o discusión. Y yo lo entendía, pero me preocupaba su situación muchísimo, no podía evitarlo.
Felizmente, Thiago le ofreció su casa y Simón no se pudo negar ya que no tenía otra opción. Y mientras Simón se fue a hacer la maleta, yo me quedé con mi hermano, esperándolo para irnos.
Solté un suspiró algo tembloroso, froté mi rostro y, con una expresión de preocupación, miré a Thiago.
—Me siento terrible por Simón y su situación— dije mientras lo miraba —Quisiera poder hacer algo por él, pero no sé qué.
Thiago asintió —Lo sé, yo me siento igual que vos y me gustaría hacer algo por él.
—Me duele demasiado verlo mal— negué —Él no lo merece, no merece ser tratado así.
Limpié mis lagrimas antes de que cayeran y volví a suspirar. Tenía tantos sentimientos encontrados, y odiaba sentirme así.
—Ey, tranquila— Thiago se puso en cuclillas, en mi delante, para quedar a mi altura puesto que estaba sentada —Te prometo que juntos vamos a ayudar a Simón, ¿está bien? No lo dejaremos solo.
Simplemente asentí.
Escuchamos pasos acercarse a nosotros así que me quité la expresión y la cambié por una más positiva para Simón. Él nos miró, con una maleta en mano.
—¿Estás listo, hermano?— Thiago le preguntó.
—Sí. ¿Vamos?
Asentí y me acerqué a él —Sí.
Los tres salimos juntos de su casa. Era obvio que le dolía a Simón dejar su casa, y mucho más por Sole, bueno, y también por Valentín. Confiaba mucho en que las cosas con su papá mejorarían y regresaría a su casa con su familia. Después de todo era lo ideal porque él merecía tener dos papás que lo quieran y lo amen como se merece.
**********
En cuanto llegamos al Hogar Mágico, entramos los tres al cuarto de los varones. Simón estaba enojado aún por lo que había pasado con su papá, ya no era tristeza lo que demostraba, solo podía ver enojo en su rostro y no me gustaba nada eso porque él tenía que desahogarse y sacar todo eso.
—A ver, Saimon, ¿por qué no largás ese dolor?— le sugirió Thiago —No está bueno que te contengas— trató de sonreírle —Mirá.
Le mostró un peluche.
—Te presento un amigo, él te va a ayudar.
Simón suspiró —No me duele nada, Thiago.
—Bueno, mi amor— acaricié su rostro —Tranquilo. Acá estaremos para apoyarte siempre, ¿vale? Voy a estar contigo siempre que me necesites.
—Gracias.
Dejé un beso corto en sus labios.
—Voy a traerte algo de tomar mientras arreglas las cosas de tu maleta, ¿de acuerdo? Ya regreso.
Les sonreí a ambos y salí de la habitación para ir al baño a mojarme un poco la cara. Luego, caminé en dirección a la cocina y cuando estaba a punto ya de entrar, me encontré con Mar.
—Ey, no te vi antes— me sonrió.
—Sí, con Thiago fuimos a-
Frunció su ceño —¿Con Thiago?
Me reí —Fuimos a casa de Simón— aclaré —Pero... las cosas en su casa están mal así que se quedará a dormir aquí por unos días.
—Dejame adivinar, ¿problemas con su viejo?
—Sí— hice una mueca —Fue horrible, Mar.
Mar negó —Pobre payasito.
—Sí.
Entramos a la cocina y encontramos a Feli allí, con Dora, mamá de Terremoto y abuela de Mar.
—¿Alguna novedad?— preguntó Mar.
Se refería a Terremoto que seguía desaparecido. La verdad es que estaba bastante extraño todo eso.
—¡Nada!— respondió Dora con los ojos abiertos, se veía nerviosa —No, lo que pasa es que yo pasaba a- pasaba a dejar una cédula del bar y.... y- es un cosa de rutina.
Sus nervios eran bastante notorios por lo menos lo eran para mí, pero Mar no lo notó. Dora pegó en el pecho de Feli lo que parecía ser un sobre.
—Hágase cargo, por favor— pidió —Por favor.
—¿Qué pasó con Terremoto?— pregunté.
Dora me miró y soltó un sollozo para luego ir hacia Mar y abrazarla.
—¿Palmó?— preguntó Mar ante su reacción.
Su abuela no supo que responder. Miró a Feli.
—Eh... Felicitas te va a explicar— miró a Mar, negó con una expresión de tristeza —Perdoname.
Sin más se fue. Mar y yo fruncimos nuestros ceños.
—Por Dios, como me perrrsiguen las confesiones— fue lo que Feli susurró, pero logramos escucharla.
Intercambié una mirada con Mar. Feli se giró para vernos y sonrió. Estaba muy confundida.
—Maritis, Valentitis. Bueno, Maritis, eh... bueno...
—¿Qué pasa, Feli?— pregunté.
—Resulta que el púgil, ¿no que sí? Eh.. Terremoto, ¿no qué sí?— explicó, o intentó —Tu papis. Bueno, nada, mandó una misiva. Eso.
Le entregó un sobre a Mar, el que Dora pegó en su pecho hace nada. Mar miró a Feli y yo me acerqué, un poco más, para poder leer lo que ponía la carta.
"No me busquen, me pianto lejos, no me puedo hacer cargo de eso..."
No quise leer más. ¿Enserio se había ido lejos para no tener que hacerse cargo? Es que no, no podía ni quería creer eso de Terremoto, no lo sentía capaz y me parecía absurdo.
De pronto, Mar comenzó a reír y la miré enseguida con preocupación. No habían lágrimas ni tristeza o confusión, solo risas.
Una más que no soltaba las emociones.
**********
Se hizo de noche bastante rápido. Estuve hablando un rato con Simón, pero lo dejé con Thiago pues se entendían mejor entre hombres. Además, Mar aún no parecía estar del todo bien, así que decidí pasar un poco más de tiempo con ella también. Jazmín y Vale estaban pasando el día con sus novios así que, por el momento, solo éramos nosotras dos. Cari no podía estar en otro lado más que con Nacho.
—Un tarado— Mar insultó, una vez más, a su papá.
Ambas abrimos las puerta del baño para entrar. Un grito salió de nuestros labios cuando adentro vimos que estaban Simón y Thiago, desnudos, saliendo de darse una ducha. Nos giramos con rapidez, hacia la puerta, para dejar de verlos mientras que ambos se trataban de cubrir con las toallas.
—Ya está, agarrá, agarrá, agarrá— Thiago le decía a Simón, refiriéndose a la toalla.
—Ya está, ya está.
—¿Ya está?— preguntamos Mar y yo.
—Sí, ya estamos— Simón aseguró.
—Sí, sí, sí, sí, sí.
Mar y yo giramos, lentamente, y asentimos cuando vimos que, efectivamente, ambos se habían tapado con sus toallas. Soltamos un par de risas nerviosas.
—¡Epa! ¿Qué festejaban?— preguntó Mar.
Cuando entramos al baño Thiago y Simón estaban, los dos, riéndose de algo.
—¿Eh? No nada, que mi viejo es un enfermo, eso— Simón respondió.
—Ah, bueno, bienvenido al club— Mar comentó, se sentó en el piso y enseñó la carta de Terremoto con una expresión de indignación —Dice que.. se borra porque no quiere saber nada con eso, eso vendría a ser yo, ¿no? Claro, sí.
Simón le quitó la cara y junto con Thiago ambos la comenzaron a leer. Yo me apoyé en la pared y miré con una mueca a Mar. Thiago se cruzó de brazos y, con el ceño fruncido, miró a Mar y Simón.
—¿Por qué no dejan de hacerse los giles?— ellos no hicieron más que verlo —Digo, ¿no? Los dos tienen problemas con sus viejos— señaló —¿Por qué no se van a enfrentarlos y les dicen?— preguntó —Ya que tienen la posibilidad, ¿no? Porque...
Se encogió de hombros y entendí a lo que se refería él. Supuse que debía ser difícil para él eso.
—Nooo, no, no, no, acá— Mar se levantó —Acá hay que hacer otra cosa, ¿no?— comenzó a caminar un poco lento hacia los lockers —Me parece como que acá el talk show no va.
Los chicos y yo la miramos sin entender bien a qué se refería. Vi como agarraba dos frascos de espuma para afeitar y entendí que era lo que quería hacer y no pude evitar sonreír. Me dió uno, intercambié un par de miradas de diversión con ella y, entonces, le rociamos con la espuma a cada uno.
—¡No, no, no!— pudieron ellos.
—Báñense otra vez. ¡Va!
—¡Adentro!
Los chicos se metieron a las duchas rápidamente y con Mar chocamos los cinco. Los dos lanzaron sus toallas desde las duchas mientras que Mar y yo no parábamos de reír.
Tuvimos que entrar al cuarto para que ellos se den una ducha, yo le propuse a Mar que tengamos una noche de chicas y ella aceptó. Sabía qué papás hoy tenían una cena/fiesta con unos amigos así que no iban a decir que no.
Lo confirmé luego cuando los llamé para pedirles permiso. Obviamente, ambos aceptaron.
A la noche de chicas se unieron Caridad, Tefi, Feli, Cielo y mi tía Malvina. Jazmín y Valeria, según nos dijo Caridad, estaban en la cocina, cenando con los chicos. Todo el día lo habían pasado juntos...
Mar y yo decidimos enviarles un mensaje para que los dejen y se una la noche de chicas.
Dominadas, dejen a esos pernos y vengan
Me reí cuando Mar envió los mensajes.
—Chicas, ya que estamos todas reunidas acá... ¿por qué no contamos algo?— propuso mi tía Malvina y nos sonrió —¡Qué se yo! Chismes.... no sé, cosas de hombres...
—¡Ay, sí! ¡Dale!— Feli, exclamó —¿Quieren que les cuente cosas íntimas mías? ¿Así se van animando?
—Ahora no, Justina— mi tia le habló.
Todas la cabezas giraron hacia ella. ¿Dijo Justina?
—Ahora no... hablemos de Justina— aclaro mi tía y soltó una risa nerviosa —Que no está presente, que no está bien, viste, hablar de.... las personas que no están acá, con nosotros...
—¡Claro!
—¡Arrancá vos, sobri!— mi tía me señaló.
Nuevamente, todas la miraron. Yo abrí los ojos, me quise dar un golpe en la frente, pero me contuve ya que no quería ser tan obvia.
—¿Sobri?— Caridad preguntó, confundida.
Mi tía rió —Bueno, sobrina porque... porque es un poco más chica que yo y... eso. ¡Pero no se pongan celosas que ustedes también son mis sobrinas!
—Ah.
—Claro.
—Mejor arrancá vos, Sky. A ver, tus penas, algo.
Inclinó la cabeza para que Cielo siga depilando sus cejas con la pinza.
—No, ¿qué? No tengo pena, yo estoy perfect chicas, la verdad que... que.. estoy bien, estoy tranquila, yo estoy sola...
Con las chicas tratamos de no reír, porque ninguna le creía a Cielo eso de que estaban bien.
—La verdad que estoy bien— continuó Cielo. Todas asentimos —Porque... estando sola puedo juntarme con ustedes... tomar ese- ese licorcito de huevo que está riquísimo— señaló.
—¡Mentira!— exclamó mi tía —Mentira, Sky te juro que está mintiendo— negó —¡¿Quién te cree que no hay tal crisis?! Por Dios.
—¡No hay tal crisis!— exclamó Cielo mientras muy fuerte arrancaba un pelito de su ceja con una pinza.
Mi tía se quejó.
—¡Au!
—Perdón, perdón, perdón. ¡Pero... estoy feliz! ¿Qué querés que te diga?
—¡Está perfecto!— exclamó Mar, apoyando —Yo te apoyo porque mirá, yo también estoy muy feliz— a ella tampoco le creíamos —Estoy bien sin esos dos tarados que me revolvían la cabeza. Estoy bien, eh, estoy mucho mejor.
—¿Sí? ¿Segura?— pregunté.
—¿Segura segura?— Feli presionó.
Mar la miró —Sí, segurísima.
Pasó la máquina de hacer masajes con fuerza sobre la pierna de Feli. Está gritó del dolor.
—Perdón. Pasa que soy medio tronca con esto— le dijo Mar —Perdón.
—Hablando de troncos...— Tefi intervino —¿Vale y Jaz están re perdidas no?
Asentí —Sí, y esto es un fiestón.
Las chicas me dieron la razón.
—Bueno... pero a mí también me gustaría estar así con mi gaucho— comentó Caridad.
—Caridad, a ti te encanta estar acá, ¿de acuerdo?— dije y me levanté de la cama —Así que vamos todas levantadas que tenemos que brindar.
Las chicas gritaron que sí y se acercaron para cada una agarrar una copita.
—¡Por una noche sin hombres!— exclamé.
—¡Sin hombres!— exclamaron todas.
Chocamos nuestras copas.
—Y hablando de hombres, ¿no?— Cari habló, y nos miró —¿Qué estarán haciendo ahora?
Todas borramos nuestras sonrisas y la miramos.
—¡Qué importa!— exclamó Cielo, de pronto —Si las chicas solo quieren divertirse. ¿No?
Sonreímos —Oh girls just wanna have fun!
Feli prendió la radio y puso algo de música, así que todas comenzamos a bailar en el cuarto, entre risas, entre sonrisas. La verdad era que los cócteles sí que estaban muy ricos, Cielo tenía razón con eso.
Me percaté de que Cari era la única que no bailaba. Estaba sentada y con una expresión de tristeza. Me acerqué a ella al mismo tiempo que Feli lo hizo y la miramos con consternación.
—¿Qué pasa, chinita santa?
—¿Estás preocupada?— pregunté.
Caridad negó.
—¿Te duele algo?— añadí.
—Los cuernos le duelen— Tefi comento y soltó una risa —Che, si tan preocupada estás, llamalo y ya.
—No, bueno, escuchame, Cari— Mar se acercó más —Vamos, chicas, vamos a apoyarla un poquito.
Asentí y miré a Caridad —Mira, si quieres llamar a alguno de los chicos, te apoyamos, te ayudamos.
—¡Totalmente!
—Y cada una de nosotras llama a uno de aquellos— añadió Mar.
—¡Sí!
—Sí.
—Pero para ayudarte nada más— comenté.
—Para que no te sientas tan culpable viste, tan mal.
—Claro, como buenas amigas— añadí.
Caridad nos miró y se encogió de hombros.
A ver, no era que yo quería controlar a Simón, eh, o saber dónde estaba y que estaba haciendo, no, para nada. Él también tenía derecho a tener su noche de chicos, pero... bueno, no estaba del todo bien y solo quería asegurarme de que todo esté en orden, nada más. Sí, solo eso y ya. Yo confiaba en él muchísimo.
Cada una de las chicas le marcó a uno de los chicos. En mi caso, le marqué a mi hermano. El celular dió una sola timbrada y la llamada se cortó.
—¡Cortó!— exclamamos todas, indignadas.
¿Por qué nos habían cortado? ¿Dónde estaban, qué estaban haciendo y con quiénes?
—Chicas— mi tía Malvina nos llamó —Paren, paren que está sonando, está sonando el celular de Nico.
Nos acercamos a ella de inmediato.
—A ver, pará que lo pongo en altavoz, pará.
Puso la llamada en altavoz y todas nos quedamos a la espera de que Nico responda la llamada.
—¿Hola?— una mujer respondió.
Todas fruncimos nuestros ceños.
—¿Hola? ¿Quién sos vos?— mi tía preguntó.
—Eh... ¡La mejor amiga de Nico!— la mujer se rió, algo irritante —Mirá, no te puede atender en este momento porque está ocupado. ¿Quién habla?
—¡La ex!— exclamó Cielo.
Mi tía carraspeó —¿Nicolás dónde está?
—Nooo, lo que pasa es que está con un montón de amigos, viste, se ve que está festejando el divorcio viste, y yo no le puedo pinchar el globo. Así que.... ¡Chau!
La mujer colgó y todas abrimos nuestras bocas con una expresión de sorpresa e indignación.
—Se fueron de gaterío— comentó Mar.
Ah, no. ¡Iba a matar a Simón!
Cielo y mi tía Malvina se fueron a no sé dónde. Feli también terminó abandonándonos y con las chicas, furiosas, nos quedamos en el cuarto, a la espera del grupo de chicos que se había ido de fiesta.
Ahora, Thiago hizo cualquiera. ¡¿Cómo se le ocurre llevar a Simón de gaterío sabiendo que uno, él está mal, y dos, es mi novio. ¡Es cualquiera! Los dos son unos cualquieras y estaba furiosa.
Salí de la habitación para ir a buscar agua, pero me detuve cuando vi que Simón salía del baño. Traía la pijama puesta y se notaba que estaba ebrio.
Me sonrió.
—Hola.
—Hola— me acerqué más a él, tratando de no sacar lo peor de mí y explotar —¿Todo bien? ¿Tu papá?
—Que se mate mi viejo— respondió como pudo por la borracheces que traía encima.
Se tambaleó hacia mí, sonriente, pero yo retrocedí. Mientras él más avanzaba, yo más retrocedía.
—¿Mucha joda? ¿Mucha trampa?— pregunté —No, ¿verdad? Cuéntame un poco qué hicieron.
Con su dedo índice, indicó que no.
—¿No qué?
—Es un secreto de amigos.
Me crucé de brazos —Ah, secreto de amigos.
Me besó rápidamente y sonrió con satisfacción por haber logrado su cometido.
—Dulces sueños— murmuró.
No pude decirle nada más porque entró al cuarto y cerró la puerta. Negué con la cabeza. Mañana iba a tener una charla con él.
En eso, Luca salió del baño. También me sonrió, se notaba que iba igual de ebrio que Simón.
—Bombón— me dijo, tratando de guiñarle el ojo.
Fruncí mi ceño —Ah, bueh. ¿Todos van borrachos?
—No, yo estoy bien, eh— soltó una risa —Pero a vos también te veo bien. Muy bien.
—Claro— me reí —Sigue viendo bien, pero por allá.
Palmeé su hombro y me alejé de él para ir al cuarto. La sed se me había pasado.
**********
La mañana llegó. Desayuné con las chicas mientras hablábamos de cosas y luego con Mar hablamos del trío de tarados que eran Simón, Thiago y Sebastián. Ella me dijo que iría a limpiar el bar y yo le dije que iba a ayudarla ya que, después de todo, también era mío y no daba que ella haga todo sola.
Entramos al bar juntas y bufamos cuando vimos al trío de tarados adentro. Thiago y Simón se pararon rápidamente.
—Las ayudamos, ¿chicas?— preguntó Thiago.
—No, no, está bien.
—Acá hay seis manos— Simón señaló.
—Sí, pero podemos solitas, no se preocupen— dije.
Mar asintió y los miró seria —Aparte ustedes ya me soltaron la mano, ¿no?— les dijo a Thiago y Sebas y se rió —Ahora ustedes ponen la mano en otra masa ¿no?
Las dos nos reímos.
—¡Che, es un chiste!— Mar exclamó.
—Hay que desdramatizar un poquito, chicos.
Miré a Simón con una ceja arqueada, él suspiró, se acercó a mí y tomó una de mis manos para jalar de esta y sacarme del bar.
—Eh, Simón, necesito limpiar.
—No, necesitamos hablar.
Me crucé de brazos —¿Hablar? No sé, porque ayer, en la noche, hubo mucha fiesta y nada de charla. Y ahora yo no quiero hablar, fin.
—Valentina.
—No, Valentina nada— lo señalé con mi dedo —¡Te fuiste con gatos, Simón!
—¡Pero-! ¡Nada que ver! ¡Salí con mis amigos!
—¿Ah, sí? ¿Y cómo explicas que una mujer nos dijo todo lo contrario?
Suspiró —¿No confiás en mí?
—¡No!
Cubrí mi boca rápidamente.
—¿No confiás en mí?— preguntó, decepcionado.
—No, mi amor, claro que confío— me acerqué más, pegando mis manos a su pecho —Confió mucho, te juro que sí, pero-
Arqueó una ceja —¿Pero?
—¿Me prometes que no estuvieron con mujeres?
—Te prometo que no— aseguró y sostuvo mi rostro entre sus manos, con dulzura —Sos la dueña de mi corazón.
Sonreí —Te amo.
—Te amo.
Enrollé mis brazos alrededor de su cuello y lo besé.
Luego de haber solucionado todo o algo así, ambos entramos a la mansión y estuvimos platicando más sobre cosas mías y cosas suyas. Estaba todo bien, y todo iba tranquilo, hasta que Melody nos avisó que Francisco llegó para ver y hablar con Simón.
Simón tardó en aceptar hablar con él, lo entendía y no lo presioné a nada, solo le hice saber que estaría al pendiente y que no estaba solo. Salimos tomados de las manos a la sala, pero nos separamos pues yo no quería meterme. Sin embargo, me quedé viendo todo desde un "escondite" solo para asegurarme de que no vaya a pasar nada malo.
Simón se acercó a su papá con lentitud.
—Te iba a llamar pero... todavía no estoy bien— fue lo primero que Simón dijo —La discusión fue fuerte y...
—Está bien, hijo, está bien.
—Sí, yo todavía no estoy para hablar.
—Está bien, no te preocupes. No vine por eso, vine por un temita de la banda, de MAN.
¿Enserio vino por eso? !¿Tan poco le importaba lo que había pasado en su casa?!
Melody llegó con una bandeja
—Vos de crema y nada de azúcar, ¿no?
Francisco le sonrió —Exactamente. Vos sin crema.
Melody se rió. Simón no decía nada, y cómo estaba de espaldas, no podía ver bien su expresión.
—Bueno, chicos, siéntense— Francisco les pidió, yo negué —Vamos a ver... tenemos que pensar mucho. Prensa prensa, tenemos que generar un golpe de fe.
Entonces, Simón explotó.
—¡¿PERO QUÉ MIERDA TE PASA, PAPÁ?!
Esa fue mi señal para salir de mi escondite.
—¡¿Qué tenés en la cabeza?!— siguió.
—¡Simón!— Francisco le gritó.
—Simón, mejor va-
Simón me cortó —¡¿Me estás jodiendo?!— gritó, se veía muy enojado —¡¿Venís a hablar de la banda?! ¡Me fui de tu casa porque no te soporto más! ¡y vos venís acá y hacés de cuenta que no pasó nada!
—¡¿Te calmás?!— su papá gritó.
—¡Y hablás del golpe de fe!
—¡Te calmás!
—¡No me calmo nada!— gritó Simón —¡Yo te voy a dar un golpe de fe!
Jadeé cuando vi como quiso darle un golpe, con su puño, a su papá pero este lo pudo esquivar. Agarró fuerte a Simón para que se tranquilizara.
—¡SOLTAME! ¡NO! ¡BASTA!
Entonces, Simón comenzó a llorar. Francisco tenía una mirada de duda, no sabía que hacer. Giró para ver a su hijo y dejó que se desahogara, en su pecho. Me partía el corazón ver así a Simón, no sé merecía nada de lo que estaba pasando porque era un chico bueno, un chico que merecía más amor del que sus padres le daban.
Felizmente, Francisco no lo alejó, dejó que llore, lo dejó sacar toda esa bronca que traía encima y sabía que también se sentía mal de ver a su hijo así, pero, lamentablemente, no sabía cómo actuar, por eso lo arruinaba siempre con Simón.
Ambos intercambiamos una mirada, fue muy corta, pero no necesitábamos palabras para describir que ambos odiábamos ver así a Simón.
**********
OFF (MALVINA)
No hay tal crisis...
Una dice no hay tal crisis mientras tira un par de platos al piso; una dice que no hay tal crisis y se ríe con su mejor cara de bólida; una dice no hay tal crisis y saca un turno en la peluquería; no hay tal crisis y te pones kilos de tapa ojeras; una vez que aceptas que la crisis es tal crisis, estas preparado ya podes negar la crisis; una dice no hay tal crisis y rompe lo que tiene a mano; una dice no hay tal crisis y hace step como loca; una pone su mejor cara de bólida y dice no hay tal crisis, pero tarde o temprano llega el día donde la crisis tiene la evidencia de una estría, ahí no queda otra, hay que aceptarla... hay que hacer, lo que hay que hacer.
Se puede negar la crisis un día, un mes, un año, pero llega ese día en que la crisis te explota en la cara, atravesar la crisis es como pasar el pelo por agua oxigenada, te aclara el problema de raíz; llega la crisis, uno cree que es el final, que se termina todo, pero en realidad ahí empieza todo; atravesar una crisis es como pasar por un buen cirujano plástico, sos la misma pero distinta.
Dan miedo las crisis, uno le teme a lo desconocido, casi como un mal peluquero; en chino, en japonés, en coreano, en tailandés, bueno, en algún idioma oriental, crisis significa oportunidad.
Las crisis son como los años, te sorprenden y no te queda otra, hay que decidirse a llevarlos; las crisis es un viaje de ida, pero también puede ser un viaje de vuelta...