Golden Boy

By Mayrson

144K 4.1K 184

Sara ha conseguido alcanzar eso por lo que lleva toda la vida luchando: desaparecer, ser invisible y pasar de... More

Sinopsis
2. Estúpida pintura
3. El Subterráneo
4. Mad Max
5. Sigma Alpha
6. Piensa en mi
7. Chispas
8. Nautilus
9. Capitán
10. Apuestas
11. Un beso
12. Fotografía
13. Un brindis

1. Mala suerte

9.9K 597 36
By Mayrson

Alex

Doy una última calada al cigarrillo antes de apagarlo contra la pared. Tiro la colilla al suelo y suelto todo el humo de golpe antes de abrir la puerta de la facultad de medicina de la universidad de Jacksonville. Había decidido acompañar a Cameron a obtener sus nuevos horarios para el inicio del curso y me estaba arrepintiendo. No era capaz de recordar exactamente lo que me había dicho para que hiciese tal cosa, pero debió de haber sido algo muy convincente para conseguir que entrase en aquel edificio con olor a químicos y a desinfectante.

Me acerco junto a él a la mesa de la secretaria, una chica pelirroja y bajita que está demasiado absorta en la pantalla del ordenador como para darse cuenta de nuestra presencia. Mientras que el método de Cameron consiste en cambiar el peso de una pierna a otra y esperar a que nos hagan caso, yo decido llamar su atención con un pequeño toque de nudillos sobre la mesa. Enseguida, sobresaltada y con aparente nerviosismo, recupera la compostura con una espléndida sonrisa que no podría haberme resultado más falsa.

Pasan los minutos demasiado despacio, con ella buscando el papeleo que Cameron acaba de solicitar y yo apoyado contra la mesa tratando de contener un bostezo. En el letrero se lee el nombre de Rose, y decido fijarme más en ella: Grandes ojos marrones, pelo corto recogido en un moño y uñas pintadas de negro. Lleva una argolla en la nariz que intenta disminuir el aspecto infantil de sus rasgos y más o menos unos diez pendientes le cuelgan de cada una de las orejas. No aparenta más de treinta años y no puede parecer más perdida en lo que seguramente será su primer día en aquel puesto de trabajo.

Finalmente, y tras mucho rebuscar entre varios archivos, sonríe para sí misma cantando victoria.

—Aquí tiene los horarios y papeles para solicitar la beca, señor Donovan. —Le extiende unos papeles y me mira por primera vez. —¿Desea también los suyos, señor...?

—Harvey. —Respondo automáticamente. —No creo que tengas acceso a mis horarios, yo no voy a esta facultad.

Rose baja la cabeza y las mejillas se le tiñen de rojo, casi del mismo tono que el rizo que se le escapa del moño. Hace un mohín con los labios y comienza a teclear algo en el ordenador. Al momento gira la pantalla para que pueda verlo, todos mis datos aparecen en la pantalla.

—Puedo acceder a todos los horarios del campus. —Hace click en la pantalla y aparece el horario del primer semestre del último curso de literatura. —Si quieres puedo darte una copia, tan solo necesitaría un número de teléfono.

Levanto una ceja y ella se muerte las uñas. A mi lado, Cameron suelta un bufido y da dos pasos hacia atrás, en la dirección contraria a la que se encuentra la secretaria. Rose parece mucho más pequeña de lo que es, lleva una sudadera de un equipo de fútbol de segunda y unos pantalones cortos negros. No he mirado debajo de la mesa, pero apuesto lo que sea a que calza unas converse oscuras.

—No te preocupes, no me corre prisa. —Sonrío mostrando todos mis dientes y Rose se apresura a coger una pequeña tarjeta sobre la que garabatea nueve dígitos.

—Puedes llamarme si cambias de opinión, señor Harvey.

Cojo su número de teléfono y juego con el papel entre mis dedos. Levanto las cejas en su dirección y Rose vuelve a sonrojarse como si fuese una niña pequeña a la que acaban de pillar con las manos llenas de tarta de chocolate. Automáticamente, le guiño un ojo.

—Lo tendré en cuenta, Rose. —Murmuro en un susurro antes de guardarme el papel en el bolsillo de la cazadora y darme la vuelta para alcanzar a mi amigo.

Alcanzo a Cameron cuando ya ha salido. Me espera apoyado en la pared en la que antes he estampado mi cigarrillo, ojeando los papeles que le acaban de dar y poniendo una mueca al darse cuenta de que le esperan varias horas en el hospital de prácticas.

Me enciendo otro cigarrillo al llegar a su lado, copiando su postura sobre la pared.

—Tienes que dejar de ligar con todas las chicas que se cruzan en tu camino, Alex. —Cameron me golpea el brazo para llamar mi atención.

—Yo no estaba ligando.

—Claro que lo hacías, apuesto a que Rose te ha dado su número de teléfono.

Constatando su afirmación con una media sonrisa, meto la mano en el bolsillo y saco el pequeño papel arrugado con nueve dígitos escrito, hondeándolo delante de sus narices. Cameron suelta una carcajada y yo me lo guardo de nuevo, esta vez en el bolsillo trasero de mis vaqueros.

—Pero yo no estaba ligando, era ella quién lo hacía. —Cameron alza las cejas sin creerme. —Y además lo hacía de una forma muy penosa.

—Estabas poniendo ojitos. Casi suplicabas por su número.

—Ya sabes que yo no hago eso para ligar, no es mi estilo. —Niego con la cabeza remarcando mi rotunda negativa y Cameron se empieza a reír. —¡Joder! Ni siquiera sé cómo se hace eso de hacer ojitos.

Mantengo la mirada a Cameron, tratando de hacer esa expresión. Apenas un segundo después, estalla en una carcajada y me pasa su brazo por los hombros.

—Amigo mío, no te puedes hacer una idea cuánto os echaba de menos a ti y a tu enorme ego.

Consigo quitarme sus brazos de encima y le golpeo en el brazo controlado la fuerza. Cuando suelto la última calada, oigo el suspiro de dos chicas al pasar a mi lado. Me recorren con la mirada y yo aprovecho la oportunidad para dedicarle una sonrisa. Cameron me mira con los ojos entrecerrados.

—¿Qué? No he hecho nada. —Me encojo de hombros con cara de inocencia pero sin poder evitar soltar una risa burlona al oír las quejas de Cameron.

Prendo otro cigarro cuando se acaba el que tengo entre los dedos, volviendo a apoyar la espalda contra la pared e inhalando el humo. Observo todo a mi alrededor mientras Cameron me enumera los beneficios de dejar de fumar y me doy cuenta de que nada ha cambiado.

Tras cuatro años viajando por toda Europa siguiendo una beca deportiva, decidí volver a Jacksonville a terminar mi último año de la universidad. Me faltaban nueve meses para graduarme en literatura a pesar de que hacía tiempo que había dejado de interesarme estudiar. Me había ido bien como boxeador en Europa, había ganado una buena suma de dinero, y había decidido volver con la intención de presentarme al torneo profesional de boxeo nacional. Cuando lo ganase, conseguiría dar el gran salto a la liga internacional, y entonces comenzaría lo bueno.

Me paso una mano por el cabello, revolviéndolo a su paso, y presiono mi tercer cigarrillo seguido contra la pared, dejando esta vez un círculo negruzco que no me molesto en intentar ocultar. Me acerco a Cameron y le doy una palmada en la espalda a modo de despedida.

No he dado dos pasos cuando oigo a Cameron llamándome a mis espaldas.

—¡Eh! ¿No empezabas hoy las clases? —Grita cuando se da cuenta de que mi intención no es cruzar la calle para llegar a mi facultad.

—Nunca voy el primer día. —Respondo elevando las manos a modo de disculpa. —Da mala suerte.

Veo como los ojos de Cameron se ponen en blanco sin ni siquiera esforzarse en persuadirme para que cumpla con mis obligaciones como estudiante y me de la vuelta para acudir a la primera clase. Sabe que nunca voy los primeros días.

Cameron siempre ha sido el responsable de nuestra hermandad. El que se preocupa por los demás el mismo número de horas que yo dedico a salir de fiesta, a conocer a chicas y competir.

El reloj de muñeca me marca las nueve de la mañana, por lo que tengo todo el día por delante para instalarme de nuevo en la hermandad, terminar de organizar las matrículas del último año y organizar mis sesiones de entrenamiento semanales.

Me subo en el coche, me coloco las Rayban sobre los ojos enciendo la radio, con Habit, de Laurell, sonando a todo volumen. Varias cabezas se giran para mirarme, pero yo ya he acelerado hacia mi primera parada.

Decido empezar por visitar el gimnasio local, aquel que me dio la fama hace cinco años, antes de comenzar a viajar por Europa, y aquel en el que quiero seguir entrenando. Ahí tuve mi primer contacto con el mundo del boxeo, a la temprana edad de trece años, dónde un patrocinador se fijó en mí y consiguió elevarme por encima de resto.

Agarro el volante con una mano al pararme en un semáforo en rojo y me remuevo para conseguir meterme la mano en el bolsillo trasero de mis vaqueros, sacando el papel doblado con el número de la secretaria apuntado. Ni siquiera me esfuerzo en recordar cómo se llamaba.

Se me escapa una sonrisa al leer los nueve dígitos, pero no tengo ninguna intención de llamarla. Lo rompo en pequeños pedazos que se escapan de entre mis dedos cuando el semáforo cambia a color verde y piso el acelerador.

A pocos metros de distancia, cambio el pie al pedal de freno, pisándolo al fondo al darme cuenta de que acabo de golpear algo.

O peor aún, a alguien.

Me cago en la puta.

Continue Reading

You'll Also Like

526K 66.7K 62
*Fueron los libros los que me hacían sentir que quizá no estaba completamente sola, y tú me enseñaste que el amor solo es una debilidad.* Isis descub...
592K 25.8K 46
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
Queen By Liz

Romance

56.4K 2.9K 25
Libro de Eva Muñoz
98.6K 7.1K 21
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...