¡Blasfemo, más que blasfemo!
Para cuando Michelangelo llegó huyendo de los guardias del Reino de Nhor, Su Majestad había ya comenzado a desesperarse por la tardanza de su rosa. Aunque era cierto que no tenía ni dos minutos desde que se habían separado.
Llegó hasta en donde se encontraba el rey y le llamó por su nombre.
—¡Jeon Jung Kook! —exclamó con terror. Pensó que si le llamaba por su nombre, llamaría la atención del mandatario. Y le funcionó, pues ninguno de sus verxian se atrevía a llamarlo de esa forma. Su Majestad yacía de pie, esperando el regreso de su bufón, quien había ido a cambiarse gracias al vino derramado en su traje. Los guardias de la corona de inmediato se pusieron en alerta y los arqueros rodearon a su señor. No porque pensaran que Jeon no podía defenderse solo, sino porque no querían que saliera herido de ninguna forma.
—¿Qué tienes para decirme, infiel? —dijo él con seriedad. Apartando a sus soldados con tan solo un ademán muy pequeño. Les hacía saber que estaba dispuesto a escuchar.
—Gran Emperador de Pantagos, Mi nombre es Michelangelo. He venido desde muy lejos porque quiero vivir aquí. Quiero ser parte de su reino —dijo con desesperación—. Con su gracia me será permitido.
Su Majestad observó al hombre con detenimiento.
—¿Qué ha pasado?
—La Iglesia Católica quiere ejecutarme. Todos en Pantagos hablan de que usted protege a los cobardes. Bien, Mi Señor, estoy muerto de miedo. Y no he parado de huir desde que fui descubierto. Os ruego clemencia, Mi Solei... ¿Es así? Aprenderé su castellano, aprenderé de sus costumbres y seré un fiel verxian hasta el día de mi muerte si usted me lo permite. No quiero... No puedo volver a mi tierra.
—¿Cuál ha sido tu pecado?, ¿qué has hecho que hizo enojar a los católicos?
—Soy pintor, Mi Señor —explicó el hombre— Y se me ha encargado pintar a la Virgen María.
Jeon frunció el ceño.
—¿Y qué con eso? Vosotros no paráis de pintar a su señora. ¿Qué tiene eso de perverso?
—He usado a mi prostituta favorita como modelo —admitió sin una pizca de vergüenza—, pues solo ella podía reflejar la belleza de la virgen. Sin embargo, mis acciones han hecho rabiar a mis empleadores y el juicio ha dictaminado mi sentencia y la de mi mujer. Le temo a la muerte, Mi Señor, si debo gritarle a los Cinco Reinos que soy un cobarde lo haré, pero no quiero morir y le ruego su clemencia, ruego por el manto de su protección para mí y para mi esposa que aún no se atreve a cruzar el río por temor a las flechas de sus Perversos.
El rey Jeon comenzó a reír ante la exageración de los católicos. Le impresionaba que pudieran darle importancia a cosas tan estúpidas. Se aproximó con lentitud hacia el extranjero y dio un par de palmadas en su espalda, de inmediato el pintor sentía que perdía la fuerza de las piernas. Quería reverenciarle y no sabía con exactitud la razón. Quizá de esa manera apelaba a su favor, quizá tenía miedo de ser rechazado y entregado a los temibles arqueros de Verx.
—Pintar a una amante no debería ser motivo de condena, extranjero —dijo Jeon con clemencia. Levantaba la barbilla, dejando vislumbrar su rostro duro y definitivo, en contraste con la preciosa corona de flores que el pequeño verxian le había obsequiado hacía unas horas. Pensaba con detenimiento su decisión y observaba con cuidado a su alrededor. Entonces ordenó a sus guardias que le revisaran. Después de auscultarlo y revisar que no llevara nada sospechoso encima, como veneno, enfermedades o armas, y que por su puesto, recibiera la confirmación de sus soldados de que no había nadie a los alrededores escondido para emboscarles, Jeon exclamó—: De acuerdo. Los Cazadores te protegerán en tanto permanezcas dentro de la tierra de mis ancestros. Ve hacia el Celeste —dijo Jeon mientras señalaba la dirección hacia el castillo—, y pide tu registro. —En ese instante, Min comenzaba a movilizar al pequeño escuadrón para asignar al hombre que acompañaría al nuevo verxian y con eso cumplir con la voluntad de su rey—. Serás pintor en mi corte. Min... —llamó a su Guardia Principal, quien ya estaba movilizando a su escuadrón para asignar a quien protegería al extranjero en lo que su registro como verxian y nuevo pintor de la corte estuviese en orden.
—Sí, Majestad —exclamó Min Yoon Gi—. Kadir le acompañará hasta la puerta del Celeste.
—Pero, Mi Señor —interrumpió el fugitivo—, ni siquiera ha visto mi trabajo. ¿Qué pasará si no os complace lo suficiente? No quiero ser ejecutado después por incompetente.
—Un hombre que pinta prostitutas —exclamó con sorna—. ¡Eres perfecto! Imagino lo escandalizados que estuvieron los católicos —bromeó, genuinamente divertido. Si había algo que valoraba en las personas, era la falta de vergüenza. Muy pocas personas en su reino la tenían, pero cuando se encontraba con alguien así, sentía un gran interés. Su trabajo como rey de Verx era ese, no por nada lo llamaban en ese y los demás reinos como el Protector de los Locos y los Cobardes. Y sus cobardes favoritos eran los que no tenían una pizca de vergüenza en admitir su propia cobardía—. Necesito ver pronto tus trabajos. Eh... ¿Cuál era tu nombre?
—Caravaggio, Mi Solei Asteri. Michelangelo Merisi da Caravaggio.
—Excelente, Micheangelo. Mis hombres te explicarán todo sobre tus nuevas tareas. Por lo pronto, disfruta del festival —exclamó con despreocupación. Para cuando su majestad se dio la vuelta, los verxian a su alrededor lo consideraron uno más de los suyos y comenzaron a buscar en él alguna gracia o algún objeto brillante para arrebatarle.
Para su mala suerte, el hombre no tenía nada.
Lo primero que Min le dijo, era que la protección de su señor, implicaba salvarle de lo que los extranjeros tratasen de hacer con él. Por el contrario, lo que un verxian cometiera en su contra, era su propia responsabilidad y no sería defendido ni vengado por nadie. Estaría por su cuenta, justo como todos los otros.
—Tu protección es tu propia responsabilidad y de nadie más. No molestes a los gobernadores con delitos menores como el hurto o el engaño. Si os dejáis engañar por los demás verxian, la culpa es tan solo tuya. Nuestro Señor tiene muchos deberes que atender y no reprenderá ni a los locos ni a los perversos que tiene bajo su cuidado, pues sería limitarlos de su naturaleza y eso no concuerda con la Voluntad de Jeon.
—¿La Voluntad de Jeon? —exclamó el nuevo pintor.
—Las leyes que rigen nuestra tierra. Aprenderás sobre ella con los escribanos y deberás asistir a la academia e instruirte en la historia de la Soberana Verx. Son las reglas.
—Haré lo que sea —exclamó Michelangelo con desesperación—. ¿Algo más que deba saber?
—Desde ahora, perteneces a Nuestro Señor —exclamó Yoon Gi con obviedad.
—Imaginé algo como es...
Min levantó la mano para que le permitiese continuar.
—Pero Nuestro Señor también os pertenece —el nuevo cobarde frunció el ceño de inmediato sin entender las palabras del General—. Deberéis procurar su felicidad y no interponeros en su camino, su voluntad va antes que cualquier cosa, incluida vuestra propia vida o la de vuestra mujer, o la de vuestros hijos. Es lo mínimo que debemos a Nuestro Solei Asteri, quien nos ama y nos procura con toda su alma perversa —exclamó Min con total convencimiento y gran orgullo—. Eso es lo que os mantendrá vivo dentro de su amada tierra.
Nota de Autor:
¹Dato real:
"La Muerte de la Virgen" (1606), Caravaggio.
Yo pienso, que lo que se dice de la vida de Caravaggio, queda al tiro con la descripción de un verxian jsjaj.
09032023 | Love, Sam 🌷