Capítulo 11

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Narrador omnisciente

Había una cierta ventisca, pero debido al calor del sol, el clima era bastante disfrutable aquella mañana.

Conner ahora se encontraba al aire libre, solo junto a Magnus.

Cómo su padre él se encargaba de entrenarlo para que supiera pelear y no fuera un inútil. Conner era bastante agresivo con sus palabras hacia Magnus pero el hombre no estaba equivocado. Él quería formar su carácter, endurecerlo para que no sea un ser frágil..

— Ya que el hierro está maldito, te conviene pelear con un arma. — A un costado había una mesa que contenía por encima, una espada, dagas, cuchillos, lanza, arco, y una espada de doble filo. — Elige. — Magnus observó las armas y la que más le llamó la atención fue la espada de doble filo. Pero al momento de tomarla, le resultaba pesada. — Intenta manejarla. — Claramente la espada de doble filo, no era lo suyo, se le complicaba mucho la movilidad, y no era por falta de habilidad. Aún no tenía la fuerza necesaria — Tus brazos son débiles, no tienes balance. Te aconsejo que por ahora abandones la idea de una de doble filo. Prueba con el arco — Agregó, y su hijo tomó en sus manos una flecha y arco — Apunta hacia el árbol de allá — Señaló un pino que estaba en el lugar. Y le dijo como debía acomodarse — Estira con fuerza, chupa el estómago, brazos rectos, levanta más el codo — Le golpeó el codo para elevarlo y alineó un poco el brazo que estaba completamente extendido. — Concéntrate en el punto al que quieres mandar la flecha y luego suelta.

Pero al momento en que el niño fija el blanco y suelta la flecha, esta sí toca el pino y se incrusta con fuerza.

El rostro del niño se llenó de alegría y rápidamente volteó a ver a su padre, para ver su aprobación.

Su padre le sonrió levemente con satisfacción — Bien hecho hijo.

Aunque fue pequeño, para Magnus significó mucho que su padre lo reconociera.

— Tienes muy buena puntería hijo — Apoyó la palma de su mano sobre su cabeza — Serás un gran guerrero cuando crezcas. — Miró las armas en la mesa y rio un poco — Si las espadas aún no son lo tuyo, entonces probemos con las dagas. El arco es bueno, pero no sirve para una pelea cercana

Conner primero le enseñó varios movimientos básicos a su hijo, que él que debía realizar con las dos dagas, una en cada mano.

Magnus tenía cordinación con las manos, pero confundía su postura. Así que Conner giró su cuerpo y acomodó sus pies, pateandolos con los suyos.

Practicaron cada movimiento durante un buen tiempo, repetición y repetición. Hasta que se le quedara grabado.

Casi todos los días Conner hacia entrenar a su hijo. Algunos días eran en combates cuerpo a cuerpo y otros en técnicas de armas, pero también debería enseñarle a cazar y a rastrear, ya estaba en esa edad.

Magnus había empezado a ser entrenado desde los tres años. Conner le dio el mismo entrenamiento que había recibido cuando él era un niño. Aunque tuviera el don de sanar rápido, entrenó a su hijo para aguantar el dolor, y a medida que crecía las pruebas a superar eran más rudas y exigentes.

El sonido de algo que había caído al suelo, hormigueó la audición del alfa. Al voltearse vio como Magnus le había lanzado un cuchillo a un ave.

— La cena está lista — Comentó su hijo a la vez que se acercaba y le quitaba el cuchillo al ave.

— ¿Cuándo aprendiste a lanzar cuchillos? — Le resultó extraño ya que él no le había enseñado.

— Mamá me enseñó. También me enseñó a manejar una espada, pero las espadas de madera son mucho más livianas. — Dijo en un tono normal y relajado.

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