Era irreal.
Jimin recostado sobre su regazo con su cabeza en su pecho era más de lo que podía imaginar.
A Namjoon le pareció que todo su dolor se había ido con la presencia del menor junto a él. Era hermoso, cálido. Perfecto.
— ¿Cuál es tu color favorito?
Entre preguntas y respuestas triviales se pasaron gran parte de la tarde y noche, volviéndose cada vez más cercanos, íntimos, creando nuevos recuerdos juntos, al parecer ir dejando el pasado atrás era la solución. Namjoon acariciaba el cabello de Jimin y este lo miraba con un brillo en sus ojos y una sonrisa inexplicable.
Habían pasado de un beso largo y tierno a cocinar juntos después, riendo y disfrutando de su compañía como si se hubieran conocido de toda la vida y para Namjoon así era. Hablar con Jimin era tan fácil, al ser mucho más jóven que él, tenía muchas ocurrencias. Le encantaba observar como hablaba y se expresaba. Era elocuente en cada tema que hablaban y de vez en cuando soltaba risitas en cada anécdota. Namjoon observaba con detenimiento cuando Jimin repetía las líneas del libreto con mucho profesionalismo y gracia. Con cada palabra, aprendía más de él. Hasta que una pregunta le cambió por completo el semblante.
— ¿Y tu madre? Dijiste que eran solo ella y tú.
— Mmm, mamá enfermó cuando era niño y murió. No lo recuerdo, lo siento.
— ¿Quién cuidó de tí desde entonces?
— Mi nana. Bueno, así le decía yo. ¿Podemos cambiar el tema? No me siento muy cómodo hablando de esto por el momento. Lo siento. Talvez en otra ocasión.
— Perdóname a mí por mi intromisión.
Jimin le devolvió una sonrisa tierna y tocó su mano haciéndole entender a Namjoon que estaba bien, para luego poner los vegetales en el agua hirviendo. En cambio en el corazón del hombre se guardaban muchas interrogativas que quería descubrir. ¿Yuan murió de una enfermedad? La mujer cuando la conoció, a pesar que fue por muy poco tiempo, siempre la vió fuerte y sana, era una madre atenta y cariñosa, lo trataba con tanta dulzura como si fuera su propio hijo.
Hay algo más... Algo no cuadra. Algo no está bien.
Lo que más le duele y preocupa es que su Jimin haya pasado su infancia solo sin el cariño y protección de su madre. Se muere por dentro al no entender nada, cómo desearía tener el poder de leer la mente para así tener la capacidad de menguar el dolor en el corazón de su pequeño niño especial. Pero por ahora, le queda solo esperar. Total, es bueno en eso.
— ¿Cómo te sientes con tu golpe? — preguntó Namjoon al terminar de lavarse las manos y Jimin se tocó el área afectada. La hinchazón había bajado mucho pero el color violáceo en la piel era notoria y tardaría en desaparecer.
— Solo siento incomodidad, me preocupa que el maquillaje no lo pueda tapar.
— Descuida, no puedes grabar en ese estado. Hablaré con Wong. Si es necesario parar la grabación un par de días, que así sea — respondió el hombre acercándose despacio a su rostro para dejar un pequeño beso en su mejilla sana.
— Gracias, Nam.
— ¿Puedo preguntar algo?
— ¿Sobre?
— Jungkook. ¿Él siempre ha sido así durante el rodaje?
Jimin se quedó en silencio, comenzó a jugar con los dedos de sus manos y bajó la mirada, esquivándola de Namjoon quien esperaba una respuesta, como un pequeño niño al que no quería decir algo importante.
— Algo así. Pero Namjoon, te dije que yo podía manejarlo. Por favor, no intervengas. El director Wong y el staff me cuidan mucho y nunca estoy solo. Jungkook solo es un hombre haciendo un berrinche por no haber obtenido el papel protagónico. Nada más. No hará nada más. Estaré bien. Yo puedo con esto.
— Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. Tienes mi palabra. Pero prométeme una cosa.
— ¿Si?
— Si pasa algo que no puedas manejar, me lo haces saber. Te lo pido.
— Lo haré. Mejor cambiemos el tema. ¿Puedo preguntar algo yo?
— Lo que quieras, pequeño.
— ¿Por qué todo afuera está cubierto con sábanas? Pareciera que esta casa estuviera vacía y aún así vives aquí.
Namjoon suspiró profundamente y esbozó una media sonrisa que más parecía una mueca de dolor. Se quedó en silencio organizando sus ideas en la mente para luego contestar.
— Desde que mamá murió, la casa dejó de tener vida. Y si sigo aquí es porque no quiero que los recuerdos se esfumen.
— Pero los recuerdos los guardas en el corazón, Nam. No se olvidan si son buenos. Desde que te conozco, ví en tu rostro una tristeza profunda y no es bueno vivir de ese modo. Yo...
— ¿Si?
Jimin dejó lo que estaba haciendo para rodearlo con sus pequeños brazos en un suave abrazo que derritió el corazón de Namjoon, se le ocurrió de repente y no está seguro de estar sabiendo lo que está a punto de decirle, así que simplemente lo lanzó.
— ¿Y si vives conmigo? Prometo no volver a quemar la cena. Aparte hay mucho espacio para los dos. Yo prometo no interferir en tu trabajo, darte tu espacio pero sobretodo... Hacerte feliz. No tienes que responder ahora. Supongo que tienes un gran apego por este lugar. Es hermoso y supongo que aquí viviste muchas cosas, aún así mi oferta está abierta. Piénsalo un poco y me dices. Hay una cama enorme. Prometo dormir en mi lado sin molestarte. Es solo que no me gusta verte triste — habló con su cabeza pegada en su pecho, justo a la altura de su corazón. El menor pudo sentir los latidos haciéndose cada vez más fuertes y algo en él supo que era una buena idea.
— Aquella noche dormiste pegado a mí, no sé si creerte esta vez — respondió divertido Namjoon y Jimin se ruborizó.
— Es que eres muy cálido. Ya lo dije aquella vez. La culpa es tuya — contestó afianzando más el agarre.
— ¿Mía?
— Si, por ser tan suave. Podría acostumbrarme a compartir mi cama, solo si es contigo.
Aquellas palabras sonaron diferentes para Namjoon a tal punto de llenar su interior y cada rincón de su ser de una electricidad que lo hizo estremecer. No quiere sonar apresurado pero quería aceptar de inmediato. Verlo tan precioso ahí, pegadito a él, tan solo existiendo y haciendo su propuesta con mucha seriedad hizo poner la piel de gallina al hombre.
— ¿Ponemos la mesa juntos?
— ¡Claro! Me muero de hambre.
Los días transcurren y con ellos los lindos momentos. Namjoon se siente como un adolescente en su etapa de enamoramiento más profundo. Con pequeños detalles le demuestra a Jimin que estar con él ha sido lo mejor que le pudo haber sucedido en la vida.
Por otro lado, Jimin, se siente la persona más querida del mundo, ya no puede seguir siendo ajeno a los sentimientos del hombre que lo toma de la mano mientras conduce. Su corazón late con fuerza con cada toque, a tal punto de derretirlo por completo. Nunca había sentido tanto amor de alguien. Y aún cree que no es nadie para merecerlo.
El gran departamento de Jimin, se volvió un hogar, o así lo sentía el chico, cada rincón había sido conquistado con las pertenencias del hombre, su enorme clóset ahora ya no solo tenía su ropa, compartía con los elegantes trajes de Namjoon y un sentimiento de alegría se había instalado en su pecho. En el baño, dos cepillos de dientes descansaban sobre la taza. Había el doble de todo. Todo ha sido tan hermoso. Pasar de ser un solitario don nadie, a prácticamente tener una diminuta y preciosa familia.
Aquel dormitorio vacío se había llenado de documentos, y ver a Namjoon sentado en las noches trabajando mientras lo observa desde el umbral de la puerta, es algo que jamás imaginó. Aún no sabe qué es lo que son, pues conviven juntos, realizan una vida de pareja, se nota la fidelidad por parte del hombre frente a él pero aún no han llegado más allá. Y tampoco quiere presionar demasiado. Recuerda el contrato, Namjoon es suyo y él le pertenece también. Así están bien.
— Te traje café. ¿Puedo pasar?
— Estás en tu casa. Ven aquí.
Namjoon le extiende los brazos luego de quitarse los anteojos, Jimin caminó con las dos tazas de café en sus manos y las dejó sobre el escritorio para sentarse sobre las piernas del hombre.
— Me gusta como te queda esa camiseta.
— Lo siento, la robé de tus cosas, es más cómoda. ¿Que quieres cenar hoy?
— Solo fideos negros, y si se puede un par de besos.
Jimin sonríe por la petición y deja dos pequeños pero sonoros besos en ambas mejillas. Ver a Namjoon, siendo tan cariñoso es algo que no puede explicar, le causa una atracción sin igual.
— Iré a preparar los fideos. Hay algo de carne también. Bebe tu café antes que se enfríe.
— ¡No quemes la carne! — gritó Namjoon con diversión cuando Jimin salió de la habitación que ahora es su oficina. Solo escucha un grito por parte del chico que lo hizo sonreír.
Al cabo de un corto tiempo, mientras terminaba de revisar papeles y respondía llamadas y coordinaba reuniones, la cena estaba lista y servida. Namjoon había sido criado de tal manera que su principal misión era servir a los demás, incluso en el hogar, pero que alguien lo haga por él, y más si se trata de Jimin era simplemente bello.
Ambos cenaron, bajo la luz tenue y entre conversaciones y risas disfrutaban de la comida y sobretodo del cariño que se estaba haciendo más y más fuerte.
Ya en sus mentes no pensaban como seres individuales, a pesar de sus trabajos agotadores, los viajes de negocios y las reuniones con el equipo de grabación, siempre volvían a su pequeño hogar. A su lugar de paz.
Acomodan y se preparan cada uno para dormir, mientras Jimin sacude las almohadas, Namjoon abre el cobertor para meterse dentro de él, no sin antes extender su brazo para que Jimin se acomode cerquita suyo.
— ¿Estás bien?
— Si, es solo una situación en uno de los supermercados.
— ¿Puedes contarme?
— No deseo agobiarte con mis negocios.
— Tú siempre me escuchas, ahora yo quiero hacerlo.
Namjoon siente que Jimin es el regalo más precioso que pudo haber recibido. El chico lo mira con tanta expectativa que sin más comenzó a hablar sobre lo que estaba ocurriendo, en el fondo sabía que no entendería muchos términos, temas de balances, acciones y más pero verlo tan atento lo hizo enternecer. Siendo el jefe de una gran corporación, tiendes a pensar siempre en todo y en todos y a veces no tienes donde recargar tus preocupaciones, pues el mismo trabajo lo requiere.
La conversación se extiende y los minutos se vuelven horas. Namjoon se siente mucho más tranquilo después de ser escuchado y a Jimin le llena el hecho de que sirvió de ayuda en algo.
— Gracias por escucharme.
— Me gusta hacerlo. Te ves tan sexy hablando como todo un empresario.
— ¿Sexy?
— Si, es muy atractivo. Siento que lo sabes todo y eso me gusta.
— No lo sé todo, pero lo tomaré como un halago.
— ¿Namjoon?
— ¿Si?
— Me haces muy feliz.
Como una ráfaga de viento llegaron los recuerdos a su mente, sonrió porque vio en Jimin a ese diminuto niño que se divertía con él jugando en el parque, recogiendo flores del suelo y se aferraba a él como si la vida dependiera de ello.
"— Siempre voy a estar contigo hyung. Gracias por hacerme muy fediz."
Namjoon solo lo abrazó con fuerza y besó su cabeza, el chico se deja y no ve cuando una lágrima rueda por la mejilla del mayor. Jimin disfruta de esos pequeños arranques de cariño y se siente pleno. Aún no se lo ha dicho pero está seguro que lo que siente por él es algo más que gratitud.