Capítulo 16

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Narrador omnisciente

Antes de que callera la noche Magnus le estaba enseñando a su madre que ya podía blandir una espada de hierro.

— Impresionante Magnus. Tu padre te entrenó bien hijo — Lo felicitó por su esfuerzo.

— Así es mamá, ya verás que cuando crezca seré un gran guerrero así como ustedes — Dijo lleno de orgullo por si mismo.

En su lugar su madre lo miró con amor y algo de nostalgia — Solo... — Le sonrió llena de cariño — No crezcas muy rápido mi amor. — Extendió los brazos hacia él — ¿Me darías un abrazo hijo? — Le preguntó antes de tomarlo en su brazos.

— Ma-mamá... — Dijo algo extrañado mientras era abrazado por su madre. No es que su madre no fuera cariñosa con él, solo que ella ha estado muy sensible estos días y eso llegó a notarlo.

(...)

Durante la noche, después de la cena.

Conner se encontraba en el balcón abrazando a su esposa por la espalda, mientras ambos observaban el cielo rojizo por las nubes de lluvia. Hasta que ella rompió el silencio entre ellos — Magnus crece muy rápido — Comentó.

Su esposo agachó la cabeza y besó tiernamente su hombro — ¿Qué es lo que te tiene tan preocupada mi Reina? — Preguntó con cierta angustia — Este último tiempo te he notado algo afligida.

Ella suspiró — Tengo miedo — Soltó observando el cielo con ojos de esperanza.

Conner la tomó con mucho cuidado de los hombros, con demasiada delicadeza como si fuera algo frágil que con el más mínimo roce brusco que tuviera se fuera a romper, y la giró para que sus miradas se unieran. Frunció el ceño y con preocupación en su voz y en sus ojos le preguntó en un tono suave. — ¿Miedo de qué, mi Reina?

Ella se dejó perder por su vista y se sumergió de lleno en la seguridad que él le daba — Miedo a perder todo lo que tengo ahora... — Y su voz dejó salir algo de rencor — Por culpa de colmillo rojo nuevamente.

— Escuchá mi Reina. — La abrazó contra su pecho — No voy a permitir que Colmillo rojo dañe a mi familia ni a mi manada. Tomaré las medidas que sean necesarias y está vez no dudaré sobre la crueldad de mis actos. — Tiernamente dejó caer sus labios sobre la cabeza de su esposa, apretó con fuerza sus ojos y respiró profundamente. — No permitiré que nada ni nadie te haga daño a ti, ni a nuestro hijo, Reina.

Ella apoyó su mano izquierda sobre el pecho de su esposo y alejó su cabeza para luego acariciar suavemente la mejilla del hombre frente a ella. Sus ojos dilatados de amor se cerraron para unir sus dulces labios con los labios carnosos de él, en un apasionante beso lleno de emociones.

Su lengua acarició la de su marido y él levantó su mano del cuerpo de ella, para colocar la palma detrás de su oreja y así tener más poder sobre el beso.

— Reina... — Suspiró su nombre contra sus labios — Te deseo igual de fuerte que la primera noche.

Tomó a su esposa y la poseyó lleno de un deseo desbordante.

Besando sus labios, la guío a ciegas para que entrara en la habitación. Posteriormente a resguardarse del exterior, empujó el cuerpo de su esposa contra la pared.

Ella volteó su cuerpo, quedando su pecho contra la pared y él la tomó del cuello.

Acarició su cadera con su mano y alejó la parte baja del cuerpo de su espada de la pared. Le separó las piernas y rozó su miembro por detrás.

Con la mano aún sobre el cuello de su esposa jaló un poco la cabeza hacia él.

Murmuró por detrás de su oreja — Reina... — El vapor salió de su boca caliente — ¿Podemos hacerlo por detrás? — Rogó por ella.

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