La marquesa de Barca lo siguió y lo criticó a la ligera.
"¿Me estás ignorando después de que te ayudé?"
"Gracias. Sé que hay asuntos pendientes, pero tengo que irme ahora".
"Sí que eres ingenioso... Nada más tengo una petición."
"Dime" Kassel apenas se detuvo y miró al marqués de Barca, luego giró la cabeza para mirar a Inés como si estuviera poseído y luego miró al marqués como si hubiera recuperado la conciencia.
"¿Qué es?" el tono ocupado la instó como si hoy hubiera dejado la cortesía en casa, pero como si la marquesa lo supiera, miró a Inés, que estaba lejos de él, y sonrió extrañamente. Haciéndole una seña con una mano, le hizo un gesto como para pedirle que se inclinara.
Kassel se inclinó de mala gana mientras ella le susurraba suavemente al oído.
"El nuevo sirviente en tu residencia."
"¿... ... ?"
"Aquel... ese apuesto joven. Escuché que La señora Inés lo trajo del Castillo de Pérez ¿Cuál era su nombre?"
"Ese es Raúl Balán".
"¡Sí, Raúl Balán! ¿No podrías enviármelo a la residencia Barca por la tarde?"
"... ... ."
"Hay un asunto por el que me gustaría pedírtelo prestado"
Kassel sacudió la cabeza sin responder. Había un leve reproche en sus ojos hacia la marquesa. Era idea suya o sonaba a que le estaba pidiendo los favores sexuales del nuevo ayudante de casa. La marquesa se encogió de hombros.
"Mi esposo ha estado en la 3.ª Flota desde hace dos días. No volverá en una semana, pero sería un desperdicio... Mi mayordomo pierde el cálculo de vez en cuando, y quiero que Balan le eche un vistazo a los libros contables, sé que es muy inteligente."
¿Y por qué debería aprovechar la ausencia de su esposo para revisar los libros nuevamente?
Después de todo, traicionar al teniente no tenía sentido para él, pese a que tanto su mujer como él, eran impúdicamente abiertos en su relación. Sin embargo, que le pidiera como juguete a uno de sus empleados, quien además resultaba ser Balan, el perro más leal de Inés... Sí, era cierto que le resultaba molesto y aun quería deshacerse de él, pero tampoco quería arrojárselo a una mujer de mediana edad como un juguete sexual.
Sí, lo odiaba de pies a cabeza, pero era importante para Inés.
Kassel rascó una de sus orejas como si nunca la hubiera oído hablar de eso, un acto utilizado por los Orteguistas que significaba 'Mis oídos ahora deben de estar muy sucios porque he escuchado palabras sucias'.
"Me aseguraré de devolvértelo en buen estado. Mostraré mi sinceridad al capitán y a la señora por separado, y le pagaré mucho dinero a ese niño por su arduo trabajo. Por favor, préstamelo unos días."
"Yo ya pago su salario y la cantidad también es considerable. Así que no creo que necesite unos ingresos extras".
"Eso lo debe decidir el Sr. Balan. Puedo decir que él también estaba interesado en mí. Así que va a ser un descanso muy divertido. Después de todo, es solo un ayudante, ¿su residencia no estaba bien antes de que él llegara?"
"Pídaselo usted misma"
"¿Yo misma? ¿Quieres decir que puedo hacer lo que quiera?"
"Como dije, pregúnteselo usted"
"Eso es demasiado"
"Si no quieres hacerlo, no lo hagas".
Sorprendentemente Kassel mostró la sinceridad de preguntarle primero a Raúl Balán antes de mangonear como a un trapo al perro fiel de Inés. Por supuesto, que todo esto tenía que ser por ella.
Di que no.
"Raúl"
"¿Sí?"
Sin embargo, por muy tentador que fuese, era un sueño que no podía hacerse realidad porque no sabía cuál sería el trato que recibiría este cachorro amado.
"La marquesa quiere tomarte prestado por hoy".
"¿A mí?" Raúl, que hizo una pregunta curiosa, pronto se dio cuenta del significado e hizo una expresión sutil. No parecía tan sorprendido, así que Kassel pudo ver que ya había estado recibiendo este tipo de ofertas con bastante frecuencia.
"Existen gustos de todo tipo."
"Si voy, ¿Será de alguna ayuda para ustedes?"
"¿Ayuda?"
"Un poco quizá..."
Kassel quedó momentáneamente desconcertado por la inesperada pregunta. Este bastardo leal, ¿hasta dónde sería capaz de llegar?
"Con que digas que te escaparás, sería una respuesta suficiente".
"Entonces no seré de ayuda en absoluto. No iré." Si hubiera sido de alguna ayuda, habría estado dispuesto a sacrificarse. Y de alguna manera, sintió que estaba hasta dispuesto a ofrecer su cuerpo por Inés. El sentido de competencia se despertaba en él como un hábito, pero al mismo tiempo no podía ofrecer su trasero casado, así que dejó de pensar estúpidamente.
Cuando volvió la vista, pudo ver a Vervik todavía de pie al lado de Inés.
El extraordinario vasallaje de Raúl Balán fue una vez más empujado más allá de su conciencia. En cuanto al teniente Vervik, quien era sobrino del conde Vervik y dos honoríficos por encima de él, un camarada que una vez estuvo destinado en la misma flota. Gracias a esto, Kassel pudo aprender detalles que no quería saber, como, con cuántas mujeres casadas se acostó Vervik, o cuántas vírgenes había recolectado.
No tuvo más remedio que saber porque desconocía la vergüenza a propia mano, y hablaba de ello como un logro. Incluso hubo varios días en los que hizo el gesto de lavarse los oídos con la intención de acallarlo.
Una señorita que no tenía experiencia o una mujer casada. Dos categorías que Kassel siempre rechazaba, por muy atractivas que fueran, eran sus reglas más básicas, pero no era así para Vervik.
La voz que orgullosamente contaba con cuántas mujeres casadas había dormido ensuciaban nuevamente sus oídos. E Inés era ahora la recién casada más popular de Calestera.
Cuando Kassel finalmente volvió a acercarse a Inés, llegó a la conclusión de que tenía que rescatarla. Kassel también podía usar una sonrisa y lucir como una trampa para ratones, sin embargo, era un asunto diferente. Trató de burlarse de ella de manera secreta, esos ojos que no habían sido contaminados y sus sentimientos desconocidos.
Esperó que sus ojos y oídos se ensuciaran con esas palabras, pero en cambio, cuando Kassel dio su último paso, Inés se echó a reír inesperadamente.
¿Sonríes?
Ese bastardo pretendía ser todo un caballero frente a Inés, quien respetuosamente era llamada por su título.
Kassel lo miró con desdén, luego tiró de Inés alrededor de su cintura y la miró. Los ojos claros lo miraron como si hubiera estado en un viaje placentero.
"¿Ya estás aquí?"
"¿Interrumpí la agradable conversación?"
"Oh no... estábamos hablando de ti, Kassel."
"¿Qué historia?"
"Bien... ¿Qué debo decir, mi señora?" Con una sonrisa, Vervik mostró su característica sonrisa forzada. Obviamente, cuando sonreía sus ojos no solían ser así, pero se esforzaba por parecer inofensivo.
"Es la historia de las lindas señoritas que siempre te han estado esperando en cada misa".
"... ... ."
"¿Todas dicen que te han estado esperando durante casi medio año?"
"¿Quién lo dice?"
"Es inevitable. Debes estar molesto, pero este es el destino de tipos que... Ah ¿No es natural que mujeres e incluso hombres se giren para mirarlo? No hay quien no quiera hacerlo."
"El teniente también es un tipo que llama mucho la atención ¿eh?"
"¿Cómo me atrevería a compararme con el esposo de la señora"
Vervik era un trapo sucio que Kassel ni siquiera podía nombrar. Y cuando le lanzó una mirada tranquila para hacerle cerrar la boca, el teniente Vervik desvió la mirada y se concentró solo en Inés.
"Por supuesto, a pesar de que tiene una apariencia impecable donde quiera que vaya, siempre se avergüenza por recibir palabras de elogio o dulces palabras de una hermosa persona"
Ya habían pasado varios años desde de la academia militar, pero su espíritu competitivo unilateral seguía tan vivo, esto lo dejó claro.
Vervik estaba tratando de joderlo ahora, realmente se atrevía a intentar algo con Inés.
"Vervik, veo a tu amante allí".
"¿Qué?"
Tal vez era porque tenía más de una amante que, los ojos que se movían rápidamente hacia la dirección de sus dedos, estaban inquietos de repente. Aprovechando el momento de distracción, Kassel tiró de Inés hacia él sin despedirse y la condujo hacia la otra dirección.
"Puedes agradecerme después"
"¿Por qué? ¿De qué debo estar agradecida?"
"No escuches historias inútiles de gente que es más inútil. Es una pérdida de tiempo."
"No era desagradable".
"¿Te gusta entonces?".
"... ... ." Los ojos de Inés cambiaron de sorpresa, como si nunca hubiera imaginado que la pseudo simpatía de Kassel saldría de esta manera.
"No. Quiero decir..." Kassel explicó apresuradamente.
"¿No?"
"Ese idiota... Vervik, no es de fiar". Por supuesto, tenía muchos pensamientos extraños y sucios. Más especialmente en estos días. Pero esto fue enteramente culpa de Vervik.
"Aquella mujer" Inés preguntó brevemente. Kassel asintió, esta vez alentándola a que continuara "¿Te gusta?"
E inmediatamente se dio cuenta del tamaño del lío en el que se había metido.
Pero Vervik y él eran completamente diferentes. Sin embargo, era difícil explicar lo diferentes que eran. Eran como el mismo trapo sucio, pero ¿uno era gris claro y el otro... negro?
Mientras que Kassel pasó un breve descanso en Mendoza, Vervik se hizo un nombre en su asignación, Calestera, pasando la mayor parte del año enredándose entre faldas. Los oficiales que rechinaban los dientes, cuyas hijas solteras habían sido mancilladas por aquel, podían contarse con los dedos de las manos, por otro lado, los oficiales que ni siquiera sabían que sus esposas habían caído por esos encantos, necesitarían cien manos más para contarlos.
Incluso plebeyas, sirvientas y conserjes, de alguna manera fueron seducidos también.
Pero cómo podía explicarle todo esto punto por punto. Cuando ella ya lo tenía en el mismo tablero.
Kassel tragó saliva, tratando de encontrar sus palabras, fue entonces cuando...
"Señor Kassel. ¿Puedo hablar contigo un momento?"
"Señorita Noriega." Una hermosa niña rubia, María Noriega.
Y a diferencia de otras Señoritas, ella era la única oponente que Inés no podía ignorar. La única nieta del coronel Noriega, el maestro al cual Kassel admiraba.
"Si te parece bien, también me gustaría presentarme a la señora".
María Noriega había mostrado su enamoramiento por él tan claramente, que ese momento inoportuno, se sintió más como una maldición.
Kassel miró el rostro de Inés con un poco de expectativa.
La conversación que habían tenido antes había quedado relegada y en e rostro de Inés se mostraba una abierta... ¿sonrisa?