Le perteneces al Alpha

By NaomiAikido365

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Conner será el futuro alfa de la manada Nación. Sin embargo para ello deberá casarse con la hermana del alfa... More

Personajes
Prólogo
Capitulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capitulo 33

Capítulo 16

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By NaomiAikido365

Narrador omnisciente

Antes de que callera la noche Magnus le estaba enseñando a su madre que ya podía blandir una espada de hierro.

— Impresionante Magnus. Tu padre te entrenó bien hijo — Lo felicitó por su esfuerzo.

— Así es mamá, ya verás que cuando crezca seré un gran guerrero así como ustedes — Dijo lleno de orgullo por si mismo.

En su lugar su madre lo miró con amor y algo de nostalgia — Solo... — Le sonrió llena de cariño — No crezcas muy rápido mi amor. — Extendió los brazos hacia él — ¿Me darías un abrazo hijo? — Le preguntó antes de tomarlo en su brazos.

— Ma-mamá... — Dijo algo extrañado mientras era abrazado por su madre. No es que su madre no fuera cariñosa con él, solo que ella ha estado muy sensible estos días y eso llegó a notarlo.

(...)

Durante la noche, después de la cena.

Conner se encontraba en el balcón abrazando a su esposa por la espalda, mientras ambos observaban el cielo rojizo por las nubes de lluvia. Hasta que ella rompió el silencio entre ellos — Magnus crece muy rápido — Comentó.

Su esposo agachó la cabeza y besó tiernamente su hombro — ¿Qué es lo que te tiene tan preocupada mi Reina? — Preguntó con cierta angustia — Este último tiempo te he notado algo afligida.

Ella suspiró — Tengo miedo — Soltó observando el cielo con ojos de esperanza.

Conner la tomó con mucho cuidado de los hombros, con demasiada delicadeza como si fuera algo frágil que con el más mínimo roce brusco que tuviera se fuera a romper, y la giró para que sus miradas se unieran. Frunció el ceño y con preocupación en su voz y en sus ojos le preguntó en un tono suave. — ¿Miedo de qué, mi Reina?

Ella se dejó perder por su vista y se sumergió de lleno en la seguridad que él le daba — Miedo a perder todo lo que tengo ahora... — Y su voz dejó salir algo de rencor — Por culpa de colmillo rojo nuevamente.

— Escuchá mi Reina. — La abrazó contra su pecho — No voy a permitir que Colmillo rojo dañe a mi familia ni a mi manada. Tomaré las medidas que sean necesarias y está vez no dudaré sobre la crueldad de mis actos. — Tiernamente dejó caer sus labios sobre la cabeza de su esposa, apretó con fuerza sus ojos y respiró profundamente. — No permitiré que nada ni nadie te haga daño a ti, ni a nuestro hijo, Reina.

Ella apoyó su mano izquierda sobre el pecho de su esposo y alejó su cabeza para luego acariciar suavemente la mejilla del hombre frente a ella. Sus ojos dilatados de amor se cerraron para unir sus dulces labios con los labios carnosos de él, en un apasionante beso lleno de emociones.

Su lengua acarició la de su marido y él levantó su mano del cuerpo de ella, para colocar la palma detrás de su oreja y así tener más poder sobre el beso.

— Reina... — Suspiró su nombre contra sus labios — Te deseo igual de fuerte que la primera noche.

Tomó a su esposa y la poseyó lleno de un deseo desbordante.

Besando sus labios, la guío a ciegas para que entrara en la habitación. Posteriormente a resguardarse del exterior, empujó el cuerpo de su esposa contra la pared.

Ella volteó su cuerpo, quedando su pecho contra la pared y él la tomó del cuello.

Acarició su cadera con su mano y alejó la parte baja del cuerpo de su espada de la pared. Le separó las piernas y rozó su miembro por detrás.

Con la mano aún sobre el cuello de su esposa jaló un poco la cabeza hacia él.

Murmuró por detrás de su oreja — Reina... — El vapor salió de su boca caliente — ¿Podemos hacerlo por detrás? — Rogó por ella.

Reina asintió — Hazme lo que quieras. Te pertenezco.

Fue el boom que necesitaba para perder el control esa noche.

Conner preparó a su Reina gentilmente, para que ella disfrutará cada movimiento que él le proporcionaría.

Su corazón latía con fuerza y su cuerpo rebosaba de exitación.

Entró de una estoica embestida — Ahh... — Su esposa gimió de lo bien que sintió.

Tenerlo allí era una diferente sensación a lo normal. Incluso él era distinto, era más rudo y posesivo. Se aferraba a su cuerpo como si la poseyera. Era mucho más salvaje de lo normal y demandaba tomar el control sobre ella.

Eres mía Reina — Su voz ronca resonó en sus oídos. Cada embestida que le daba entraba muy profunda — Me perteneces a mi. ¿Oíste? Solo a mi.

La mujer que estaba siendo domada contra la pared intentó ahogar fallidamente sus gemidos.  — Ahh...

Anda... — La embistió con más fuerza e incremento su velocidad. Ella no sentía dolor debido a su buena preparación previa que le había brindado — Dilo. Dí de quién eres. Dí a quién le perteneces. — Le exigió mientras la tenía acorralada entre él y la pared. Cada estocada llegaba a lo más profundo de ella.

Le pertenezco al alfa... — Gimió ella con la mano de su esposo aún en su cuello.

Su marido hundió la nariz en su cabello y disfrutó de su fragancia, bajó sus labios y mordió su cuello mientras la embestia — Cada noche lejos de ti, es una tortura para mí.

Conner se separó de ella y volteó su cuerpo para que su mirada hiciera contacto con la de él. Una vez que sus ojos se entrelazaron en una mezcla de unión depravada por la lujuria y una chispa del líbido de su amor.
Las ásperas manos del hombre acariciaron delicadamente la tersa piel de las piernas de su mujer. Devoró sus labios como fuego ardiente, se derretía cada vez que su boca hacia contacto con la de ella. Levantó sus piernas — ¡Ahh! — De una sola estocada volvía a entrar en ella.

Mi Reina — Gimió su nombre con las labios de la boca pegados a su oreja. La mujer sintió como extrañas vibraciones que bajaron por su cuerpo cada vez que el cálido vapor salía de la boca de su esposo y chocaba contra ella. El hombre la embestía vigorosamente y reclamaba por ella — Solo yo puedo tenerte así. Solo yo puedo cogerte así. — Las embestidas se volvieron cada vez más poderosa. El calor fue subiendo y cada vez la satisfacción era más grande, el placer iba en aumento desmedido, rogando por llegar a su punto culminante.

¡Ahh! — La Reina gimió contra su boca una vez que llegó al orgasmo y lo apretó con fuerza dentro suyo.

El hombre también soltó un grueso gruñido cuando se corrió dentro de ella.

Desesperadamente volvió a unir sus labios con los de ella. El fuego no se había apagado, en su lugar la llama se había avivado con más fuerza. — Otra vez mi Reina... Por favor concedame el permiso — Rogó por ella una vez más.

En su lugar la Reina tomó esta oportunidad para aprovecharse de él.

Está bien. Te dejare tenerme nuevamente, pero no podrás tocar — Sentenció definitivamente y el rostro de su marido cambio por completo.

— ¿Cómo que no podré tocar? — Los ojos del hombre se oscurecieron oponiéndose radicalmente a la idea.

Ella lo empujó en la cama, en cuanto su cuerpo se desplomó sobre las sábanas, la mujer trepó por encima de su esposo, sentándose en su cadera.

Le quitó la funda a la almohada y tomó las muñecas del hombre para atarlas al poste de la cama.

Sí te liberas sin mi permiso me enojaré mucho. El hombre se dedicó a devorarla con la mirada, no asintió pero tampoco se negó.

Los ojos de su esposa ardieron de lujuria al verlo. Inclinó su cuerpo sobre él y fue dejando besos húmedos desde su pecho, fue subiendo por su ello dónde lo mordió y finalmente se instaló en su oreja, para volver a saborear ese lóbulo carnoso que a Conner exitaba tanto.

— Ah... Reina, ¿Cómo quieres que no te toqué? — Removió un poco las muñecas como si quisieran soltarse, pero no lo hizo. — Si estás para comerte.

La Reina sonrió ante su comentario y lentamente dejó entrar a su esposo nuevamente en ella. Conner cerró los ojos con fuerza para saborear el momento.

Lleno de anhelo con una mirada devastadora y devoradora, podía apreciar como su esposa se movía y disfrutaba de él.
Eso lo exitaba con gran demanda. Intentó ayudarla moviendo sus caderas y nuevamente forcejeo con la funda que lo tenía prisionero.

Su esposa volvió a agachar la cabeza para esta vez besarlo en los labios mientras movía sus caderas hacia él.

Reina por favor... Rogó él entre su beso —  Esto es una tortura para mí, por favor Reina... Déjame tocarte. — Sus pupilas que anteriormente eran rojas ahora se habían tornado oscuras. El orbe de su ojo se había puesto totalmente negro por lo lascivo de la lujuria.

La Reina desató la funda que aprisionaba al alfa y este apenas tuvo las manos libres, tocó a su Reina y devoró sus labios con los de él, en un beso que rebosaba de salvajismo apasionante.

Volteó a su Reina en la cama y le levantó la cola para volver a entrar en ella de una sola embestida. La penetró con vigor, cada estocada era profunda y rápida. La mujer se retorcía de placer bajo su cuerpo — ¡Ahh! Qué bien se siente — Gimió ante el placer inminente.

Conner se apoderó de una de sus nalgas y la apretó con fuerza dejando marca, posteriormente la nalgueó mientras la embestía sin la intención de detenerse.

Se inclinó y pegó su cuerpo sudoroso al de se esposa. Allí cerró los ojos y se abrazó a ella embistiendola con más fuerza y mucho más rápido, desesperado por llegar al climax.

La embistió profundamente antes de llegar a la liberación y cuando la alzando fue reduciendo los movimientos mientras la abrazaba.

Echó su cuerpo a su lado y rodeó a su Reina con los brazos, besó su frente y ella besó su pecho mientras solo acariciaba tiernamente.

(...)

Años habían pasado desde que Matt dejó de sentirse como un alfa, y aún así algunas veces, más de lo que debería, se torturaba a si mismo, recibiendo las mismas pesadillas por la noche.

Su manada siendo masacrada, los cuerpos de los niños tirados en el suelo sin vida... La perdida de la guerra y la muerte de muchos de sus soldados. Tambien de quien sería su futura esposa, estaba desmembrada.

Se la imaginaba en sus sueños como ella le gritaba, gritaba su nombre para que la salvara, para que los protegiera.

Pero él no estaba. No estaba donde debía para proteger lo que era suyo.

Esta vez en el sueño también había aparecido Mio, pero al igual que el cuerpo de su antigua prometida, ella también estaba muerta en el suelo.

Matt completamente desgarrado internamente cayó de rodillas junto al cuerpo de Mio.

No... No tú también... — Se lamentaba con una pesada agonía.

Pero los espíritus de ambas mujeres se apareciendo detrás de la espalda de Matt, quien se encontraba sufriendo. — Es tu culpa, tú nos mataste, tú mataste todo lo que tenías. — Una le había hablado y la otra se lo dijo en señas.

No... Es mi culpa... Es mi culpa — Matt se encontraba aún soñando, su cuerpo se agitaba y se removía en la cama; hablaba dormido, estaba completamente sudado incapaz de quedarse quieto — Mio... ¡Mio! — Finalmente había despertado, pero no estaba solo.

Mio lo había podido sentir muy afligido y asustado, debido a su vínculo. Ella entró en su habitación y lo encontró teniendo una pesadilla, trató de despertarlo, lo tocaba y lo sacudía pero no obtenía respuesta.

En el momento en que Matt abrió los ojos ella inmediatamente lo abrazó.

— "Matt, solo fue una pesadilla, tranquilo eso no es real" — Él ya podía entender el lenguaje de señas de una manera muy avanzada. Había pasado mucho tiempo a solas con Mio, y muchos de esos momentos lo utilizaba para aprender y así poder comunicarse con ella.

— "Casi siempre sueño con el pasado, pero en esta pesadilla tú estabas muerta" — Él hablaba mientras se comunica con las manos. Ella lo podía escuchar claramente pero le servía a él de práctica. — "Y era mi culpa".

—"Tu pasado es algo que indiscutiblemente te aflige demasiado". "Pero no puedes cambiar lo ocurrido" "No debes seguir atormentandote" "Solo acéptalo... Acepta lo sucedido y continúa" "Aprende de ese error" — Sus ojos preocupados pero indiscutiblemente seguros, observaban al angustiado hombre a su lado. — "Sé que hay fortaleza en ti" — Extendió su mano para tocar el pecho del hombre, justo en el corazón. Y los ojos de ella no perdían contacto con los de él. Mio se acercó a su cuerpo y lo abrazó.

Matt no pronunció palabra, solo en silencio correspondió a su abrazo y se recostaron juntos en la cama.

— "Tú estuviste cuando yo te necesite" "Ahora yo estaré a tu lado"... "Después de todo... Eres mi esposo".

(...)

Por otro lado la situación era muy preocupante para Zeldric y Björn. Stefan estaba planeando devolver a los secuestrados durante la madrugada.

— ¿Por qué planeas devolverlos ahora? Aunque dos de ellos no sepan nada, todavía me falta interrogar a uno — Le cuestionó Zeldric a Stefan.

— ¿Por qué piensas qué les ordené traer a cualquiera que encontraran de Nación? — Soltó en un macabro tono  — No fue solo por información, tengo pensado infectarlos con el virus de Licra, para que entren en Nación y así se contagien entre ellos para debilitarlos. Los destruiremos desde adentro.

El virus de Licra era una infección que se transmitía a través de un insecto con espinas por todo su cuerpo. El insecto tenía el tamaño de un bicho bolita. Si bien el virus tenía la capacidad de mutar cuando se transmitía a una criatura. Según fuera la criatura, el virus desaparecía, o permanecía en su cuerpo y lentamente lo iría matando, esto podía durar varios años. Por especie el virus variaba en su efectividad. Además de eso, una vez infectados, era capaz de propagarse a través del aire. El virus mutado en los hombres lobo tenía la capacidad de transmitirse por el aire. Los infectaba de tal manera, que uno ya dependía de su capacidad de recuperarse, es decir, que algunos le provocaba la muerte, a otros los enfermaba, pero cuando se recuperaban le quedaban secuelas graves, incluso crónicos. Las Licras eran muy venosas, pero también era muy poco común sufrir la enfermedad de Licra, ya que, estás solo se encontraban en su entorno, su habitad era en lugares oscuros y fríos, donde estaban los vampiros. A ellos no les afectaba en nada si un insecto Licra los picaba. Los vampiros se ubicaban hacia el norte, a unos 980Km de donde estaban los hombres lobo; claro que hablando de marginados, no importaba dónde estaba su región, podías encontrarlos en cualquier parte, ya que, no tienen lugar al que pertenecer y siendo exiliados no es muy bueno permanecer en un mismo lugar mucho tiempo.
Sabiendo eso es fácil deducir que nadie se atrevería a ir y buscar para atrapar a las Licras, a menos que tengan un plan de como utilizarlas, claro está.

Los síntomas del virus eran:

Perdida de sangre por la boca, acorde se agravaba la enfermedad, se perdía sangre por los ojos, nariz y orejas.

Piernas débiles.

Fiebre altamente fuerte. El calor que se generaba en el cuerpo era tanto que se cocinaban los órganos.

Algunos carecian de esos síntomas pero a ellos los enloquecía. El primer síntoma de la locura era el agudo dolor de cabeza y luego la dilatación de pupila. Finalmente el orbe del ojo se teñía de negro.

El virus podía variar entre tardar tres horas en hacer efecto o silo en minutos, pero de cualquiera d elas dos fromas mataba en 15 minutos. Sin embargo solo tardaba 10 minutos en enloquecer a alguien, si es que el virus infecta el cerebro.

Zeldric tragó fuerte — Al menos quiero quedarme con la beta. Quiero imprimarme en ella.

— Ah sí, me llegó el rumor de que te gustaba la más joven. Tranquilo ella se encuentra en el mismo lugar en que la dejaste.

— Muy bien... También podría encargarme de infectar y de liberar a los otros dos. — Él se ofreció con la intensión de dejarlos libres pero no los infectaría con el virus Licra.

— No te preocupes por eso, ya fueron infectados y liberados. Ahora están yendo para acabar con los suyos. — Zeldric trató de disimular sus expresiones, pero la sonrisa macabra de Stefan lo asqueaba. Así que se retiró sin mucha queja.

Se fue en dirección hacia donde estaba Stiorra, ya que sabía que Björn estaría por allí tambien. Tenía que contarles lo que estaba pasando.

— Tenemos problemas — Dijo en cuanto entró.

— ¿Qué pasa? — Preguntó Björn

— Stefan me informó que infectó a los omegas con el virus de Licra y que los soltó a la madrugada. Traté de convencerlo de que lo haría yo, pero ya era tarde cuando me enteré. Lo peor es que ellos no saben que lo tienen, ya que tarda unas horas entre mutar y propagarse.

— ¡¿Qué?! ¡¿Licra?!

— Tranquilízate Stiorra, no sirve de nada que te exaltes — Le habló fríamente Björn.

— Entonces... — Prosiguió ella en un tono más calmado — ¿Qué haremos para detener la enfermedad? Nosotros no podemos irnos ahora.

— Habrá que buscar el antídoto, y entregárselo a Conner. — Dijo Zeldric. — Pero como dijo Stiorra; nosotros Björn, no podemos desaparecer ahora, debemos enviar a alguno de los nuestros.

— Sí — Contestó él — Sé a quien enviar. Quédate con Stiorra.

Cuando Björn los dejó solos, Zeldric se acercó a Stiorra.

— ¿Cómo estás? — La miró con cariño.

— Desesperada, no me gusta quedarme quieta sin hacer nada. Pero sé que esa es la manera en la que puedo ayudar en este momento.

Stiorra y él durante este corto tiempo que llevan conociéndose han tenido varios momentos juntos. Ella le preguntaba cosas sobre su hermano al principio, pero luego comenzó a interesarse en él. Su relación ya no era hostil como al principio.

Zeldric le sujetó una mano y la otra la apoyó sobre la espalda de ella.

— ¿Qué haces? — Preguntó confundida.

— Bailar. ¿Qué más? — Su apuesto rostro audaz y pícaro, la enamoraba.

— ¿Ahora?

— No sirve de nada que te preocupes por cosas que no puedes resolver, solo terminarás lastimandote más. Necesitas distraerte y ¿Qué mejor que distraerte bailando conmigo? — Le dedicó una que otra mirada pícara, lo que sonrojó a la muchacha.

— ¿Sin música? — Dijo mientras bailaba siguiéndolo a él.

— Podría cantar para ti. — Dijo antes de hacerlo. Zeldric tenía una linda voz cuando cantaba. Y Stiorra se reía estando a su lado.

Ella no era su vínculo, pero le gustaba, quería imprimarse con Stiorra, así como estaban Daryl y Austria. La actitud de mujer fuerte había cautivado a Zeldric y el carácter aguerrido y decidido de Zeldric había cautivado a Stiorra, a parte de su regular coqueteo. A quien también le comenzaba a gustar él.

Zeldric le dio una vuelta y la inclinó de costado sujetándola. Sus rostros quedaron enfrentados y sus labios estaban casi tocándose. Él, sin vergüenza se inclinó más y le robó un beso bien recibido por parte de Stiorra.

(...)

Tanto Alek como Dalit corrían desesperados hacia Nación. No sabían porque habían despertado en el bosque. Pero primero que nada, querían volver a la manada.

— ¡Espérame! — Le gritó Alek — No sé que me pa-sa, pero mis piernas me es-tán ma-tando, no puedo correr tan rá-pido. — Estaba agitado. — No me sien-to bien...

Sin embargo Dalit estaba bien, a ella no le dolían las piernas — Ven — Se pasó su brazo por el hombro, para que él apoyara parte de su cuerpo en ella. — Iremos juntos. — Aunque ya no corría, no lo dejaría solo.

...

A medida que caminaban el sol cada vez iba subiendo más. Hasta que luego se empezaron a hacer visibles las murallas de Nación.

Una vez que llegaron a la entrada, se quedaron un rato esperando hasta que les abrieran las puertas.

Uno de los guardias de la entrada, fue a infórmale al alfa de la situación.

Cuando Conner escuchó que Dalit y Alek habían regresado salió apresurado, dando la orden de que los dejaran pasar.

Jason el padre de Dalit no había abandonado su puesto en los muros hasta que vio correr a su hija. Una vez que las puertas fueron abiertas bajo de los muros y corrió por ella.

En cuanto llegó al lado de su hija la abrazó aliviado — Estás bien... — Suspiró sobre Dalit.

Conner al verlos también se había aproximado hacia ellos y cuando volteó a ver a Alek le colocó una mano en el hombro — Que bueno que estén bien. — Dijo aliviado. Luego observandolo un poco, lo notó algo extraño.

— Estoy muy cansado... — Dijo muy pesadamente.

— ¡Llévalo con su hermano! — Le ordenó a uno de los guardias.

— Sí, señor.

Volvió a dirigir su atención hacia Dalit— ¿Segura que estás bien? — Le preguntó para ver si ella tenía los mismo síntomas que Alek. — ¿Te lastimaron de alguna forma?

— No, no me hicieron nada, pero hay algo que debo decirle alfa. Supongo que ya debes saber algo sobre esto.

Dalit empezó a hablarle sobre Zeldric y contarle que podía confiar en él, que estaban del mismo lado. Pero él alfa seguía reacio sobre ese tema. Aunque ahora ese tal Zeldric tenía un punto a favor.

— ¿Qué hay sobre Stiorra? — Preguntó el alfa ya que era la única que aún no había regresado.

— No sé, en el bosque solo despertamos Alek y yo. Lo siento, pero no podíamos volver por ella. — Se lamentó la joven.

— No tranquila, lo bueno es que ya estás aquí... Sin embargo debo ir a informarle de esto a Austria. — Habló antes de irse.

(...)

Los cuerpos desnudos de Daryl y Austria descansaban pegados uno al lado del otro sobre la cama.

— Que lindo es dormir así — Murmuró Daryl apretando su agarre sobre ella aún con los ojos cerrados.

— Mmm... — Contestó Austria en respuesta, masajeando los brazos de Daryl — ...Tu calor se siente lindo.

Con sus labios pegados a la punta de la oreja de ella, Daryl sacó su lengua lamiendo el extremo de la oreja para luego murmularle — ¿Me estás provocando? ¿Acaso quieres un rapidito mañanero?

— Quiero, pero anoche lo hicimos 5 veces, dejémoslo para más tarde.

— Mmm... — Lo pensó por un momento, él estaba listo para hacérselo a Austria las veces que quisiera — Sí así lo prefiere mi esposa... — Agachó sus cabeza para besarle el hombro.

Pero su reconfortante paz no duró mucho, y el fin de los mimos acabó.

Alguien golpeaba la muerta. Sonidos tan potentes que retumbaban por toda la casa.

Sus desarrolladas fosas nasales captaron el olor de la persona — ¿Qué quiere Conner ahora? — Ella estaba algo molesta.

— Iré a ver... — Daryl se levantó y buscó un pantalón que ponerse. En conjunto Ausria también se levantó y se puso una camisa de Daryl. Luego salió detrás de él.

— ¿Qué sucede? — Preguntó Daryl cuando abrió la puerto y lo vio a Conner.

Pero al abrir la puerta dejó salir el fuerte olor a sus feromonas. Lo cual agobió un poco a Conner al olerlo. — Antes de abrir la puerta deberían pegarse un buen baño. Tienen un fuerte olor a sexo por encima.

Pero Daryl sin vergüenza solo se quejó — Estabamos en medio de nuestro momento privado, tú molestas.

Conner estaba a punto de refutar algo pero Austria sin importarle su insignificante conversación preguntó — ¿Qué pasa Conner? ¿Por qué nos buscabas?

— Alek y Dalit regresaron antes de lo esperado, pero Stiorra no está con ellos. — Miró algo preocupado a Austria, quien se angustio al escucharlo, pero luego antes de que eso la afectará aún más, recordó a Björn... Él estaba con ella, no era necesario preocuparse. Tal vez tenga un motivo por lo que se la quedó. Sí, cual fuera, estaba segura de una cosa, con Björn estaría a salvo.

— Tranquilo, sé que Björn la cuidará bien... ¿Cómo están los demás?

— Alek está un poco débil, pero Dalit está muy bien por suerte.

— Que bueno... — Dijo ella.

Pero su agradable charla concluyó con un desesperado Tyson buscando a Conner.

— ¡Alfa! ¡Es Alek está escupiendo sangre! — Su respiración era agitada — ¡No sé por qué!.

— ¿Sangre? — Daryl frunció el ceño — ¡¿Le duelen las piernas y tiene fiebre?!

— ¿Por qué? — Se preocupó Tyson.

Daryl volteó a ver a su hermano — ¡¿Como está Dalit?!

— Ella está bien ¿Por qué?

Pero el distorcionado rostro de Daryl no mejoró y volvió a pregúntale a Tyson — ¿También pierde sangre por los ojos?

— ...Y la nariz — Afirmó Tyson.

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